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La pieza del mes de agosto de 2022

SANIDAD, ARTE Y PROPAGANDA. EL REPORTAJE FOTOGRÁFICO DE NICOLÁS ARDANAZ SOBRE EL HOSPITAL ALFONSO CARLOS (1938)

Pablo Larraz Andía
Doctor en Historia de la Medicina

El fotógrafo pamplonés Nicolás Ardanaz Piqué (1910-1982) es bien conocido por sus imágenes costumbristas, fiel reflejo de la sociedad navarra de su tiempo. Dentro del conjunto de su obra, nos centraremos en uno de sus reportajes gráficos más sobresalientes y singulares, tanto por su temática como por las circunstancias en que se realizó, y sobre el que se abordarán diversos aspectos.

Nada más estallar la guerra civil, el mismo 19 de julio de 1936, Ardanaz partió como requeté voluntario junto a su hermano Antonio con la Columna del Coronel García Escámez en dirección al frente de Madrid, entonces todavía por definir. Durante los meses siguientes actuaría de enlace para el Mando, periodo que aprovecharía también para desarrollar su faceta fotográfica, obteniendo numerosas imágenes sobre la guerra y la vida en campaña. Varias de ellas llegaron a publicarse en Diario de Navarra y, de manera más puntual, en El Pensamiento Navarro. Por desgracia, a pesar de su valor histórico, se trata de un fondo disperso y del que solo ha llegado hasta nosotros una parte menor.

Desde el punto de vista artístico, corresponden a este periodo vital algunas de sus imágenes más dinámicas y espontáneas, asumiendo en ellas ciertos riesgos técnicos y estéticos poco habituales en el conjunto de su producción posterior. Unas fotografías en la que, si bien ya apuntaba ciertas preferencias y patrones estéticos, destilaba una frescura y versatilidad acordes con la agitada realidad de la que estaba siendo testigo y protagonista.

Dentro de su fotografía bélica, nos centraremos en un reportaje concreto y claramente diferenciado del resto; a comienzos de febrero de 1937, Nicolás o “Ceneque” –como se le conocía en el frente– gozó de unos días de permiso en Pamplona. Durante esta corta estancia, posiblemente a iniciativa del diario carlista El Pensamiento Navarro, realizó una extensa y completa crónica fotográfica sobre Hospital Alfonso Carlos, centro sanitario de enormes dimensiones y capacidad establecido por la Junta Central Carlista de Guerra en el edificio del Nuevo Seminario de Pamplona.

El reportaje se efectuó muy probablemente en varias jornadas, durante unas luminosas mañanas en las que todavía se podían apreciar los restos de la nevada caída sobre la ciudad unos días antes. Por el formato de las imágenes, sabemos que para ello empleó al menos dos cámaras fotográficas –entre ellas su favorita, la Rolleiflex– y en algunas contó con la ayuda de un trípode y una segunda persona.

Su intención fue plasmar en el objetivo de su cámara el funcionamiento y actividad de la práctica totalidad de servicios y estancias del hospital, así como resaltar su simbolismo e identidad carlista. Su recorrido fotográfico abarcó las salas en los tres pabellones del edificio, así como los claustros y patios interiores, la entrada y exteriores, los sótanos e, incluso, la terraza y la azotea.

En su itinerario –sin duda asesorado– transitó por todas las dependencias retratando la complejidad y laboriosidad de los diferentes servicios que conformaban el centro. Las imágenes transmiten una sensación de orden, limpieza e intenso dinamismo. En la mayoría destaca el protagonismo femenino: enfermeras realizando curas, vendajes o anotando las indicaciones del médico; farmacéuticas elaborando medicamentos; técnicas realizando o revelando radiografías; costureras reparando y planchando la ropa de cama y de los heridos; las cocineras en plena actividad; las voluntarias de las oficinas elaborando fichas y registros…

Otras fotografías, más secuenciales, recogen el funcionamiento de los servicios de ropería –desinfección, lavado, reparación, planchado y almacenamiento de la ropa– y del comedor: desde la preparación y reparto de la comida en sus largas mesas corridas y la bendición por el capellán, hasta las jóvenes voluntarias recogiendo la vajilla tras la comida.

También encontramos escenas más reposadas, dedicadas en general a la presencia de los heridos: soldados paseando por las terrazas del Seminario, sentados en los claustros del edificio disfrutando del sol invernal, leyendo libros o periódicos, escribiendo cartas, jugando a las cartas y al ajedrez o rezando en la capilla.

