“Hace ya muchos meses, cerca de un año, empezábamos a escuchar sobre el PFC (Proyecto Fin de Carrera), una palabra que siempre nos había sonado grande y que de momento era algo ajeno a nosotros. Pero, a lo largo de los meses, esto fue cambiando; hasta diciembre era algo que nos preocupaba mucho, pero nos ocupaba poco, y ya desde la vuelta de Navidad fue lo que prácticamente ha llenado nuestras semanas. Y, sin darnos cuenta, ya lo hemos entregado. Pero no ha sido una historia tan sencilla.

En pleno mes de agosto, cuando nuestras cabezas estaban todavía muy lejos de la sede de posgrado de Madrid, nos llegaban los enunciados de los 7 proyectos entre los que podríamos elegir. Un vistazo rápido por encima y hasta septiembre. Ya una vez aterrizados y después de meternos presión con el módulo de empresa, cada uno de los profesores nos presentó su proyecto con más profundidad. Una semana más tarde rellenamos la “temida” encuesta que determinaría a qué proyecto nos íbamos a dedicar los siguientes meses y, lo que más “miedo” nos daba, si sería o no el que cada uno quería. Al final, y para tranquilidad de la mayoría, se consiguió que coincidiese en casi todos los casos con algunas de las opciones marcadas como prioridad.

Los primeros meses, cuando teníamos las semanas llenas de casos y clases con los profesores del módulo de empresa, el llegar a la crítica del viernes con algo trabajado era todo un reto. Fuimos avanzando poco a poco y poniendo patas a las ideas de proyectos que iban asaltándonos cada viernes. Con mucha paciencia, los profesores de proyectos consiguieron que llegásemos al final de noviembre con un mínimo de definición del proyecto, sobre lo que cada uno trabajó a tope las 3 semanas de diciembre antes de la entrega del croquis, y ya con el módulo de empresa acabado.

El 20 de diciembre llegaba el primer hito importante del PFC: la entrega del croquis. Un día que todos recordamos como especial; vuelta a las jornadas de críticas públicas y, además, con unos invitados de mucho nivel. Un día de muy buen ambiente que nos despedía con las vacaciones de Navidad, pero nos ponía también las pilas para una vuelta cargada de intensidad.

Enseguida estábamos ya de vuelta en la sede, esta vez dedicados al 100% al proyecto, con excepciones de algunos talleres. Pronto llegó la primera reunión por grupos con los profesores de CIE (Construcción, Instalaciones y Estructuras), que nos confirmaron que se había acabado el tiempo de ideas proyectuales y que era el momento de desarrollarlas hasta el último detalle. Y así se fueron sucediendo las semanas, con mucho trabajo personal, revisiones todos los viernes de proyectos y, cada dos semanas, de CIE.

Con el proyecto un poco más decidido y las estrategias técnicas claras, entregamos el 14 de marzo el básico. Fue más sencillo que el croquis, porque no había presentaciones, simplemente entrega de documentación en formato físico y digital. La semana siguiente tuvimos revisiones con los tutores, que nos apretaron las cuerdas para la última fase del proyecto y, sin duda, la más intensa. En apenas dos meses entregábamos el proyecto de ejecución.

La cuenta atrás ha sido intensa, con un agobio que se iba incrementando cada semana cuando los profesores nos repetían que nos faltaban muchas horas para llegar bien a la entrega. Y no les faltaba razón… pero gracias a dos meses de trabajo sin parar, conseguimos llegar a la entrega, con mucha falta de sueño pero un trabajo muy completo y bien hecho. Y así llegó el día: impresiones y cajas de presentación venidas desde Pamplona, planos, maquetas... y muchas ganas de entregar y descansar, que en tres días empezábamos las prácticas y la preparación de las presentaciones para el jury del 29 y 30 de junio. Una vez más, ¡lo habíamos conseguido!”.

Texto escrito por: Mª del Valle de la Lastra Conradi, estudiante del MUA.