18 de junio
Plata y plateros en la catedral. El arte al servicio del culto divino
Ignacio Miguéliz Valcarlos
Dentro de la colección de platería que atesora la catedral de Pamplona se conservan una serie de piezas que podemos considerar como singulares o únicas en su género, y que llegaron a la catedral en parte gracias a su doble condición como cabeza de la Diócesis y como primer templo del reino. Así es, la catedral se vio favorecida no solo por los obispos y el cabildo, si no también por lo reyes navarros, que la proveyeron de importantes piezas en plata y metales nobles, algunas utilizadas en la liturgia y el culto divino, y otras con un valor simbólico u ornamental. Dentro de esta piezas, encontramos obras de singular importancia y características únicas dentro de la orfebrería medieval tanto navarra como francesa, gracias a los vínculos existentes en la Edad Media entre ambos reinos.
Nuestra Señora del Sagrario. Pamplona. Maestro Rainalt. c. 1150 y S.XVII
La primera de las alhajas que merecen ser reseñadas no es otra que la imagen de la titular catedralicia, Nuestra Señora del Sagrario o Santa María la Real, de mediados del siglo XII, atribuida al maestro Rainalt, el mismo que realizó la imagen de la Virgen de Irache, ambas recubiertas de una fina chapa de plata en su color y dorada, representadas como Sede sapientiae. Tanto el trono sobre el que se sienta como la imagen del Niño que se apoya en su regazo responden a añadidos barrocos del siglo XVII. En torno a su figura y culto la catedral fue conformado a través de los siglos un rico ajuar, entre el que se incluye lo que está considerado como el mejor conjunto de joyería en oro del primer tercio del siglo XVIII conservado en España, alhajas destinadas al ornato de la titular catedralicia.
Relicario del Santo Sepulcro. París. S.XIII. 1284
Ligado a su condición de iglesia principal de la monarquía es la presencia de sendos relicarios de magnifica factura, el del Santo sepulcro y el del Lignum crucis. El primero es una obra cumbre de la orfebrería medieval francesa, vinculado a la corte de París, y que se cree que es de época de Felipe de Evreux y Juana de Navarra. Se trata de una obra de formato arquitectónico, que sigue modelos vinculados a la escuela de Reims, que enmarca la escena de las tres Marías y el Ángel en el Santo Sepulcro. Mientras que el segundo, el del Lignum crucis, pieza que obedece a diferentes épocas, presenta una base arquitectónica rematada por tres cruces. La base es obra de Juan el Argentero y parece ser que era la base de una gran cruz regalada por Carlos II a la catedral en 1379. Las cruces de remate laterales fueron un regalo del emperador bizantino Manuel II Paleólogo a Carlos III de Navarra en 1401, quien a su vez las entregó a la catedral, y contenían reliquias de la vera cruz y de la túnica de Cristo. Sin embargo, en el robo que sufrió la catedral en 1935 esta obra resultó muy dañada, consiguiendo recuperarse solo una de las cruces originales, siendo las otras dos de factura moderna, realizadas en base a antiguas fotografías para sustituir a las perdidas en el robo. Estos relicarios se acompañan de otros más, algunos de excelente calidad, como el de la Santa espina, de talleres pamploneses de principios del siglo XVI, o el de Santa Úrsula, antropomórfico, en forma de busto, obra de Juan de Ochovi y donado por el obispo Juan de Rena. También de busto son los relicarios de la Magdalena, san Fermín y san Francisco Javier, que en las grandes solemnidades acompañan a Nuestra Señora del Sagrario en el altar mayor catedralicio.
Cubiertas de Evangeliario. Pamplona. Pedro del Mercado. 1550-1554
No hay que olvidar tampoco las tapas de plata de un Evangeliario, obra renacentista atribuida a Pedro del Mercado y que sustituye a uno anterior, románico del siglo XIII, similar al conservado en la colegiata de Roncesvalles, o la magnífica custodia de la catedral, junto a las andas en forma de templete en las que se procesionaba.
En suma, un ajuar argénteo que tal y como corresponde a una sede episcopal y a la cabeza de un antiguo reino, que conserva entre las numerosas piezas que atesora obras de especial relevancia y singular importancia, que reflejan su historia y trascendencia a lo largo de los siglos.
Público asistente a la conferencia