Introducción
La COP30 que se celebrará en Belém en noviembre de 2025 llega en un momento crítico para las ciudades. El cambio climático ya no es un escenario lejano, sino una realidad que afecta la salud, la movilidad y la calidad ambiental urbana. España no es una excepción: olas de calor más intensas, contaminación persistente y demanda creciente de espacios verdes están redefiniendo las prioridades públicas. Comprender qué representa la COP30 y cómo puede impulsar políticas urbanas saludables es clave para avanzar hacia ciudades resilientes y sostenibles.
La COP30 y su relevancia global
La conferencia reunirá a las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático entre el 10 y el 21 de noviembre de 2025. Coincide con el décimo aniversario del Acuerdo de París y veinte años desde el Protocolo de Kioto, lo que subraya la necesidad de pasar de declaraciones de intención a resultados concretos que impacten en la vida de las personas (European Commission, 2025). La presidencia brasileña ha definido como prioridades fortalecer el multilateralismo, acelerar la implementación del Acuerdo de París y vincular la acción climática con la vida cotidiana de las comunidades (OECD, 2025).
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente organiza la COP30 en seis ejes: transición energética, gestión de ecosistemas, sistemas alimentarios, resiliencia urbana e hídrica, desarrollo humano y social, y catalizadores como financiación, tecnología y capacitación (UNEP, 2025). Este marco abre espacio para abordar temas urbanos como calidad del aire, infraestructura verde, movilidad sostenible y participación ciudadana (COP30 Brazil, 2025).
La visión europea y española
La Unión Europea ha actualizado su Contribución Determinada a Nivel Nacional, proponiendo una reducción de emisiones netas entre el 66,25 % y el 72,5 % para 2035 respecto a 1990 (Council of the European Union, 2025). Este compromiso no solo exige mitigación, sino también adaptación, transición energética justa y atención a los colectivos más vulnerables. En España, estos objetivos se traducen en legislación nacional y planificación urbana, situando a las ciudades como actores esenciales para cumplir con los compromisos climáticos.
Impactos urbanos del cambio climático
El cambio climático afecta a las ciudades no solo a través de fenómenos extremos, sino también en la vida cotidiana. El aire contaminado, la pérdida de vegetación, el calor urbano y el ruido impactan especialmente a las personas más vulnerables. En España, factores como tráfico denso, parque automovilístico envejecido y olas de calor frecuentes generan entornos urbanos menos saludables. Al mismo tiempo, el interés en soluciones basadas en la naturaleza ofrece oportunidades para regenerar espacios urbanos, incrementar biodiversidad y generar beneficios sociales tangibles.
Ciencia e innovación para ciudades saludables
La investigación aplicada es clave para orientar la acción urbana. Desde la Universidad de Navarra y el Instituto BIOMA, el proyecto OPTIGREEN combina sensores móviles, modelización y datos satelitales para evaluar cómo la vegetación urbana puede mejorar la calidad del aire y el confort térmico. Este enfoque permite identificar zonas críticas, como calles con acumulación de contaminantes o barrios expuestos a altas temperaturas, y diseñar intervenciones con un impacto directo en la salud urbana. Además, se alinea con iniciativas europeas como el Green Deal y estrategias globales centradas en salud y clima.
Oportunidades y limitaciones
Las decisiones adoptadas en Belém pueden definir marcos de financiación internacional, fortalecer la adaptación urbana y orientar inversiones hacia monitoreo ambiental, movilidad sostenible e infraestructura verde. Esto permite reducir desigualdades territoriales, mejorar la calidad del aire y promover entornos más habitables. La digitalización y las redes de sensores facilitan traducir evidencia científica en políticas públicas efectivas.
Sin embargo, las negociaciones globales presentan limitaciones. La atención suele centrarse en energía, industria o agricultura, dejando a los retos urbanos con menor visibilidad, pese a que las ciudades concentran la mayor parte de la población y emisiones. El monitoreo ambiental se convierte entonces en un instrumento de justicia climática: permite identificar las zonas más afectadas y fomentar la corresponsabilidad ciudadana.
Conclusión
La COP30 representa una oportunidad histórica para conectar la acción climática global con transformaciones urbanas tangibles. Mediante investigación científica, innovación tecnológica y planificación inclusiva, ciudades como Pamplona pueden convertirse en referentes de resiliencia, salud y sostenibilidad en un contexto climático cada vez más desafiante.
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César Quishpe
Investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente BIOMA de la Universidad de Navarra.
Artículo publicado en The Conversation España.