La Semana Internacional de la Ciencia y la Paz, nos recuerda cada año que la ciencia no solo busca conocer el mundo, sino también mejorarlo. La relación entre ciencia, paz y desarrollo se construye a partir de la cooperación, el acceso al conocimiento y la educación. La UNESCO trabaja para promover la ciencia como un bien común, al servicio de todas las personas. Esto implica que los avances científicos deben compartirse de manera abierta, equitativa y responsable, para que contribuyan al bienestar colectivo y no solo a intereses particulares.
Sin embargo, para muchos jóvenes la ciencia sigue siendo un muro difícil de superar. Las desigualdades sociales y económicas, los orígenes culturales, los desplazamientos migratorios o las brechas digitales crean obstáculos reales en el camino hacia una educación científica inclusiva. Por eso, una parte esencial de nuestra tarea educativa es mostrar que la ciencia está en todo lo que nos rodea, y que comprenderla nos ayuda a entender el mundo y a formar parte de él de manera más consciente.
La ciencia tiene además un papel fundamental en la toma de decisiones públicas. Las políticas sostenibles, por ejemplo, se basan en evidencias y requieren un diálogo constante entre ciencia, política y sociedad. Promover este diálogo es una forma de fortalecer la paz. La educación científica es, en última instancia, una herramienta para empoderar a las nuevas generaciones. Aprender a observar, preguntar y buscar respuestas fomenta el pensamiento crítico y la responsabilidad hacia el entorno y hacia los demás.
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Marie-Anne Reynell
Investigadora de la Unidad de Sociedad y Cultura Ambiental del Instituto BIOMA y directora de desarrollo del Museo de Ciencias Universidad de Navarra.
13.11.2025