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[Pedro Baños, El dominio mundial. Elementos del poder y claves geopolíticas. Ariel. Barcelona, 2018. 366 pág.]

 

RESEÑAManuel Lamela

  El dominio mundial. Elementos del poder y claves geopolíticas

Si su anterior entrega, Las claves de dominio mundial, nos servía como manual para introducirnos en el vasto mundo de la geopolítica y las relaciones internacionales, en su nueva obra, el coronel Pedro Baños Bajo, nos desvela y nos muestra los elementos e instrumentos claves para el dominio mundial y cómo estos son utilizados por los diversos actores en su pugna constante por el poder a escala global. Nos encontramos a las puertas de un cambio de paradigma en la escena internacional, y este proceso, como explica el autor, será liderado por la demografía y la tecnología.

En su empresa por democratizar la geopolítica, Pedro Baños utiliza un lenguaje claro y preciso para facilitar la comprensión de la obra. Serán numerosas las ilustraciones presentes en el libro que irán acompañados de breves explicaciones para conseguir una visión más amplia del tema a tratar.

Los elementos del poder mundial es el nombre que recibe la primera mitad del libro, esta se encuentra dividida en nueve partes diferentes que según el autor son claves a la hora de comprender el juego de poder mundial. En esta primera mitad se tratarán cuestiones de rigurosa actualidad y tremendamente importantes en la escena internacional. Desde la amenaza híbrida, que supone una nueva forma de hacer la guerra, hasta el rol de los servicios de inteligencia en la actualidad pasando por la trascendental importancia de los recursos naturales y la demografía. Sin duda es un análisis bastante completo para aquellos que busquen una breve explicación acerca de los mayores retos y desafíos que amenazan con desestabilizar nuestro actual orden social. Es cierto que algunas de las explicaciones se pueden definir como sencillas, pero esto no se tiene por qué entender como una característica peyorativa. La capacidad de síntesis del autor en cuestiones sumamente complejas, puede incentivar la curiosidad del lector y que este dé el salto a otras grandes obras donde profundizar en temas más concretos.

En la segunda parte de la obra nos encontramos con un análisis más concreto en el que el autor se centra en únicamente dos factores: la tecnología y la demografía. El desequilibrio poblacional, las grandes corrientes migratorias y los que algunos denominan la cuarta revolución industrial son algunas de las cuestiones que el coronel Baños remarca en su análisis. En opinión del autor las transformaciones a las que se verán expuestos estos dos elementos marcará el transcurso de la humanidad en los próximos años. En este estudio más incisivo el autor nos muestra lo vulnerable que se encuentra la sociedad humana ante los futuros cambios que están por venir y cómo esta presunta debilidad hará que los conflictos sean difícilmente evitables en un futuro cercano. Pedro Baños argumenta que pese a la creencia que tenemos de vivir en una sociedad perfectamente organizada y estructurada, la realidad dista mucho de esto último, ya que es un reducido grupo humano el encargado de dirigir y liderar el destino de toda la humanidad en su conjunto.

Pese a destilar cierto pesimismo a lo largo de la obra, Pedro Baños decide concluir su análisis con un mensaje de esperanza abogando por una humanidad unida, responsable y solidaria con su entorno.

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La cancelación del nuevo aeropuerto de CDMX, construido ya en más del 31%, siembra dudas sobre el éxito económico del nuevo sexenio

Andrés Manuel López Obrador llega a la presidencia de México enfrentado al mundo económico, al que ha planteado batalla con su anuncio de paralizar las obras del nuevo aeropuerto de la capital, a pesar de haberse realizado ya un tercio de las obras. El deseo de dejar claro al poder económico quién manda en el país y de sepultar lo que iba a ser un legado emblemático del PRI –cuya hegemonía histórica espera sustituir con su propio partido, Morena– puede estar detrás de la controvertida decisión.

Imagen del proyectado NAICM creada por Fernando Romero Enterprise, Foster and Partners

▲ Imagen del proyectado NAICM creada por Fernando Romero Enterprise, Foster and Partners

ARTÍCULOAntonio Navalón

El PRI mexicano volvió a la presidencia del país en 2012, de la mano de Enrique Peña Nieto, con la promesa de realizar una gran inversión en infraestructura pública que pusiera a México en el escaparate mundial. La obra estelar elegida fue la construcción de un nuevo aeropuerto, cuyo proyecto se encargó al arquitecto Norman Foster y que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) veía como la herencia que siempre se le atribuiría.

Este gran proyecto iba a eclipsar todo legado negativo del mandato de Peña Nieto, que ha estado especialmente marcado por los casos de corrupción y por el récord histórico en cifras de violencia. Aunque útil para el marketing político, aumentar la capacidad de tráfico aéreo de la Ciudad de México (CDMX), cuya área metropolitana tiene 23 millones de habitantes, es una necesidad para el impulso de la economía nacional.

El proyecto, de 13.300 millones de dólares, suponía una de las mayores inversiones en la historia del país. Bautizado con el nombre de Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (NAICM, luego simplificado como NAIM) y ubicado en el área de Texcoco, poco más lejos que las actuales instalaciones en uso, la nueva infraestructura iba a desarrollarse en dos fases. La primera fase consistía en la construcción de una gran terminal y tres pistas, que inicialmente se preveía que estuviesen listas para 2020, pero cuya entrada en servicio se había aplazado a 2022 debido a retrasos en las obras. La segunda fase contaría con la construcción de tres pistas adicionales, además de una segunda terminal, que estaría lista para funcionar a partir de 2035.

Los planes apuntaban a que NAICM tendría capacidad para transportar entre 70 y 135 millones de pasajeros anualmente, gracias a contar con un volumen de operación de entre 115 y 135 slots por hora. Esas cifras daban a largo plazo un posible beneficio de más de 32.000 millones de dólares, según las estimaciones del Gobierno.

El proyecto buscaba en primer lugar resolver el grave problema de saturación aérea que sufre el actual aeropuerto internacional Benito Juárez de Ciudad de México, provocada por la poca capacidad de desempeño de las dos pistas que funcionan simultáneamente. Además, la construcción de NAICM partía con la esperanza de convertir CDMX en un hub logístico mundial, pudiendo llegar a multiplicar por cuatro la capacidad de transporte de mercancías con la que cuenta el aeropuerto actual.

