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1 de abril de 2009

Ciclo de conferencias

CASAS SEÑORIALES Y PALACIOS DE NAVARRA

El palacio de la Diputación y su programa decorativo

D. Ignacio J. Urricelqui Pacho
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

El Palacio de la Diputación es, sin duda, la arquitectura civil más importante construida en Navarra en el siglo XIX y uno de los edificios emblemáticos de Pamplona, cuya tipología coincide con otras de la geografía nacional, con el Palacio de Congresos de Madrid como punto de referencia.

Después de siglos de itinerancia por diferentes sedes pamplonesas, las obras dieron comienzo en 1840, aprovechándose el antiguo solar del convento de Carmelitas Calzadas, exclaustrado en 1836 con motivo de la Desamortización de Mendizábal. Superadas las reticencias iniciales del ramo de guerra, que solicitaba el solar y los materiales para uso militar, la reina regente concedió licencia a la Diputación, que encargó al bilbaíno José de Nagusia los planos y la dirección de las obras. Los trabajos estuvieron condicionados por la estética clasicista del cercano Teatro Principal, con planos de Ugartemendía, cuya erección había sido dirigida por el propio Nagusia poco antes. Las obras se desarrollaron hasta 1851, pudiendo la corporación reunirse por primera vez en la nueva sede en diciembre de ese año. De la construcción, que en planta, se articula en torno a dos patios centrales de tamaño diferente, merece destacarse la solemnidad de su alzado, en especial en la fachada principal que se vierte al actual Paseo Sarasate, en la que se desarrolla un cuerpo central con una galería inferior, a modo de soportales, que sustenta un pórtico hexástilo de orden clásico culminado con un frontón triangular.

Transcurridos los años, se añadiría al Palacio, por su lado sur, el edificio del Archivo de Navarra, con planos de Florencio Ansoleaga, presentados en 1887. Ya en la década de 1930, y a raíz de la ordenación urbanística del segundo Ensanche y a la concesión a la Diputación de un solar anexo al Palacio, se procedió a su ampliación, que fue dirigida por los hermanos Javier y José Yárnoz y que se desarrolló a lo largo de la nueva Avenida Carlos III el Noble, siguiéndose una estética similar a la del palacio preexistente en cuanto a alzado y uso de un lenguaje clasicista.
 

Fachada principal del Palacio de Navarra

Fachada principal del Palacio de Navarra (1840-1851), 
y decoración escultórica de Fructuoso Orduna (1951)

Hnos. Yárnoz. Fachada de la Avda. Carlos III

Hnos. Yárnoz. Fachada de la Avda. Carlos III (1932-1935)
 

En cuanto a la decoración, y centrando la atención en los programas decorativos, destaca el del Salón del Trono, espacio que había quedado “en blanco” en 1851 y a cuyo ornato se procedió en 1860 con motivo del anuncio de la visita a Pamplona de Isabel II, como escala en un viaje por España previsto para los meses de septiembre y octubre de ese año. Si bien finalmente la visita no se produjo, las obras siguieron su curso. Ya en la década de 1850, Miguel Martín Azparren, artista navarro de biografía incierta, formado en Roma y París, había presentado un proyecto decorativo a la Diputación consistente en pinturas con episodios y retratos de reyes de la historia de Navarra. No obstante, la corporación solicitó a Maximiano Hijón la composición del nuevo proyecto que se inspiró en “el arte de la edad media en el mejor período de su renacimiento, por ser el más notable de la historia del país, habiendo presidido el pensamiento de composición el que aparezcan allí representados los recuerdos históricos más notables del antiguo Reino de Navarra”.

El conjunto final, debido en gran medida a artistas y artífices foráneos, vence por su esplendor cromático en el mobiliario, tapicería y policromías, destacando en todo las pinturas, organizadas en tres lugares: el techo, donde Azparren compuso una alegoría de Navarra acompañada de cuatro Virtudes (Justicia, Prudencia, Templanza y Fortaleza) dentro de un lenguaje de sabor nazareno; la galería de retratos de los reyes de Navarra desde García Jiménez (siglo VIII) hasta Carlos III el Noble (siglo XV); y las diez pinturas de temática histórica donde se narran el origen del Reino, con el alzamiento sobre el pavés del primer rey de Navarra; hechos de armas (batallas de Roncesvalles, Olast, y Navas de Tolosa), episodios dedicados a monarcas como Sancho el Mayor (pago del tributo del rey moro, y reparto del reino entre sus hijos); Carlos II (liberación de la prisión) y Carlos III (Privilegio de la Unión), así como dos lienzos más con la invención del cuerpo de San Fermín en Amiens, y una sesión de las Cortes de Navarra en la Sala Preciosa de la catedral de Pamplona. Tanto los retratos de los reyes como las escenas históricas fueron realizadas por artistas foráneos -Alejandro Ferrant, Joaquín Espalter, Francisco Aznar, Constancio López Corona y Francisco Mendoza- y ayudaron a poner a la capital navarra al día respecto a las tendencias nacionales e internacionales. 

Junto a este programa también destacan los llevados a cabo en el siglo XX. En concreto, la decoración del Salón de Sesiones entre 1935 y 1936, debida a Gustavo de Maeztu; y el ornato escultórico de las fachadas exteriores, con trabajos de Fructuoso Orduna: la de la Avenida Carlos III, entre 1932 y 1934, con un grupo escultórico en el tímpano con motivos alusivos a las ciencias, las artes y la industria de la provincia; y la del Paseo Sarasate, en 1951, con dos figuras masculinas que sostienen el escudo de Navarra en el frontón, y las esculturas en bronce, en hornacinas, de Sancho el Mayor y Sancho el Fuerte.


Maximiano Hijón. Proyecto decorativo del Salón de Trono

Maximiano Hijón. Proyecto decorativo del Salón de Trono (1861)