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Periodismo científico y biotecnología

Gonzalo Herranz, Departamento de Bioética, Universidad de Navarra.
Conferencia pronunciada en Pamplona, 3 de mayo de 1995, 12,15 h.
En II Jornadas sobre La Sociedad de la Información. Periodismo científico y nuevas tecnologías de la información.

Índice

Introducción

I. Biotecnología. En qué consiste, qué cosas es capaz de hacer, cómo va a modificar nuestra vida y nuestro pensamiento

¿Como funciona la Biotecnología?

¿Qué cosas hace la Biotecnología?

Beneficios y riesgos

La Biotecnología va en serio

II. Ética y Biotecnología

III. Biotecnología y tecnologías nuevas de la información

Introducción 

¿Qué puede decirle un médico, interesado sobre todo en Ética, a unos futuros periodistas acerca de las relaciones que se dan entre dos campos privilegiados de la modernas tecnologías: la tecnología de los seres vivos, algunos dicen tecnología de la vida, y la tecnología de la información?

Hay muchas cosas que decir. En el fondo, espero demostrarlo, en su núcleo, la Biotecnología es una aplicación más de la teoría y la práctica de la información.

Empezaré por dar una visión general de la Biotecnología:

En qué consiste, qué cosas es capaz de hacer, cómo va a modificar nuestra vida y nuestro pensamiento.

De ello se deduce la obligación del periodista científivo (ya está aquí la ética) de saber Biotecnología y reflexionar sobre ella, para darla a conocer al público y que todos, comprendiendo los problemas que nos plantea, puedan estar en condiciones de intervenir en su regulación y aplicaciones.

Finalmente, describiré las relaciones entre Biotecnología y tecnologías nuevas de la Información: de sus influencias mutuas.

I. Biotecnología. En qué consiste, qué cosas es capaz de hacer, cómo va a modificar nuestra vida y nuestro pensamiento 

La Biotecnología (BT) es el brazo práctico, aplicado, de la Biología molecular (BM), la disciplina “estrella” de las ciencias biomédicas de hoy. Ocupan, cada una en su esfera, un lugar de liderazgo en investigación, desarrollo y capacidad de mejorar la calidad de vida.

El efecto conjunto de una y otra será colosal. Alguien ha dicho que está teniendo lugar, silenciosamente, sin casi darnos cuenta, pero delante de nuestras narices, una revolución más rica de consecuencias para la ciencia, y de un impacto más intenso sobre la salud y el modo de vivir de los hombres que el que tuvieron para la política la Revolución Francesa o la de Octubre. Sin atacar la Bastilla o el Palacio de Invierno, sin tocar el orden político, la Biotecnología está cambiando ya la vida de mucha gente: los alimentos que comemos, los medicamentos y vacunas que preservan la salud o nos salvan de la enfermedad. Todo eso será cambiado por la biotecnología de un modo radical. Lo que no han conseguido en bienestar social o en progreso económico las revoluciones de la historia, -dicen algunos- lo va a conseguir la revolución de la Biología.

Y la cosa no depende sólo de lo que la Biología molecular pueda hacer: depende también de como a la sociedad se le comuniquen los logros que la Biotecnología ha alcanzado ya o puede alcanzar en el futuro, de informar a todos de los costos y los beneficios calculables que tienen sus innovaciones. Es necesario espantar los fantasmas del miedo ante las nuevas aplicaciones. Pero es necesario no exagerar la verdad ni inspirar esperanzas vanas. hay ahí una grave responsabilidad de los informadores.

¿Como funciona la Biotecnología? 

Desde hace unos años, pocos más de 20, se tiene en Biología una idea particular, nueva, de los seres vivos. En la mentalidad reduccionista, parcial e incompleta, pero terriblemente práctica, propia del método científico se los considera como máquinas muy complejas, constituidas por piezas y mecanismos, capaces de autoensamblarse, automantenerse y autorreproducirse en determinadas condiciones.

Es una idea que facilita que se los pueda analizar por los procedimientos propios de la Bioquímica y la Biofísica: separar núcleos, componentes citoplasmáticos, medirlos, observarlos, descomponerlos. Y los mismo con las macromoléculas. Todos ésos elementos se pueden estudiar: se puede jugar con ellos, someterlos a condiciones y relaciones diferentes, para ver como se comportan. A lo largo de todos esos años, mediante técnicas meramente analíticas, después de hacer, con mentalidad desmontadora, miles y miles de tesis doctorales y de trabajos de laboratorio, se ha llegado a conocer con infinito detalle la constitución de las células, el inventario de sus moléculas. Pero, si la cosa se hubiera quedado ahí, no serviría de mucho: esa era una acumulación de datos “muertos” o poco vivaces, parámetros cuantitativos, que se resumen en tablas y ahí se quedan.