El nivel de transporte de mercancías en este macro proyecto iba a poder alcanzar los 2 millones de toneladas anuales, convirtiéndose así, como aseguraban sus promotores, en el principal centro de distribución de América Latina. La ambición de NAICM, por tanto, era convertirse en referente no solo en el continente americano sino a nivel mundial, tanto en el traslado de turistas como en el transporte de mercancías.

La construcción de NAICM comenzó en 2015 y hasta la actualidad se ha ejecutado el 31% de las obras. Aunque este grado de realización supone un ligero retraso respecto al calendario original, las labores de fundamentación y canalización ya están acabadas y en la superficie pueden verse altas estructuras destinadas a sujetar la amplia cubierta. Sin embargo, a pesar de ese progreso y de la inversión ya realizada, el nuevo presidente del país ha anunciado que entierra por completo el proyecto.

Elecciones y consulta

Las elecciones presidenciales del pasado 1 de julio las ganó el izquierdista Andrés Manuel López Obrador (con toma de posesión el 1 de diciembre). Antiguo dirigente del PRI, gracias al cual ejerció de alcalde de la capital, con el tiempo fue derivando hacia la izquierda: primero pasó al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y, tras perder dos elecciones a la presidencia del país, creó el Movimiento Regeneración Nacional (Morena). En julio, Morena logró la mayoría en las dos cámaras del Congreso y también conquistó el gobierno de CDMX, lo que da a AMLO, como comúnmente se conoce al nuevo presidente, amplios poderes para llevar a cabo sus políticas. Si bien se quedó a 17 votos de una mayoría cualificada en el Senado que pueda cambiar la Constitución, podría obtener aliados para ese propósito.

Durante la campaña electoral, López Obrador defendió la cancelación del proyecto de nuevo aeropuerto alegando su alto coste, y planteó la posibilidad de que, como alternativa, se hagan algunas mejoras al aeropuerto actual y se acondicione también el de Santa Lucía, una base militar en el área de la capital mexicana que se podría habilitar para los vuelos internacionales. Pero el candidato de Morena aseguró que haría una consulta para conocer la opinión del pueblo mexicano y que acataría los resultados.

Sin esperar a tomar posesión como presidente, López Obrador hizo que Morena llevara a cabo esa consulta, que por tanto no fue organizada por el Gobierno sino por un partido político, y además no tuvo lugar en todo el país sino en 538 municipios de los 2.463 que hay en México. Las urnas, dispuestas entre el 25 y el 28 de octubre, se pronunciaron por el “no” a NAICM: con una participación de solo el 1% del cuerpo electoral nacional, el 69% votó por la alternativa de Santa Lucía y el 29% lo hizo por seguir las obras en Texcoco. López Obrador anunció que, en aplicación del resultado, paralizará las obras del nuevo aeropuerto, a pesar de la inversión ya realizada.

Algunos movimientos populares y también naturalistas que reclamaban la preservación del medio natural aplaudieron el anuncio, pero igualmente hubo marchas de protesta contra la decisión en las calles del centro de CDMX. El sector privado ha lamentado enormemente el propósito de cancelar el proyecto de NAICM. Destacados empresarios del país y organizaciones como la Confederación de Cámaras Industriales Mexicanas (CONCAMIN), que representa el 35% del PIB mexicano y el 40% de empleo en el país, salieron en defensa del proyecto original y pidieron a López Obrador que reconsiderara su decisión. Su argumento es que cualquier alternativa se quedará corta ante las demandas del creciente tráfico aéreo, lastrando el desarrollo del país. Además aducen que cualquier decisión que no pase por seguir con la construcción de NAICM va a resultar más cara que concluir el proyectado aeropuerto [1].

 

Propuestas Infraestructura Aeroportuaria

 

Impacto económico

Para CONCAMIN, “el aeropuerto actual carece de la infraestructura y cualquier mejora no arreglaría los problemas fundamentales que tiene”, y una apuesta por la base de Santa Lucía “sería una pérdida de tiempo y dinero, que más que solucionar problemas los va crear”, según el presidente de esta asociación empresarial, Francisco Cervantes.

José Navalón, de la Comisión de Comercio Exterior y Asuntos Internacionales de CONCAMIN, de cuya dirección forma parte, advierte que la decisión de López Obrador va a suponer un golpe muy fuerte para el sistema macroeconómico y financiero mexicano. Según sus palabras “aún es pronto para entrar a valorar posibles consecuencias, pero habrá que ver si México cuenta con la infraestructura aeroportuaria apropiada, en cuanto a competitividad y conectividad, para lo que es la segunda economía más grande de América Latina”. En cualquier caso, de momento “se ha dado un problema de falta de confianza en los mercados, que se ha visto reflejado inmediatamente en la caída del peso y de los mercados” [2].

Ciertamente, si bien López Obrador fue recibido en julio con un alza de los mercados, porque su contundente victoria parecía augurar estabilidad para México, su toma de posesión en diciembre está siendo acompañada de una “espantada” de inversores. El peso ha cerca de un 10% respecto al valor en agosto en su relación con el dólar, la bolsa ha bajado un 7,6% y solo en octubre los inversores vendieron 2.400 millones de dólares en bonos mexicanos.

“Las principales preguntas que hoy en día se hacen los inversores”, continúa Navalón,  “es si es seguro invertir en México y cada cuánto se van a tomar este tipo de decisiones que no siguen ningún tipo de legalidad”, pues importantes empresas se verán afectada por la cancelación de un proyecto en marcha. Advierte además que “la elección de Bolsonaro en Brasil, cuyo perfil constituye un imán de inversión extranjera, puede afecta de manera directa en la inversión en México”.

La gran cuestión es por qué López Obrador mantiene su decisión contra el nuevo aeropuerto, a pesar de la penalización económica que va a suponer para el Gobierno y del riesgo de huida de inversores. Hemos de entender que México siempre ha sido un país que ha estado liderado por el poder económico. Con su actitud sobre NAICM aspira marcar nítidamente la línea de separación entre poder político y poder económico, dejando claro que la era del mando del poder económico ha terminado. Un segundo motivo, es que NAICM iba a ser la herencia del PRI y López Obrador probablemente busca destruir cualquier tipo de asociación de este macro proyecto con el partido al cual pretende sepultar.

