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La reactivación de la guerra en la excolonia deja a Madrid con poco margen de maniobra por la ola migratoria que llega al archipiélago canario.

La reactivación de la guerra en la excolonia deja a Madrid con poco margen de maniobra por la ola migratoria que llega al archipiélago canario

España no ha tenido nunca un fácil papel en el conflicto del Sáhara Occidental. Su salida de ese territorio norafricano se produjo en un contexto de prisa descolonizadora por parte de una ONU que luego ha preferido tomarse tiempo en el proceso. España se ha visto atascada entre la defensa de los derechos de los saharauis y la conveniencia de no perjudicar la complicada vecindad con Marruecos. Ahora que el Frente Polisario ha reabierto la guerra, con el fin de que algo se mueva internacionalmente en torno al conflicto, España se ve atada por crisis de la llegada de migrantes a Canarias, archipiélago situado frente a la línea divisoria de Marruecos y el Sáhara Occidental. He aquí un resumen de los últimos acontecimientos en la cuestión saharaui.


 

ARTÍCULO / Irene Rodríguez Caudet

El Frente Polisario ha declarado la guerra a Marruecos después de 29 años de paz. Esta organización, creada fundamentalmente para defender la independencia del Sáhara Occidental frente a España, representa una parte importante de la población saharaui que busca la autodeterminación de su pueblo.

El reino alauita, por su parte, reclama la soberanía sobre los territorios. Emprendió medidas que detonaron el reciente conflicto en el paso fronterizo de Guerguerat, donde unos manifestantes cortaron la carretera que une el Sáhara Occidental con Marruecos. Los militares marroquíes dispararon contra los asistentes a la concentración el 13 de noviembre y el Frente Polisario declaró el estado de guerra.

El Sáhara Occidental es un territorio en estado de descolonización desde 1960 bajo los auspicios de la ONU como parte de los procesos llevados a cabo durante la segunda mitad del siglo XX para poner fin a los imperios coloniales europeos. Este proceso prosiguió hasta 1975, año de la Marcha Verde, en la cual un ejército de 350.000 civiles marroquíes se adentró hacia la antigua colonia para reclamarla como suya, al lado de Mauritania. En ese momento, el Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro (Frente Polisario), dio inicio a una guerra de guerrillas que no encontraría un alto al fuego hasta 1991.

A pesar de los esfuerzos de Marruecos por poseer la antigua colonia española, los saharauis tienen proclamada su propia república desde 1976, la República Árabe Saharaui Democrática (también conocida bajo el acrónimo RASD), reconocida por varios estados —en total 84, aunque más de la mitad de ellos han cancelado, congelado o suspendido el reconocimiento dada la violación de sus obligaciones internacionales— y presidida por Brahim Gali.

Desde que España abandonó el territorio, la ONU ha dictado varias resoluciones que exigen la celebración de un referéndum de autodeterminación que marque el futuro del Sáhara Occidental como país independiente o proponga otras alternativas.

En este conflicto, las diferentes partes involucradas siguen distintas estrategias. Marruecos, por su lado, tiene la intención de prolongar el conflicto para poder consolidar su poder en territorio saharaui. No contempla la independencia de la excolonia española, sino que promueve planes de autonomía limitada en un proyecto de Acuerdo Marco conocido como la “tercera vía” para lo que considera sus provincias meridionales. Además, ocupa estas provincias militarmente, mediante pasos fronterizos, seis bases militares y con más de la mitad del territorio saharaui bajo su control.

Frustrado por la posición inmovilista de las Naciones Unidas, el Frente Polisario siempre ha contado con la amenaza de retomar el conflicto armado. La RASD solo consta de unos pocos territorios que estén completamente supervisados por ella —aproximadamente una cuarta parte del Sáhara Occidental— y ha obtenido menos reconocimiento mundial que el Frente Polisario como organización, al que la ONU admite como representante del pueblo saharaui.

La falta de nuevas propuestas más imaginativas procedentes de la ONU, junto con la actitud de las partes involucradas, en particular de la marroquí, han imposibilitado el avance hacia una solución satisfactoria del conflicto. La falta de progreso, sin embargo, no obedece únicamente a estas razones. También es necesario tener en cuenta los refugiados saharauis radicados en Tinduf, Algeria. Es la crisis humanitaria más larga de la historia, que lleva 45 años prolongándose y afecta a 173.600 refugiados, de los cuales muchos no han conocido otra vida.

