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29 de noviembre de 2007

Ciclo de conferencias

UN CONTEXTO PARA UNA IMAGEN

El culto a San Miguel en Oteiza y Navarra

D. Roldán Jimeno Aranguren.
Universidad Pública de Navarra

Los cultos nacionales, regionales y locales del Arcángel San Miguel han sido objeto de diferentes estudios en toda Europa, muestra inequívoca de su importancia, perduración y revitalización cultual en el tiempo. San Miguel, protector del pueblo hebreo en el Antiguo Testamento, tuvo culto en Asia Menor desde el siglo III. Desde allí pasó a la Italia centromeridional, donde tuvo una iglesia desde los primeros años del siglo V. A mediados de esa centuria consta otra basílica erigida en la vía Salaria de Roma, prodigándose los templos micaélicos a partir de entonces por toda Italia meridional. La aparición del Arcángel en la cima del Monte Gargano (492) fue seguida de la erección del santuario, destacado centro de peregrinaciones por las propiedades taumatúrgicas del agua que allí brotaba, desde donde se extendió prodigiosamente su fama y devoción. En Francia se le dedicaron iglesias desde el siglo VI, aunque su gran impulso se produjo a raíz de la aparición del arcángel al obispo de Avranches, San Auberto, fundador de Mont-Saint-Michel (710). En la Península apenas poseemos testimonios anteriores al año 711, por lo que nos hallaríamos ante un culto eminentemente local. Por su parte, A. Fábrega apunta que el relato de la aparición del monte Gargano no se introdujo en la Península hasta la segunda mitad del siglo X, lo que llena de interrogantes la procedencia del culto hispánico. En el norte peninsular no se constatan reliquias y monasterios dedicados al Arcángel hasta el siglo VIII. Es precisamente en esta centuria cuando debemos de colocar la implantación del culto en Navarra, mostrando a su vez el cénit en la cristianización del territorio. 

La conquista de los musulmanes coincidió con la gran expansión del culto de San Miguel, que como príncipe de la milicia celestial cobró una especial significación en la posterior empresa de la reconquista del siglo X. Parece que habría que situar aquí el San Miguel de Oteiza de la Solana. 

La villa tuvo dos parroquias, dedicadas una a San Miguel y la otra a San Salvador, hasta su unificación en 1736 porque esta segunda, situada en la parte alta del pueblo, amenazaba ruina. La iglesia de San Salvador aparece documentada desde 1074, cuando Sancho el de Peñalén la donó a Irache. Por su parte, sobre el espacio de la primitiva iglesia de San Miguel se levantó con nueva fábrica en el siglo XVI, posteriormente remodelada a principios del siglo XVIII. 

La adscripción de Oteiza a la Navarra primordial o vieja es dudosa. Las propias advocaciones de San Miguel y San Salvador no parecen cuadrar muy bien en este espacio cristiano controlado por el poder pamplonés. Su situación aislada al sur del monte Eskinza parece situarla en las Tierras nuevas, a las que estaba directamente unida por la vía que conducía hacia Andelos. Sin embargo, los somontanos circundantes que la aíslan del entorno, y su posición paralela a las localidades cristianas de la vertiente occidental de Montejurra aconsejan tratarla dentro del sector nuclear del territorio pamplonés.

El papel del arcángel en la reconquista ha sido magistralmente puesto de relieve por E. Moreu y F. Marsá en Cataluña. En la Navarra primordial los San Migueles relacionados con la reconquista son los titulares de las capillas de los castillos erigidos en el marco del sistema defensivo surgido en el reino a raíz de la lucha contra el infiel, siendo conocidos los ejemplos de Huarte-Pamplona, Monreal, Burgui y San Martín de Unx. A estos ejemplos evidentes, en Tierra Estella hemos de añadir el probable caso de la capilla del castillo de Oro. El elevado número de templos altomedievales dedicados al arcángel en las tierras de Degio y Berrueza pudiera tener su origen en el siglo VIII, aunque tampoco cabe descartar que florecieran a partir del impulso reconquistador del X, como parece ser el de Oteiza. Corrobora esta impresión el titular del segundo templo altomedieval: San Salvador, culto introducido en el reino pamplonés fundamentalmente a partir del siglo XI, y al que se dedicaron –como a San Miguel– diferentes capillas de castillos erigidos contra el poder musulmán. Sin embargo, la elección del titular de San Salvador de Oteiza también pudo influir el ramal jacobeo que discurría por nuestro territorio. San Salvador aparece unido en numerosas ocasiones a diferentes vías del Camino de Santiago. Esta peculiariedad jacobea debe de ponerse en relación con el sentido cristológico de las grandes peregrinaciones (Santiago, Roma, Jerusalén). La promoción del culto a Santiago subrayaba la estrecha unidad del apóstol con Cristo.