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La pieza del mes de marzo de 2022

NUEVAS APORTACIONES A LA PLATERÍA DE PAMPLONA: UN COPÓN-CUSTODIA INÉDITO DE PEDRO DE OCHOBI


Ignacio Miguéliz Valcarlos
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
Universidad de Navarra

La platería navarra vivió su máximo momento de esplendor y riqueza durante el siglo XVI, especialmente en el último tercio, cuando los maestros asentados en los diferentes centros del viejo reino –Pamplona, Estella y Sangüesa– dieron muestras de su enorme originalidad. Nos encontramos en un momento de efervescencia en cuanto al trabajo de la plata. La paz y estabilidad logradas con la anexión de Navarra a la Corona de Castilla en 1512, a pesar de los intentos de los reyes legítimos de recuperar su trono, propiciaron un auge en el alhajamiento tanto de la nobleza como de la iglesia. De este modo, y a través de los inventarios, vemos poco a poco, y según avanza el siglo, un incremento en cuanto a las alhajas de este tipo y a la sustitución de las piezas viejas en metales comunes por otras realizadas en plata. La obra paradigmática en estos momento va a ser la cruz procesional, compitiendo las parroquias navarras por tener el ejemplar más suntuoso. Igualmente, y al hilo de los nuevos usos en la liturgia, se incorporan otras tipologías al culto divino, como es la de copón, que al principio vivirá momentos de indefinición tanto en su tipología como en su denominación, que no se asentará definitivamente, tal y como hoy la conocemos, hasta el barroco.

Esta pieza comenzó a usarse tras la defensa que el Concilio de Trento realizó del culto a la Eucaristía, Sacramento negado por los protestantes y uno de los estandartes de la Iglesia contrareformista. Se trata de una obra destinada a conservar las sagradas formas consagradas, que, a su vez, se guardaba en el interior del sagrario. Tipológicamente deriva de la píxide u hostiario con pie, tipo más desarrollado, para ir poco a poco adquiriendo prestancia por sí mismo, desarrollando formas parecidas al cáliz, obra con la que en muchas ocasiones formaba pareja, con base, astil y copa con sobrecopa. Litúrgicamente ambas alhajas se diferenciaron en el hecho de que el copón custodiaba la sagrada forma consagrada, y la píxide u hostiario se destinó a guardar las que estaban sin consagrar. Tal y como ha estudiado A. Orbe Sivatte en Navarra, en un primer momento las formas consagradas se custodiaban en una pequeña caja que a su vez se colocaba dentro de otra pieza de mayores dimensiones, que era la que se guardaba en el sagrario. Tanto las formas como los materiales eran variados, así como el modo de denominar a esta obra, aunque nunca se le llamó ‘copón’. Al parecer, estas piezas en forma de caja o arqueta con pie recibían la denominación de ‘custodias’, termino más amplio del que hoy entendemos por esta tipología, y por lo general consistían en una copa con tapa en cuyo interior se guardaba una cajita con las sagradas formas, y que posteriormente dieron origen a la tipología de copón, eliminado la cajita interior y depositando directamente las formas consagras en su copa. Ejemplo de ello sería la pieza aquí estudiada y el copón-custodia de Ochagavía, ambos con la caja abierta mediante una galería de arquillos, por lo cual hacía necesaria la utilización de un segundo recipiente, o los de Tafalla y Ardaiz, de caja cerrada.

Dentro de las alhajas de esta tipología labradas en los talleres navarros, damos a conocer por primera vez un copón-custodia de principios del segundo tercio del siglo XVI, realizado por el platero pamplonés Pedro de Ochobi (c. 1500-1560), y perteneciente a una colección particular de Barcelona, de gran interés y rareza tanto por su tipología como por su origen. Se trata de un copón-custodia de plata dorada que en la copa presenta una galería de arquillos. Esta obra se articula mediante una base circular sobre pestaña plana y zócalo de triple moldura, dos rectas y una cenefa de aspas, con cuerpo superior acucharado, en el que se disponen seis lóbulos, tres decorados y tres lisos, que alternan con flores de tres pétalos grabadas. Sigue anillo moldurado, enmarcando una cenefa de celdillas, rematado por crestería de hojas de cardo que da paso al astil, con nudo de manzana achatado formado por dos casquetes gallonados, separado por una cenefa de celdillas, todo ello enmarcado por dos cuerpos abalaustrados con decoración vegetal. Copa semiesférica con pequeña rosa de hojas y parte superior recorrida por una galería de arquillos calada, articulada por medio de esquemáticas columnas abalaustradas sobre un plinto rectangular, que sustentan arcos de medio punto de rosca moldurada. Sobrecopa troncocónica rematada por un orbe esférico achatado, con moldura central de celdillas y bordes volados, sobre el que iría el Crucificado, hoy perdido.

