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Easeful Death. Is There a Case for Assisted Dying?

Autor: Antonio Pardo
Publicado en: Mente y cerebro 2009 (35), p. 96. Reseña a Mary Warnock & Elisabeth MacDonald. Easeful Death. Is There a Case for Assisted Dying? Oxford: Oxford University Press, 2008; 155.
Fecha de publicación: 2009 

La introducción afirma que se trata de un estudio ético de la eutanasia y la ayuda al suicidio. ¿Es algo moralmente justificable? Y, si lo es, ¿debe permitirse legalmente? (p. VIII). Sin embargo, el contenido deja de lado la corrección o incorrección de la acción (que es la materia de la ética).

Comienza sentando como base la autonomía del paciente, en su sentido más elemental: yo decido sobre mi vida. Con esta premisa, una descripción dramática de una vida no autónoma concluye la pérdida de la dignidad de una vida dependiente. En esos casos, lo compasivo hacia el paciente sería facilitarle el suicidio o la eutanasia, e introducir dicha compasión en las leyes.

Se examinan después algunos casos concretos: pacientes que no pueden suicidarse sin ayuda (cap. 2), psiquiátricos (cap. 3), neonatos (cap.4) y adultos incapaces (cap. 5). En todos se postula que, con salvaguardas legales para la autonomía, debería admitirse al menos la ayuda al suicidio.

Luego se revisan los argumentos contrarios: la sacralidad de la vida humana (cap. 6), la pendiente deslizante (cap. 7) y las razones de la ética médica (cap. 8). Todos son desechados: la sacralidad de la vida humana porque cada persona tiene su propio concepto de lo sacro, la pendiente deslizante porque no hay que exagerar (aunque reconoce que es el argumento más fuerte), y los argumentos de ética médica afirmando sencillamente que las ideas cambian, y los actuales argumentos éticos de la Medicina son los heredados, y no tienen por qué perpetuarse.

Termina analizando la reacción médica a los distintos procedimientos que se pueden ejecutar (cap. 9), y planteando una halagüeña perspectiva en que no estamos condenados a vivir (cap. 10). Es más, afirma que la ayuda al suicidio, con los debidos controles legales, parece una buena solución para no llegar a la eutanasia (aunque, tras el alegato anterior, no se ve qué puede tener de malo).

La obra argumenta retóricamente: plantea casos extremos induciendo a pensar que provocar la muerte es lo mejor. Cae algunas veces en la descalificación sumaria del oponente. Y parece desconocer las estadísticas serias de la eutanasia en Holanda: cita cifras entre diez y quince veces menores (tomadas de los benévolos informes oficiales holandeses) para quitar importancia a la cuestión.