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19 de noviembre de 2014

Ciclo de conferencias

PATRIMONIO Y COMUNICACIÓN. UN MARCO DE REFERENCIA

Los centros de interpretación del Patrimonio: ¿museos sin piezas?

D. René Payo Hernanz
Universidad de Burgos

El fenómeno de los Centros de Interpretación aparece ligado a la revolución conceptual introducida por Freeman Tilden quien en 1977 en su obra Interpreting our Heritage definió el concepto de “interpretación del Patrimonio” como “una actividad educativa que pretende revelar significados e interrelaciones a través de los objetos de los hombres entre sí y de las vinculaciones del pasado y el presente”. Freeman Tilden tenía un concepto amplio de esta “actividad educativa”. No se refería sólo a escolares, sino a una acción sobre toda la población. Morales Miranda define la interpretación del Patrimonio como “un proceso creativo de estrategias que ayuda a conectar intelectual y emocionalmente al visitante con el bien patrimonial para que lo aprecie y lo disfrute”. 

Uno de los medios empleados, a la hora de interpretar el Patrimonio, es en estos momentos el del Centro de Interpretación, que surge como ámbito físico (aunque en los últimos años también se han desarrollado algunos virtuales), en el que con distintas metodologías se tratan de dar las claves que permitan una perfecta comprensión del bien patrimonial.

El fenómeno surgió en el mundo anglosajón con fuerza a mediados del siglo XX, aunque existen precedentes anteriores. En España, ha tenido su pleno desarrollo desde 1990, pero sobre todo a partir del año 2000. Un primer problema que tenemos a la hora de enfrentarnos con estos centros es el de la terminología. Así, nos encontramos, además del nombre de Centro de Interpretación, con el de Museo “in situ” o con el de Centro de Visitantes. En los tres casos se trata de desarrollar una tarea interpretativa. En el primero, fundamentalmente antes de la visita del bien, en el segundo exponiendo piezas originales -sobre todo en el mundo de la arqueología- y en el tercero se trata de preparar al visitante tanto desde un punto de vista de los contenidos como desde la intendencia necesaria.
 

Centro de interpretación de la muralla de Murcia 

Centro de interpretación de la muralla de Murcia 
 

La tipología de estos centros es múltiple. Una primera división sería aquella que se plantea en virtud de los sistemas de interpretación. Encontraríamos un conjunto de centros dominados por las nuevas tecnologías y otro basado en sistemas explicativos más tradicionales.

Una segunda una división sería aquella que se refiere al bien interpretado. Quizá los más numerosos sean los Centros de Interpretación Arqueológica pues los elementos aparecidos suelen ser de difícil comprensión para personas no preparadas y sin conocimientos sobre la materia. Suelen surgir junto a los yacimientos. En ocasiones, pueden exponer algunas piezas y a veces el propio yacimiento, parcial o totalmente, pasa a incorporarse en el centro. Este es el caso de Medina Azahara (Córdoba) o La Olmeda (Palencia) convertidos en auténticos museos in situ. Han surgido, en muchas ocasiones, en relación con los hallazgos arqueológicos ligados a nuestras ciudades históricas. En este sentido, tenemos decenas de casos, de mayor o menor trascendencia, en ciudades como Valencia (La Almonia), Murcia (de la muralla árabe) o Zaragoza (Foro y Teatro Romano), por citar solo algunos ejemplos muy destacados. En muchos casos estos centros de interpretación arqueológica tienen la ventaja de solucionar, a la vez que explican los contenidos, la conservación de los elementos hallados, pues sus estructuras arquitectónicas cubren, protegen y musealizan unos restos que de lo contrario serían muy difícilmente conservables.


Centro de interpretación del Modernismo en Reus

Centro de interpretación del Modernismo en Reus


Otro tipo de centro es aquel que está pensado para de interpretar edificios singulares (catedrales, monasterios, castillos, palacios, etc.) o conjuntos de bienes integrados en colecciones como los museos. También son habituales los que se dedican a la interpretación de bienes de carácter inmaterial (Semana Santa, Carnaval, tradiciones populares, etc.). Cada vez están logrando más fuerza aquellos vinculados al patrimonio etnográfico e industrial. De la misma manera han alcanzado un gran desarrollo aquellos que explican un conjunto de bienes dispersos pero homogéneos (del románico, del Modernismo, etc) o los de las ciudades históricas y que además tienen la función de preparar, desde un punto de vista organizativo, las visitas turísticas.

