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15 de mayo

Ciclo de conferencias

LA OBRA EN SU CONTEXTO
San Saturnino de Pamplona

Clara Fernández-Ladreda Aguadé
Universidad de Navarra

 

Fue parroquia de uno de los tres burgos de la Pamplona medieval, el de San Cernin –del francés Sernin–, siendo los otros dos la Población de San Nicolás y la Navarrería.

Por varias razones, se ha planteado su inicio poco después la Guerra de la Navarrería de 1276. Como es usual, las obras comenzarían por la cabecera, prosiguiendo por los muros laterales, hasta llegar al hastial, que se alcanzaría h. 1297, fecha en la que se ha datado el coro de los pies con su correspondiente bóveda, basándose en la inscripción de la clave de la misma Dominus Bernardus Deça, iudex Burgi Santi Saturnini Pampilonensis me fecit, pues este personaje era juez (equivalente a alcalde) en dicho año. Culminaría la empresa con el volteo de las bóvedas, que se ha puesto en relación con la manda para obras incluida en el testamento de Flandina Cruzat de 1346. A la vista de esta cronología, sería uno de los monumentos pioneros del gótico radiante en Navarra, conjuntamente con el claustro y dependencias de la catedral de Pamplona, algo anteriores. Esta simultaneidad se traduce en una comunidad de características y artífices.


San Saturnino de Pamplona


Los promotores fueron las acaudaladas familias burguesas del barrio, algunas de las cuales han dejado testimonio de su intervención, como los Cruzat, cuyo patriarca Belenguer I fue enterrado en la capilla mayor delante del altar –que se convertiría en adelante en panteón familiar–, y los Eza, uno de cuyos miembros costeó el coro y el mismo u otro pariente financió la bóveda occidental, a juzgar por la presencia en la clave del escudo familiar. Es posible que participaran también los Badostain y los Estella, pues en la clave de la otra bóveda se ha querido reconocer sus armas, pero sin total seguridad, pues se trata de una pieza restaurada.

La iglesia presenta una planta de nave única con dos tramos rectangulares y cabecera semioctogonal, en torno a la cual se articulan cinco capillas radiales: las tres centrales semioctogonales –mayor la del eje– y las dos extremas cuadradas, ya que ocupan el nivel inferior de las dos grandes torres cuadradas que flanquean la cabecera. Posteriormente, se añadieron otras dos capillas a los lados, cuadradas y más pequeñas, de las que solo queda la septentrional, pues la opuesta desapareció al edificar la capilla de la Virgen del Camino en el XVII.

Con anterioridad, desde el segundo tercio del XIII, se levantaron en Navarra templos de nave única (Santa María de Olite, San Saturnino de Artajona, la Asunción de Miranda de Arga), pero sus cabeceras son mucho más simples, pues se limitan al semioctógono sin capillas radiales. La cabecera de San Saturnino resulta novedosa no solo a nivel navarro sino hispánico, pues no se conocen precedentes, aunque sí una posible secuela, la de la iglesia de San Mateu (Castellón).

También resultan inusuales las dimensiones del templo, 15 metros de ancho por 25 de alto, lo que le convierte en la iglesia navarra de nave única más ancha y alta. En contraste, su longitud, 33 metros, resulta escasa, por lo que se ha pensado que vendría condicionada por la de su predecesora románica y, en última instancia, por la de la parcela disponible.

En alzado destaca la cabecera con sus capillas radiales que despliegan una organización muy pensada y jerarquizada, y una cuidada ejecución. Los soportes –a base de haces de baquetones en ocasiones enriquecidos con filetes– y las tracerías de las ventanas resultan similares a sus equivalentes de la galería oriental del claustro y dependencias catedralicias. Por su parte, las claves de las bóvedas de las capillas aluden a la primitiva dedicación de las mismas, que sería de norte a sur: santa Margarita, el Salvador, san Saturnino, santo Tomás y santa Catalina.

Llaman también la atención las bóvedas sexpartitas que cubren la nave, que resultan retardatarias pues esta clase de bóveda de nervios se empleó en Francia en la segunda mitad del XII y en el resto de Europa –España incluida- preferentemente en la primera mitad del XIII, y aquí supuestamente nos encontramos en la primera mitad del XIV.


San Saturnino de Pamplona


Retrasos aparte, presentan algunos rasgos notables. Por ejemplo sus jarjas, insólitamente complejas (incluyen incluso los formeros, algo raro), muy altas (alcanzan los 3 metros) e integradas por un elevado número de piezas (13); de hecho, son las de mayor altura y mayor número de piezas de España. También el tamaño es excepcional, 14 metros y medio, lo que las convierte en las de mayor luz de España. Por todo ello se consideran como una de las más importantes bóvedas sexpartitas de nuestro país y se piensa que el artífice que las ejecutó tenía un extraordinario conocimiento de la estereotomía.

