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Actas del Congreso Internacional de Bioética 1999. Bioética y dignidad en una sociedad plural

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Mesa de trabajo I: La Bioética al inicio de la vida humana

Modera:
Dra. María Dolores Vila Coro. Prof. Titular de Filosofía del Derecho. Universidad Complutense de Madrid.

Intervienen:
Dra. María Elósegui Itxaso. Prof. Titular de Filosofía del Derecho. Universidad de Zaragoza.
Dr. Luis Miguel Pastor García. Prof. Titular de Biología Celular. Universidad de Murcia.
Dra. Ana Vega Gutiérrez. Prof. Titular de Derecho Canónico. Universidad de La Rioja.
Resumen elaborado por la Lda. Marina Camps. Departamento de Filosofía del Derecho.

Durante las discusiones de la mesa de trabajo por la tarde, los temas tratados en relación con la bioética al inicio de la vida fueron variados y, tocaron cuestiones, tanto de fondo como problemas puntuales.

La Dra. María Dolores Vila Coro, en la introducción que realizó como moderadora de dicha sesión de trabajo, destacó la insuficiencia de las leyes actuales para guiar la aplicación de las nuevas tecnologías. Considerando que "a la ciencia no se lo pone límites, pero cuando esa ciencia se aplica a algo que está relacionado con el ser humano, es cuando interviene la ética y, por eso, ha nacido esta ciencia más precisa que es la bioética" aclaró que, ello sólo es realizable, si se fundamenta en el primer principio moral antropológico: el respeto del hombre como único sujeto de derecho, con valor absoluto cuyo interés debe primar sobre cualquier otro. Señaló, además, que la única alternativa a ello, forzosamente, es la instrumentalización de la persona, dando lugar así a una "lógica perversa". Como ejemplo de ello, ha citado los casos ingleses y franceses, en los que se juzgaba la acción de padres que habían matado a niños recién nacidos con graves deficiencias. La defensa y el fallo muestran la "lógica perversa" mencionada: no se puede coherentemente condenar a un padre que mató a su niño porque, si se hubiesen conocido dichas deficiencias con anterioridad al nacimiento, los niños se podrían haber abortado. Por ello, consideran los fallos, se trata de una simple cuestión de calendario: si durante el embarazo no era punible dicho homicidio ahora tampoco debería serlo. Esta lógica conduce al absurdo. Nuevamente, Vila Coro señala que, "el error está en el punto de partida, en no acatar el derecho a la vida de todo ser humano, desde el momento de la concepción. Al no tenerse en cuenta, el sentido del valor y la dignidad de la vida humana, que exige el máximo respeto, se cae en una dinámica en la que cada espiral justifica el siguiente hasta llegar al desatino, a lo irracional, a lo absurdo…". Detrás de estas actitudes se vislumbra un temor a frenar el progreso, corriendo un gran riesgo, la relativización del valor absoluto de las personas.

En este sentido, María Elósegui Itxaso, señaló que "el progreso científico es una realidad deseable que debería conducir a la felicidad del hombre y a su salud". Todo depende como se use la ciencia, que en sí misma podría decirse que "es inocua, los peligrosos somos los seres humanos". Nuevamente, el problema de la dignidad del hombre, está en juego. Dos son las perspectivas -o concepciones- sobre la relación existente entre la biología y el derecho y, según esa concepción serán las consecuencias para la dignidad humana. En concreto, en las conferencias y organismos internacionales, hay dos visiones -radicales- de la bioética: a) aquella que sostiene que existe relación entre la biología y el derecho y, que la biología debe respetarse como realidad previa al ordenamiento jurídico; b) aquella otra que, por el contrario, sostiene que no hay relación, ni conexión, entre ambas dimensiones y que, por lo tanto, el derecho se puede construir de espaldas a la biología. En la primera posición se observa un planteamiento clásico, en la segunda, la tradición del liberalismo anglosajón. Además, cabe destacar, que hoy en Europa, hay una gran influencia del modelo b) hasta el punto de que generalmente el pluralismo cultural se traduce en el liberalismo anglosajón. La ley es, actualmente, liberal, y altera las relaciones biológicas haciendo primar la autonomía personal. Además, la misma, no emplea un lenguaje neutral, más bien, todo lo contrario. Detrás se encuentra un modelo de lo que es el hombre, una antropología determinada que se asimila más a un dogmatismo de la libertad que a un auténtico pluralismo.

