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La necesidad de un apoyo aéreo cercano en la lucha contra el ISIS ha hecho replantearse la preferencia de la tecnología sobre la efectividad

En las últimas décadas la constante apuesta por la superación tecnológica había llevado a descartar viejos modelos de aviones de combate que, convenientemente equipados, estás demostrando ser más efectivos en operaciones de contrainsurgencia. Las urgencias planteadas especialmente por la lucha contra el Estado Islámico han convertido esos viejos modelos en una suerte de capacidad de Operaciones Especiales de las Fuerzas Aéreas.

OV-10 Bronco

▲ OV-10 Bronco [USAF, TSgt Bill Thompson]

ARTÍCULOIgnacio Yárnoz

Agosto de 2015. En el marco del Programa de Operaciones Especiales “Combat Dragon II”, dos aviones OV-10G+ Bronco despegan de una base aérea de Estados Unidos en el norte de Irak. La misión de estos aviones bimotores de tiempos de la guerra de Vietnam es doble. En primer lugar, socorrer a los combatientes peshmergas ante los ataques de los insurgentes del Daesh (al-Dawla al-Islamiya al-Iraq al-Sham); la segunda, demostrar la eficacia de los aviones a hélice low cost en operaciones COIN (Counter Insurgency). La misión resultó ser un éxito e hizo replantearse muchas cosas en el Pentágono, donde el asombro inundó los despachos al tratarse de una misión de contrainsurgencia con aviones de hace 50 años.

Hay que destacar los tres pilares fundamentales que hicieron de esta misión un éxito. En primer lugar, está el factor humano que formaba parte de la misión. Los valientes pilotos que se embarcaron en ella fueron minuciosamente escogidos por su experiencia en misiones especiales, además de ser oficiales instructores de la USAF Weapons School. Esto tenía una gran importancia dada la delicadeza de la misión y la precisión que esta requería. A continuación veremos por qué.

El segundo pilar a destacar es el armamento y material utilizado. Más concretamente se trata de los nuevos, pero muy prometedores cohetes guiados por láser APKWS (Advanced Precision Kill Weapon System) y múltiples sistemas modernos de vigilancia infrarroja como el MX-15HD FLIR. Los primeros son cohetes de 70 mm parecidos a los “Hydra” (un sistema estadounidense de cohetes aire-aire/aire-tierra conocidos por ser los más utilizados en el mundo como armamento en helicópteros) a los que se les puede incorporar un sistema de guiado y control láser. Son cohetes que pueden ser disparados o desde muy cerca o a distancias más largas en todos los ángulos que se quiera, dando un margen de tiro al piloto muy amplio que le otorga una importante ventaja táctica. Además, su alta precisión hace que pueda eliminar enemigos o destruir vehículos de blindaje ligero con una eficacia que otros sistemas no llegarían a alcanzar, al menos no sin causar mayor daño colateral. Ahí está la clave comentada en el primer pilar: unos pilotos experimentados en el manejo de armas de precisión acompañados de los medios adecuados hacen de esta una combinación perfecta que convertía a los OV-10G+ Bronco en verdaderas armas de precisión.

Por último, y como tercer pilar, está el propio avión: el OV-10G+ Bronco (o “Black Pony”). Este veterano de la guerra de Vietnam es una leyenda de la aviación. El Bronco nació tras ser aprobada por la Marina y las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos una especificación de servicio triple llamada “LARA” (Light Armed Reconnaissance Aircraft, Aeronave Ligeramente Armada de Reconocimiento), expedida a finales de 1963 y concebida para dicha guerra. LARA estaba basada en la necesidad de un nuevo tipo de avión de ataque ligero y observación para la “lucha en la jungla”. Durante el conflicto, los Bronco realizaron operaciones de observación, control aéreo avanzado, escolta de helicópteros, reconocimiento armado, servicios de transporte ligero y limitadas acciones de ataque al suelo. Los Bronco también llevaron a cabo reconocimiento radiológico aerotransportado, observación aérea táctica y para la artillería naval, así como control aéreo de operaciones de apoyo tácticas y, en el frente de batalla, fotografía aérea de baja altura.

Sin embargo, las doctrinas cambiaron desde que las bombas inteligentes se integraron en las fuerzas aéreas. El control aéreo avanzado, una de las misiones principales de este avión, pasó a manos de las tropas terrestres de élite con designadores láser y transmisiones digitales. El concepto de usar los Bronco para merodear sobre una zona y dejar caer munición no fue explorado. Finalmente, el aparato fue dado de baja en julio de 1994.

