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19 de febrero de 2014

Ciclo de conferencias

LA PAMPLONA CONVENTUAL

Inicios del Carmelo Teresiano en Pamplona

P. Ildefonso Moriones Zubillaga, O.C.D

Los Carmelitas llegaron a Pamplona en 1314 y permanecieron hasta la supresión de 1835. Los signos más visibles de su presencia de cinco siglos largos son el nombre de la Calle del Carmen y, sobre todo, la arraigada devoción a la Virgen del Carmen y a su santo Escapulario. 

Los Carmelitas Descalzos llegaron a la calle de las Carnicerías viejas, que comenzó a llamarse Calle Descalzos, en 1640, después de haber vivido 53 años en el barrio de la Magdalena, extramuros de la ciudad, a orillas del río Arga. 

La fundación de los Descalzos, que tuvo lugar en 1587, había sido precedida en 1583 por la de las Carmelitas Descalzas o Teresianas. En una breve panorámica histórica se expusieron tres puntos: I. La Orden del Carmen; II. El Carmelo Teresiano; III. Las fundaciones de Pamplona. 

I. La Orden del Carmen nació del gesto de un grupo de amigos que, tras haber combatido y sufrido durante meses, o quizá años, por la causa común de Cristo en la recuperación y defensa de Tierra Santa, decidieron llevar hasta sus últimas consecuencias esa entrega, estableciéndose definitivamente en la ladera occidental del Monte Carmelo. Hacia 1209 Patriarca de Jerusalén, Alberto, les dio una Regla de vida. Cuando las circunstancias externas cambiaron y el ambiente del Carmelo fue haciéndose cada vez más inseguro, los ermitaños regresaron a sus tierras de origen y, a partir de 1238, aparecen comunidades de Carmelitas en diversas naciones de Occidente: Chipre, Francia, Inglaterra, Alemania, Italia. Para acomodarse a la nueva situación, siguiendo el modelo de franciscanos y dominicos, obtienen de Inocencio IV en 1247 la adaptación de la Regla.

Sólo en 1452 se crea la primera comunidad femenina, con la intervención del Beato Soreth que obtiene de Nicolás V una bula que da categoría de monjas a un grupo de mujeres que deseaban participar del patrimonio espiritual de la Orden. 

II. En el monasterio de la Encarnación de Ávila (fundado en 1478) ingresa en 1535 Teresa de Ahumada y 27 años después, con el nombre de Teresa de Jesús, inicia su obra de Fundadora, poniendo su experiencia a disposición de nuevas comunidades, de monjas, a partir de 1562, y de frailes a partir de 1568. La presencia viva de la Madre Fundadora, sus escritos y, en particular, sus Constituciones configuran la nueva realidad hasta convertirla en Carmelo Teresiano.

III. Las dos fundaciones del siglo XVI, que trajeron a Pamplona la novedad teresiana, fueron proyectadas en vida de la Santa. El 6 de mayo de 1582 escribe santa Teresa desde Burgos a Leonor de la Misericordia, enviando la carta por mano del P. Gracián: “Con nuestro Padre puede vuestra reverencia tratar lo de Pamplona. El Señor lo guíe si ha de ser para su servicio. En caso que se haya de labrar de principio paréceme no conviene”. Y el 15 de septiembre (estamos en las últimas semanas de vida de la Santa) vuelve a escribirle: “En lo de la fundación [de Pamplona], yo no me determinaré a que se haga si no es con alguna renta, porque veo ya tan poca devoción que habemos de andar ansí, y tan lejos de todas estotras casas no se sufre si no hay buenas comunidades, que ya por acá unas con otras se remedian cuando se ven en necesidad. Bien es que haya esos principios y que se trate y se vaya descubriendo gente devota, que si ello es de Dios Él los moverá con más de lo que hay al presente”. Entre doña Leonor de Ayanz y su tía doña Beatriz de Beaumont pusieron la base económica y el convento de las Descalzas de Pamplona se hizo realidad el 8 de diciembre de 1583, con Madre Catalina de Cristo de Priora. 
 

Fachada de la iglesia del convento de Carmelitas Descalzos de Pamplona 

Fachada de la iglesia del convento de Carmelitas Descalzos de Pamplona 

Fachada de la iglesia del convento de Carmelitas Descalzas de Pamplona

Fachada de la iglesia del convento de Carmelitas Descalzas de Pamplona
 

Un nuevo protagonista, quizá el más importante y sobre en el que recayó el peso de las dos fundaciones, tanto de monjas como de frailes, en Pamplona, fue otro caballero navarro llamado Martín Cruzat. De él dice el P. Gracián: “Llegando a la visita de las monjas de Soria [septiembre 1583], se ofreció venir allí el señor de Oriz, llamado Martín Cruzate, y se concertó la fundación de Pamplona, llevando a cargo el mesmo señor de Oriz, que era de aquella ciudad, alcanzar la licencia del Obispo y prevenir la fundación” (MHCT 3, Doc. 423, p. 655).

Un extracto del libro Becerro: “Se fundó este convento de Carmelitas Descalzos de esta ciudad de Pamplona debajo del título y protección de la Gloriosa Santa Ana en el Barrio de la Magdalena extramuros desta ciudad. Tomóse la posesión a 6 de Agosto día de la Trasfiguración de Nuestro Señor Jesucristo del año de 1587.