Otras imágenes ponen de manifiesto un ambiente de convivencia y cordialidad entre personal y hospitalizados. En ellas, y en los gestos de sus protagonistas, se transmite una imagen alegre, de optimismo y serenidad propia del hospital de convalecencia; un espacio teóricamente alejado de la dura vida del frente que, para el combatiente herido, representaba descanso y seguridad.

En un tono más intimista encontramos también preciosos primeros planos de jóvenes voluntarias en plena labor asistencial: enfermeras vendando la cabeza de un soldado, sirviéndole un vaso de agua o acomodándole en la cama; oficinistas mecanografiando documentos; costureras concentradas en su máquina de coser; o auxiliares, primero tendiendo y después enrollando las vendas limpias para un nuevo uso.

Desde el punto de vista artístico, sobresalen varias imágenes de cierta complejidad técnica y una notable belleza estética. Quizá la mejor corresponde a un vanguardista primer plano en contraluz de dos enfermeras que observan una radiografía al resplandor de la pantalla. Su cuidada composición, el encuadre y el contraste de luces hacen de ella una fotografía extraordinaria.

Destacan también algunas escenas en altura, subido a la gran cruz que preside el edificio, o la obtenida en el aula de Estudios –entonces habilitada como sala “Tercios de Navarra” – con una sorprendente perspectiva lograda posiblemente desde una escalera.

Ardanaz encontró también ocasión para uno de sus temas favoritos: el autorretrato. Queda constancia de al menos dos de ellos: un contrapicado en el interior de un cuarto, vestido con su uniforme de requeté; y el realizado desde la distancia en la terraza del edificio. En una escena que recuerda a postreros autorretratos montañeros, Nicolás aparece junto a su máquina sobre trípode, sentado sobre la cruz del Seminario observando la panorámica de una Pamplona en incipiente expansión.

En parecido contexto cabría catalogar algunos perfiles efectuados también en la terraza del imponente edificio de Eusa, con su hermana Eleuteria –farmacéutica en el centro– y su hermano menor, Juan, como protagonistas. Destacan además los retratos grupales de enfermeras efectuados junto a las cristaleras de la terraza del edificio.

En otro plano, Nicolás Ardanaz dedicaría una de las mañanas a realizar retratos individuales tamaño carné al personal del centro, en un pequeño cuarto habilitado como estudio. En tandas de tres, sin duda con objeto de ahorrar rollo fotográfico y papel de positivado, acabaría pasando ante su cámara parte de la plantilla femenina del centro. Muchas de las imágenes, recortadas, serían empleadas en carnés oficiales de enfermería.

Más estudiadas, y con sutil intención propagandística, encontramos también elaboradas escenas de perfecto encuadre y pretendida carga simbólica. Siempre en segundo plano, pero perfectamente definidos, vemos escudos y emblemas que reafirman la inequívoca identidad carlista del hospital: carteles, águilas bicéfalas del Requeté, paneles pintados en las salas o brazaletes portados por la enfermeras con la cruz de Borgoña bordada.

En este mismo sentido cabe encajar el forzado retrato de la princesa Isabel de Borbón-Parma –hermana del regente carlista don Javier– ejerciendo como enfermera mientras parece vendar con escasa destreza el brazo de un herido. Se trata de la escena más encorsetada del conjunto.

El reportaje buscaba mostrar el potencial del movimiento carlista en la retaguardia, la implicación y dinamismo de sus mujeres, así como documentar el modélico funcionamiento de su “hospital insignia”; aspectos todos ellos que, junto a la dotación de modernos medios científicos y tecnológicos –así como al carácter voluntario, altruista e interclasista de su personal–, lo convertían en el espejo idóneo a través del que mostrar al mundo las “bondades” del modelo social propugnado por el carlismo, algo que anteriormente, y por otros medios, el movimiento carlista ya había aplicado con relativo éxito entre 1873-1876 en torno al Hospital de Irache y la figura de la reina doña Margarita de Borbón-Parma. Fue en aquella ocasión el antídoto contra la “leyenda negra” alimentada desde medios contrarios nacionales e internacionales, que tildaban al carlismo de movimiento fanático, reaccionario y contrario a todo progreso.

