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25 de febrero de 2009

Ciclo de conferencias

CASAS SEÑORIALES Y PALACIOS DE NAVARRA

Palacios cabo de armería, una originalidad navarra

D. Juan José Martinena Ruiz
Archivo General de Navarra

En Navarra se conocía como palacios las casas de los caballeros, de las que hay noticia ya en los siglos XIII y XIV. A finales del siglo XVIII existían unos 300. Y dentro de ellos, ya en el siglo XVI se distinguían, aunque sin base jurídica, los llamados de cabo de armería, considerados cabeza de linaje y solares de la nobleza más antigua. Casi todos eran de origen medieval, a excepción de algunos que alcanzaron la calidad mediante donativos hechos a la Corona en momentos de penuria de la Real Hacienda, abuso que denunciaron las Cortes en 1695. Estaban exentos del pago de cuarteles y de cualquier otra contribución, así como de hueste, labores y alojamiento de tropas. Los palacianos tenían derecho a doble porción en los aprovechamientos comunales, incluso de los pastos y aguas de otros lugares con la vecindad forana. En el plano honorífico, gozaban de las preeminencias en la iglesia: asiento y sepultura en el lugar más distinguido y preceder en las ofrendas, procesiones y rogativas al resto de los vecinos. Muchos de ellos eran llamados a las Cortes de Navarra por el brazo de la nobleza. Hacia 1780 se contaban 192 palacios cabo de armería: 83 en la merindad de Pamplona, 31 en la de Estella, 58 en la de Sangüesa, 14 en la de Olite y 6 en la de Tudela. 

Actualmente quedan en pie la mayor parte de ellos, aunque en muy desigual estado de conservación. Se han conservado ejemplares góticos, renacentistas y barrocos; pero hay que señalar, al margen de los distintos estilos, la existencia de determinados prototipos, repetidos a lo largo del tiempo, que al final han venido a constituir la fisonomía clásica de los palacios. Y así, cabría citar cuatro tipos básicos. El más sencillo sería el de una sola torre, del que luego surgiría el mixto de palacio y torre. Vendría después el tipo de dos torres, por lo general con cubierta a cuatro aguas, una a cada lado de la fachada, que dio lugar al modelo más característico. El de cuatro torres, una en cada esquina de la planta cuadrangular con patio central, es más propio de los palacios señoriales fortificados. Por último, la casona señorial, con ventanas y balcones, que responde a un modelo más urbano, desprovisto ya de cualquier elemento defensivo.
 

Casa-torre conocida como "Dorrea", en Irurita

Casa-torre conocida como "Dorrea", en Irurita
 

En la comarca de Baztán-Bidasoa quedan en pie interesantes ejemplares de casa-torre o torre de linaje, de los siglos XIV y XV, que responden a modelos góticos. La torre de Lesaca con su coronamiento de matacanes, o las de Arráyoz y Donamaría, con su característico cadalso de madera, la Dorrea de Irurita, la de Gaztelu en Echalar o la casa-torre de Bergara en Arizcun eran construcciones fortificadas, pero con función residencial. En la merindad de Sangüesa las torres palacianas ofrecen un marcado carácter defensivo. La de Ayanz, con su almenado sobre matacanes, sería el ejemplo más caracterizado, junto con las de Echálaz, Liberri y Yárnoz. También la de Uriz, que responde a un tipo un poco más residencial. Una bella muestra de torre palaciana en la que se superponen elementos ornamentales góticos a una construcción defensiva anterior, la ofrece la torre de Olcoz. La de Celigueta muestra la originalidad de sus cuatro torrecillas en los ángulos, que rematan en forma troncocónica. 

Del tipo de torre unida a un ala residencial, o si se quiere, palacios con una sola torre, serían los de Equisoain, Ezcay, Larrángoz, Aranguren, Larraya y Elcano. 
Entre los palacios fortificados –alguno de ellos se podría considerar castillo-palacio- hay que citar los de Arazuri, Artieda, Guenduláin, Echarren de Guirguillano, Salinas de Oro y Eulate. Los de Javier y Marcilla, así como el ya destruido de Gollano, aunque tenían la calidad de palacios, eran en realidad castillos señoriales.
 

Palacio de Viguria

Palacio de Viguria
 

Posiblemente el tipo más característico y más repetido sea el de dos torres flanqueando la fachada principal. Entre los más antiguos, dentro todavía del gótico, estarían los de Olza y Mendillorri, de finales del XV; el de Barasoain, renacentista, de hacia 1540, el de Urra y el de Eriete, también del XVI, este último de ladrillo en su mayor parte; de la época del barroco, siglos XVII y XVIII, Azcona, Viguria, Muruzábal, Miranda de Arga, Subiza, Echeverría de Irurita, Reparacea en Oyeregui o Errazu.

Algo más sencillo, aunque no exento de prestancia señorial, es el tipo de casa palaciana, sin torres, más urbano que rural. La Torre Blanca de Urroz, gótica del XV, sería uno de los ejemplares más antiguos, así como los palacios de Solchaga y Olóriz. Del siglo XVI data el de Gorraiz, con sus garitones de ladrillo en las esquinas, y del XVII los de Alduncin, en Goizueta, Ascoa y Jarola en Elbetea, el de Riezu y los dos de Arbeiza. En la Ribera, el tipo palaciano es la casona amplia, de ladrillo, con grandes balcones y solana de arquillos bajo el amplio alero, como la del conde de Ablitas en dicha localidad o el palacio de Monteagudo, del marqués de San Adrián, del siglo XVIII. Oriz, del XVI, sería otro ejemplo notable, situado mucho más al norte.