Se trata de una pieza de esbeltas proporciones, con una cuidada decoración que se dispone sobre la estructura arquitectónica de la pieza sin alterarla. Presenta en la base y el astil molduras lisas voladas, cenefas de aspas y celdillas, crestería de hojas de cardo, gallones, flores de tres pétalos y elementos vegetales. Completa la decoración una iconografía relativa a la Pasión de Cristo, la representación de las Arma Christi en los lóbulos de la base: túnica, corona de espinas y dados; cruz, escalera, lanza y clavos; y columna, gallo y látigos. Mientras, en los lóbulos lisos se estampan la marca de autoría y las armas heráldicas del donante, algo inusual, ya que lo habitual es que estos escudos se grabasen, cincelasen o repujasen, pero nunca que se estampasen mediante un punzón, como si se tratase de una marca. Sin embargo, el elemento de mayor originalidad en cuanto a la decoración en esta pieza es la galería de arquillos calada dispuesta en la copa. Una galería de este tipo solo la conocemos, como ya hemos dicho, en el copón-custodia de Ochagavía, del mismo autor, cuya base y astil son más avanzados. Aunque se trata de un elementos arquitectónicos de gran rareza como motivo decorativo en las piezas de platería navarra y no conocemos similitudes en otras obras fuera de las dos piezas realizadas por Ochobi, no hay que pasar por alto que las galerías de arquillos son un elemento habitual en la arquitectura en estos momentos, sobre todo en la ribera del Ebro.

Presenta estampada en la superficie de la base un punzón de autoría, DE/PEDRO/OCHOBI, perteneciente al ya mencionado Pedro de Ochobi, aunque carece de marca de localidad. Ochobi era hijo y hermano de los también plateros Juan de Ochobi el mayor y Juan de Ochobi el menor. Gracias a varios pleitos en los que estuvo envuelto, se tienen datos acerca de su vida familiar y sus relaciones con otros plateros, siendo uno de los maestros que firma las ordenanzas del gremio de plateros de Pamplona de 1554. Trabajó para las parroquias de Caparroso, Ciriza o San Lorenzo de Pamplona, así como para particulares, caso de la marquesa de Falces. Son varias las obras labradas por este maestro que todavía se conservan: los cálices de Nagore y Marcaláin, los copones de Galar, Arraiza y Ochagavía, la cruz de Beruete y las píxides de Gollano, Osácar e Idocin. Todas ellas presentan estampada la misma marca que aparece en la obra aquí estudiada, que tan solo en el caso del copón de Galar se acompaña del punzón de localidad de Pamplona. En líneas generales, en la obra de Ochobi, de gran sencillez en su estructura y decoración, predomina una estética de tipo goticista, aunque en algunas piezas podemos ver una evolución hacía postulados más modernos, caso de las galerías de arquillos de tipo renacentista que vemos en el copón-custodia aquí estudiado y en el de Ochagavía. Estas galerías, de las que no se conocen ejemplos similares en piezas navarras, resultan estéticamente de gran plasticidad y formalmente muy originales, ya que introducen un elemento arquitectónico en piezas que de normal eran de mayor sobriedad, pero que sin embargo, al dejar abierta la copa en todo su perímetro, obliga a utilizar una segunda caja para guardas las sagradas formas en el interior de la copa.

