Por lo tanto, el contexto del arte, en espacial de las artes plásticas, fue el paisaje donde situar los proyectos; el museo no solo como depósito sino como generador de arte y cultura, y su tienda que segrega materiales y elementos didácticos más allá de simples souvenirs de catálogo. Los juegos o juguetes estaban dirigidos a un público mayor de 14 años (la complejidad normativa y legal de los juegos infantiles desaconsejó esta tentadora opción de un juego para niños). Los juegos o juguetes eran físicos, materiales, y se realizaron en madera. Podían ir grafiados, coloreados o no. Se desarrolló por completo el producto para su venta, desde su denominación, logo, instrucciones de uso, packaging, etc. Y se prototipó en su totalidad. Aquellos ejercicios que se juzgasen adecuados podían ponerse a la venta en la tienda del MUN. De esta forma mágica un proyecto que nació en el pensamiento podría pasar no solamente al lado de la realidad tangible, sino al lado de la realidad comercial que permitió compartir el esfuerzo con los visitantes del museo.