La estrategia violenta, que imperó durante más de quince años, se dejó de lado en 1991 para mantener un alto el fuego y para pasar a tácticas de negociación que no están siendo muy fructíferas. Pese a los intentos de acuerdos pacíficos, a mediados de noviembre de este año, el Frente Polisario decretó el estado de guerra, poniendo fin a una paz que se mantuvo durante casi 20 años.

 

Marruecos reclama los territorios saharauis como suyos y llega al punto de incluirlos sin tapujos como parte de Marruecos en los mapas oficiales del Reino más recientes, semejantes a los de inicios del siglo XX, momento en el cual el país magrebí tenía el control sobre el Sáhara. Por esa razón, después de la colonización española y la posterior descolonización, Marruecos reclama la excolonia. Según expresan constantemente sus autoridades, las llamadas “provincias saharauis” siempre han estado bajo su soberanía.

El conflicto no solo enfrenta a Rabat con El Aaiún, sino que también involucra a las partes que apoyan a unos líderes o a otros. Por un lado, están los países árabes —Jordania, Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes Unidos o Kuwait— que apoyan a Marruecos, y por otra parte una nación, que a pesar de tener un deseo muy expreso de ejercer su propia soberanía y reclamar la legitimidad de la RASD, cuenta con pocos o ningún apoyo internacional.

En 2021, la MINURSO, la misión desplegada por la ONU para garantizar la paz y la celebración del referéndum de autodeterminación, cumplirá 30 años desde que empezó su despliegue; a día de hoy cuenta con 240 observadores, pero no ha visto coronado su objetivo. Los saharauis defienden que la tarea de la ONU no ha sido efectiva en ningún aspecto y que únicamente ha permitido el expolio marroquí de los recursos naturales del Sáhara. Tampoco se ha observado ningún avance respecto al referéndum de autodeterminación, y la falta de acción ha llevado al levantamiento del alto el fuego por parte del gobierno saharaui. El Frente Polisario ha optado ahora por emprender estas medidas dado que cada vez se hace más evidente la falta de avances de la misión de la ONU.

El país de Mohammed VI ha enviado efectivos para apaciguar las manifestaciones en las principales ciudades saharauis y en las vías de comunicación que conectan Marruecos con Sáhara Occidental. Mientras tanto, su contraparte asegura haber causado pérdidas materiales y humanas en las bases militares marroquíes situadas en territorio saharaui. Marruecos no reconoce ninguna de estas alegaciones, pero se defiende con uso de fuego frente a la amenaza del Frente Polisario.

Entre tanto, Dajla, la segunda ciudad más poblada del Sáhara Occidental, está sirviendo de corredor para pateras y cayucos, que en los últimos días llegan en multitud al puerto de Arguineguín, en Gran Canaria. Este hecho causa que Marruecos y España estén todavía más pendientes de la situación en el Sáhara y que tengan que afrontar este problema de forma conjunta, algo complicado debido a las históricas confrontaciones entre los dos países por el conflicto saharaui. Sin embargo, mientras unos están de paso, yéndose, otros vuelven a su tierra nativa: el Frente Polisario ha hecho un llamamiento a todos los saharauis que viven en territorio nacional y extranjero para unirse a la lucha.

La situación del Sáhara Occidental queda pendiente de nuevos desarrollos en el conflicto y de las decisiones que adopte Marruecos. Mientras hay posiciones internacionales que siguen reclamando la celebración de un referéndum de autoterminación, el statu quo acabar influyendo en la ONU para la aceptación de la propuesta de autonomía hecha por Marruecos. El gobierno español ha evitado pronunciarse a favor del plebiscito, aunque en esto hay división entre el PSOE y Podemos, formación que urge a la celebración de la consulta. Aunque la crisis migratoria de Canarias obedece a dinámicas más complejas, la sospecha de que Marruecos ha permitido la llegada de más refugiados en momentos decisivos del reabierto conflicto del Sáhara obliga a España a una actitud de cautela.

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