En tiempos más recientes se ha impuesto otra visión, más dinámica y activa. La nueva mentalidad ha completado la idea mecanicista de los organismos como máquinas, esto es, como complejos conjuntos de piezas que se dibujan en un plano, con la idea de que esas piezas no sólo están mecánicamente ensambladas, sino que se intercomunican, se hablan un lenguaje interactivo, son, constituyen sistemas de información: las moléculas no sólo son, pesan y tienen forma en el espacio: también “se hablan entre sí”.

Hoy a los organismos vivos, se los ve desde el plano biológico como máquinas procesadoras de información. En cierto modo y a un cierto nivel, es correcto decir de cada uno de nosotros que hemos comenzado siendo un paquete de información, formado por la que transportan en su núcleo y citoplasma, el espermio y el oocito con que nuestros padres nos engendraron un día y Dios nos creó a su imagen y semejanza. Nuestro organismo empezó a construirse por medio de un programa propio, de automontaje, del que empezamos a conocer ahora el lenguaje. Necesitó, para ese desarrollo autónomo, la acogida infinitamente valiosa e inapreciable del útero de nuestra madre, con la que hemos mantenido desde el primer momento, y antes de que hablaran nuestros afectos, un diálogo molecular.

Y después de nacer, lo mantenemos una conversación molecular con el mundo, de acuerdo con unas instrucciones genéticas que están redactadas en un lenguaje complejísimo de moléculas que actúan como mensajeros químicos para modular nuestras reacciones en una infinidad de niveles. La absorción de oxígeno por los pulmones y de los alimentos en el intestino, el adormecernos a la hora de la siesta o el ponernos ansiosos ante una situación difícil, son cosas que tienen como base física un lenguaje de mediadores moleculares emitidos y recibidos por nuestras células.

Gracias a esta idea de que la vida tiene que ver con el lenguaje de las moléculas, con la información, se explica que los biólogos se hayan propuesto no sólo desentrañarlo de modo sistemático, sino obligar a las células y a los organismos a modificarlo. Cuando se aprende un poco de ese lenguaje, del idioma que se habla dentro de una bacteria o de una célula, se puede no sólo escuchar lo que se dicen, sino intervenir en él, utilizar su lengua y mooificar sus palabras para hacerles hablar el idioma que a nosotros nos interesa. Ahí es donde nace la BM y la BT.

Para simplificar, lo mismo que un magnetófono puede reproducir una conversación auténtica o una conversación trucada, nosotros somos hoy capaces de hacer que una célula de la epidermis sea capaz de sinterizar una sustancia que se tenía por exclusiva de las células del hígado, de conseguir que un ratón produzca hormonas de gato, que una bacteria se convierta en una generosa productora de insulina o de hormona de crecimiento, o que una célula leucémica llegue a ser una asombrosa fábrica de interferón.

Todo el secreto de este arte asombroso se basa en unas pocas ideas:

- que en el ADN de los genes está codificada la composición y estructura de las proteínas. De modo que se ha acuñado un adagio que dice: un gen, una proteína. Las proteínas son los factores estructurales que de que están construidas las células y los que determinan la diferencia que hay entre los diversos tipos celulares: la célula de la piel tienen queratina, la de músculo actina y miosina, y así todas las demás.

- que el mecanismo por el cual se producen esas proteínas es “ciego”, es decir, copia mecánicamente, en función de la secuencia de nucleótidos del DNA que se le presenta. No importa que el DNA esté intacto o haya sido modificado por una mutación; sea originario de la célula o de la especie, o proceda de un virus que ha conseguido integrar su genoma en el de la célula huésped, o haya sido puesto allí mediante ingeniosos procedimientos de laboratorio.

- de hecho, este último procedimiento está en la base de toda la Biotecnología llamada del DNA recombinante. El DNA extraño incluido en el genoma de una células se expresa como si fuera parte del genoma nativo, original. Lo mismo que un huevo de pata es empollado en el nido de una gallina clueca, y sale de él un patito y no un polluelo, la célula en cuyo genoma le ha colado un trozo de ADN extraño lo incuba como si fuera propio. Podemos crear levaduras que producen materiales exclusivos de los mamíferos, moléculas enormemente distantes evolutivamente de las propias y originales de ellas. Igual que un aficionado al motociclismo es capaz de dotar al motor de su máquina cturbocompresor de un auto de carreras o con el claxon de un camión de gran tonelaje, podemos obligar a una bacteria a producir una sustancia muy sofisticada que producen determinadas células humanas.