 

REFERENCIAS

[1] Documento CONCAMIN “Propuestas Aeropuertarias” 2018.

[2] Entrevistas personales con Francisco Cervantes y José Navalón

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[Justin Vaïsse, Zbigniew Brzezinski. America's Grand Strategist. Harvard University Press. Cambridge, 2018. 505 p.]

 

RESEÑAEmili J. Blasco

Zbigniew Brzezinski. America's Grand Strategist

Zbignew Brzezinski, consejero de Seguridad Nacional con Jimmy Carter, es uno de los grandes nombres de la política exterior estadounidense de las últimas décadas. En ciertos aspectos comparable con Henry Kissinger, que también pasó directamente de la Universidad –donde ambos fueron colegas– a la Administración, el mayor renombre de este último en ocasiones ha tapado la carrera de Brzezinski. La biografía de Justin Vaïsse, escrita con acceso a la documentación personal de Brzezinski y editada primero en francés hace dos años, viene a resaltar la singular figura y el pensamiento propio de quien tuvo una continuada presencia en el debate sobre la acción de Estados Unidos en el mundo hasta su muerte en 2017.

Nacido en Varsovia en 1928 e hijo de diplomático, Brzezinski recaló con su familia en Canadá durante la Segunda Guerra Mundial. De allí pasó a Harvard y enseguida despuntó en la comunidad académica de Estados Unidos, donde se nacionalizó y vivió el resto de su vida. Si en las décadas de 1940 y 1950, las posiciones principales de la Administración se nutrieron de una generación mayor que había conducido el país en la guerra y establecido el nuevo orden mundial, en las décadas siguientes emergió un nuevo grupo de estadistas en muchos casos salidos de las principales Universidades estadounidenses, que en ese momento habían adquirido una preeminencia sin precedentes en la gestación del pensamiento político.

Fue el caso de Kissinger, nacido en Alemania e igualmente emigrado con la guerra, que fue primero consejero de Seguridad Nacional y luego secretario de Estado con Richard Nixon, y también con Gerald Ford. El siguiente presidente, Jimmy Carter, llevó a la Casa Blanca a Brzezinski, quien le había asesorado en cuestiones internacionales durante la campaña electoral. Los dos profesores mantuvieron una relación respetuosa y en muchos momentos cordial, aunque sus posiciones, adscritos a campos políticos distintos, divergieron con frecuencia.

Por razones biográficas, el foco original de Brzezenski –o Zbig, como le llamaban sus colaboradores para superar la dificultad de pronunciación de su apellido– estuvo en la Unión Soviética y el Este de Europa. Desde relativamente pronto llegó a la conclusión que la URSS sería incapaz de mantener el pulso económico con Occidente, por lo que abogó por un “peaceful engagement” (participación o implicación pacífica) con el bloque del Este como modo de acelerar su descomposición. Esa fue la doctrina de las Administraciones Johnson, Nixon y Ford.

Sin embargo, desde mediados de la década de 1970, la URSS afrontó su evidente declive con una huida hacia adelante para tratar de reasentar su poder internacional, tanto en cuestión de armas estratégicas como en su presencia en el Tercer Mundo. Brzezinski pasó entonces a una postura de mayor dureza frente a Moscú, lo que le valió un frecuente enfrentamiento con otras figuras de la Administración Carter, especialmente el secretario de Estado, Cyrus Vance. Carter había llegado a la Casa Blanca en enero 1977 con cierto discurso de apaciguamiento, aunque sin dejar de ser beligerante en términos de Derechos Humanos. La invasión soviética de Afganistán en 1979 reforzó las tesis de Brzezinski.

La corta presidencia de Carter dio poco espacios para que el consejo de Seguridad Nacional se anotara especiales triunfos. El mayor, aunque obra conjunta del equipo presidencial, fue la firma de los acuerdos de Camp David entre Israel y Egipto. Pero el fiasco del intento de rescate de los rehenes en la Embajada de Teherán, que no fue responsabilidad directa de Brzezinski, lastró una Administración que no puedo tener un segundo mandato.

Situado en la derecha del Partido Demócrata, Brzezinski es descrito por Vaïsse como un “compañero de viaje” de los neoconservadores (los demócratas que se pasaron al bando republicano reclamando una defensa más robusta de los intereses de Estados Unidos en el mundo), pero sin ser él mismo un neoconservador (de hecho, no rompió con el Partido Demócrata). En cualquier caso, siempre remarcó su independencia y fue difícil de encasillar. “No fue ni belicista ni pacifista. Fue halcón y paloma en diferentes momentos”, dice Vaïsse. Por ejemplo, se opuso a la primera Guerra del Golfo, prefiriendo extremar sanciones, pero estuvo a favor de intervenir en la Guerra de los Balcanes.

Tras dejar la Administración, Brzezinski se integró en el Center for Strategic and International Studies (CSIS) de Washington y mantuvo una activa producción de ensayos.

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ENSAYOManuel Lamela

La habilidad de comunicar, de tejer alianzas, de generar una narrativa… Son características propias de lo que a día de hoy se entiende por diplomacia pública. Pese a que abarca gran variedad de temas y áreas podemos decir que nos estamos refiriendo al poder en su faceta comunicativa, por el cual los Estados compiten en una carrera de ideas con la finalidad de apropiarse del “relato” y generar una mayor influencia a escala global. Esta pugna por el dominio del pensamiento no es novedosa, pero en la última mitad del siglo XX se generaron conceptos para ilustrar este conflicto entre Estados, que quizás antes de la Guerra Fría se encontraba en un segundo plano, y aparecieron estudios para analizar este tipo de estrategias. Pese a esto, basta echar un ojo a los clásicos para ver claras referencias a lo que actualmente entendemos por Diplomacia Pública; así en obras como el “Arte de la guerra”, de Sun Tzu, se da gran importancia y valor a la información, tanto interna como externa, y se presenta su control como sinónimo de triunfo en la mayoría de los casos.

