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5 de octubre de 2011

Ciclo de conferencias

ARTE Y ARTISTAS EN CASCANTE (II)

Aspectos artíscos en torno a la Basílica del Romero

D. José Javier Azanza López.
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

En nuestra aproximación arquitectónica a la basílica del Romero de Cascante, trazaremos en primer lugar un recorrido histórico, para desarrollar a continuación su estudio artístico.

La basílica que hoy día podemos contemplar viene a sustituir a un primitivo templo medieval incendiado en mayo de 1684, hecho que da pie a una primera reflexión: con cierta frecuencia, la construcción de nuevos edificios en el barroco navarro se debe a la ruina de los anteriores como consecuencia de catástrofes naturales en forma de incendios, tormentas e inundaciones, incluso por los efectos de un terremoto como el de Lisboa de 1755. Antonio Martínez y, principalmente, Antonio de Olea –perteneciente a una familia de maestros de Alfaro cuya actividad constructiva se documenta en diversas localidades navarras, como Villafranca, Lerín o Milagro- fueron los responsables de la construcción del nuevo templo entre 1684 y 1693, y que pocos años más tarde recibiría un camarín adosado a la cabecera, en lo que constituía uno de los primeros ejemplos en Navarra de esta tipología arquitectónica típicamente española.

Pero, sin duda, la obra más significativa del siglo XVIII fue la construcción, entre 1757 y 1761, de una galería porticada que comunicó población y santuario, para suavizar lo penoso del ascenso y evitar la intemperancia de la nieve, agua y viento. Por su carácter excepcional, no pasó desapercibida a los viajeros que, desde el instante mismo de su levantamiento y a lo largo de todo el siglo XIX atravesaron la ribera navarra, caso del agustino Enrique Flórez, de los ingleses Richard Ford y George Edmund Street, o de Pedro de Madrazo, como recoge Esteban Orta.

El siglo XX resulta determinante en el devenir del Romero. En 1928 tiene lugar la Coronación Canónica de la Virgen. Ven la luz publicaciones sobre el santuario, que contribuyen a su mejor conocimiento y difusión. Se produce una revalorización del arte barroco, aspecto en el que resulta clave la aparición del primer tomo del Catálogo Monumental de Navarra, dedicado a la Merindad de Tudela; y una concienciación de las instituciones cascantinas y navarras para preservar el rico legado patrimonial de la localidad. En este nuevo panorama, la celebración en 1978 del Cincuentenario de la Coronación Canónica, vendrá acompañada de importantes obras de restauración del edificio y sus dependencias, así como de la recuperación del retablo de San Marcos; a ellas se unirán, ya en las décadas finales de siglo, la restauración de la galería de arquillos, llevada a cabo por la arquitecta Inmaculada Jiménez. 

Nuestro estudio artístico comienza con una reflexión sobre el emplazamiento de la basílica, en un punto elevado desde el que domina toda la comarca que se extiende a sus pies, y desde el que actúa a modo de faro espiritual y de devoción sobre las tierras que lo circundan; aunque venga heredada, se trata de una ubicación muy “barroca”, período que, como signfica Wittkower, “fue aficionado a los santuarios enclavados en alto que, como símbolos visibles, dominaban el paisaje y sugerían la inmensidad de la naturaleza controlada por los hombres al servicio de Dios”.

El interior presenta planta de tres naves y tres tramos, crucero alineado y cabecera de dos tramos, con un sistema de cubrición en el que destaca la cúpula sobre pechinas en el tramo central del crucero. Enriquece el espacio una profusa red de yeserías vegetales encerradas en recuadramientos geométricos, relacionadas formalmente con las labores ornamentales del círculo de Tudela y en especial con la decoración de la iglesia de las Dominicas. El camarín, cuya estructura original fue modificada a finales del siglo XIX, presenta planta central cubierta por una cúpula sobre pechinas, en la que el pintor Ignacio Díaz del Valle despliega una decoración con jarrones de estilo popular y simbología mariana. El exterior resulta característico de las construcciones barrocas navarras, auténticas “cajas fuertes” de ladrillo que protegen celosamente su tesoro interior, en las que hay que aprender a valorar la belleza de los geométrico en una sucesión de volúmenes escalonados que ofrecen gran potencia y estabilidad. Pese a todo, no rehúye por completo el ornato por medio de labores de carácter geométrico, cajeamiento de pilastras y multiplicación de elementos, encaminadas al dinamismo de las superficies de ladrillo evitando su monotonía, a la vez que determinan juegos de luces y sombras que dan lugar a contrastes lumínicos.

La galería de acceso a la basílica es una construcción longitudinal –un tren de ladrillo- con una extensión de 136 metros y 37 arcadas en su desarrollo, a las que se suman el arco de ingreso y otro abierto en la pared interior y que comunica con el paraje de Santorcaz, lo cual da un total de 39 arcos. Acerca de la arquería, recordemos que el tema de la construcción en un plano o rampa inclinada resulta objeto de estudio en el barroco –Juan Caramuel-. Y que su carácter excepcional queda de manifiesto al no encontrar ejemplos similares en el patrimonio histórico español. En todo caso, puede ponerse en relación con la galería de acceso a la iglesia della Beata Vergine di San Luca, construida entre 1674 y 1739 conforme al proyecto del arquitecto boloñés Carlo Francesco Dotti, que une el santuario con la ciudad de Bolonia. Aunque la italiana muestra mayor extensión y desarrollo, ambas participan de un espíritu común, son soluciones valientes en cuanto a configuración formal y acertadas como respuesta al problema planteado, y ofrecen similitudes como el arco frontal de arranque, la presencia de intervalos escalonados para salvar el desnivel de su trazado, o el empleo de materiales sencillos de uso habitual en la construcción de la zona en la que se levantan. En consecuencia, la pregunta –para la que todavía no hemos hallado respuesta- es obvia: ¿tenía noticia el desconocido autor de la arquería del Romero del ejemplo italiano? 


Basílica del Romero de Cascante. Interior

Basílica del Romero de Cascante. Interior 

El curso se celebró en el salón de actos de la Casa Museo Santa Vicenta de Cascante

El curso se celebró en el salón de actos de la Casa Museo Santa Vicenta de Cascante, con gran asistencia de público.