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La pieza del mes de septiembre de 2023

AZAFATE DE PLATA DEL ORFEBRE ZARAGOZANO ANDRÉS GOICOECHEA

Iñigo Serrano Sagaseta de Ilurdoz

En una colección particular de Pamplona, y procedente del mercado del arte, se conserva un azafate de plata, con unas medidas de 5,5 x 48 x 35 cm, labrado por el orfebre zaragozano Andrés Goicoechea. Responde al modelo de azafate historiado que tan habitual fue en los talleres hispanos a lo largo del siglo XVIII, articulado por medio de una orilla recta de boca moldurada, un campo cóncavo y un botón o emblema convexo e historiado. Se decora mediante una profusa ornamentación de elementos vegetales, guirnaldas florales, rocallas y espejos ovales, estos últimos situados en los ejes del campo, que se distribuyen por toda la superficie y desdibujan las líneas arquitectónicas de la pieza.


Azafate Zaragoza

En el emblema se dispone una escena de un putto, de carnosa anatomía, recostado sobre un delfín, con la cabeza vuelta hacía el putto y la cola enroscada sobre sí misma. Se trata de un motivo mitológico de carácter frívolo que sigue la tradición de ángeles y putti en actitudes lúdicas con humanos y animales, en la línea de la escultura romana que posteriormente recupera el Barroco. En la iglesia de Santa María de Tafalla, en Navarra, se conserva un azafate de autor desconocido, ya que que no presenta marcas, y más avanzado en el tiempo, en el que vemos el mismo motivo que en el aquí estudiado, un putto recostado sobre un delfín, pero con diferente tratamiento plástico en cuanto a la representación de las figuras. Las escenas de putti en diferentes actitudes y acompañados tanto de figuras humanas como animales resulta recurrente en los azafates de la época, como podemos comprobar por los ejemplares conservados de diferentes talleres peninsulares. Así, nos encontramos putti en un azafate de la iglesia de la Magdalena de Zaragoza, obra de Diego Lacasa; en el azafate de colección particular labrado por Miguel de Lenzano, cuyo motivo repetirá en su examen para obtener el título de maestro su discípulo Lorenzo Laoz; y en los de los conventos de Segura, en Guipúzcoa, y Tulebras, en Navarra, todos ellos labrados por plateros de Pamplona.


Detalle

Este modelo de azafate resulta habitual en los centros de platería hispanos a lo largo del siglo XVIII, no solo en los talleres zaragozanos o pamploneses, sobre todo a partir de la segunda mitad de la centuria. Son varios los ejemplares de Zaragoza conservados, como los de las iglesias de la Magdalena, labrado por Diego Lacasa menor, o de San Carlos, obra de Blas Castillo, este último con las mismas marcas de localidad, o uno de colección particular labrado por Juan Dargallo. Siguiendo este modelo encontramos azafates en otros talleres hispanos como Córdoba, Toledo, Salamanca o Pamplona. En este último centro alcanzaron especial importancia, siendo una de las tipologías elegidas como prueba de examen por el gremio de plateros de la ciudad para que fuesen dibujadas, y posteriormente realizadas, por los aspirantes a obtener el grado de maestro platero.

El auge que estas piezas experimentaron en Pamplona, así como la adaptación de este modelo, no se debe a la influencia del vecino centro de Zaragoza, ya que la relación de la capital aragonesa con Pamplona fue escasa, siendo mucho más importante y directa con Tudela y la ribera navarra. En las piezas labradas por los plateros pamploneses vemos cómo en la primera mitad de la centuria predominan los diseños con decoración vegetal, como se puede comprobar tanto en el Libro de Dibujos de los Plateros de Pamplona, como en los ejemplares conservados, mientras que a partir de mediados de la centuria predominan ya los ejemplares historiados.


Marcas

Esta pieza presenta la triple marca empleada en Zaragoza: localidad, contraste y autor. La primera, CESATE, con la T y la E fundidas, se corresponde con la variante de punzón de Zaragoza vigente en la ciudad en la segunda mitad del siglo XVIII. La segunda, un castillo, fue el punzón utilizado por los contrastes de Zaragoza entre 1770 y 1790. Y la tercera, GOICOECHEA, corresponde al platero zaragozano Andrés Goicoechea, maestro vecino de Zaragoza al que se tiene documentado en 1776 trabajando para la iglesia de Nuestra Señora del Portillo de la ciudad, para la que renovó una lámpara vieja y realizó otra de nueva factura. Con este platero estuvo como aprendiz durante cerca de cuatro meses el artífice Alejandro Pastor, natural de Teruel, quien, tras pasar por los talleres de diferentes plateros zaragozanos, se trasladó a Pamplona, donde se formó con Miguel de Lenzano y Pedro de Aguinagalde, hasta que se examinó en 1776, precisamente con el dibujo de un azafate.

La pieza se incorporó a la colección particular a la que pertenece procedente del mercado, por lo que se desconoce la procedencia original de este azafate. Como podemos ver, fue una tipología de aparato habitual en las casas hispanas y muchas de ellas pasaron por donación a diferentes templos, donde eran usadas como piezas de representación, sin una función dentro de la liturgia, salvo la de presentar textiles a los sacerdotes. Dada la decoración que presenta, con elementos marinos de carácter mitológico, su origen habría que buscarlo en un comitente civil, aunque muchas de estas obras acabaron siendo donadas a la Iglesia, como podemos ver en los azafates de Tulebras y Tafalla ya mencionados, que presentan escenas similares.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

ESTEBAN LORENTE, J. F., “El punzón de la platería y de los plateros zaragozanos desde el siglo XV al XIX”, Cuadernos de investigación. Geografía e Historia, Tomo 2, Fasc. 1, Logroño, Universidad de La Rioja, 1976.

ESTEBAN LORENTE, J. F., La platería de Zaragoza en los siglos XVII y XVIII, Zaragoza, 1981.

GARCÍA GAINZA, M.ª C., Dibujos antiguos de los plateros de Pamplona, Pamplona, EUNSA, 1991.

MIGUÉLIZ VALCARLOS, I., “Azafates pamploneses historiados de la segunda mitad del siglo XVIII”, Príncipe de Viana, nº 244, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2008.

MORALES SOLCHAGA, E., Gremios artísticos en Pamplona durante los siglos del Barroco, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2015.