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La pieza del mes de febrero de 2009

CIENCIA ASTRONÁUTICA, DE PATXI BULDAIN ALDABE

Silvia Sádaba Cipriáin
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

 

Francisco Buldain Aldabe (Pamplona, 1927), ya desde muy joven su se inclina hacia las artes, y recibiendo su primera formación como pintor en la Escuela de Artes y Oficios de Pamplona. Mientras cumplía el servicio militar cerca de la frontera con Francia, desertó. Primero en Lille y luego en París (pasando por un intento frustrado de llegar a Nueva York), comenzó a visitar muy asiduamente los museos, galerías de arte y la ópera. En Francia permanecerá hasta 1970, y allí fue donde realmente se formó pictóricamente, hecho que quedará patente en gran parte de su producción. Allí conoció las primeras vanguardias y contactó con quienes le inspirarían (Léger, Chagall, Roualult, Camus…) a sus modelos. Pensionado por el Gobierno Francés, estudia en la Grande Chaumière y École des Beaux-Arts. En 1961 recibió el Diploma de Honor del Salon International-Salon de l’Art Libre. En 1969 fue invitado a participar en la gran exposición de pintura española, realizada en el Palacio de Saint-Ouen de París. 

En 1970 vuelve a Navarra y se instala en Huarte, para dedicarse a la docencia y a la pintura (en su taller de “el monasterio del manzano”), ganando el premio Ciudad de Pamplona de 1975. Su obra siguió evolucionando e innovando, tanto en técnicas como en materiales (incorporación de nuevos elementos, materiales de desecho…), en pintura y en escultura.

Se autodefine como un expresionista lírico, y es un pintor intimista y reflexivo, que deja una parte de sí en cada obra que pinta. Ha realizado varias exposiciones internacionales y sus obras figuran en colecciones particulares den Francia, Milán, Bélgica, Nueva York, etc. Desde 2005 funciona en Huarte la Fundación Buldain, inspirada por él mismo con la finalidad principal de impulsar el arte y la cultura contemporánea.
 

Patxi Buldain, Ciencia astronáutica, París, 1969

Patxi Buldain, Ciencia astronáutica, París, 1969. 
Óleo/lienzo, 72,5x57,5 cm. Colección Museo de Navarra
(Foto: Larrión & Pimoulier)

 

En la pintura que nos ocupa, Ciencia astronaútica, el tema es en principio muy poco representativo, ya que Buldain es más dado a temas intimistas. Si su tema es el hombre, no lo es la humanidad, así que traslada éste tema a un plano personal, más íntimo, ya que el momento que se representa en la pintura no es ninguna de las escenas famosas que rondan el acontecimiento, sino que es una escena imaginaria en la que ya en la Tierra, el astronauta -que no identifica personalmente, ni siquiera dentro de un país- parece contar a un científico su experiencia en la Luna: cómo es la Luna, qué sensaciones tuvo allí, cómo se ve la Tierra desde la Luna, cómo es el espacio vacío… Por eso en la obra aparecen dos figuras de rostro difuminado en un marco indeterminado: la del astronauta, vestido como tal, y otra figura sin caracterizar, que es la del científico oyente. Toda esta nueva concepción del espacio que se trae, también tiene su paralelismo en el debate que inundaba el mundo del arte por aquel entonces, en Oteiza, Chillida…, pero de una manera muy personal.

Dado que el tema de la carrera espacial no cuenta con antecedentes iconográficos Buldain no ha seguido modelos, sino que simplemente ha trasladado al lienzo las imágenes que vio por televisión, aunque en este proceso haya recurrido a los modelos más clásicos: Las figuras aparecen en contrapposto, evocando a modelos de Durero o Botticelli. No encontramos elementos claramente alusivos a la carrera espacial, salvo el traje de astronauta del personaje de la derecha, de forma que ese tema queda algo desplazado.

Somete a la figura humana, centro de su obra, a un proceso de abstracción, de descomposición en planos casi neo-cubista. El tratamiento formal del tema denota su profundo conocimiento, de las vanguardias históricas. También el uso del color y la pincelada nos transportan al mundo de la bohemia parisina.