Lo grande de la Biotecnología es precisamente eso: los bioquímicos, los genetistas, los biofísicos, han conseguido construir, con las piezas sueltas del mecano biológico, conjuntos nuevos, células y organismos que nunca antes había existido. Y han empazado a salir cosas sorprendentes.

¿Qué cosas hace la Biotecnología? 

Los logros de la BT son ya formidables: vacunas “inteligentes”, bacterias amaestradas capaces de producir medica-mentos, hormonas, o mediadores metabólicos de alto valor biológico: eritropoyetina, factores de crecimiento hematopoyéticos para leucocitos y macrófados, activador del plasminógeno, factor VIII para que los hemofñilicos no tengan riesgo de contraer enfermedades, citoquinas, interferones, vacunas; plantas cultivadas resistentes a plagas, a heladas, o sequías, capaces de crecer en terrenos carentes de nitrógenos, o dotadas de mayor rendimiento nutritivo; animales a los que se han incorporado genes que les confieren capacidades especiales, como mayor crecimiento, o resistencia a enfermedades. Se habla ya de granjas de animales transgénicos, con vacas que producen leche enriquecida en sustancias biológicas que protegen contra determinadas enfermedades; o con cerditos cuyos corazones pueden ser transplantados a niños. Leí ayer que ya se han hecho los primeros trasplantes deesos corazones a monos.

Mediante la terapia génica se pueden curar graves enfermedades hereditarias, algunos cánceres y, quizás, en algunos años, el SIDA.

Pero no es sólo ella: la agricultura y la industria de los alimentos se está beneficiando ya de los logros de la BT. Se hacen ya cosas como las siguientes:

- introducir genes en vegetales cultivados que contienen sustancias de acción plaguicida: ya sea porque impiden la reproducción de los parásitos o porque los intoxican con agentes que no dañan a los animales ni al hombre.

- modificar bacterias para evitar que funciones como puntos de iniciación de cristales de hielo y así impedir la congelación de los tomates.

- producir plantas diseñadas para zonas áridas, o de tamaño más apropiado para el cultivo intensivo.

- ya me referí antes a granjas de animales transgénicos: vacas capaces de excretar en la leche anticuerpos o sustancias protectoras contra infecciones. No será fácil conseguir que algún animal pueda producir una leche idéntica a la de la mujer, pero se le pueden transferir genes para los componentes más significativos de la leche humana: los biberones serán llenados de una leche muy poco diferente de la materna. Se tendrán gallinas ponedoras de huevos con contenido muy bajo en colesterol, y animales para producir carne resistentes a factores infecciosos ambientales o capaces de metabolizar serrín. Se espera disponer pronto, con destino a países del tercer mundo, de animales transgénicos y de vegetales resistentes a plagas endémicas que merman de modo demasiado intenso la producción agropecuaria en ellos.

En sus pocos años de existencia, la BT se ha convertido en uno de los sectores más prometedores de la industria. Las grandes firmas farmacéuticas han apostado muy fuerte por ella. A finales de los setenta y primeros ochenta, la proliferación de pequeñas empresas biotecnológicas alcanzó un ritmo trepidante, lo mismo que su lanzamiento al éxito o su hundimiento en la ruina. La Bolsa de Tokio creó una sección especial de empresas de este tipo. La cantidad de dinero capaz de movilizar la industria BT puede ser igual a la del resto de la industria farmacéutica. Los requisitos de instrumental sofisticado, de materias primas de alta calidad, de ingenio científico y tecnológico, de buena fortuna para que las cosas salgan bien, son ingredientes del negocio biotecnológico: algunos científicos al vender su procedimientos, sus patentes, o las acciones de una pequeña industria se enriquecieron de la noche a la mañana. Otros se arruinaron y, truncada su breve carrera industrial, tuvieron que regresar humildemente a la Universidad. La historia de la Biotecnología es, junto con la de la microelectrónica, uno de los capítulos más apasionantes de la historia de la industria moderna.

Beneficios y riesgos 

Ofrece la BT, junto a esa potencialidad benéfica de intensidad y extensión difíciles de calcular, la posibilidad de riesgos y daños igualmente imprevisibles. Estamos todavía al pricipio de la aventura (¿de la era?) biotecnológica, e ignoramos a donde podemos llegar en la manipulación de bacterias y virus, de plantas y animales, o del mismo ser humano, de su biología y su conducta.

