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19 de octubre

Ciclo de conferencias
LAETIFICAT COR HOMINIS. LA CULTURA DEL VINO EN NAVARRA

El arte de la platería al servicio de la cultura del vino

Begoña Arrúe Ugarte
Universidad de La Rioja

 

La cultura del vino ofrece a lo largo de la historia manifestaciones artísticas en todos los campos de la Historia del Arte. Uno de ellos es el relacionado con el oficio de los orfebres, tanto en el ámbito de encargos de carácter profano, como de significado religioso. La producción es muy diversa en tipos de formas y técnicas utilizadas, al igual que en la variedad de funciones de los objetos que sirvieron al desarrollo de la vitivinicultura. Desde el tercer milenio a. C. se constatan ejemplos de recipientes y utensilios relacionados con el consumo de vino, elaborados en bronce, plata y oro, materiales que, obviamente, nos remiten a su uso por parte de clases sociales acomodadas, o bien a un destino ceremonial y solemne, o meramente suntuoso. Algunos diseños han pervivido en el tiempo, al margen de elementos o motivos estilísticos que caracterizan cada época o civilización, pero otros surgieron con el avance de las técnicas vinícolas, desarrollándose en las edades moderna y contemporánea, especialmente a partir de los adelantos de la industrialización. Así, junto a piezas de un elevado nivel técnico y funcional, empleadas en la bodega o el laboratorio, podemos encontrar otras cuyas eminentes cualidades artísticas fueron el principal motivo de su creación, con el objetivo de ser exhibidas para su admiración.

La conferencia ha seguido un discurso cronológico, poniendo de relieve algunos de los tipos de objetos que han caracterizado el arte de la platería a través de la historia de la cultura del vino, tratando de mostrarlos en relación con las imágenes de su representación en la pintura y el grabado. Cabe destacar, por ejemplo, en las civilizaciones del Próximo Oriente la taza de oro del cementerio real de Ur (2.600 a.C.; London, British Museum), los vasos de plata egipcios (1070 y 712 a.C.; New York, Metropolitan Museum of Art –MET-) o el cuerno con prótomo de gacela y jarra sasánidas (ss. IV y VI-VII; Washington D. C., Arthur M. Sackler Gallery). De la Antigüedad Clásica se han conservado desde el siglo V a. C. hasta el s. III de nuestra era en museos nacionales o extranjeros una gran variedad de recipientes en cerámica relacionados con el vino, que también se labraron en plata, como jarros para verterlo (oinochoe), copas (kylix), cántaros y escifos con asas para beberlo, cazos de largo mango para extraerlo del psicter, el cual lleno de vino puro se introducía en la cratera de agua fría o hielo para enfriarlo, ciatos para trasladarlo mezclado con agua, o coladores de vino. Durante la edad Media las fuentes literarias o documentales son más abundantes en información, aunque no así el estudio y conservación de estos tipos de piezas, pese a la mayor frecuencia de su representación gráfica en escenas de banquetes o episodios evangélicos como las Bodas de Caná o la Danza de Salomé. Aunque se catalogan ejemplos singulares altomedievales, los objetos más significativos responden a la liturgia cristiana con cálices labrados en plata y oro, con ágatas, cabujones de piedras preciosas y perlas, camafeos o labores de filigrana, que, desde ejemplos como los del monasterio de Silos o San Isidoro de León (siglo XI), contribuyeron al ornato de las celebraciones. Al margen de los tesoros eclesiásticos, el progresivo aumento del coleccionismo privado dio lugar durante el Renacimiento y Manierismo a preciosistas objetos que se mostraban en los aparadores y mesas de nobles y príncipes, como las jarras y copas elaborabas en talleres de Nuremberg o Amberes, en las que se montaban en plata conchas de nautilo, huevos de avestruz o nueces de cocos, pintadas o talladas, y se fundían figuras escultóricas, con gran creatividad y riqueza técnica. Algunas de estas piezas terminarían donándose a iglesias o monasterios y serían reutilizadas con función litúrgica, como la conservada el monasterio de Santa María la Real de Fitero. Otra pieza significativa será la taza de pie alto y extenso cuenco, con escenas repujadas y figuras exentas, de la que se conservan dos exponentes en el Museo Lázaro Galdiano (Madrid). Así mismo, los bechern alemanes o los gobelet franceses, sin olvidar otros tipos de vasos, como los de quidús y de boda, utilizados en las bendiciones del vino (sheva berajot) en el ámbito de las ceremonias judías.

