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El relevo Trump-Biden, el más suave para la nueva carrera espacial de EEUU

El general Raymond (izq.), jefe de la US Space Force, muestra la bandera con el emblema de la nueva rama militar [Casa Blanca]

A diferencia de los cambios bruscos de las últimas presidencias, la nueva Administración mantiene la creación de la Fuerza Espacial y la Luna como objetivo próximo

Prueba de que la nueva carrera espacial va en serio es que, por primera vez en muchos años, Estados Unidos mantiene un rumbo fijo en su viaje a las estrellas. George W. Bush propuso volver a la Luna; Barack Obama, en cambio, habló de primero apostar por un asteroide y después antepuso Marte; Donald Trump fue más específico que sus antecesores: puso en marcha la Fuerza Espacial y concretó un programa, el ‘Artemis’, que deberá llevar misiones tripuladas a la Luna y al mismo tiempo servir de cabeza de puente para un futuro destino a Marte. Joe Biden no ha dado ningún giro, sino que se propone seguir en la dirección señalada por lo que parece ser ya un consenso estadounidense.

ARTÍCULOPablo Sanz

10 Junio 2021 / La nueva era espacial viene marcada por el interés de la empresa privada en la explotación económica del espacio –la industria de satélites, el turismo espacial y la perspectiva de un lucrativo negocio minero– y por la implicación de las grandes potencias tanto en un hipotético escenario de guerra como en nuevos horizontes de exploración.
En un momento de dificultades presupuestarias, Obama no priorizó a la NASA, sino que dejó en manos de compañías privadas el desarrollo tecnológico para acceder a órbitas cercanas y además les puso el señuelo de la apropiación de recursos del espacio. Esa privatización siguió con Trump, pero lo característico de su presidencia, en una renacida confrontación geopolítica mundial, fue echar mano de nuevo de los fondos públicos. Puso en marcha la Fuerza Espacial (USSF), como nueva rama de las Fuerzas Armadas estadounidenses, y estableció un nuevo propósito para la NASA: el regreso tripulado a la Luna, con la creación de una estación en la órbita lunar que sirva de escala para luego pisar Marte. Biden mantiene la dirección tomada.

Fuerza Espacial de EEUU 

Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump insistió en la idea de construir una Fuerza Espacial que tuviera el mismo rango que las cinco ramas de las Fuerzas Armadas ya existentes. Instituida primero como germen dentro de la Fuerza Aérea, la US Space Force contaría finalmente con presupuesto, instalaciones, efectivos (con el nombre de guardianes) y mandos propios. Su objetivo era hacer frente a las supuestas amenazas de Rusia, China, Corea del Norte e Irán en el espacio. La directiva para la creación de este cuerpo militar fue firmada por el presidente Trump en febrero de 2019; su constitución se realizó a final de ese año.

Con el cambio de Administración y ante las dudas que el propio Pentágono había planteado, por cuestiones de gasto, sobre una iniciativa que muchos interpretaban como un capricho de Trump, algunos medios apuntaron una vuelta a atrás por parte de Biden. Sin embargo, la nueva portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, anunció en febrero de este año que la creación de esta rama militar contaba con el apoyo total del presidente. Psaki comentó que la nueva Administración no tenía intención de modificar o disminuir la estructura de la Fuerza Espacial y avaló su progresiva implementación: está previsto que el número de integrantes haya pasado de 2.400 a 6.400 para finales de este año.

Recientemente la Fuerza Espacial anunció su intención de establecer un Comando de Sistemas Espaciales (SSC) en Los Ángeles, cuyo objetivo será supervisar el desarrollo de tecnologías de última generación y la adquisición de satélites y servicios de lanzamiento. El SSC asumirá las responsabilidades que actualmente desempeña el Centro de Sistemas Espaciales y Misiles (SMC) y supervisará una plantilla de 10.000 personas. El SSC será uno de los tres comandos de campo de la Fuerza Espacial y estarán dirigidos por generales de tres estrellas que responderán al jefe de operaciones espaciales, John Raymond. Raymond defiende que la estructura organizativa del SSC está diseñada específicamente para anticipar y responder a los desafíos presentados por un dominio espacial en disputa.

Relevo en la NASA 

Con la toma de posesión de Joe Biden, se produjo también un relevo al frente de la agencia espacial americana. El administrador de la NASA nombrado por Trump, Jim Bridenstine, renunció a su cargo para facilitar los cambios que el nuevo presidente considerase oportunos. Biden designó para el puesto al exsenador demócrata Bill Nelson, un estrecho aliado suyo. Aunque la nueva Administración aún debe concretar su impronta, mantiene en su punto de mira el programa de regreso tripulado a la Luna –por primera vez desde el Apolo 17 de 1972–, continuando con el programa Artemis. En los últimos meses, la Nasa ha podido celebrar el éxito de la llegada de Perseverance a Marte, que forma parte de diversas misiones de exploración no tripuladas en marcha.

De momento, Biden ha pedido al Congreso un gasto discrecional para la NASA de 24.700 millones de dólares para el año fiscal estadounidense de 2022. Según ha anunciado la propia agencia, de acuerdo con el tono de la nueva Administración, esta financiación permitirá: 

–Mantener a la NASA en el camino hacia el aterrizaje de la primera mujer y primer hombre negro en la Luna bajo el programa Artemis

–Comprender mejor el funcionamiento del planeta Tierra. 

–Fomentar la exploración robótica tanto del sistema solar como del universo. 

–Invertir en aviación. 

–Inspirar a estudiantes a convertirse en la próxima generación de científicos 

Pugna en la Luna

Con el programa Artemis y en colaboración con agencias espaciales de países occidentales y empresas comerciales, la NASA pretende establecer una presencia sostenible en la Luna, así finar una base espacial en su órbita, a partir de un primer vuelo tripulado estimado para 2024. Ello debe contribuir a que empresas privadas exploren la viabilidad de una economía lunar y servir de aproximación para un viaje con humanos a Marte a partir de 2033. En el marco de esta iniciativa se integran programas de naves espaciales en curso como Orión, Plataforma Orbital Lunar Gateway y Commercial Lunar Payload Services. 

A través de esta misión multilateral, Estados Unidos trabajará con la industria nacional y sus socios internacionales, siguiendo los principios del Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre de 1967, que pretende facilitar la exploración, la ciencia y las actividades comerciales impidiendo a las naciones reclamar soberanía sobre el espacio exterior. 

Aunque todavía no se ha publicado la nueva estrategia de seguridad nacional, es muy probable que en ella vaya a haber alguna referencia al espacio, ya que las grandes potencias están traslado también fuera del planeta la tensión geopolítica que les enfrenta. Recientemente, China y Rusia han anunciado su intención de erigir una base lunar; aunque han invitado a la comunidad internacional a sumarse al esfuerzo, la iniciativa no deja de verse como una alternativa la impulsada por EEUU y sus aliados.

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