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4 de marzo de 2009

Ciclo de conferencias

CASAS SEÑORIALES Y PALACIOS DE NAVARRA

Casa consistorial de Pamplona y su tesoro artístico

D. José Luis Molins Mugueta
Archivero Municipal de Pamplona

Mediado el siglo XVIII el viejo caserón consistorial de Pamplona, erigido en cumplimiento de lo dispuesto por Carlos III el Noble en el Privilegio de la Unión, mostraba señales serias de deterioro estructural. En un primer momento, en otoño de 1751, se pensó en adoptar soluciones de consolidación: en la práctica esta circunstancia ha permitido disponer de alguna traza conservada en el Archivo Municipal, con la primitiva distribución de estancias en el vetusto edificio y referencias espaciales sobre funciones. Pero a los dos años los regidores decidieron su urgente derribo y la construcción sobre el mismo solar de una nueva sede, que habría de conllevar además mejoras urbanísticas en los aledaños. En julio de 1753 ya se pudo disponer del oportuno proyecto, con planos y presupuesto desglosado por gremios –que incluía cantería, carpintería, y herrajes-, con un cálculo total de 16.420 ducados. Estas trazas, inclusive el diseño de fachada, eran idea del maestro de obras Juan Miguel de Goyeneta y de acuerdo con ellas se emprendieron las obras.

Para marzo de 1755 la situación de la fábrica permitía empezar la fachada principal. En ese momento las dudas o el deseo de patrocinar una portada de mayor belleza que la ya escriturada asaltó a los ediles. No tuvieron que esforzarse en exceso por encontrar un diseño que cumpliese esas aspiraciones, porque lo tenían a mano. Y es que en agosto de 1753, en los días previos a formalizar el contrato con Goyeneta, llegó casualmente a Pamplona don José de Zay y Lorda o Zailorda, persona a la que se atribuía singular habilidad y rara idea para concebir edificios suntuosos: lo que motivó entoces el encargo por parte de algunos regidores de idear un alzado “de garbo, luzimiento y esplendor, por si gustase la Ciudad valerse de él a su tiempo”, circunstancia que ahora sucede.
 

Doble proyecto de fachada para la Casa Consistorial de Pamplona

J. Zailorda. Doble proyecto de fachada para la Casa Consistorial de Pamplona, 1753
(Archivo Municipal de Pamplona)

 

Clérigo a la par que arquitecto, don José de Zay y Lorda era natural de Pamplona. Por esos años mediales del XVIII tuvo alguna participación en las obras de la iglesia de San Nicolás de Bari, de Bilbao, ciudad en la que residía. Hombre polifacético, que alcanzó algún renombre como músico, químico o astrónomo, entre 1740 y 1744 Zailorda fue director facultativo de las obras de mejora de la ría de Bilbao, asumiendo concretamente la supervisión técnica de los pilotajes de los muelles de la barra. En 1743 concibió, junto con Ignacio Vicente de Mendieta y Cebericha, los planos de la iglesia de Andra Mari o Santa María, de Munguía, en la actualidad tan sólo conservada en planta. Ratifica la fama que disfrutaba entre sus paisanos el hecho de que años después, en 1767, se le requieriese para arbitrar la que, en su opinión, fuese la mejor traza de entre las tres presentadas para el retablo de la Capilla de la Virgen del Camino, en la parroquial pamplonesa de San Saturnino.

El diseño de fachada para la Casa Consistorial de Pamplona aportado por Zailorda -que se conserva en el Archivo de la Ciudad- es doble, pues las soluciones planteadas a uno y otro lado del eje de simetría difieren claramente. Los expertos consultados entonces consideraron más logrado el proyecto que denominaron “de columnas”, al estimarlo “de más gala y magnificencia que el que se tenía escriturado con Juan Miguel de Goyeneta”. En consideración a este dictamen pericial el 15 de marzo de 1755 se acordó formalmente la elección de este perfil y la consiguiente firma de escritura.
 

Traza con el proyecto del remate de la fachada

J. L. Catalán. Traza con el proyecto del remate de la fachada
(Archivo Municipal de Pamplona)

 

Durante el tiempo transcurrido hasta que se inauguró el edificio en enero de 1760, se introdujeron diversas variantes en el diseño, algunas sustantivas. Se respetó el concepto de Zailorda referente a la superposición en pisos de los tres órdenes arquitectónicos. Pero el remate fue sustituído en abril de 1756 por otro, según idea del maestro de obras Juan Lorenzo Catalán. También cambió la posición de las estatuas: las representaciones de Hércules, labradas por el escultor José Jiménez, se encaramaron al ático; y su lugar, a los lados del acceso principal, fue ocupado por alegorías de la Prudencia y la Justicia, respectivamente. Pedro de Ribas realizó los herrajes de los seis balcones del frontis según modelos franceses, en una práctica por lo demás frecuente entre los herreros hispanos del momento; hecho que avala el prestigio alcanzado entonces por la rejería gala, no sólo en España sino en otros muchos paises europeos. La Ciudad conserva el grabado fuente de inspiración, cuyo pie impreso “Auec Priuillege du Roy” indica el nombre de su autor:“faits par G. Vallé”.

Requerido por la perentoria necesidad de espacio, en 1952 se llevó a cabo el derribo de esta Casa Consistorial, para permitir la posterior construcción del actual edificio, según proyecto de los arquitectos Yárnoz Orcoyen. Y aunque la demolición supuso, entre otras, la pérdida de la magnífica escalera de caja rectangular y doble tiro, modelo denominado imperial, que había concebido el maestro de obras José Marzal en 1756, a la sazón vecino de Tudela, y cuya traza hoy se conserva, afortunadamente se tuvo el buen criterio de mantener la fachada ideada por Zailorda y Catalán. Una fachada que por su articulación de espacios y armonía de proporciones para alguien ha evocado la forma de un bargueño; y que en expresión del escritor Ángel María Pascual presenta como su mayor encanto resabios “de casa gremial, de mueble barroco, de tallado reloj de pared”. Tras su paramento, principalmente en la zona representativa que acoge los salones del Pleno y Recepciones con la aneja Capilla, despachos de Alcaldía e incluso pasillos, se cobijan más que se esconden cuadros, esculturas y objetos de orfebrería que a sus valores artísticos añaden el de ser estrañables testimonios documentales de un precipitado histórico colectivo conocido como Pamplona.
 

Alzado fotogramétrico de la fachada actual. 1990, TRACASA (Archivo Municipal de Pamplona)