Gracias a los escudos estampados en la base por partida doble, GOÑI/cruz cargada con cinco panelas, estamos en disposición de identificar el origen y mecenas de esta pieza, a pesar de que llegó a la colección particular de Barcelona donde se conserva procedente del mercado del arte. Se trata de las armas heráldicas, escudo con fondo de oro y cruz de gules cargada con cinco panelas de oro, de don Remiro de Goñi (1481-1554), canónigo de la catedral de Pamplona, quien en 1525 fundó el Hospital General de Nuestra Señora de la Misericordia de Pamplona, de donde probablemente proceda esta pieza. Todavía hoy podemos ver en la capilla de dicho hospital, repetidas numerosas veces, las armas del donante, tanto en la arquitectura como en los retablos de san Remigio y santa Marta, parte del exorno original de la misma encargada por Goñi, y especialmente en un escudo situado sobre los restos de una puerta en la nave del Evangelio, en el que se sitúa junto a la inscripción GOÑI, al igual que en el copón-custodia aquí estudiado.

Don Remiro de Goñi pertenecía a una familia de la nobleza navarra, hijo del señor de Tirapu y Liberri, lo cual le permitió cursar estudios universitarios, consiguiendo el título de bachiller en Derecho por la Universidad de Cahors en 1502, doctorándose en 1509 en la de Tolouse. Se orientó hacia la carrera eclesiástica, obteniendo en 1503 sendos beneficiados ligados a su familia en Salinas de Oro y Peralta. En las luchas entre Agramonteses y Beaumonteses tomó partido por los primeros, siendo nombrado por la reina Catalina de Albret miembro de su Consejo. Al mismo tiempo alcanzó la dignidad de tesorero del Cabildo de la Catedral de Pamplona, tomando las ordenes menores. Después de la conquista permaneció en la catedral, siendo vicario de Amadeo de Labrit, cardenal administrador de la diócesis desde 1518. Tras la batalla de Noáin en 1521 tuvo que exiliarse al Bearne, acogiéndose a la amnistía otorgada en 1524 por Carlos V, tras prometerle obediencia, recuperando su canonjía en la catedral. Posteriormente, en 1528, obtuvo el arcedianato de la Tabla, uno de los más pingües entre los catedralicios, y en 1530 cambió la tesorería por el arcedianato de Usún. Finalmente, en 1538 fue nombrado administrador de las rentas del Obispado en sede vacante y en 1540 vicario general, visitador y juez apostólico.

Gracias a las rentas que le generaban sus cargos pudo fundar en 1525 el mencionado Hospital de la Misericordia de Pamplona, al que tras su muerte declaró heredero universal de sus bienes. Goñi se encargó de la construcción y dotación del hospital, levantando no solo el edificio, sino que también lo amuebló con rejas y retablos, y lo equipó con lo necesario para el culto divino. De todo ello hoy quedan in situ los retablos de san Remigio y santa Marta, en cuyo centro, como ya hemos dicho, se disponen las armas de don Remiro, las mismas que vemos estampadas en el copón-custodia aquí estudiado. El cómo y cuándo pudo salir la pieza del Hospital habría que buscarlo, probablemente, en las incautaciones de alhajas que realizó el regimiento pamplonés, que quedó como patrono del Hospital a la muerte del fundador, durante las francesadas y Guerras Carlistas, para con su venta cubrir gastos de guerra. La identificación del origen de este copón-custodia de una colección particular de Barcelona supone la segunda aparición de obras argénteas pertenecientes al Hospital General de la Misericordia que se produce en poco tiempo, tras salir a la luz el año pasado unas bandejas de finales del siglo XVIII en el actual Complejo Hospitalario de Navarra.


FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

GARCÍA GAINZA, M.ª C. Y OTROS, Catálogo Monumental de Navarra. Tomo V***, Merindad de Pamplona, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1998.

GOÑI GAZTAMBIDE, J., Historia de los obispos de Pamplona III. Siglo XVI, Pamplona, Eunsa, 1985.

HEREDIA MORENO, M.ª C. Y ORBE SIVATTE, A., Biografía de los plateros navarros del siglo XVI, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1998.

MIGUÉLIZ VALCARLOS, I., Azafates del hospital de Pamplona realizados por Pedro Antonio de Sasa en 1798, en “La pieza del mes”, web de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro, septiembre de 2021.

ORBE SIVATTE, A., Platería del reino de Navarra en los siglos del Renacimiento, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2000.