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Esta semana contamos con la colaboración de Iván Sánchez Marañón, estudiante de 4º del Grado en Filosofía, Política y Economía (PPE). En su artículo reflexiona acerca de la polarización, de los distintos actores que intervienen en ella y de la forma de emprender el camino para revertirla.


La polarización —esto es, la división de la sociedad en dos grupos cada vez más opuestos entre sí en lo que respecta a distintas cuestiones políticas, sociales y económicas—  es un fenómeno muy complejo en el que intervienen diversos actores, como los políticos, la propia ciudadanía, las redes sociales y los medios tradicionales. De todos ellos, los dos mayores responsables de la polarización son los medios de comunicación y las plataformas digitales. Al mismo tiempo, ambos pueden adquirir un rol importante para solucionar la cuestión.

En primer lugar, las redes sociales han contribuido a la polarización: por un lado, han conllevado un aumento de la oferta informativa, fragmentando así la audiencia y reduciendo el papel moderador de los medios tradicionales (en casos extremos, dando lugar a las conocidas cámaras de eco); por otro lado, sus algoritmos están diseñados de tal manera que favorecen que el usuario dé preferencia a la dimensión afectiva sobre la racional. De forma similar, los medios de comunicación también poseen parte de la culpa en el asunto, ya que, priorizando muchas veces el rédito económico, han terminado por descuidar el rigor y la verdad, haciendo un tratamiento de la política como si esta fuese un espectáculo. Como consecuencia, los medios tradicionales han acabado perdiendo, además, su autoridad y su capacidad de orientación para los ciudadanos.

Por todo lo anterior, hace falta que ambos actores se impliquen para poder revertir la polarización en la que nos encontramos. Corresponde a las plataformas digitales rediseñar sus algoritmos de forma que mitiguen su tendencia polarizante y emocional: evitando que se propaguen noticias falsas, exponiendo al usuario a opiniones plurales y estableciendo las bases para que los usuarios puedan hacer un uso cívico y responsable de las plataformas. Por otra parte, es necesario que los medios sepan imponerse a los dictámenes del beneficio económico y asuman su responsabilidad social, recuperando la calidad y el rigor, así como proporcionando el espacio para el debate público sobre nuestros problemas comunes.

Todas estas medidas son necesarias para poder emprender el camino hacia la despolarización. Ahora bien, es complicado que esto se cumpla porque, para ello, hay que alejarse —hasta cierto punto— de la búsqueda del poder y del dinero. Y esto es enormemente difícil porque es precisamente este afán de dinero y poder por parte de los medios de comunicación y las plataformas digitales lo que nos ha llevado hasta aquí. Por si fuera poco, que estas medidas se llevasen a cabo no garantizaría el fin de la polarización. Esto ocurre porque, como hemos mencionado al inicio, son varios los actores que están detrás de la cuestión. Por mucho que redes sociales y medios tradicionales trabajen para acabar con el problema, este esfuerzo sería en vano si políticos y ciudadanos no ponen de su parte.

No podemos, por consiguiente, menospreciar el peso que la ciudadanía tiene en acabar con la polarización. Primero, porque no hemos de olvidar que tanto las plataformas digitales como los medios tradicionales dependen de nosotros económicamente: al igual que los políticos dependen de nuestro voto para ser elegidos, estos dependen de que consumamos su contenido para ser rentables. Esto significa que está en nuestra mano castigar a aquellos que hacen uso del clickbait, la demagogia y la desinformación, así como premiar a aquellos que apuestan por el rigor, la verdad y la profesionalidad. Y, segundo, si hemos llegado a donde estamos se debe también a que hemos descuidado el bien público como ciudadanos y hemos permitido que los intereses particulares de los partidos se impongan sobre lo común. Por eso, para revertir la polarización es necesario recuperar la preocupación por lo público y estar dispuesto a sentarse a dialogar con el que piensa distinto a uno. De otra forma, la polarización se mantendrá en los preocupantes niveles actuales.

En conclusión, los medios de comunicación y las plataformas digitales pueden desarrollar un papel clave para comenzar la despolarización, si bien es imprescindible que políticos y ciudadanos se comprometan también con este proceso. Será, por tanto, un camino difícil, pero que merecerá la pena recorrer.

BIBLIOGRAFÍA

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