Diferentes tipos de piezas se desarrollarán a partir de avanzado el siglo XVII y el siglo XVIII, teniéndose en cuenta otros factores relacionados con el perfeccionamiento en la elaboración del vino, el mantenimiento de sus propiedades y temperatura, así como la adecuada cata y degustación. Se trata de aquellas referidas a la toma de muestras y la decantación, para las que los plateros confeccionaron y experimentaron nuevos tipos de embudos, pipetas y sifones decantadores, al igual que labraban decantadores, enfriadores, cisternas, soportes y todo tipo de guarniciones de jarras o botellas de cristal, o adornaban tapones y creaban etiquetas de plata para indicar el origen del vino que contenían. Aunque la extensión del vidrio por no alterar el color, el olor y el sabor del vino, conllevará la paulatina sustitución de la plata en el servicio de bebidas, el arte de la platería aportó un numeroso elenco de bernegales, tazas, vasos, copas y catavinos, cada uno con modelos y caracteres específicos según el lugar o taller de origen. Así mismo, hasta la generalización del corcho para el cierre hermético de la botella de vino, no aparecerá el mecanismo para su apertura o descorche. La platería contribuirá a la infinidad de modelos y patentes de sacacorchos producidos desde el siglo XVII, centrándose especialmente en los de bolsillo, tanto plegables, como en forma de T o de tipo multifunción, con funda para la espiral de acero, labrados en plata y empleando en ellos otros materiales como concha, nácar u oro. Al igual que se personalizaban con inscripciones y divisas los catavinos, los sacacorchos podrían servir para sellar el lacre de las botellas e identificar a sus propietarios, mediante el grabado de armas o anagramas, o cumplir con otros usos (silbato, lupa, caja, etc.). De estos objetos se mostraron ejemplos diversos creados en Gran Bretaña, Francia, Alemania u Holanda, de los cuales se conservan singulares ejemplos en la colección Vivanco del Museo de la Cultura del Vino (Briones, La Rioja).

 

Láminas:

Escifo, Tesoro de Boscoreale, finales s. I a.C.-comienzos s. I d. C., plata, 9,40 x 13 x 21,5 cm (París, Museo del Louvre) ©Marie-Lan Nguyen/Wikimedia Commons

1. Escifo, Tesoro de Boscoreale, finales s. I a.C.-comienzos s. I d. C., plata, 9,40 x 13 x 21,5 cm (París, Museo del Louvre) ©Marie-Lan Nguyen/Wikimedia Commons

Copa, Wenzel Jamnitzer, Nuremberg, 1549, plata sobredorada, 100 cm alto (Amsterdam, Rijksmuseum)

2. Copa, Wenzel Jamnitzer, Nuremberg, 1549, plata sobredorada, 100 cm alto (Amsterdam, Rijksmuseum)

Catavino, José, o Fermín, Gurrea, Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), s. XVIII ex- s. XIX in, plata, 1 x 19,5 cm (Briones, La Rioja, Museo de la Cultura del Vino)

3. Catavino, José, o Fermín, Gurrea, Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), s. XVIII ex- s. XIX in, plata, 1 x 19,5 cm (Briones, La Rioja, Museo de la Cultura del Vino)

Cisterna, Charles Frederich Kandler (Elkungton & Co.) Birmingham, h. 1880, galvanoplastia, 100,3 x 165,1 x 93 cm, 145,151 kg (Nueva York, Museo Metropolitano de Arte) © GFDL/Creative Commons

4. Cisterna, Charles Frederich Kandler (Elkungton & Co.) Birmingham, h. 1880, galvanoplastia, 100,3 x 165,1 x 93 cm, 145,151 kg (Nueva York, Museo Metropolitano de Arte) © GFDL/Creative Commons