Desde el punto de vista escultórico, la realización más destacada es la portada principal, emplaza en el costado norte y protegida por un pórtico renacentista que se abre a la calle Mayor.


San Saturnino de Pamplona


Su programa gira en torno al Juicio Final ubicado en el tímpano, tema visto en otros templos navarros, como Santa María de Legarda y el Salvador de Sangüesa, aunque aquí la iconografía es mucho más rica. En la parte superior, en el centro, un Cristo de las llagas que actúa como juez flanqueado por María y san Juan en el papel de intercesores, y, en los extremos, un ángel trompetero y un donante arrodillado (¿un Cruzat o un Eza?); completando el conjunto una serie de ángeles con los atributos de la Pasión. En el dintel, bajo arcadas, la resurrección de los muertos, el cortejo de los bienaventurados y los condenados en el infierno acompañados por demonios.

En los capiteles, a la izquierda, un extenso ciclo de la Infancia, integrado por la Anunciación (incluyendo la figura de Dios Padre en un medallón sustentado por ángeles, detalle precoz), la Visitación, la Natividad (con la partera y el Niño sobre un altar, aludiendo al futuro sacrificio de Cristo), el Anuncio a los pastores (muy dañado), la Presentación en el templo, la Matanza de los inocentes, la conversación de los Magos con Herodes, la Huida a Egipto y la Adoración de los Magos (el desorden de estas últimas escenas se justificaría por el deseo de situar la Epifanía al final en posición destacada). A la derecha, el ciclo de la Pasión y la Glorificación, constituido por la Entrada en Jerusalén, la Última Cena, el Descendimiento, la Visita de las tres Marías al sepulcro, la aparición a la Magdalena y el Descenso al Limbo; con excepción del Descendimiento, las restantes escenas se plasmaron también en las puertas del Refectorio y Arcedianato del claustro catedralicio, cuya influencia acusan.

Culminando el conjunto, sobre la clave de la arquivolta exterior de la portada, un Calvario muy detallado, que incluye el simbólico pelícano. Bajo él, en las claves de las correspondientes arquivoltas: Cristo resucitado, la Trinidad en su variante iconográfica del Trono de Gracia y Dios Padre entronizado. La Trinidad habría que relacionarla con el mismo tema del mural del Árbol de Jesé que decoraba el claustro catedralicio.

Parece probable que –como en el Santo Sepulcro de Estella– la portada estuviera flanqueada por las dos estatuas de san Saturnino y Santiago, que posteriormente pasaron a enmarcar la puerta del pórtico y que actualmente se conservan en el interior de la iglesia.

En la realización de este conjunto intervinieron dos artífices que trabajaron también en la catedral. El primero sería el autor de las estatuas de san Saturnino y Santiago, que acreditan un buen nivel cualitativo. Habría que identificarlo con Guillermo Inglés, quien como su nombre indica habría venido de Inglaterra pasando por Ruan y Burdeos –de cuyas canterías catedralicias acusa la influencia–, y sería responsable de la segunda fase de obras del claustro catedralicio centrada en la galería occidental (incluidas las puertas del Refectorio y Arcedianato) y la bóveda de la capilla Barbazana.

El segundo, de nivel más discreto, habría ejecutado la portada propiamente dicha. Sería probablemente un artista local y habría colaborado con el anterior en la bóveda de la capilla Barbazana, realizando las claves.


San Saturnino de Pamplona


Conjugando las dataciones propuestas para las obras catedralicias relacionadas con esta portada –todas ellas fechadas alrededor de 1325–, parece verosímil suponer que fue realizada en torno a 1330-1335.

 

Bibliografía

FERNÁNDEZ-LADREDA, C., “Escultura monumental: portadas parroquiales y otras obras”, en FERNÁNDEZ-LADREDA, C. (dir.), MARTÍNEZ ÁLAVA, C. J., MARTÍNEZ DE AGUIRRE, J. y LACARRA DUCAY, C., El arte gótico en Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra. Departamento de Cultura, Deporte y Juventud, 2015, pp. 307, 335, en concreto 316-320.

MAIRA VIDAL, R., Bóvedas sexpartitas. Los orígenes del gótico. Tesis doctoral, Universidad Politécnica de Madrid. Escuela técnica superior de Arquitectura de Madrid, 2015, sobre las bóvedas de San Saturnino en concreto pp. 262-271 y 937-958.

MARTÍNEZ ÁLAVA, C. J., “Arquitectura: parroquias, santuarios y monasterios”, en FERNÁNDEZ-LADREDA, C. (dir.), MARTÍNEZ ÁLAVA, C. J., MARTÍNEZ DE AGUIRRE, J. y LACARRA DUCAY, C., El arte gótico en Navarra, Pamplona, Gobierno de Navarra. Departamento de Cultura, Deporte y Juventud, 2015, pp. 251-305, en concreto 253-259.