Por su parte, Luis Miguel Pastor, destaca que esta posición entraña una "tiranía intelectual que intenta imponernos un modelo epistemológico: «una nueva verdad: que no existe una verdad»". Si, por un lado, es cierto que en una sociedad pluralista como la actual, nadie se opone a la discusión de las ideas, "el verdadero dialogo debe permitir que resplandezca la verdad inherente a la condición personal humana del respeto a todos sin excepción". En este sentido, aunque las ideas nos puedan separar, no hay porqué llegar a la violencia, no se puede negar ni la libertad ni el respeto inherentes a la dignidad humana. En definitiva, Pastor afirma que "el respeto inviolable que se debe a todo ser humano y el respeto de las conciencias es un absoluto intrínsecamente ético de una bioética personalista, la única perspectiva que permite un verdadero pluralismo".

La Dra. Ana Vega, a lo largo de su intervención, ha destacado en qué modo este debate bioético y esta tendencia liberal se trasluce en el ámbito legal y judicial español. La ley 35/1988 sobre técnicas de reproducción y, la asistida 42/1988 sobre donación y utilización de embriones humanos, son dos claros ejemplos de ello. Si, por un lado, cabe señalar que "la dificultad y el encanto de la bioética se encuentra en la necesidad de avanzar por un territorio sin mapa", por el otro, se pueden identificar las causas de dicha dificultad. La falta de consenso moral básico en nuestra sociedad; el replanteamiento del concepto de laicidad y neutralidad estatal que propone una irreal "biojurídica neutra" en una "democracia pluralista éticamente neutra"; la trama de intereses en conflicto; el lenguaje moral y jurídico ambiguo e insuficiente son algunas de las mismas. Se puede decir que estos avances biotecnológicos han cambiado la imagen tradicional de la persona: la dignidad inherente a la persona, es hoy exclusivamente entendida como radical libertad manifestada en un hiperindividualismo.

Fueron también muy numerosas y diversas las preguntas realizadas por el público al abrirse el debate. A lo largo del mismo, D'Agostino aclaró que "el consenso no es un valor sino un instrumento para nuestra sociedad (…) si decimos que el consenso es un valor caemos en la versión formal de la democracia que ha dado terribles pruebas, por ejemplo, Hitler subió al poder con el voto de la mayoría…". Se trata, simplemente, de "un modo pragmático de saber qué es un valor en una determinada sociedad y en un determinado momento". Por ello, puede decirse que "el primer problema de la democracia es ver sobre qué cosa se debe votar y sobre qué cosa no se debe votar". Al respecto, se puede afirmar que "sobre algunas dimensiones del hombre, su dignidad y sus expectativas fundamentales no tiene sentido votar. Los valores humanos fundamentales, los derechos humanos fundamentales, preceden toda individualización de consenso".

Asimismo, al tratar el tema de los embriones congelados, D'Agostino, basándose en el antiguo principio fundamental de la antigua lógica medieval…"cuando se parte de un error puede suceder cualquier cosa, pero nunca se alcanzará la verdad" afirmaba que la congelación es un error, y que a partir del mismo no se puede llegar a una solución justa. Es decir, en este momento, ninguna solución para el problema de los embriones congelados puede ser buena pues el punto de partida no lo era. La adopción prenatal también crearía problemas éticos y jurídicos para los embriones congelados. Considera que hay que prohibir la congelación de los embriones porque es algo intrínsecamente malo.

Una pregunta realizada a Mons. Melina, brindó la oportunidad de ratificar principios sobre la inseminación artificial que habían sido afirmados, en distintas oportunidades, durante las conferencias de la mañana. También el Prof. May señaló que puede sostenerse con argumentos de antropología filosófica racional que "todo acto de generar vida humana que sea no matrimonial es irresponsable y, viola el respeto debido a la vida humana en su generación". Además, señaló que es moralmente incorrecto el trasplante de espermatogonias, ya que la identidad personal está también en los genes, y "debería ser mi propio ser lo que se da en un acto matrimonial y no otro".

Sobre la posibilidad de utilizar células totipotentes en investigaciones, en lugar de los embriones, que paradójicamente se continúan utilizando, Pastor adujo razones de puro pragmatismo. También destacó, junto con María Elósegui Itxaso que la ciencia la hacen los hombres y, por lo tanto, siempre hay una persona con su subjetividad que ve una realidad, que elabora una concepción científico-filosófica de la realidad biológica. No se puede negar que existe un planteamiento ético detrás de cada modo de ver la biología y el derecho. Un derecho que respete la dignidad de la persona humana, respetaría, por ello, también su dimensión biológica.

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