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La pieza del mes de junio de 2023

EL ESCULTOR JUAN DE LANDA, AUTOR DEL RETABLO ROMANISTA 
DE LATASA (1597-1599)

Pedro Luis Echeverría Goñi
Universidad del País Vasco

El retablo mayor de la parroquia de San Esteban de Latasa, en el valle de Imotz, es una obra romanista de fines del siglo XVI realizada por Juan de Landa y Gulina, escultor de Villanueva de Araquil / Hiriberri. En esta localidad radicó en la segunda mitad del siglo XVI uno de los talleres de retablística policromada más importantes del Renacimiento navarro, en el que destacaron los clanes familiares de los Marsal, Landa y Elordi, que surtían un amplio mercado regional en los valles circundantes, principalmente en los noroccidentales. Tanto el taller como sus integrantes no han recibido todavía un estudio de conjunto.

La dinastía de los Landa se inicia con el entallador de origen alavés Juan de Landa Chinchetru († 1564) y continúa con su hijo Pedro de Landa Marsal († 1575), quien se titula escultor. Su hijo mayor, Juan de Landa y Gulina I († 1611), se convertirá en un buen escultor romanista, si bien el artista más cualificado será su hermano, también llamado Juan de Landa († 1613), que llegará a ser rey de armas y uno de los mejores pintores manieristas de Navarra. Cierran este fecundo clan los también pintores-doradores Felipe de Landa Moret († 1628) y Pedro de Landa Moret († 1645), hijos de nuestro escultor.

El contrato para el retablo mayor de Latasa fue formalizado el 3 de noviembre de 1597 entre sus patronos, el abad Pedro de Larumbe y Juan de Latasa, teniente de merino y primiciero secular, y el escultor Juan de Landa. La escritura se realizó conforme a las Constituciones Sinodales del obispado de Pamplona, recién promulgadas en 1591, siguiendo un mandato de visita por carecer la iglesia de retablo, y previa obtención de la preceptiva licencia del vicario diocesano del obispo don Antonio Zapata.

El plazo de ejecución se fijaba en dos años y, una vez concluido, debía ensamblarse en la capilla mayor de la iglesia. Se detallan con precisión el programa iconográfico, técnica y ubicación, que se respetarían en la obra final, como luego veremos. En la primera de las cláusulas se especifica que las imágenes habían de tallarse en “madera de til” o tilo, compacta, de color claro, fácil de trabajar y resistente a los xilófagos. Fue muy utilizada en Navarra por entalladores galos como Pierres Picart y los miembros de su taller. Junto a relieves y bultos, se incluye la obligación de hacer “medias columnas de media talla”. Entre los testigos aparece Juan de Echalecu, architero, vecino de esa localidad, quien seguramente intervino en el ensamblaje del retablo.

Para los pagos se establece una primera entrega de 50 ducados, corriendo los 15 primeros a cargo de Lope de Satrústegui, yerno del palaciano de Latasa, quien adeudaba esa cantidad a la iglesia; el resto sería satisfecho por la fábrica, dándole cinco ducados para el día de Navidad, 25 por San Juan de junio y otros tantos, para Navidad de 1598. Finalmente, los patronos se comprometieron a pagarle de los frutos primiciales por ellos y sus sucesores hasta que fuese totalmente satisfecho el importe de la tasación del retablo. Ante una serie de obras de reparación que se presentaron en la fábrica, el escultor aceptó la rebaja de un ducado de los frutos primiciales. El complemento polícromo “del natural” corrió a cargo de Pedro de Landa, hijo del autor del retablo, quien lo doró y estofó con bellos rameados, solo conservados en las indumentarias, labor que fue tasada en 1644 por León de Iribarren y Lucas de Pinedo en 3.263 reales.


