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24 de junio de 2010

Ciclo de conferencias

CICLO DE SAN FERMÍN

"Toros y Toreros para San Fermín". La escultura taurina, protagonista del espacio urbano

D. José Javier Azanza López.
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Al igual que ocurre con otras manifestaciones singulares de la cultura y tradición de nuestro país, también la escultura pública ha tenido en cuenta la fiesta nacional, plasmándola en un sinfín de obras dedicadas a toros y toreros que no sólo contribuyen al embellecimiento de calles, paseos y plazas, sino que dan buena muestra de la importancia que adquiere el toreo como seña de identidad en prácticamente todos los puntos de la geografía española.

Nuestra aproximación a la escultura pública taurina se detiene en primer lugar en el emplazamiento que ésta ocupa. Básicamente son tres los espacios en los que encontramos esta manifestación artística. En primer lugar, en las calles, plazas o jardines de aquellas ciudades de las que son originarios los toreros, o con las que han tenido una especial relación por haber vivido o triunfado en ellas; sendos monumentos a Manolete en Córdoba (1956) y a Enrique Ponce en Chiva (2010) sirven como ejemplo de esta ubicación. En segundo lugar, los alrededores de las plazas de toros, que se convierten en ocasiones en auténticos museos de escultura taurina al aire libre; los cosos taurinos de Sevilla, Ronda, Madrid o Salamanca constituyen buena muestra de ello. Por último, también los cementerios rinden homenaje al mundo de la tauromaquia en los mausoleos de toreros; San Fernando en Sevilla, la Almudena en Madrid, o Torrero en Zaragoza, conservan el recuerdo de algunos nombres ilustres del toreo nacional.

Conocidos los principales emplazamientos, el análisis de la escultura pública taurina desde un punto de vista iconográfico nos permite comprobar su gran variedad, tal es así que aparecen plasmadas en piedra o bronce prácticamente todas las suertes de la fiesta, desde el paseíllo hasta el triunfo del torero que sale a hombros por la puerta grande; entre uno y otro, cabe también la representación escultórica de la salida de chiqueros, la faena con el capote, la suerte de banderillas, el brindis, el trasteo con la muleta y la ejecución de la suerte suprema. No faltan tampoco el dolor y la muerte como reflejo de la cara trágica del toreo. Y también el toreo a caballo se encuentra presente en la escultura taurina. Junto al torero, el otro gran protagonista del monumento escultórico taurino es el toro. En la mayoría de las ocasiones se trata de magníficos ejemplares individuales que recogen la bravura del animal, si bien también pueden aparecer en manada en el campo, junto a mayorales y garrochistas.

Centrando nuestro interés en Pamplona, las proximidades de su plaza de toros se convierten en un pequeño museo al aire libre de iconografía sanferminera. Sin embargo, como no podría ser de otra manera en una ciudad cuyo ciclo taurino se denomina “Feria del Toro”, el protagonista por excelencia de su escultura taurina no es el torero, sino el toro.

Curiosamente, la primera escultura en instalarse no estuvo dedicada al toro, sino a quien se convirtió en heraldo universal de las fiestas de Pamplona, el escritor estadounidense Ernest Hemingway, si bien la obra rezuma sabor taurino al mostrar al Premio Nobel de Literatura en actitud de presenciar una corrida de toros apoyado en la barrera de la plaza, tal y como aparece en numerosas fotografías de la época. Inaugurado el 6 de julio de 1968 en el Paseo que lleva su nombre, el conjunto fue realizado por Luis Sanguino, uno de los escultores españoles con mayor vinculación a la temática taurina, que supo modelar en el bronce un rostro de rasgos realistas que muestran a Hemingway en su plena madurez.

Próxima a la anterior se encuentra “Homenaje al toro”, conjunto escultórico concebido por el artista estellés Carlos Ciriza con destino a la exposición “Formas” que se celebró entre julio y agosto de 1996 en los espacios abiertos de la Ciudadela y el Paseo de Sarasate; tras ser adquirido por el Ayuntamiento de Pamplona, quedó instalado en uno de los parterres cercanos al coso taurino en junio del año 2000. Ciriza plasma su particular visión de la fiesta taurina, firmando una obra cuya fuerza reside en el impacto visual, en la que tienen cabida la expresión artística y su admiración por el animal. Con el toro como principal protagonista, el conjunto monumental muestra alusiones al propio animal en la parte superior, y al vallado de los encierros en la inferior, vinculándolo así a la ciudad de Pamplona y a sus fiestas de San Fermín. El mismo planteamiento racional y rotundo empleó también en su serie pictórica “Tauromaquias” realizada entre 1996 y 1997, de manera que se aprecia claramente la interrelación entre pintura y escultura, cada vez más habitual en sus creaciones.
 

"El mundo de los toros". Carlos Ciriza. 1996

Completa la pequeña exposición escultórica al aire libre el Monumento al Encierro, dispuesto en la confluencia de las avenidas de Roncesvalles y Carlos III. La idea de contar con un monumento en Pamplona que homenajease al encierro se remonta a los años setenta del siglo XX, cuando se barajaron distintas posibilidades, desde adquirir el monumento al encierro que ornamentaba los jardines del Hostal El Toro en Berrioplano, hasta componer una serie de motivos en bajorrelieve distribuidos por todo su recorrido. Finalmente, en 1991 el escultor vizcaíno Rafael Huerta –que cuenta con una dilatada trayectoria artística en Pamplona y otras localidades navarras- recibió el encargo del Ayuntamiento de realizar un conjunto monumental que plasmase la estampa sanferminera por excelencia. Debido a su elevado coste económico, el artista llevó a cabo una versión abreviada del conjunto original que se reducía a dos corredores tratando de conducir a golpe de periódico a un toro rezagado, cuya inauguración tuvo lugar el 6 de julio de 1994. 

Será en 2004 cuando Rafael Huerta desarrolle el conjunto en su totalidad, compuesto por diecinueve figuras –seis toros de la ganadería de Victorino Martín, tres cabestros y diez corredores- que inmortalizan en bronce patinado una instantánea de la veloz carrera de la manada y los mozos a su paso por el tramo de la Calle Estafeta, cuya composición de conjunto responde a la necesidad plástica de expresar acción y ofrecer al espectador múltiples puntos de vista, tratando de compensar la sensación de movimiento con la armonía entre las figuras y los toros. A todo ello se une su capacidad técnica en el equilibrio de volúmenes. Su inauguración tuvo lugar el 21 de abril de 2007, coincidiendo con la apertura del nuevo tramo peatonal de la Avenida de Carlos III, entre la Plaza de Merindades y la Calle Cortes de Navarra.
 

"Encierro". Rafael Huerta. 2007