Para ello, el tradicionalismo contaba entonces con algunos diarios ilustrados, aunque sus medios de propaganda, tras la Unificación, se encontraban cada vez más controlados. En distintas ocasiones a lo largo 1938, El Pensamiento Navarro dedicaría al hospital vistosos reportajes a toda página, profusamente ilustrados con fotografías del reportaje de Ardanaz. En varias de ellas –lo sabemos por las copias con que fueron elaborados–, alguien cercano al rotativo quiso resaltar la carga simbólica de la fotografía dibujando a lápiz la Cruz de Borgoña sobre el pecho de las enfermeras que aparecían.

También publicaría vistosos collages elaborados a partir de los retratos individuales de enfermeras que había realizado, acompañados de textos en los que se destacaba el papel de las margaritas en la retaguardia. Por el estilo y temática de los artículos, muy probablemente la autora de estas composiciones pudo ser Lola Baleztena, destacada margarita pamplonesa dedicada también a tareas de propaganda.


(pincha en la imagen para ver a tamaño completo)

Por desgracia, buena parte de las imágenes originales que conformaron el extenso reportaje parecen haberse perdido para siempre. Dentro del fondo fotográfico de Nicolás Ardanaz depositado en el Museo de Navarra, se custodian 23 placas de cristal en blanco y negro correspondientes al mismo, de gran calidad y en perfecto estado de conservación. De la inmensa mayoría de negativos en celuloide desconocemos el paradero o si se conservan.

La mayor parte de las imágenes que, en calidad muy desigual, han llegado a nosotros, lo ha sido gracias a copias en positivo dispersas en los álbumes particulares de antiguas enfermeras –algunas depositadas en el Museo del Carlismo– y a restos del disgregado archivo fotográfico de El Pensamiento Navarro. Entre unas y otras, junto a varias escenas publicadas en el rotativo carlista y de las que, por el momento, no se han localizado copias positivadas, podríamos estimar en torno a 250 las fotografías que conformaron aquel extraordinario reportaje.

Unas imágenes de gran valor documental; posiblemente la crónica gráfica más extensa y completa sobre un hospital de guerra que se realizó durante la contienda civil de 1936 en ambas retaguardias. También de gran interés artístico, pudiendo intuir a un Nicolás Ardanaz –a sus 27 años– capaz de una fotografía dinámica y expresiva, ya poseedor de una técnica notable y con una estética que en ocasiones rozaba el vanguardismo. Sin embargo, se intuyen preferencias estéticas y temáticas que, en adelante, marcarían un estilo propio, reflejo de la Navarra tradicional que conoció, vivió y sintió como suya.


 

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

Archivo familia Sagüés del Castillo.
Archivo Eleuteria Ardanaz.
Archivo familia Alecha.
Archivo familia Jaurrieta.
Archivo General de Navarra. Fondo fotográfico Félix Maiz.
Archivo Larraz-Sierrasesúmaga.
Museo de Navarra. Fondo fotográfico Nicolás Ardanaz.
Museo del Carlismo. Fondo fotográfico Hospital Alfonso Carlos.

ARTIGAS, D., “Ardanaz, en la Guerra Civil española”, Contraluz, Pamplona, Agrupación Fotográfica y Cinematográfica de Navarra, 1999.

CÁNOVAS, C., “Nicolás Ardanaz, el archivo fotográfico de un solitario”, catálogo Nicolás Ardanaz. Fotografías, Pamplona, Museo de Navarra, 2000.

LARRAZ ANDÍA, P. y SIERRA-SEGÚMAGA, V., La cámara en el macuto. Fotógrafos y combatientes en la Guerra Civil española, Madrid, La Esfera de los Libros, 2018.

LARRAZ ANDÍA, P. y SIERRA-SEGÚMAGA, V., Requetés. De las trincheras al olvido, Madrid, La Esfera de los Libros, 2010.

LARRAZ ANDÍA, P., Entre el frente y la retaguardia. La Sanidad en la Guerra Civil: el Hospital Alfonso Carlos de Pamplona, 1936-1939, Madrid, Actas, 2004.

ZUBIAUR CARREÑO, F. J., “Catálogo de Miradas. La Navarra que fotografió Nicolás Ardanaz”, en FERNÁNDEZ GRACIA, R. (coord.), Pvlchrum. Scripta varia in honorem M.ª Concepción García Gainza, Pamplona, Institución Príncipe de Viana, 2011.