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20 de febrero de 2008

Ciclo de conferencias

ARTES DECORATIVAS Y TÉCNICAS ARTÍSTICAS

Los esmaltes en Navarra

Dra. María Luisa Martín Ansón.
Universidad Autónoma de Madrid

A comienzos del siglo XI el panorama político y geográfico de la España cristiana mostraba tres zonas, como eran los condados catalanes, el reino de Navarra con su expansión riojana y aragonesa y el reino de León con las tierras gallegas y castellanas, unificadas por Fernando I. En todos los territorios se encuentran testimonios de esmaltes excavados, como es el caso, en Navarra, de la Tapa de Evangeliario o tal vez parte de un relicario de la Reina Felicia (+1085), esposa de Sancho IV. A la presencia física de estas piezas hay que sumar la existencia de otras obras, de gran importancia, que conocemos a través de descripciones que dan información sobre los esmaltes que contenían. Así, por ejemplo, Yepes nos informa sobre el Frontal Nuestra Señora en Santa María la Real de Nájera y Ambrosio de Morales recoge la información sobre el Arca que contenía las reliquias de San Isidoro.

En la segunda mitad del siglo XII podemos situar dos de las obras más significativas de la esmaltería; el frontal o urna de Santo Domingo de Silos y el retablo de San Miguel de Aralar. 
 

“Frontal de esmaltes”. Siglo XII. Santuario de San Miguel de Aralar (Navarra)

“Frontal de esmaltes”. Siglo XII. Santuario de San Miguel de Aralar (Navarra)


La presencia de esmaltes limosinos en Navarra es claramente constatable, como por ejemplo la Virgen de Artajona. Desgraciadamente las tumbas de Teobaldo I, encargada a Limoges por su hijo Teobaldo II, lo que, al parecer, era una costumbre de ellos, siendo de especial riqueza la de Teobaldo III, y, es de suponer que también la de Enrique I, no han llegado hasta nosotros, si bien algunos fragmentos pueden suponerse reaprovechados en el Arca de San Formerio (Bañares). Los contactos de Navarra con la monarquía francesa (Felipe el Hermoso casado con Juana de Navarra) han permitido conservar en la Catedral de Pamplona el relicario del Santo Sepulcro, obra excepcional de la orfebrería francesa. Del mismo modo, el relicario del Lignum Crucis, regalado por Manuel II Paleólogo a Carlos III el Noble, es buena muestra del gótico francés del siglo XIV.

Del taller de Montpellier procede el relicario, conocido como “Ajedrez de Carlomagno”, correspondiente a la segunda mitad del siglo XIV, exponente de la técnica de esmalte traslúcido sobre plata.

Como obra de la esmalteria navarra, recogemos el Cáliz que Carlos III el Noble regaló a Santa María de Ujué con motivo de su peregrinación a pie con sus hijas y la reina Leonor al citado santuario. Se trata de una obra maestra de Ferrando de Sepúlveda, orfebre de origen castellano que trabajó en la corte del rey navarro.


Cáliz de Carlos III el Noble. Museo de Navarra

Cáliz de Carlos III el Noble. Museo de Navarra