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17 de marzo de 2010

Curso

EL CAMINO DE SANTIAGO Y LAS RAÍCES DE OCCIDENTE

Camino de Santiago, patrimonio de la Humanidad. Dimensiones culturales

D. Juan M. Monterroso Montero.
Universidad de Santiago de Compostela

El Camino de Santiago, en primera instancia, como ruta de peregrinación y, con el paso de los siglos, vía de acceso de formas y mentalidades e itinerario cultural, es un proyecto cuya vitalidad, lejos de disminuir con el paso del tiempo y con los obligados cambios culturales e ideológicos, ha llegado a alcanzar una dimensión compleja y del todo diversa.

Como es lógico nuestra percepción de este camino de peregrinación que, desde el siglo IX, vertebra una idea de Europa que ha fraguado en nuestro tiempo, merece una explicación que trascienda los afanes históricos y estéticos que, por otra parte, la han singularizado y convertido en un fenómeno cultural de primer orden. Para ello no es necesario remontarse en el tiempo a fechas muy lejanas y ajenas a nuestra época; basta con recordar que la peregrinación a Compostela recibió el impulso inestimable –al igual que ocurrió en otros momentos de su historia- de individuos e instituciones que supieron ver en él una serie de valores únicos. Figuras como los papas Juan XXIII o Juan Pablo II, instituciones como UNESCO, el Consejo de Europa o el Parlamento Europeo, sentaron a lo largo de la segunda mitad del siglo XX las bases de una idea que hoy ha cristalizado como primer itinerario cultural europeo y patrimonio de la humanidad.

Por este motivo los objetivos que rigen esta conferencia se centrarán en aquellas otras dimensiones del Camino de Santiago que, a pesar de haber sido puestas de relieve en multitud de ocasiones, es necesario reunir en una única imagen que contribuya a explicar la riqueza que se atesoran en cada uno de sus edificios y paisajes.

El Camino de Santiago se transforma en este punto en un enorme contenedor de memoria en el que tienen cabida los valores inherentes al “paisaje civilizado” –esa acción conjunta de la naturaleza y el hombre-; a una cultura religiosa que lo han dotado de sentido; a los testimonios de una historia más o menos lejana -donde se encuentran las claves para comprender complejos procesos de configuración territorial, política o económica-; a muestras literarias que nos llevan desde los cantares de gestas hasta los Milagros de Nuestra Señora; o sencillamente a tradiciones de diversa índole en las que el peregrino contemporáneo, lo mismo que el que recorrió esta ruta hace nueve siglos, se descubre como parte integrante de un todo cultural que nos identifica como individuos.