Pese a la novedad del concepto, la Diplomacia Pública ha sufrido diversos cambios y transformaciones con la entrada del nuevo siglo. Junto con la importancia de los actores no-estatales ya presentes en la pasada centuria, ahora nos encontramos con un aumento significativo del peso que tienen los individuos a la hora de moldear o de influenciar en las políticas de sus Estados. El incremento sin duda se debe a la aparición y “democratización” de internet y más recientemente a la dependencia total que existe en las poblaciones del uso de redes sociales. Dejando de lado el debate sobre si las redes sociales aportan beneficios o más bien su uso descontrolado genera déficits, el cual no viene al caso en este análisis, lo que está claro es que las RRSS crean una clara situación de vulnerabilidad propicia para la intervención y control estatal, tanto de carácter nacional como extranjero.

Dada esta metamorfosis en términos de diplomacia, se han empezado a acuñar diversos conceptos como diplomacia en red, diplomacia de la ciberseguridad, etc., que actualmente están presentes en la mayoría de estrategias de los Estados y que engloban los fenómenos tratados en el párrafo anterior. Dentro de estos nuevos planes estratégicos los think tanks adquieren una gran relevancia e importancia como generadores de ideas y moldeadores de la opinión pública dada su naturaleza híbrida de aunar práctica con teoría y su misión de acercar al gran público la política exterior de sus diversos Estados. Los think tanks son, sin ninguna duda, un claro ejemplo de ejercicio de soft power. Se posicionan como pilares ideológicos en la construcción de nuevas narrativas generando una ventaja competitiva frente al resto.

Historia y liderazgo anglosajón

La hegemonía anglosajona a la hora de cimentar los valores e ideas que constituyen el orden internacional liberal está estrechamente relacionada con los orígenes de los primeros think tanks y su función dentro de esas sociedades. Los think tanks modernos surgen durante la Segunda Guerra Mundial como salas seguras donde el Ejército estadounidense podía elaborar y planificar estrategias de carácter bélico. Rand Corporation se funda en 1948 con el objetivo de promover y proteger los intereses de Estados Unidos en el exterior. Financiado y patrocinado por la Administración, RAND inspirará y servirá como ejemplo para la aparición de nuevos think tanks ligados al Gobierno estadounidense. Aunque la mayoría de los think tanks de renombre aparecen en la década de 1950, hay diversos ejemplos previos, tanto en la sociedad americana como en la británica, que nos ilustran de manera más evidente el porqué de su liderazgo en la carrera de la generación de ideas.

A finales del siglo XIX se funda en Reino Unido la Sociedad Fabiana, organización de carácter sindicalista y que pondrá los cimientos para la creación del Partido Laborista. Al otro lado del Atlántico los ejemplos abundan: Carnegie Endowment for International Peace (CEIP) y Hoover Institution on War, Revolution and Peace, creada por el expresidente Herbert Hoover, surgieron previos a la década de 1920 y ejemplifican la importancia de este tipo de asociaciones en la sociedad estadounidense. Pero si hay un caso que merece la pena destacar es el de Brookings Institution, que nace en 1916 bajo el nombre de Institute for Government Research (IGR). Esta corporación filantrópica es una de las primeras organizaciones de carácter privado dedicada al estudio y al análisis de las políticas públicas a nivel nacional; con el paso de los años su importancia y relevancia irá aumentando hasta constituirse como el think tank más prestigioso e influyente del globo.

A partir de la década de 1980 el fenómeno del think tank se multiplicó y se expandió a Europa continental, donde se comenzaron a crear asociaciones dedicadas al análisis y la investigación en esos campos. La producción intelectual en el viejo continente había escaseado de manera preocupante tras la guerra. Por lo que la necesidad de volver a poner en funcionamiento la máquina de las ideas era vital para dar sentido a la nueva Europa unida y obtener cierta independencia respecto al mundo anglosajón. Hoy en día el 55% de los think tank que del mundo están repartidos entre EEUU y Europa occidental.

Con la entrada del nuevo siglo hemos visto un incremento importante en el número de think tanks en el continente asiático, con la misión de renombrar y reconducir las ideas occidentales e incluso de generar ideas propias, lo que se conoce popularmente como el “Asian Way”. Sin duda, la irrupción de China como gran potencia mundial es esencial en el incremento de think tanks en Asia. El “dragón dormido” busca consolidar su posición mundial con la creación de una nueva diplomacia que exporte el ideario chino a todos los rincones del mundo, un proceso en el que la nueva ruta de la seda jugará un papel fundamental como canal de distribución. Junto a China la otra amenaza al dominio occidental es Rusia, que gracias a su gran calidad en términos de capital humano en cuestiones de inteligencia y diplomacia siempre se posiciona como una férrea competidora, pese a que sus recursos materiales sean menores. En el caso de Latinoamérica y África su contribución continúa siendo residual y con una influencia limitada al nivel regional; el número de think tanks de estos dos continentes suponen menos del 20% a nivel mundial.

Tipología de think tanks

En este análisis ya se han mencionado dos formas diferentes de think tanks: el caso de RAND como una asociación ligada estrechamente al Gobierno estadounidense y el caso de Brookings como organización independiente. Dentro de la comunidad de think tanks existe una gran diversidad y podemos categorizarlos en función de su financiación, de si presentan o no ideología, de su composición, de su enfoque disciplinar… Hoy en día la clasificación de think tanks más importante es la que nos brinda anualmente la Universidad de Pensilvania con su informe “Think Tanks and Civil Society Program”. Este reporte se dedica a evaluar y clasificar los diferentes think tanks que existen en la actualidad.

El informe aporta las siguientes categorías:

 

 

Los think tanks ligados al ámbito universitario o gubernamental continúan suponiendo la mayoría de los casos, mientras que los grupos de investigación con ánimo de lucro constituyen una minoría creciente.

La influencia de las ideas en la política de EEUU

Es interesante analizar cómo el libro de Robert D. Kaplan “Fantasmas Balcánicos” influyó de manera decisiva en la intervención americana en la guerra de los Balcanes, y paradójicamente conducirá años más tarde, en 2003, a la invasión de Irak. El mismo Kaplan en otra de sus grandes obras, “La Venganza de la Geografía”, culpa a las altas esferas de la sociedad estadounidense de contagiarse de un idealismo desenfrenado que dio lugar a menospreciar el trascendental papel que juegan la historia y la geografía física al determinar el futuro de las naciones.

