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El filtro de las colillas retiene miles de sustancias tóxicas: nicotina, metales pesados (mercurio, plomo, cadmio, arsénico), ácido cianhídrico (utilizado en las cámaras de gas durante el Holocausto),  hidrocarburos aromáticos policíclicos, incluso Polonio-210 (radioactivo). Si son arrojados al suelo son arrastrados hacia las alcantarillas y terminan en ríos y océanos. Incluso si llegan a los vertederos resultan tóxicos para el medioambiente. Las colillas son actualmente el principal residuo a nivel mundial, especialmente en los océanos.

Su composición incluye acetato de celulosa no biodegradable, pudiendo permanecer en el medio hasta 10 años liberando lentamente los compuestos tóxicos que contiene y contribuyendo a la contaminación de los ecosistemas. La Organización Mundial de la Salud ha demostrado su poca eficacia para proteger la salud del fumador (más bien son una herramienta de marketing para crear en el fumador una falsa sensación de seguridad). Filtros más eficientes y biodegradables reducirían el impacto sobre el medioambiente mejorando la protección del fumador.

En la actualidad las colillas que se llegan a la basura se consideran “fracción resto” y van al vertedero, pero debido a su carácter tóxico no deberían tratarse así. Los productos de este tipo, residuos tóxicos, son responsabilidad del productor (Responsabilidad Ampliada del Productor), regulada por la Unión Europea, que actualmente solo se aplica a aparatos eléctricos y electrónicos, pilas y acumuladores, vehículos, envases, neumáticos y aceites minerales. La Directiva (UE) 2019/904, relativa a la reducción del impacto de determinados productos de plástico en el medioambiente, señala que “es preciso reducir el enorme impacto medioambiental causado por los residuos generados por el consumo de productos de tabaco con filtros que contienen plástico, que se desechan de manera incontrolada directamente en el medioambiente”.

Por otro lado es posible su reciclaje, convirtiendo el acetato de celulosa de los filtros en productos de grado industrial como pallets de plástico.

La información veraz basada en pruebas científicas y la educación de la sociedad en los problemas ambientales son herramientas clave para que los ciudadanos seamos conscientes de que es preciso modificar nuestro modelo de vida si queremos dejar un legado de esperanza en la Tierra a las generaciones venideras.

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Fuente:
Dr. Jesús Miguel Santamaría (Catedrático de Química),
actualizado por E. Baquero el 18 de febrero de 2022