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16 de agosto

Ciclo de conferencias
EN TORNO A LA ASUNCIÓN. FIESTA E ICONOGRAFÍA

Iconografía y fiesta en torno a la Asunción

Ricardo Fernández Gracia
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

 

Los días centrales de agosto en Navarra, como en el resto de España, han tenido secularmente un referente religioso en la celebración de la Asunción de la Virgen, fiesta con expresiones múltiples de carácter lúdico, popular, devocional y musical. Piénsese que su advocación la poseen 91 parroquias de Navarra, tan solo por debajo de san Martín que cuenta con 92 y muy por encima de otros santos de gran popularidad como san Pedro que cuenta con 70, san Miguel, con 56 o Santiago, con 10.

Su fiesta, tan extendida desde hace siglos, tuvo soportes teológicos, pero no en los textos sagrados de la Biblia, sino en los apócrifos y los escritos de algunos Santos Padres. De Oriente, en donde se celebraba desde el siglo IV, pasó a Occidente, en donde vivió una gran eclosión desde el siglo XII. Tan solo desde 1950 figura entre los dogmas de la Iglesia Católica.

Sus referentes en imágenes en Navarra han tenido varias opciones a lo largo de los siglos, destacando el tema de la Dormición, visible en las excepcionales portadas del claustro de la catedral de Pamplona, los retablos góticos de la catedral de Tudela, la tabla del retablo mayor de Tulebras y la misma imagen de la Virgen de la Cama de este último monasterio. A partir del siglo XVI, la imagen de la Virgen poseyó una iconografía propia e independiente de su dormición y del sepulcro vacío junto a los apóstoles, con un gran protagonismo en los retablos, lienzos y otras representaciones en las artes suntuarias. Artistas de gran categoría en el arte regional y nacional dejaron destacadísimos ejemplos en el patrimonio cultural a lo largo de toda la geografía de Navarra.

Representaciones todas ellas que, en el pasado, constituyeron un bien preciado y codiciado, precisamente por su falta. Los hombres y mujeres de siglos pretéritos tenían mucho tiempo para examinar las escasísimas imágenes que podían admirar, justamente al revés de lo que ocurre hoy en día, en que su número es tal y nuestro tiempo tan escaso, que no hay posibilidad de contemplarlas con detenimiento.

Los referentes medievales se encuentran, como hemos señalado, en el claustro de la catedral de Pamplona, en las puertas del Amparo como la Preciosa. La primera de ellas ha sido puesta en relación, por la profesora Fernández-Ladreda, con los modelos de la pintura italiana de comienzos del siglo XIV, si bien su ejecutor material debió de ser un maestro del sur de Francia. La segunda, obra del tercer cuarto del siglo XIV, posee un programa inspirado en el Apócrifo Asuncionista de Juan Arzobispo de Tesalónica, que recoge nueve de las escenas de la portada, pudiendo detectarse también influencias del Pseudo José de Arimatea o del Pseudo Juan Evangelista, así como de la Leyenda Dorada.

A la fiesta de la Asunción en la catedral nos referimos en un artículo de Diario de Navarra (20 de agosto de 2011), en donde recogimos desde los testimonios medievales que hablan de vigilancia del primer templo diocesano con guarda puesta ex profeso y de la obligación de acudir en su festividad todos los vicarios y presbíteros de la ciudad, hasta las grandes celebraciones de la fiesta y la octava en la Edad Moderna.

La escena de la Dormición cuenta con hermosísimas tablas en los retablos de la capilla de los Villaespesa de la catedral de Tudela (Bonanat Zaortiga, 1412) y en el retablo mayor de la misma, obra de Pedro Díaz de Oviedo contratada a fines del siglo XV. En el monasterio de Tulebras la tabla principal de su retablo mayor, obra de Jerónimo Cosida (1565-1570), representa el mismo pasaje y la imagen de la Virgen de la Cama, de comienzos del siglo XVII, es uno de los escasísimos ejemplos que conocemos en Navarra de ese tipo de imágenes. Concretamente, sabemos tan solo de otras tres imágenes: en el clausurado monasterio de Clarisas de Fitero (procedente de Calatayud), en el Carmen de Tudela, y en las Carmelitas de Araceli de Corella. Esta última imagen, de pequeño tamaño, llegó a la clausura corellana entre 1930 y 1947 como donativo de la madre del jesuita Martín Sánchez Arellano (Corella, 1861-Zaragoza, 1918), director espiritual de la fundadora de las Angélicas, santa Genoveva Torres Morales, en cuyo instituto se le considera como co-fundador.


