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23 de febrero de 2006

Ciclo de conferencias

NUEVAS LÍNEAS DE ACTUACIÓN EN EL PATRIMONIO

La platería en el coleccionismo y en el mercado del arte

Dra. Cristina Esteras Martín.
Universidad Complutense de Madrid

 

Jarro (fines s. XVI). Colección Varez Fisa. Madrid

Jarro (fines s. XVI). Colección Varez Fisa. Madrid
 

La platería española e hispanoamericana es un arte que, en las últimas cuatro décadas, ha cobrado mucha relevancia y prestigio como consecuencia de los trabajos de investigación y de las exposiciones temáticas que se han ido realizando en uno y otro lado del Atlántico. Esta revalorización ha provocado una fuerte demanda que ha movido a la compra de variedad de piezas, para con ellas dar cuerpo a diversos tipos de colecciones, tanto públicas como privadas. En este coleccionismo lo que se primará y buscará ante todo son las obras de carácter profano (civil), antes que las religiosas, y en especial las de época anterior al siglo XVIII. Las colecciones se someterán, ante todo, a las reglas del gusto y de la pasión del coleccionista. De esta manera si los coleccionistas, bien sean de “alacena” (es decir los que esconden sus tesoros) o bien de “vitrina” (aquéllos que los enseñan), lo que buscan para comprar son piezas pertenecientes a una determinada etapa, estilo y función, inmediatamente el mercado del arte -tanto nacional como internacional- se “alerta” y de inmediato responde recabando y ofreciendo lo que en él aparece disponible, aunque en ocasiones si esa demanda supera las expectativas del mercado, éste llegará incluso a falsificar obras para así dar satisfacción a los clientes. El modo de realizar estas falsificaciones pasa unas veces por ofrecer piezas originales, pero con marcas falseadas para darle a la pieza un “pedigree” y, en consecuencia, un mayor valor/costo de mercado, mientras que en otras le llevará a falsificar directamente la obra, añadiéndole o no las correspondientes marcas que la ley establece en cada momento.

Pero además de las posibles falsificaciones que es un tema muy importante en toda colección privada o pública, está el del “valor” de la obra en el mercado, es decir qué es lo que vale en realidad una pieza y quién establece sus precios. En este sentido, la doctora Esteras apuntó que no existe un criterio racional para ello, sino que es la misma demanda lo que hace fluctuar la subida o bajada de los precios, pero en esta demanda puede existir una “manipulación interesada” creada por las operaciones de marketing dirigidas hasta obtener la inflación requerida en el precio de la “pieza de moda”. Y esto es lo que ha venido ocurriendo en los últimos tiempos, por ejemplo, con los llamados jarros de pico y los saleros de “torrecilla” y también con otros ejemplares peruanos de gran demanda internacional, como son las cajas para guardar hojas de coca o de hierva mate y los sahumadores diseñados en forma de animales (ciervos, pavos, armadillos, etc.).

Crear una moda y hacer de ella un signo de gusto y de éxito social (buscado muchas veces por quiénes coleccionan) es, definitivamente, una responsabilidad compartida del binomio/tandem formado por el coleccionista y el mercado de las antigüedades. Ambos se complementan y se necesitan, pero las acciones y tendencias de uno repercuten indefectiblemente en las de otro sin que se puedan aislar, lo que originará una estrecha vinculación y por ende dependencia, una dependencia tanto para lo bueno (el mercado facilita la posibilidad de formar una colección) como para lo malo, ya que obliga al coleccionista a tener que someterse a la rigidez y variabilidad de unos precios de compra que la mayor parte de las veces resultan muy arbitrarios. En suma, la platería como cualquier otra obra de arte se pone “en valor” porque hay un mercado y un comercio que así lo fija y determina, de lo que se deduce que el valor de una pieza es subjetivo puesto que se ciñe a las reglas de un mercado que “se crea” para la ocasión.