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16 de febrero de 2011

Curso 

LA CATEDRAL DE PAMPLONA. UNA MIRADA DESDE EL SIGLO XXI

Heterogeneidad cronológica e identidad funcional en las catedrales españolas II

D. Germán Ramallo Asensio.
Universidad de Murcia

En esta segunda conferencia pretendemos ofrecer unos ejemplos que elegimos entre los siglos XV al XVIII; esto es, desde el último gótico a finales del barroco, y revisando un amplio muestrario de nuestras catedrales, para así poder comprobar que las reacciones a los cambios de mentalidad y cambios sociales, se han ido reflejando en ellas, adoptando para ello distintas soluciones, aunque destinadas a conseguir un mismo fin. 

Por elegir un momento cronológico de partida, lo hemos hecho en la segunda mitad del siglo XV y por concretar en un primer elemento, será éste, las capillas funerarias de planta centralizada, octogonal y cubiertas con bóveda estrellada. En un principio las promocionaron y usaron los obispos y dignidades, pero al llegar a mediados del siglo fueron las preferidas por la alta nobleza que conseguía así un lugar preferente en el templo mayor; esto sucedió en la catedral de Toledo, Burgos y Murcia, donde D. Álvaro de Luna, D. Pedro Fernández de Velasco y D. Pedro Fajardo, respectivamente, pujaron por hacer el más suntuoso y ostentoso monumento funerario, como igualmente lo había hecho con sus palacios urbanos.

De ahí pasaremos a las primeras décadas del siglo XVI y esta vez, afrontaremos un elemento que paso a hacerse necesario para adecuado desarrollo del culto. Fue este, la sacristía. No es que con anterioridad no las hubiera, pero es a partir de estos momentos cuando se hace presente en los templos y, sobre todo en las catedrales o iglesias de importantes monasterios. Las primeras muestras se dieron en las catedrales andaluzas y en la de Murcia, prefiriéndose la planta cuadrada cubierta con cúpula en Sevilla y Murcia, y lográndose el tipo más perfecto en su ubicación más adecuada, en Jaén. Igualmente se asiste a la planta longitudinal cubierta con bóveda de cañón que descansa en contrafuertes interiores entre los que poner el mobiliario. Este tipo va desde Sigüenza, en los años 30 del XVI, hasta Salamanca en los 70 del XVIII, pasando por Pamplona, Oviedo o Lugo, durante todo el siglo XVII. En el XVIII se agrandan y decoran como salones palaciegos y hasta, en casos, se duplican. Igual sucede con las Salas capitulares y otras estancias, pero no entraremos en ello.

Pero a lo que fueron más sensibles nuestros templos catedralicios, y ello es muy lógico fue a reforma que se produjo en la Iglesia Católica Romana, tras el Concilio de Trento. Este tema lo venimos investigando desde hace más de una década y por ello tratamos de resumir lo más posible en unos pocos temas concretos.

El culto a la Eucaristía se expresó en la concepción y diseño del presbiterio de las nuevas catedrales andaluzas: Granada, Málaga, Guadix. Igualmente en el protagonismo que el sagrario-expositor tomó en los nuevos retablos que ocuparon los presbiterios: Córdoba, Sigüenza, Pamplona, León. O los que se hicieron nuevos para agregar a antiguos retablos, como en Murcia. Igualmente y sobre todo en Andalucía (pasando a Nueva España) aparece la capilla del Sagrario como edificio anejo y comunicado con la catedral.

La Virgen María tuvo un protagonismo especial en la catedral, pues a ella se dedicaron siempre las iglesias mayores: Asunción, Nuestra Señora de Gracia… Igualmente su imagen se entronizaba en la mezquita tras la Reconquista de cualquier ciudad. Sin embargo, durante los siglos XVII y XVIII aumentó considerablemente la devoción y culto mariano, basándose especialmente en la Inmaculada Concepción, las advocaciones locales, derivadas de las órdenes religiosas y sobre todo, a las imágenes antiguas, aquellas que habían ayudado en la reimplantación del cristianismo en España que, muchas veces estaban envueltas en aureolas de leyendas milagrosas y consideradas como Akeiropoietes. 

El renovado culto a las reliquias lleva consigo la erección de capillas especiales en las que exponerse a los fieles. Igualmente el culto a los santos locales, patrones, primeros obispos de la Diócesis. Todo ello forzará la construcción de nuevos espacios, algunos de una envergadura desmesurada (capilla de Santa Tecla, Burgos), con muy rico programa iconográfico y gran riqueza decorativa.

Pero también la catedral como iglesia mayor de la Diócesis y frente a los alardes del poder civil intentó imponerse al exterior, “mostrarse” al pueblo fiel como el templo de Dios, la Domus Dei y para ello, levantó nuevas fachadas con rico y trascendente programa iconográfico o renovó y modernizó las antiguas, con afán de exponer en ese lienzo propagandístico la antigüedad y santidad que las caracterizaba. Fachadas, principales a los pies del templo, e igualmente, laterales que podían jugar un buen papel en el urbanismo del entorno, e incluso fachadas en las dependencias auxiliares, como respuesta del Cabildo a la exhibición de poder que los prelados hacían en sus palacios. Fachada y torres. Fue este el momento en que se terminaron las torres que habían quedado a medias en el medievo o el siglo XVI y que se levantaron otras, aun más altas e imponentes (Burgo de Osma, Guadix, Santo Domingo de la Calzada) que eran visibles desde todos los puntos de la localidad y hasta desde varios kilómetros del entorno.