 

A-10 Thunderbolt

A-10 Thunderbolt [USAF, MSgt William Greer]

 

OV-10 Bronco y A-10 Thunderbolt

Se trata de un avión de ataque ligero y observación propulsado por dos turbohélices que, aun siendo un avión de ala fija, cumple con las capacidades de un helicóptero y de un dron. Como los drones, el OV-10 puede sobrevolar el campo de batalla durante horas, pero con mayor visibilidad que un RQ9 Reaper y con mayor capacidad de armamento. El modelo original era capaz de volar a una velocidad de hasta 560 km/h, llevar hasta 3 toneladas de munición externa y permanecer sobrevolando una zona durante más de tres horas. Por último, este versátil aparato es capaz de operar desde pistas cortas o semipreparadas (STOL) con bajos costes de operación y mantenimiento. En la mayoría de los casos puede volar con un solo motor. Esto último hace del OV-10 Bronco y todos sus homólogos un gran activo dado que mientras los aviones a reacción tienen un gran consumo de combustible en cada vuelo (desde 20.000 dólares el jet más barato, el F16), los aviones ligeros de ataque solo cuestan unos miles de dólares por operación. Asimismo, los aparatos disponibles en estos momentos solo pueden despegar y aterrizar en pistas largas y caras de mantener que se deben ubicar a cientos de kilómetros de la línea del frente y, en consecuencia, el tiempo eficaz de sus misiones es menor y su consumo de combustible es mayor.

Sin embargo, la tendencia de la USAF siempre ha inclinado la balanza hacia la alta tecnología en vez de hacia la efectividad. Desde la Segunda Guerra Mundial y con el principio de la Guerra Fría, la manera estadounidense de luchar ha sido contar con una tecnología superior. Ha habido un constante enfoque en los más importantes avances tecnológicos en los que se encuentra a la vanguardia. Sin embargo, estos aviones efectivos han encontrado un nicho dentro del Ejército, posiblemente las Operaciones Especiales de las Fuerzas Aéreas. Y es que la necesidad de un apoyo aéreo cercano en la lucha contra el ISIS ha hecho replantearse la estrategia de muchos mandos. De hecho, también ayudó a convencer a la Fuerza Aérea a reconsiderar sus planes de retirar el A-10 Thunderbolt II (A-10 Warthog como lo apodan en la USAF). Los motivos resultan ser análogos al de la puesta en marcha de aviones como el OV-10 Bronco: la necesidad de efectividad, experiencia, apoyo aéreo cercano y control aéreo avanzado, todo ello combinado con bajos costes de mantenimiento.

En el caso del A-10 Thunderbolt II, se trata de un avión diseñado específicamente en torno a su arma principal, un cañón GAU-8/A de 30 mm montado directamente bajo el fuselaje. Con un blindaje de titanio de 540 kg, incorpora dos turbinas General Electric TF34-GE-100 montadas en una posición elevada, de manera que el avión pueda aterrizar en entornos austeros tales como terrenos difíciles, sucios o arenosos. Además, la aerodinámica y tecnología de los motores permiten al A-10 volar más lento y más bajo, y por tanto más cerca de las fuerzas en tierra y los blancos enemigos, específicamente a 555 km/h y a 30 metros de altitud. Por último y no menos importante, es barato de comprar (una media de 11 millones de dólares por cada uno de los 715 construidos) y de operar (unos 17.000 dólares por hora de vuelo).

Aunque el OV-10 Bronco no fue finalmente el seleccionado por la USAF en el marco del Combat Dragon II, ha marcado un hito en la historia aeronáutica. La USAF ha decidido finalmente decantarse por el modelo brasileño A29 SuperTucano, un avión biplaza que ronda los 580 km por hora y posee la aviónica sofisticada típica de los cazas de cuarta generación, incluidos receptores de alerta por radar, sensores por infrarrojos de barrido frontal y la capacidad de lanzar bombas y misiles guiados de precisión. En definitiva, un avión con las mismas capacidades que el OV-10 Bronco de control aéreo avanzado y observación táctica. Este modelo ya forma parte de las fuerzas aéreas afganas, libanesas y nigerianas (países con amenazas de insurgencia como Boko Haram, Hizbulá y Al-Qaeda) además de estar en proceso de sustitución de los Bronco en Filipinas, donde también se están aplicando las mismas técnicas de contrainsurgencia usadas en Iraq para combatir a Daesh en esta región. Independientemente de que no se trate del legendario Bronco, el paradigma sigue latente. Ha quedado demostrado que la aviación ligera puede ser capaz de erigirse como un poderoso aliado en las operaciones COIN de la actualidad.

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