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25 de noviembre

Ciclo de conferencias
FORMACIÓN Y PATROCINIO EN LOS ARTISTAS CONTEMPORÁNEOS

Origen y evolución de las pensiones artísticas de la Diputacion de Navarra

D. Ignacio Urricelqui Pacho
Museo del Carlismo

 

Las pensiones artísticas y, particularmente, las concedidas por las diputaciones provinciales, fueron uno de los pilares sobre los que se sustentó la formación de los artistas españoles durante el siglo XIX y buena parte del siglo XX. Fueron los propios artistas interesados quienes a través de sus solicitudes concienciaron a las diputaciones provinciales de la necesidad de regular las ayudas a la formación y de destinar recursos económicos para tal fin. Además, este tipo de ayudas estuvieron muy relacionadas con el grado de permeabilidad de los diferentes ambientes artísticos locales con las necesidades de los jóvenes artistas que, cada vez más, querían completar su formación en centros más exclusivos tanto de España como del extranjero.

Los artistas navarros no fueron ajenos a estas prácticas y demandaron este tipo de ayudas a las instituciones locales, diputación y ayuntamientos. En este proceso tuvo mucho que ver el desarrollo del ambiente artístico local en las décadas finales del siglo XIX y primeras del siglo XX gracias a factores como la creación de centros de formación artística, con la Escuela de Artes y Oficios a la cabeza, cuyas puertas abrieron en 1873; el impulso de vías de promoción artísticas como certámenes, concursos, exposiciones, etc.; el nacimiento de una crítica de arte a través de la prensa; y la demanda de una clientela tanto pública como privada. 

En sentido estricto, la Diputación de Navarra no contó hasta finales de la década de 1910 con una reglamentación específica que regulara la concesión de pensiones para la formación artística, fecha muy tardía respecto a otras provincias españolas, si bien ello no significa que con anterioridad no concediera algunas ayudas con mayor o menor continuidad. En líneas generales pueden establecerse dos momentos. El primero da comienzo en 1880 y llega hasta 1900, coincidiendo con la etapa de formación de un primer grupo de artistas navarros y con los primeros ensayos de la corporación provincial en esta materia; el segundo momento, iniciado levemente en la segunda mitad del siglo XIX, alcanzaría su plenitud en las décadas de 1920 a 1940, con el paréntesis de la Guerra Civil, momento en el que la Diputación atiende de un modo reglamentado a la demanda de los artistas navarros en formación. Tras la contienda, el asunto de las pensiones y ayudas a la formación artística quedaría en manos de la recién creada Institución Príncipe de Viana. 
 

Envío de pensionado de Inocencio García Asarta Gitana con guitarra, 1892

Envío de pensionado de Inocencio García Asarta Gitana con guitarra, 1892
(Foto: Museo de Navarra)

 

El impulso de las ayudas a la formación artística tiene nombre propio y corresponde éste al de los diferentes artistas que las solicitaron y que finalmente movieron a la corporación provincial a incluir en sus presupuestos anuales una partida destinada a sufragar los estudios de formación. Artistas como Domingo Martín Izangorena, Inocencio García Asarta, Nicolás Esparza, Jesús Basiano, Fructuoso Orduna y muchos otros que recibieron pensiones desempeñaron un importante papel en este proceso, pero también debe reconocerse la labor de muchos otros jóvenes, cuyas solicitudes fueron denegadas, pero que contribuyeron igualmente a que la máxima institución de la provincia acabara sensibilizándose con las necesidades de los jóvenes artistas en formación. 
 

Fructuoso Orduna en Roma, pensionado por la Diputación de Navarra

Fructuoso Orduna en Roma, pensionado por la Diputación de Navarra
(Foto: Museo de Navarra) 
 

Las solicitudes de los interesados, las obras que las acompañaban para acreditar los méritos, así como las cartas de recomendación, ofrecen datos precisos sobre el itinerario formativo de nuestros artistas a la vez que permiten comprobar el grado de perfeccionamiento de su trabajo y su mayor o menor permeabilidad a las nuevas modas y gustos estéticos de los que se harían eco la prensa local y la clientela.