Capilla Villaespesa (1412).

Capilla Villaespesa (1412).


Alusiones al sepulcro vacío perviven en las artes figurativas de la Edad Moderna. En la tabla central del retablo del monasterio de La Oliva, hoy en San Pedro de Tafalla, Rolan Mois recreó el modelo de Virgen erguida del Tiziano debiéndola hacer “con proporción de cuerpo humano grande y muy pulida y con colores subidos y graciosos”. Su modelo se repite en la pintura de la capilla de los Cervantes Enríquez de Lacarra de la iglesia cascantina de la Victoria, en tanto que en otros casos también ligados a la pintura aragonesa, la Virgen aparece sentada, siguiendo el modelo de Zúcaro en El Escorial, como en el retablo de la Asunción del monasterio de Fitero. En ejemplos escultóricos también encontramos a los grupos de apóstoles en torno al sepulcro en la zona inferior y el grupo asuncionista en la parte superior, como en los retablos de Valtierra (1577-1590), Cascante (1587-1601) y Villafranca (1786-1789).

Sin embargo, la gran floración asuncionista llegaría a comienzos del siglo XVI con imágenes con corte angelical de mayor o menor desarrollo y en diferentes estéticas, desde la tardogóticas de Marañón a las de modelos expresivistas, como la pictórica de Cizur Mayor (1538) o la escultórica de Genevilla (1549-1563), y el sinnúmero de romanistas de tantos retablos de la Comunidad Foral, a cuya cabeza hay que situar los retablos de Santa María de Tafalla (1583), Cáseda (1576-1581) y el catedralicio de Pamplona (1597).


Genevilla (1549-1563).

Genevilla (1549-1563).


Entre los ejemplos barrocos del siglo XVII hay que mencionar los de las parroquias de Los Arcos y Viana, este último obra del escultor calceatense Bernardo de Elcaraeta (1663-1674). En los retablos de pleno barroco los grupos asuncionistas cobran un gran protagonismo, como ocurre en los áticos de los de Miranda de Arga (1696) y San Miguel de Corella (1718-1722). Entre los modelos pertenecientes a la etapa rococó citaremos los de los retablos de Goizueta (1760) y Lerín (1759).

Vicente Berdusán dejó excelentes lienzos con el tema en el ático del retablo mayor del Rosario de Corella y en la parroquial de San Pedro de Viana (1687), hoy en la sacristía de Santa María de la misma ciudad, copiando una composición rubeniana difundida en numerosas estampas. En San Francisco de Viana, Francisco del Palno dejó un bellísimo ejemplar en uno de sus retablos fingidos en la segunda década del siglo XVIII. En 1762 se fecha la pintura que preside el testero de la sacristía de los canónigos de la catedral de Pamplona, obra de Pedro Antonio de Rada.

Entre los ejemplos de escultura académica mencionaremos el grupo de Echalar y el del pórtico de la catedral de Pamplona. El primero está firmado en Sevilla el año 1781 por el escultor Blas Molner, escultor formado en la Academia valenciana y que se trasladó a Sevilla en 1791, en donde llegó a ser director de la Escuela de Escultura de la Academia de Bellas Artes. El catedralicio pamplonés es obra de Julián San Martín, al que se adjudicó, tras las propuestas de otros escultores como Manuel Martín Rodríguez –sobrino de don Ventura–, Juan Adán, teniente director de la Academia de San Fernando, Alfonso Bergaz y José de Folch.