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22 de agosto de 2013

Ciclo de conferencias

EN TORNO A LA EXPOSICIÓN: "ESTRELLAS Y LISES DEL BARROCO ESTELLÉS"

Retratos reales en Navarra durante el Siglo de las Luces

D. Ricardo Fernández Gracia.
Cátedra de Patrimonio y Arte navarro

Las imágenes de los reyes durante aquella centuria fueron mucho más frecuentes de lo que nos imaginamos. Baste pensar en las proclamaciones que se hacían en numerosas villas y ciudades, en donde nunca faltaba el retrato real bajo el preceptivo dosel. Además, muchos nobles tenían en sus casas las representaciones de los monarcas reinantes, a fortiori si habían alcanzado algún tipo de honor o recompensa por parte de los Borbones. Al respecto hay que recordar algunas carreras de militares y en el mundo de la administración de numerosas familias de lo que Julio Caro Baroja denominó como La hora Navarra del XVIII. Los inventarios protocolizados ante notarios de varias localidades de numerosos mayorazgos y casas nobles hablan por sí solos de aquella realidad.

Amén de las pinturas conservadas en instituciones oficiales, hay que mencionar el repertorio de grabados con los retratos de los reyes privativos de Navarra que se estamparon para aparecer en la edición destruida de los Anales de Navarra, que conocemos gracias a un solo ejemplar de la serie grabada. La iniciativa de la edición con ilustraciones de los retratos reales fue de un editor y hombre culto de la Pamplona del siglo XVIII: el impresor Miguel Antonio Domech, en 1756-1757, imitando a los grandes libros de Iconografía, que recogían desde el Renacimiento lujosos libros de retratos de casas reinantes y hombres célebres por su virtud y sabiduría.


Retrato de Carlos III de Navarra

Retrato de Carlos III de Navarra
José Lamarca
Edición destruida de los Anales del Reino de Navarra. 1757

 

La galería de la Diputación del Reino
El deseo de poseer unas pinturas dignas de los monarcas reinantes data de 1749, en que la Diputación del Reino determinó el que se hiciesen los retratos de los reyes de medio cuerpo para la Sala Preciosa. Al año siguiente, se hizo el encargo al pintor Pedro de Rada para que realizase los retratos de Fernando VI de Castilla y II de Navarra y su mujer Bárbara de Braganza. 

Al poco tiempo, en 1760, bajo el reinado de Carlos III, la misma corporación determinó realizar un encargo más importante a la Corte de Madrid. En este caso, se requirió la realización de los retratos de Felipe V, Luis I y Carlos III, con sus respectivas esposas. Los deseos de las autoridades navarras se centraban en que los realizase el “pintor más diestro de la Corte”. En escaso tiempo transcurrido entre el primer encargo y el segundo, apenas diez años, se estaban operando en la ciudad de Pamplona y también en la Corte madrileña, en donde mejor arte se consumía, importantes cambios. El agente en Madrid comunicaba que había encontrado a “sujeto de toda satisfacción y vistas las medidas y expresión de llevo referida por uno de los pintores más afamados que llaman el Romano, después de largas conferencias y debates, no quiere por dichos seis retratos menos de ciento y cincuenta doblones, respondiendo que de su mano no salen mamarrachos. Por cuya razón no me he determinado a que los ponga en ejecución hasta que haciéndolo Vuestra Merced presente a la Ilustrísima Diputación, resuelva lo que debo hacer en este caso”. 

La identificación del afamado pintor, residente en Madrid, resulta un poco complicada. En principio, podríamos pensar en Antonio González Velázquez que estuvo en la Ciudad Eterna desde 1747, gracias a la primera pensión que le otorgó la Real Academia de San Fernando, hasta 1752 en que fue llamado por don José de Carvajal y Lancaster para trabajar en el Palacio Real de Madrid. Sin embargo, quizás sea más posible que los retratos los ejecutase un maestro italiano, de formación romana que por aquellos años gozaba de un gran predicamento en la Corte madrileña. Nos referimos a Domenico María Sani, natural de Cesena, pero educado en Roma donde completó su formación con Andrea Procaccini, destacando como hábil dibujante y por la ejecución de varios retratos para la ilustración de las Vite de pittori scultori e architetti de Nicola Pío. En España fue nombrado pintor del rey y profesor de dibujo del príncipe, futuro Fernando VI, ganando la confianza de Isabel de Farnesio, que le protegió, llegando a ser pintor de Cámara. En los retratos que se han conservado de su mano se aprecia la influencia de Procaccini y Ranc.
 

Retrato de Felipe VII de Navarra y V de Castilla

Retrato de Felipe VII de Navarra y V de Castilla
Posible obra de Domenico María Sani
Galería de retratos de la Diputación del Reino

Retrato de Isabel de Farnesio

Retrato de Isabel de Farnesio
Posible obra de Domenico María Sani
Galería de retratos de la Diputación del Reino

 

Ayuntamientos y otras instituciones
Hay que distinguir entre dos grandes grupos. Los realizados por un par de pintores activos en la Navarra del siglo XVIII, Pedro Antonio de Rada y Diego Díaz del Valle, y los que se importaron desde la Corte, de una calidad mucho mayor. Entre los primeros destacan en el Ayuntamiento de Estella tres retratos obra de Pedro Antonio de Rada, establecido en Pamplona. El de Bárbara de Braganza, en 1746, sigue el modelo de Jean Ranc de 1729 del Museo del Prado, el de Carlos III de 1759, con modelo de Giovanni Maria delle Piane, il Molinaretto, y el de Mª Amelia de Sajonia, también de 1759, siguiendo al pintor Giusepe Bonito.

A Diego Díaz del Valle se deben algunas galerías de retratos de mediana calidad, como la de los reyes de Navarra ejecutada para el ayuntamiento de Pamplona (1797), retratos regios aislados para el regimiento de Tudela, como el retrato de Carlos III firmado en 1797, y siete lienzos en la sacristía nueva de la catedral de Tudela (1783), en los que se representó a diversos benefactores, reyes, religiosos e intelectuales, que con sus acciones colaboraron a un sueño secular de la ciudad: la elevación rango de la colegiata al rango catedral con la creación del obispado de Tudela. Allí encontramos a Campomanes, la mejor pintura de la galería, firmada por Alejandro Carnicero, a cinco reyes, dos privativos de Navarra y tres de España: Alfonso el Batallador, liberador de la ciudad del yugo musulmán, Sancho el Fuerte, considerado como el mecenas de la fábrica material del templo y Felipe II, Felipe V y Carlos III, por sus gestiones para conseguir la dignidad catedralicia para aquella iglesia.

Retrato de Carlos IV

Retrato de Carlos IV
Diego Díaz del Valle. 1797
Casa consistorial de Pamplona

Retrato de Carlos VI de Navarra

Retrato de Carlos VI de Navarra 
Anónimo
Ayuntamiento de Pamplona

 

Entre las obras importadas, destaca también el conjunto del Ayuntamiento de Estella, entre los que figuran los de Felipe V e Isabel de Farnesio –este último atribuido a Miguel Jacinto Meléndez-, Carlos IV, obra de Antonio Martínez de Espinosa (1789) que sigue modelos de Francisco Folh de Cardona, pintor de Cámara de Carlos IV y Ginés Andrés de Aguirre, director de Pintura de San Fernando e incluso del primer Goya, y el de Mª Luisa de Parma del mismo Martínez de Espinosa, bastante próximo al retrato de la reina ejecutado por el mencionado Francisco Folch de Cardona.