El papel que jugaron las diversas presiones ejercidas por think tanks americanos en la invasión de Irak constituye el perfecto ejemplo para ilustrar la capital importancia que pueden llegar a tener las ideas a la hora de conducir la política exterior de un Estado.

Originalmente los think tanks nacieron como cuerpos consultivos orientados a prestar ayuda y consejo al Gobierno estadounidense. Con el avance de la Guerra Fría y más adelante con la revolución de internet la necesidad de ideas y la formulación independiente de políticas se convirtió en primera necesidad para Estados Unidos, que vio en los think tanks la mejor solución posible para nutrirse del consejo de expertos.

La capacidad de generar ideas nuevas y originales alejadas del estrato político junto con la capacidad educativa, son dos de los principales factores que han propiciado que en la actualidad se considere a los think tanks como referentes a la hora de dar forma a la política exterior de EEUU. La directa influencia que poseen es una de las características fundamentales que los distingue de los existentes en otras regiones, como en Europa, donde se encuentran más atados al ámbito académico; en EEUU los Think tanks ejercen un verdadero impacto sobre las políticas del Estado. En estas “fábricas de pensamiento” es dónde se construyen los valores e ideas con los que se intentará edulcorar la política exterior y así expandir su ámbito de influencia a todos los rincones del globo. La misión de identificar y dar solución a futuros problemas y conflictos es otra de las tareas principales que cumplen los think tanks. No siempre se consideran aliados gubernamentales y muchas veces lideran la crítica más feroz; en cualquier caso, la autonomía de la que gozan es lo que hace que sean percibidos como un activo de gran valor dentro de la sociedad estadounidense.

 

Think Tanks in the world

 

La exportación del modelo a Europa

En Europa el número de think tanks se ha multiplicado desde la década de 1980, pero su número y relevancia siguen muy distantes respecto al mundo anglosajón. En el listado de think tanks más importantes creado por la Universidad de Pensilvania solamente dos pertenecen a la Unión Europea: el Institut Français des Relations Internationales y el belga Bruegel. El modelo americano de think tank ha sido tanto alabado como criticado, y la opción de imitarlo se ha discutido en muchos países y se ha llevado a cabo en muchos otros. Los críticos a su implantación opinan que la historia y la tradición juegan un papel fundamental que hacen extremadamente difícil la exportación del modelo.

Tradicionalmente en Europa las universidades han sido las encargadas de desarrollar el ideario europeo, y en el pasado tuvieron gran éxito haciendo de Europa la vanguardia de la humanidad. Pero en la actualidad Europa no goza del papel protagonista que tenía en otras épocas históricas; el hecho es que se ha visto superada a nivel ideológico por EEUU y no ha tenido más opción que la de comulgar con este último para hacer frente a amenazas mayores. Esto último, junto a la mayor complejidad que presentan los problemas en el panorama actual y la situación que vive la Unión Europea, hacen que se necesite renovar el contrato social europeo y generar una nueva narrativa que agrupe a los ciudadanos europeos en torno a una nueva causa, con el espíritu de los Tratados de Roma como gran referente y punto de partida.

Para llevar a cabo tan ardua tarea los think tanks se presentan como una de las posibles soluciones y herramientas de ayuda. Dada su naturaleza de aunar el ámbito académico y el político, la creación de nuevas ideas y valores que revitalicen la sociedad europea permitirán aspirar a cualidades más elevadas. Otro de los factores fundamentales es la flexibilidad que presenta el modelo de think tank, que generará mayor accesibilidad dentro de la sociedad civil, haciendo que los ciudadanos se sientan partícipes y que, en última instancia, la participación política aumente, de forma que los lazos de confianza se refuercen en vez de resquebrajarse, como se pronostica que ocurra. Como mencionábamos en el caso estadounidense, el valor educativo es otra de las características principales y servirá como solución para varios de los problemas que asolan a día de hoy Europa, como el caso del ascenso de partidos extremistas de distinto signo.

Europa tiene el deber de generar una narrativa con la que sus ciudadanos se identifiquen y sin duda el poder de las ideas jugará un papel fundamental en el éxito o fracaso de esta tarea.

El fenómeno think tank ya constituye a día de hoy uno de los modelos sobre los que gravita la diplomacia pública de diversos Estados. El eterno conflicto por dominar las esferas de pensamiento mundial seguirá presente, por lo que los think tank seguirán creciendo y desarrollándose, obteniendo cada vez más relevancia a nivel internacional. En la jerarquía de dominio, las ideas ocupan el último escalón, por detrás de los individuos, de la geografía física y la historia; sin embargo, al ser las ideas una pura creación intelectual humana, se constituyen como fuerza de control y de movimiento del primer escalón, los individuos.

 

Bibliografía

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Cristina Ariza Cerezo. (2016). El panorama ideológico estadounidense: el caso deForeign Policy Board. 1/11/2018, de IEEE Sitio web.

Katarzyna Rybka-Iwanska . (2017). 5 reasons why Think tank are soft power tools. 1/11/2018, de USC Center for Public Diplomacy Sitio web.

Robert D. Kaplan. (1993). Los Fantasmas Balcánicos: Un viaje a los orígenes del conflicto de Bosnia y Kosovo. Estados Unidos: S.A. Ediciones B.

Robert D. Kaplan. (2012). La venganza de la geografía. Estados Unidos: RBA Libros.

Pedro Baños. (2018). El Dominio Mundial: Elementos del poder y claves geopolíticas. España: Ariel.

Pedro Baños. (2017). Así se domina el mundo. Desvelando las claves del poder mundial. España: Arial.

Hak Yin Li. (2018). The evolution of Chinese public diplomacy and the rise of Think tanks. 1/11/2018, de Springer Link Sitio web.

Lars Brozus and Hanns W. Maull. (2017). Think tanks and Foreign Policy. 1/11/2018, de Oxford politics Sitio web.