Una tercera división tipológica es aquella que deriva del espacio en el que se ubican estos centros. Así son habituales aquellos que se instalan en el propio bien, sin solución de continuidad con el mismo. También hallamos otros que están cercanos, pero no en el propio bien. También son frecuentes centros de nueva planta y otros que se ubican en edificios antiguos, algunos con valores patrimoniales, pero que no forman parte del bien o del conjunto de bienes interpretados. En este sentido, un aspecto positivo de la proliferación de estos espacios es que han servido para recuperar importantes inmuebles (iglesias, monasterios, casonas, fábricas, estaciones, etc.) con valores patrimoniales que, en caso contrario muy probablemente, hubieran desaparecido.


Centro de interpretación del poblado minero de Bustiello (Asturias)

Centro de interpretación del poblado minero de Bustiello (Asturias)


Los centros de interpretación han proliferado en España merced a la existencia de una coyuntura favorable que se deriva, en primer lugar, de la mayor formación e interés de la población por el Patrimonio que ha ido unido, tal y como señalamos, al fenómeno del Turismo Cultural. Esto ha creado una conciencia en las administraciones públicas muy favorable al desarrollo de este tipo de proyectos que, en bastantes ocasiones, iba vinculada a la idea de que su puesta en marcha no solo era beneficiosa desde de una perspectiva cultural sino también económica ya que podría redundar en el aumento de las visitas y en la dinamización del entorno del bien. Por otra parte, la amplia serie de subvenciones (europeas, nacionales, autonómicas, provinciales y locales) han permitido muchas de estas iniciativas.

El surgimiento de estos centros, que en la actualidad se cuentan a centenares, en nuestra geografía nacional, tiene también una serie de puntos de débiles. El primero es precisamente el de su elevado número que a veces hace perder la perspectiva real de la importancia del bien pues en ocasiones la trascendencia patrimonial del mismo es mínima. Si muchos de estos centros nacieron, como acabamos de señalar, guiados por la idea de generar recursos económicos, a la hora de la verdad comprobamos que también muchos resultan muy poco visitados e insostenibles no solo desde una perspectiva económica sino también socio-cultural. La escasa trascendencia del bien o la gran dificultad de acceso al elemento a visitar e interpretar han sido y son dos de los motivos de su fracaso.

Otro de los puntos débiles de estos centros estriba en que, en ocasiones, acaban por imponerse al propio bien. A veces es la desmesura del proyecto arquitectónico -impulsada por una administración y llevada a cabo por un estudio de arquitectos deseosos ambos de dejar su impronta- la que eclipsa a lo interpretado, entablando un diálogo conflictivo con el entorno al que a veces se imponen. En otros casos, se produce una aplicación tan notable de las nuevas tecnologías que estas generan unas expectativas tan grandes que en el momento de la visita al bien quedan defraudadas. Nada peor, como señala Morales Miranda, que haya centros de interpretación que tienen más visitantes que el bien interpretado, pues el concepto de estas instalaciones no debe ser nunca el de Parque Temático sino el de lugar que prepara, crea expectativas y genera la necesidad de la visita que es lo verdaderamente importante. Por otro lado, muchos de los centros que desarrollan su actuación sobre la base de las nuevas tecnologías corren el riesgo de en poco tiempo quedar obsoletos en sus planteamientos si no se desarrolla una tensión continua de carácter renovador.

Todo ello hace que, desde la experiencia, en general positiva, de más de dos décadas desde su surgimiento, tengamos que plantearnos no solo el carácter del que deben estar dotados estos centros, sino también la conveniencia de su puesta en marcha, en algunas ocasiones, y los planteamientos de sostenibilidad socio-cultural y económica por la que debe estar regida su creación así como el de los equilibrios entre sistemas de interpretación y la dimensión y características de las infraestructuras que los acogen.