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26 de septiembre

Ciclo de conferencias

VIANA EN SU VIII CENTENARIO: CULTURA Y PATRIMONIO
Artes decorativas en Viana

Ignacio Miguéliz Valcarlos
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

 

Gracias a la documentación y a las piezas conservadas se puede decir que los templos de Viana estuvieron bien surtidos de piezas de artes decorativas para la celebración de las ceremonias litúrgicas, tanto de suntuosos objetos realizados en plata, como de ricos ornamentos bordados en hilos de oro, plata y seda. Sin embargo, los avatares de la historia han hecho que gran parte de estas obras se hayan perdido con el paso de los años, siendo lo que hoy día se conserva un pálido reflejo de lo que hubo. Así es, las guerras contra Francia en las que se vio inmersa España a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, a las que siguieron las contiendas carlistas en esta última centuria, supusieron la desaparición de gran parte de las riquezas de los templos de la ciudad, siendo utilizados en buena medida para sufragar los gastos de guerra. Entre las piezas desaparecidas se encuentran dos obras que llamaron la atención de sus coetáneos por su riqueza: una custodia con sus andas y un frontal de altar. La primera, labrada en Madrid, fue regalada en 1773 por Manuel Prudencio Molviedro, natural de Viana, quien había hecho fortuna como asentista del rey; mientras que el segundo, labrado por el platero de Estella Manuel Ventura, fue donado en 1784 por doña Manuela de Lanciego.

Gracias a la documentación conocemos también el asentamiento de varios plateros en Viana a lo largo de la historia, que, aunque establecidos con una cierta continuidad, no tuvieron la importancia y el número de otras poblaciones navarras. En aquellos momentos en que no existía un orfebre en la localidad, los templos de la ciudad recurrían a maestros de Logroño o Zaragoza, la primera como población más cercana a Viana y la segunda como centro de mayor importancia en la región, siendo raras las veces que acudieron a Pamplona. Todo ello queda reflejado en las piezas que han llegado a nuestros días en las que vemos estampadas las marcas de estos dos centros plateros. Junto a estas obras, es importante también el grupo de alhajas venidas de América, tanto por la calidad de las piezas como por el hecho de que una de ellas presenta punzones de México independiente, lo que demuestra la continuidad en la relación entre la Península y América aún después de la independencia de los virreinatos.

Sin embargo, queremos fijar nuestra atención en tres piezas que nos parecen de singular importancia; dos de ellas las podemos ligar con la donación de dos hijos ilustres de la ciudad, ambos arzobispos, el primero, don Francisco Ignacio de Añoa y Busto, de Zaragoza, y el segundo, don Rafael Múzquiz y Aldunate, de Santiago de Compostela, mientras que la tercera respondería al encargo directo de la parroquia de Santa María.

A don Francisco Ignacio de Añoa y Busto, arzobispo de Zaragoza, se le debe el magnífico busto de María Magdalena, patrona de la ciudad. Se trata de una pieza labrada en Zaragoza, siguiendo modelos de este taller. Además, presenta la particularidad de que el arzobispo no la regaló a la iglesia, sino a la localidad, por lo cual se conserva en el salón de plenos del Ayuntamiento. Fue realizada en 1750 por el platero zaragozano Juan Gargallo, cuya marca presenta estampada la imagen.


Busto de la Magdalena. Ayuntamiento de Viana. 1750.

Busto de la Magdalena. Ayuntamiento de Viana. 1750.


La siguiente pieza es la cruz procesional de la iglesia de Santa María, labrada en 1798 por encargo de la parroquial de Santa María por el platero logroñés José Urra siguiendo el diseño de Luis Paret y Alcázar, pintor de cámara del rey que se hallaba exiliado en Bilbao y al que el templo vianés llamó para que ejecutara las pinturas de la capilla de San Juan del Ramo y su diseño ornamental. Varios años después, en 1806, el también orfebre de Logroño Pablo Zaporta le añadió la macolla.


Cruz procesional. Iglesia de Santa María. 1798.

Cruz procesional. Iglesia de Santa María. 1798.


Finalmente, en 1816, el arzobispo de Santiago de Compostela, don Rafael Múzquiz y Aldunate, regaló a la iglesia de Santa María una custodia para suplir a la perdida durante las francesadas. Con posterioridad, y debido a que el peso de la pieza la hacía muy incómoda de llevar, el arzobispo regaló también unas andas de chapa de plata sobre madera que se realizaron en Pamplona, y que se vendieron en Logroño en 1837 para sufragar gastos ocasionados por la I Guerra Carlista.


Custodia. Iglesia de Santa María. 1816.

Custodia. Iglesia de Santa María. 1816.