Latasa. Parroquia de San Esteban. Retablo mayor

Se trata de un retablo de reducidas dimensiones que, adaptado a la cabecera del antiguo templo protogótico, se diluye en el actual presbiterio recto del siglo XVIII, adonde fue trasladado. Responde al tipo de retablo fachada, en el que predomina la horizontalidad, con cornisas muy molduradas. Consta de banco, dos cuerpos de tres calles y ático entre aletones. Se compartimenta en cajas rectangulares que acogen el sagrario y bultos en la calle central y altorrelieves en el banco y las calles laterales, rematando el conjunto un frontón triangular. Las cajas del segundo cuerpo son de menor tamaño por corrección óptica. Los elementos de articulación son medias columnas, en las que se observa la superposición de órdenes de acuerdo con la tectónica: toscano en el primer cuerpo, jónico en el segundo y pilastras ganchudas manieristas en el ático. Las columnas son de fuste acanalado y tercio inferior de talla.

Su sobrio repertorio ornamental, acorde a los postulados postridentinos, se limita a los ángeles y cabezas de querubines con guirnaldas de los tercios de las columnas, los encadenados geométricos del intradós de las cajas y los aletones del ático, sobre los que asientan sendos “chicotes” romanistas. Estos se parecen significativamente a los de una cartela correiforme que sirve de colofón al citado libro de las Constituciones Sinodales del obispado de Pamplona de 1591.


Segundo cuerpo y ático

Es un retablo de santos aislados o emparejados y sin historias, siguiendo el modelo de otros romanistas como los de Añorbe o Imárcoain. Resalta devociones concretas, como recordatorios de dogmas y ejemplos a seguir, según se indicaba en el Decreto sobre las Imágenes. Lo preside san Esteban, que es el único bulto redondo, flanqueado por los altorrelieves de san Gregorio Magno y san Agustín bendiciendo, semejantes a los del retablo de Eraso, que enfatizan la autoridad del papa y los prelados. A ambos lados del sagrario se disponen los de santa Bárbara y santa Catalina, vírgenes y mártires, ocupando el ático el imprescindible Calvario, como culminación de la Redención. El banco está ocupado por los evangelistas sedentes y emparejados, san Mateo y san Marcos, y san Lucas y san Juan, fundamentos simbólicos como depositarios de la verdad revelada.

Encontramos aquí varios prototipos del manierismo miguelangelesco solo diez años después del fallecimiento de Juan de Anchieta. Su monumentalidad viene dada por la exaltación anatómica, reforzada por pesadas telas. Las santas son matronas clásicas con perfil heleno y los santos muestran adustas expresiones. Algunas poses estudiadas son los contrapostos con pies sobre zócalos, las actitudes declamatorias o los cruzamientos enérgicos de brazos.


Primer cuerpo y sagrario procedene de Moriones

Del sagrario original tan solo han llegado a nuestros días los relieves embadurnados de san Pedro y san Pablo, que ocupaban los intercolumnios laterales. Hoy los vemos apoyados en el zócalo del actual sagrario que, procedente de Moriones (Val de Aibar), fue trasladado aquí en 1975. Al tratarse de un relicario romanista, encaja perfectamente en este altar. Adopta planta trapezoidal y consta de banco, columnas corintias sobre ménsulas de doble voluta y cabecitas de ángeles en banco y friso. En la portezuela muestra un altorrelieve del Ecce Homo, y en las calles laterales, la Virgen y san Juan. Además, el azar ha querido que se junten aquí un retablo realizado por el escultor Juan de Landa, con este sagrario, salido del taller de Sangüesa-Lumbier, que policromó su hermano menor del mismo nombre, el rey de armas Juan de Landa y que fue tasado el 6 de marzo de 1606 en 120 ducados. El interior está pintado con un busto de Cristo al fondo y coloristas rameados.
 

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

AGN. Prot. Not. Villanueva de Araquil. Martín de Ureta, 1596-1601, n.º 33.

AD. Pamplona. Oteiza. C/1056, n.º 21.

AGN. Prot. Not. Mendigorría. Juan Igal, 1607, n.º 14 y 15.

GARCÍA GAINZA, M.ª C. (dir.) y otros, Catálogo Monumental de Navarra, V** Merindad de Pamplona, Pamplona, Gobierno de Navarra, 1996, pp. 11-12.