Edward Yoxen, autor de un libro titulado El Negocio de los Genes. ¿Quién deberá controlar la Biotecnología? dibuja un cuadro futurista de los beneficios y riesgos de la BT, en el que se hace balance de unos y otros, con posibilidades y realidades como las siguientes: bacterias artificiales que reducen la viscosidad del petróleo que se bombea de los pozos e incrementan con ello el rendimiento de los yacimientos, frente a bacterias que viven en los oleoductos y que pueden corroerlos u obstruirlos. Producción masiva de sustancias de valor terapéutico frente a producción masiva de toxinas nerviosas, de virus o venenos extraordinariamente activos. Liberación de gérmenes modificados para la mejora de la producción agrícola frente a otros que pueden causar al cabo de años una hecatombe ecológica. Síntesis de moléculas maravillosas, como, por ejemplo, vacunas polivalentes, que confieren inmunidad permanente contra varias enfermedades a la vez, o de toxinas de acción múltiple, venenos contra los que sería imposible luchar. De la salud a raudales a la guerra biotecnológica.

La lista de beneficios y riesgos puede alargarse hasta donde quiera el alarmismo catastrofista o la imaginación benéfica de los paraísos terrenales. La BT, como la ciencia, es ambigua: todo depende del corazón del hombre que la usa.

La Biotecnología va en serio 

Una cosa está clara: no sólo cambia nuestras condiciones de vida. La BT también cambiará nuestro modo de ver la naturaleza.

La idea de un mundo ordenado, lleno de diversidad, belleza y armonía, salido de las manos ingeniosas de Dios, propio de la ciencia natural del XVII y del XVIII, imponía al científico la obligación de catalogar, clasificar y revelar el funcionamiento de esa maravillosa cadena de vida. En el XIX se tuvo al mundo biológico como el escenario cambios evolutivos, dinámicos, basados de la lucha competitiva dentro y entre las especies para sobrevivir. Era una naturaleza con uñas y dientes, contemporánea del primer desarrollo industrial, de la lucha de clases entre capital y masa obrera, del americanismo en los negocios, del trinfo del mejor dotado y del menos escrupuloso.

Ahora, la BT está contribuyendo a crear una nueva imagen del mundo biológico. La naturaleza se presenta como un sistema de sistemas. Los organismos funcionan y se reproducen como sistemas gobernados por sus propios genes, estructuras complejas gestionadas por el programa contenido en su DNA genómico. La vida biológica se está interpretando como el procesado de una información específica. Se utilizan cada vez más en Biología conceptos tomados de la Informática, de la ciencia de sistemas, de la ingeniería de la programación y del control, que nos presenta en diagramas lógicos el control de la presión sanguínea, la dinámica de la síntesis de proteínas o la producción de mensajeros químicos que se envían entre sí las componentes de un sistema celular.

Pero la idea de los organismos como sistemas programados lleva inevitablemente a la tentación de reprogramar esos organismos para inducir en ellos alguna ventaja. Se descubre in vitro como puede variarse un módulo a fin de modificar una función. La intervención, ya sea modificando o introduciendo un módulo de función celular, puede multiplicar o anular una función ya poseída, o crear una función hasta entonces no poseída.

La idea que empuieza a extenderse y a aceptarse es que la intervención del hombre sobre la naturaleza no tiene límites previsibles. No sólo se van a aislar, multiplicar y poner a funcionar genes naturales en lugares innaturales (en tanques de reacción o en plantas y animales genéticamente modificados), sino que con el tiempo se diseñarán genes nuevos para obtener ventajas hasta entonces inexistentes en vegetales y animales.

Se están abriendo perspectivas de increíble capacidad manipulativa del hombre sobre la naturaleza y sobre sí mismo. Habría que ser muy insensato o muy insensible para no sentir preocupación por los riesgos emergentes. Hace falta estudiar a fondo la Biotecnología.

II. Ética y Biotecnología 

En muchos países avanzados y a nivel internacional, se han dictado normas éticas y legales que buscan optimizar las aplicaciones de la BT y reducir sus riesgos.

Es precisamente aquí, en el campo de la información del público, en la formación de la conciencia social acerca de los usos y aplicaciones de la BT, donde el periodismo, científico y divulgativo, ha de jugar en el futuro un papel decisivo.

Hay, al menos se dice, pero yo no la practico, una relación antagónica entre periodistas, científicos, médiucos y expertos en ética. Todos tenemos una obligación de informar al público acerca de los problemas que emergen de los avances científicos y de sus aplicaciones. El drama y los dilemas de los trasplantes, de las relaciones entre madres y fetos, de las aplicaciones de la BT atraen constantemente el interés humano y, sería muy de desear, la reflexión moral del público.

