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Gracias, Jane

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Jane Goodall, nacida en Londres en 1934, fue una de las científicas, naturalistas y defensoras del medio ambiente más influyentes del mundo. Desde muy joven soñó con viajar a África para observar animales en libertad, un sueño que hizo realidad en 1960 cuando comenzó sus emblemáticos estudios con chimpancés en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania. Su paciencia, sensibilidad y mirada innovadora le permitieron descubrir comportamientos antes insospechados: los chimpancés utilizan objetos a modo de herramientas, expresan emociones complejas y mantienen relaciones sociales profundamente estructuradas. Aquellos hallazgos revolucionaron la primatología y transformaron nuestra comprensión de la frontera entre los seres humanos y el resto del mundo animal.

Pero Jane Goodall trascendió el ámbito científico. Su compromiso se convirtió en una misión global de conservación y educación ambiental. En 1963, National Geographic publicó el reportaje “My Life Among the Wild Chimpanzees”, que llevó su historia y la de sus chimpancés a los hogares de millones de personas en todo el mundo, inspirando un vínculo nuevo entre las personas y la naturaleza. En 1977 fundó el Jane Goodall Institute, una organización dedicada a la investigación, la protección de los ecosistemas y el empoderamiento de comunidades locales. Más tarde, en 1991, creó Roots & Shoots, un programa educativo internacional que alienta a jóvenes de todo el mundo a actuar con empatía y responsabilidad hacia los animales, las personas y el planeta.

A lo largo de su vida, recibió numerosos reconocimientos por su labor incansable: el Kyoto Prize (1990), el título de Dama Comandante de la Orden del Imperio Británico (2004), la Medalla Presidencial de la Libertad en Estados Unidos (2025) y su nombramiento como Mensajera de la Paz de las Naciones Unidas por Kofi Annan en 2002. Cada uno de estos homenajes reflejó no solo sus contribuciones científicas, sino su capacidad para inspirar a generaciones enteras a cuidar del mundo que compartimos.

Jane Goodall falleció este mes de octubre de 2025, a los 91 años, dejando tras de sí una huella profunda y luminosa. Su legado perdura en la ciencia, la conservación y en los bosques que ayudó a proteger, en las comunidades que promovió hacia la sostenibilidad y, sobre todo, en las mentes y corazones de quienes aprendieron de ella a mirar a los animales —y al planeta— con respeto, humildad y esperanza.

Gracias, Jane, por habernos enseñado que la ciencia puede ser también un acto de amor. Gracias por mostrarnos que la empatía hacia los animales es inseparable del respeto hacia la vida en todas sus formas. Gracias por recordarnos, con tu ejemplo incansable, que cada pequeña acción cuenta y que aún es posible construir un mundo más justo, compasivo y sostenible.

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Enrique Baquero
Investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente y profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra.

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