James G. McGann. (2018). 2017 Global Go To Think tank Index Report. 1/11/2018, de University of Pennsylvania Sitio web.

Sun Tzu. (2014). Arte de la guerra. España: Plutón Ediciones.

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En un contexto de creciente populismo, el pulso entre Bruselas y Roma es decisivo para el futuro de la UE

En una medida sin parangón dentro de la historia de la Unión, la Comisión Europea ha desestimado los presupuestos nacionales presentados por el Gobierno populista italiano, por no tender a los objetivos de déficit marcados. Ni Bruselas ni Roma parecen tener la intención de abandonar sus posturas, por lo que un enfrentamiento institucional amenaza el horizonte europeo.

'Tragicommedia, made in Italy': choque institucional en la Unión Europea

▲ Giuseppe Conte, presidente del Gobierno italiano, con los vicepresidentes Luigi di Maio (izqda.), líder del Movimiento 5 Estrellas, y Mateo Salvini (dcha.), líder de la Liga Norte [Gob. de Italia]

ARTÍCULOManuel Lamela

Tras siete meses en el Gobierno, la coalición formada por el Movimiento 5 Estrellas y La Liga Norte han cumplido con lo prometido e iniciado, con la presentación del presupuesto de la república italiana, un proceso de enfrentamiento y desafío con la Unión Europea (UE). Las autoridades de Bruselas acusan a Italia de romper, con sus irresponsabilidades, los lazos de confianza que forjan y dan sentido al proyecto europeo.

El pasado día 16 de octubre el ejecutivo de Giuseppe Conte presentó un presupuesto con una previsión de déficit del 2,4%; si bien es cierto que la cifra está por debajo del límite del 3% fijado por la normativa europea, triplica lo pactado anteriormente entre Roma y la UE. Además, si la deuda pública de Italia es del 131% del PIB, lo que la convierte en la segunda más alta de la Unión monetaria, solamente superada por Grecia, el nuevo presupuesto no hará más que aumentarla, ya que pretende incrementar de forma significativa el gasto público.

El aumento del gasto parece obedecer a los intereses populistas del líder de la Liga Norte y ministro del Interior, Mateo Salvini, quien no ha ocultado su intención de buscar apoyo en los sectores más fracturados de la sociedad italiana. Cultivar el victimismo frente a Europa puede dar un cierto rédito político, pero el ejemplo de Grecia nos muestra que actitudes de ese tipo suelen acabar en tragedia, debilitando sobremanera al Estado ante otra posible crisis de deuda.

La Comisión Europea rechazó a finales de octubre el borrador presupuestario italiano –devolver el presupuesto de un Estado miembro era un acto sin precedentes– e instó a Roma a enviar una versión revisada en un plazo máximo de tres semanas. La decisión no cierra las puertas al diálogo y a las negociaciones, como indica en su explicación de lo sucedido el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici; “El dictamen adoptado hoy no debería sorprender a nadie, ya que el proyecto de presupuesto del Gobierno italiano representa una desviación clara e intencional de los compromisos asumidos por Italia el pasado mes de julio. Sin embargo, nuestra puerta no está cerrada. Queremos continuar nuestro diálogo constructivo con las autoridades italianas. Celebro el compromiso del ministro de Finanzas, Giovanni Tria, con este fin y debemos avanzar con este espíritu en las próximas semanas”.

Pero desde el Gobierno de Conte se asegura que no existe un plan B y que no hay ninguna posibilidad de que Italia dé un paso atrás. Tanto Mateo Salvini como el líder del Movimiento 5 Estrellas, Luigi di Maio, ambos vicepresidentes del Gobierno, defendieron la postura Italiana y atacaron a Bruselas alegando que es normal que esta se encuentre descontenta, ya que es la primera vez que Italia se libera de las garras del eurogrupo a la hora de decidir su política económica. También manifestaron que, con su respuesta, el colegio de Comisarios ataca directamente al pueblo Italiano. Y acusaron al presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, de “solo hablar con gente embriagada”, algo que sin duda muestra poco respeto hacia las instituciones.

La táctica de simular fortaleza y determinismo, que ambas formaciones políticas italianas usaron durante la campaña electoral, se está viendo correspondida por el resto de líderes europeos con un ejercicio de poder real. La petición del ministro italiano de Finanzas, Giovanni Tria, para que Italia pueda gozar de la misma oportunidad que contó Portugal en el pasado, cuando Bruselas aceptó que el primer ministro luso, Antonio Costa, no aplicara el volumen de recortes deseado desde la Comisión, se verá ahogada por las imprudentes formas que emplean los líderes políticos de la República Italiana.

Si Italia se niega a seguir las recomendaciones dadas por la UE cabe la posibilidad de que la Comisión se plantee imponer multas, que pueden llegar a suponer un 0.2% del PIB, por el incumpliendo del pacto de Estabilidad y Crecimiento. Pero al margen de las sanciones la UE no posee derecho a veto ni dispone tampoco de ninguna otra competencia para evitar la entrada en vigor del presupuesto italiano. Como indican diversos expertos, será la presión de los mercados la que haga corregir la medida italiana, evitando así un enfrentamiento directo entre Roma y Bruselas que dañaría a ambas partes por igual. Los analistas de Goldman Sachs predicen que “la deuda italiana debe empeorar para ejercer la presión adecuada y obligar a que el Gobierno opte por otra retórica”.

Aunque la Comisión Europea logre evitar una confrontación con Italia, sí podrá verse expuesta a la campaña de victimismo de las agrupaciones populistas italianas, táctica que ya emplearon con éxito en las pasadas elecciones. Se trata de una táctica que no es de creación italiana, pues desde la crisis del año 2008 diversas agrupaciones y partidos surgieron con una postura claramente contraria a Bruselas, acusando a las instituciones comunitarias de todos los males que sufren las sociedades europeas. Ejemplos hay varios; quizás el Brexit sea el más sonado dada su relevancia a nivel europeo e internacional, pero no nos debemos olvidar del ascenso de formaciones como el Frente Nacional en Francia, el Partido de la Libertad en Austria o Podemos en España, partido este último que tuvo su gran lanzamiento público a raíz de las elecciones al Parlamento Europeo de 2015.