Es una pintura muy estática, en la que parece que se ha detenido un movimiento para representar una escena. Parece que las figuras están posando para el artista. El único movimiento que denota la pieza se lo da la descomposición de planos.
La pintura ha sido aplicada utilizando poco diluyente, con lo que la pincelada resulta cargada, y la textura de la materia pictórica cobra protagonismo e importancia. El color se reparte de forma irregular por la superficie pictórica: en algunas zonas consigue superficies muy rugosas, casi con relieve (como la pierna derecha del personaje de la izquierda), mediante la aplicación de gran cantidad de materia pictórica. Utiliza pintura blanca para crear relieve, y sobre ella se aplica una ligera capa de otro color. Hay empastes más breves que se consiguen con pequeños toques de pincel muy cargados (muslo derecho del personaje de la derecha). En otras zonas en cambio (sobre todo en la periferia del cuadro) la capa cromática es más superficial y con menos carga matérica, de forma que el lienzo deja entreverse. Otras zonas son más lisas (como el espacio entre los troncos de los personajes).

Predominan son los azules, blancos y ocres, contrarrestados con toques de rojo y amarillo puro. Los azules intensos, a veces velados, nos remiten a la idea del espacio astronáutico, pero también ese discreto protagonismo del blanco, que vela toda la superficie pictórica dando la sensación de pérdida de nitidez por la lejanía, matizando los colores al modo de los pintores flamencos. O quizás esté reproduciendo de alguna manera la mala calidad (imágenes “granuladas”) con que llegaban a la tierra las imágenes de la misión.

La composición es equilibrada pero abigarrada. Protagonizada por dos volúmenes de igual peso, que se ciñen al marco pictórico. En la parte inferior hay tres elementos que parecen querer superar los límites físicos de su espacio. Son la pierna izquierda del personaje de la izquierda, el elemento vertical del centro, y la pierna derecha del personaje de la derecha. Esta distribución de elementos “salientes” equilibra y da solidez a la composición.

Ciencia Astronáutica, a pesar de que por su temática es extraordinaria dentro de la producción de Patxi Buldain, sí es representativa de su estilo y de su particular forma de pintar. Representativa de toda una filosofía de vida, intimista, preocupada por el hombre y por la experiencia humana. Contiene todo el sabor del París en el que fue pintada, y mantiene la esencia de esas vanguardias parisinas de principios de siglo a las que evoca.

Esta obra, ejecutada en París en 1969, pasó a formar parte de la colección del Museo de Navarra en 1975, donde permanece a día de hoy. En 1990 formó parte de la exposición celebrada en la sede de la Mancomunidad de Colegios Sanitarios de Navarra “Pintores navarros vivos del Museo de Navarra” (del 30 de octubre al 30 de noviembre de 1990), comisariada por el crítico de arte Salvador Martín-Cruz.
 

BIBLIOGRAFÍA
Buldain, exposición retrospectiva (2004). Catálogo de la exposición celebrada en la Sala de Cultura Juan Bravo. Fundación Caja Navarra. Textos de Juan Zapater
Pintores navarros vivos en el Museo de Navarra (1990). Catálogo de la exposición celebrada en la Sala de Exposiciones de la Mancomunidad de Colegios Sanitarios de Navarra. Gobierno de Navarra, Ateneo Navarro.
Patxi Buldain. Tres tiempos (2001). Pamplona, Planetario de Pamplona.
Las dos orillas. Patxi Buldain-Pablo Juarros. (2001). Pamplona, Planetario de Pamplona.
Francisco Buldain (1989). Catálogo de la exposición en la Sala de Arte García Castañón. 9-28 febrero 1989. Texto de Martín Cruz.
Francisco Buldain (1989). Catálogo de la exposición en la Sala de Arte García Castañón. Textos de Salvador Martín-Cruz.

FUENTES
Entrevista con Patxi Buldain.