Tengo que decir que no siempre es una relación satisfactoria. Los programas de noticias en TV obligan a intervenciones breves, a ser sometido a demasiados cortes. Uno se encuentra diciendo algo que, fuera de contexto, le hace quedar como un radical intemperante o un tonto que dice perogrulladas. En los programas más largos es ya posible demostrar un C.I. un poco más alto, pero hay factores que no son los más propicios para reflexionar con serenidad y sensibilidad: los programadores necesitan imágenes, movimiento, caras, decir cosas muy importantes en dos o tres minutos, siempre cargadas de emociñón: No se pueden expliucar estadísticas: hay que reaccionar ante un sólo caso, muy dramático o muy triunfal.

Es muy difícil diseñar buenos programas que mantengan un interés general, una acción educativa, y sean a la vez entretenidos. Alguien, algún dñia, encontrará la solución y la Tv, las revistas generales, los periódicos podrán cumplir esa tarea de dar una educación sobre DNA.

La sociedad necesita ”salir del analfabetismo del DNA”. No puede desinteresarse de la BT. Necesita esa sabiduría específica, que no es erudición sino conocimiento razonable, para asumir la responsabilidad que le compete en un campo del que tan intensamente depende su futuro. Los periodistas tienen ahí una responsabilidad ética y social fundamental.

La información de los medios sobre la BT necesita tanto de la objetividad descriptiva como de la ponderación ética. Ha de huir de la exageración o falsificación de datos, del optimismo injustificado, del alarmismo catastrofista.

Hagamos un ejercicio práctico. Hace unas semanas, el Parlamento Europeo prohibió las patentes de componentes del cuerpo humano y ha puesto límites a las patentes de animales transgénicos. Algunos consideran esa decisión un error trágico, que pone a Europa en condiciones de inferioridad frente a USA y Japón.

La Europa de los ciudadanos ha hablado a través de sus representantes. ¿Qué sabían ellos de la decisión que tomaron? ¿Qué sabemos nosotros? Las presiones de la industria y los científicos, de un lado, han colisionado con la de los Verdes y otros ecologistas.

III. Biotecnología y tecnologías nuevas de la información 

¿Qué decir de las relaciones entre Biotecnología y tecnologías nuevas de la Información: de sus influencias mutuas?

Las nuevas tecnologías informativas permiten el acceso de todos, también de los periodistas, a las grandes autopistas de la información. Es cada vez más cuantiosa la bibliografía accesible: el número de revistas biomédicas de punta en edición electrónica, las bases de datos que se abren al uso y consulta de todos. Notación bibliográfica: código de acceso a través del E-mail.

Se accede ya, sin tener que levantarnos de la mesa de trabajo, a publicaciones y documentos que hace unos años era muy difícil, o imposible, consultar.

La nueva tecnología informativa está creando un modo nuevo de trabajar en ciencia biomédica: creado el órgano, se crea la función. Hay hoy fiebre de compartir información, de exponer los propios productos en ese escaparate de dimensiones globales. Desde cualquier lugar del mundo se puede dialogar la ciencia, proyectar y diseñar investigación, distribuir tareas, integrar datos, discutirlos. Se puede charlar amablemente en clubes científicos superespecializados, y enviarse diariamente partes de los progresos que cada uno hace en su trabajo. Por primera vez se puede realizar una investigación verdaderamente multicéntrica transcontinental.

La información científica se está democratizando, es algo para todos. la verdadera ciencia para el pueblo.

La lucha en torno a la patentabilidad del genoma ha jugado un papel crucial. Fue un episodio muy importante de la relación Biotecnología y nuevas tecnologías de la información: Accesible a todos.

Por una parte, se afianza la idea de que todos tienen derecho a acceder a la información disponible, pues no es conforme con el ethos de compartir, negar a nadie acceso justificado a los datos, e incluso a intervenir, a sugerir, a preguntar. Y eso tanto a colegas interesados como a observadores críticos, a periodistas científicos, a expertos en ética.

Por otra, todos tienen el deber moral de conocer para decidir: la BT tendrá en el futuro una importancia política creciente, porque será parte cada vez más significativa de la legislación, las inversiones económicas, de la política científica.

Hoy, todo proyecto serio de investigación en BT, tiene en su equipo a un hombre bien dotado para las relaciones públicas, para informar a los informadores. Un científico con dotes de periodista, o un buen periodista con capacidad de comprender los complejos problemas del diseño de los experimentos, de las consecuencias prácticas de sus aplicaciones, de la responsabilidad ética de todos.

Por todo ello, las responsabilidades éticas del periodismo científico son múltiples y elevadas. Sería muy interesante diseñar un código de ética profesional para esta especialidad.

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