Hasta el momento en Europa no se ha conseguido encontrar la manera de evitar o neutralizar las campañas de demagogia que proliferan en la Europa actual. Aunque se están realizando ciertos avances en cuanto al poder comunicativo de la UE, es incomprensible que desde Bruselas no se consiga explicar con eficacia el proyecto europeo a los ciudadanos de la Unión. Se trata de una carencia que el proyecto europeo arrastra desde su nacimiento y que ha sido causa de muchos de los males que han afectado a la unidad regional en las últimas décadas. En este caso Europa tiene que aportar datos que resulten sencillos de comprender para el ciudadano medio italiano y que le hagan ver que las medidas adoptadas por su Gobierno serán dañinas para la sociedad italiana en un futuro próximo, por mucho que se encuentren edulcoradas por mensajes que responden a promesas vacías y políticas mesiánicas.

Otro de los factores que preocupan en el seno de la Comisión es el riesgo de contagio del virus generado dentro de la tercera economía de la UE (descontando ya el Reino Unido). En un principio puede parecer posible que otros Estados miembros se sientan atraídos a seguir los pasos de Italia; sin embargo, las autoridades europeas dicen creer firmemente que su dura respuesta a Roma reforzará la unión monetaria e incluso hará que aumente la integridad en ámbitos como la unidad bancaria. En cuanto al exterior, la decisión mostrará que el rigor presupuestario comunitario se cumple, generando confianza y seguridad en los mercados, y por último demostrando que no se da tregua a las formaciones populistas dentro de Europa.

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ESSAYMaría Granados

Most scholars and newspapers (1) claim that the inequality gap is widening across the globe, but few provide an explanation as to why this apparently growing concern occurs, nor do they look into the past to compare the main ideologies regarding potential solutions to such problems (i.e.: the Austrian School of Thought and Keynesianism). The following paper attempts to do so by contrasting interventionist and libertarian approaches, to ultimately give an answer to the question.

Alvin Toffler predicted and described what he called ‘The Third Wave’, a phenomenon consisting of the death of industrialism and the rise of a new civilisation. He focuses on the interconnection of events and trends, (2) which has often been ignored by politicians and social scientists alike. Notwithstanding, J.K. Galbraith points out that the economy is shaped by historical context, and attempts to provide an overview of the main ideas that have given birth to current economic policies; (3) while Landes's focus on the past suggests inequality is not a new phenomenon. (4) Hence, its evolution cannot be overlooked: On the one hand, it led Marx to proclaim that private capital flows invariably lead to property concentration in consistently fewer hands; on the other hand, it led Kuznets to believe that modern economic growth would make developed countries to reach out geographically, spreading process to developing countries thanks to major changes in transport and communication. (5) First and foremost, we shall delve into the why question, sustained by the premise that there is, in fact, inequality, which sets up the foundation for economic studies. (6) Piketty asserts that ‘arbitrary and unsustainable inequalities’ are generated ‘when the rate of return on capital exceeds the rate of growth of output and income’. An advocator for open markets and the general interest, he rejects protectionism and nationalism, (7) but is it possible to establish justice through capitalism?, and, more importantly, is capitalism the most suitable system to do so?

Famous liberal philosopher Adam Smith wrote on the matter of state intervention that public policy should only be used insofar as it stimulates economic growth. (8) Freedom of trade made economies specialise through the division of labour, and so it resulted on low prices and an abundant supply of marketable products. The critique on corporations, state-chartered companies, and monopolies, made him conclude that the State should control (9) common defence, the administration of justice, and the provision of necessary public works. Contrary to popular belief, he was also in favour of a proportionate income tax. (10) David Ricardo added that a tax on land rents was necessary to prevent landowners from an increase share of output and income. In the nineteenth century, Marx pursued the destruction of the inevitably accumulated private capital. In the same period, realist theories (11) were embraced by Müller and List, among others, who viewed the state as a protector for the citizens, the equality provider. What all of the aforementioned theories have in common is that the State does play a role to a certain extent on the prevention of ‘unfairness’. (12) Although thinkers may well be a product of their times, John Maynard Keynes and Friedrich August Von Hayek have heavily influenced current policies regarding inequality. Arguably, their thoughts stem from the above-mentioned ideas: the input of Marx’s Capital in the Keynesian welfare state is contrasted with Smith's liberal approach (‘let the invisible hand be’) Hayek embraced. During the Great Depression, the preference for liquidity made Keynes focus on the shortage of the demand, to suggest that the corrective action of the government, borrowing and spending funds, was the best way out of the crisis. Several concepts were born or renewed, such as public work, or the social security system, and, more importantly the ‘deliberate deficit’. His theory regarded the deliberate unbalance of public budget so that more money would flow into the economy, sustaining demand and employment. (13)

Libertarians would argue that Ricardo failed to foresee that technological progress was going to diminish the dependence on agriculture, therefore decreasing and stabilising land price. Marx also rejected the likelihood of a long-lasting technological development. The latter challenged his ideas, since an increase in productivity and efficiency led to higher salaries and better living conditions, providing more opportunities for the workers. Indeed, with industrialisation came an improvement in the essentials of life. Mitchell, Schumpeter and Robbins, who studied the business cycle, theorised that the economy was a tendency whose problems had no prevention or cure. Thus, inequality had to be allowed to run its course, since it would eventually decrease. In the Post-Keynesian Revolution, the interaction of the wage-price spiral caused inflation. Hayek rhetorically asked the interventionists: ‘in our endeavour consciously to shape our future in accordance with high ideals, we should in fact unwittingly produce the very opposite of what we have been striving for?’ (14) The OPEC crisis in 1973 made governments apply the Austrian School to WIN, (15) removing any obvious impediments to market competition (i.e.: government regulation). Milton Friedman, in favour of the classical competitive market system, followed Hayek’s liberalism. He did write about the negative income tax, consisting of securing a minimum income for all by controlling money supply; nonetheless, he agreed with what Hayek stated in 1945: The more the state organises, plans and intervenes, the more difficult it is for the individual to choose freely, to plan for itself. For Hayek, private property was ‘the most important guarantee of freedom’. The division of the means of production amongst independent citizens was his concept of fairness. (16) Professor of Economics Walter E. Williams introduces The Road to Serfdom explaining Hayek’s underlying three premises: If using one individual to serve the purpose of another is morally wrong (slavery), taking money from one individual to serve the purpose of another is just as wrong; collectivists or interventionists cannot ignore that free markets produce wealth; and men cannot know or do everything, thus, when the government plans, it assumes to know all the variables. (17)

In 1945, when Hayek challenged the Keynesian perspective, multilateralism arose, giving birth to institutions at the global and regional levels. (18) Currently, whilst there is a tendency to focus on ‘global’ problems and solutions, Piketty (19) asserts that globalised capitalism can only be regulated through regional measures, stating that ‘unequal wealth within nations is more worrisome than unequal wealth between nations.’ Specifically, he proves that salaries and output do not catch up with past wealth accumulation. He believes that taxing capital income heavily could potentially kill entrepreneurial activity, and decides that the best policy would be a progressive annual tax on capital. Despite Hayek’s premise being the unknown, thereof disgraceful consequences of interventionism; Stiglitz disbelieves that trickle-down economics will address poverty, considering that it is precisely the lack of information what makes the ‘invisible hand’ fail. Neoliberal assumptions are heavily critisised by Stiglitz, who evaluates the role of the IMF and other international economic institutions’ performance, concluding that their programs have often left developing countries with more debt and a more corrupt, richer, ruling government. Moreover, good management ultimately depends on embracing the particular and unique characteristics of each country’s economy. (20) At this point, one could ask itself, is justice a biased concept of the west? Landes claims the rich (in IPE, developed countries) will solve the problem of pollution, for instance, because it is them who have more to lose. (21) This could result in a natural redistribution of wealth. By contrast, he demonstrates that the driving force of progress was seen as ‘Western’ on the realms of education, thinking and technique; until the uneven dissemination made people reject it. (22) The egalitarian society is seemingly in between both of the main economic branches previously discussed: It includes the free will of the rich to tackle current problems the so-called globalization poses; (23) the free-will of developing states to apply national solutions to national problems, and the impulse of international cooperation and regional political integration.

To conclude, history evidences most economists, thinkers and scholars resort to the state to try to distribute wealth evenly. The way they portray the same problem makes them disagree on the way to solve it, but there is an overall agreement on the need to intervene to a certain extent to prevent the inequality gap from broadening. In Galbraith’s words: ‘Economics is not, as often believed, concerned with perfecting a final and unchanging system. It is in a constant and often reluctant accommodation to change.’ (24) On this quest for justice, it may be worth realising that the concept of unfairness cannot be taken for granted.

 

References

1. E.g.: Lucas Chancel in The Guardian in Jan. 2018, Piketty (2014), Ravenhill (2014), David Landes (1999).

2. Toffler, Alvin (1980). The Third Wave. New York: Bantam Books.

3. Galbraith, John Kenneth. (1987). Economics in Perspective. Boston: Houghton-Mifflin Trade and Reference.

4. Landes, David. (1999). The Wealth and Poverty of Nations. London: Abacus.

5. Nobel Lectures, Economics 1969-1980, Editor Assar Lindbeck, World Scientific Publishing Co., Singapore, 1992.

6. The aim of the subject being the allocation of scarce resources (according to e.g.: L. Robbins).

7. Piketty, Thomas. (2014). Capital in the Twenty-First Century. Cambridge, US: Harvard University Press. p. 7

8. Galbraith, John Kenneth. l.c. f.f. 8

9. E.g.: through the imposition of tariffs or taxes following the canon of certainty, convenience, and economical to assess and raise.

10. Read Smith, A. (1776). An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations. 1998 edition. Milano: Cofide. Book V: On the Revenue of the Sovereign or Commonwealth; Chapter II: On the Sources of the General or Public Revenue of the Society; Part II: On Taxes. I.

11. For more on the theories that shaped economic thought, read Paul, Darel, and Amawi, Alba, (Eds.). 2013. The Theoretical Evolution of International Political Economy: A Reader. Oxford: Oxford University Press. See p. 16-19 and p. 153 for Realism, p. 95 and 102 for Friedrich List.

12. Note: Even in socialism, prior to the State’s dissolution, workers had to become the ruling government to ensure the process ensued.

13. Keynes, John Maynard. (1936). The General Theory of Employment Interest and Money. Cambridge: Palgrave MacMillan.

14. Hayek, Friedrich A. (1945). The Road to Serfdom. Reader’s Digest. Combined edition, 2015: The Institute of Economic Affairs. p. 40

15. Whip Inflation Now

16. Ibid. p. 41

17. Ibid. Introduction

18. Read Ravenhill, John. (2014). Global Political Economy. Oxford: Oxford University Press.

19. Pikkety, Thomas. l.c., pp. 303-304, 339 f.f.

20. Stiglitz, Joseph. (2003). Globalization and its Discontents. London: Penguin.

21. Landes, David. l.c. P. 516

22. Ibid. p. 513

23. Hirst develops the following points: In the 1870-1914 period there was as much economic integration as now; most transnational corporations are not truly ‘global’; the Third World is becoming marginalised with regards to the movement of capital, employment and investment; and supranational regionalisation is a more relevant trend than that of Globalization. Hirst, Paul, et al. (2009). Globalization in Question. Oxford: Polity.

24. Galbraith, J.K. l.c. Chapter 22, p. 326.

 

Bibliography

Chancel, Lucas (coordinator). World Inequality Report. Wid.world: Executive report. World Inequality Lab, 2018, pp. 4–16.

Galbraith, John Kenneth. (1987). Economics in Perspective. Boston: Houghton-Mifflin Trade and Reference.

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Keynes, John Maynard. (1936). The General Theory of Employment Interest and Money. Cambridge: Palgrave MacMillan.

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Paul, Darel, and Amawi, Alba, (Eds.). 2013. The Theoretical Evolution of International Political Economy: A Reader. Oxford: Oxford University Press.

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Smith, A. (1998). An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations. Scotland.

Stiglitz, Joseph. (2003). Globalization and its Discontents. London: Penguin.

Toffler, Alvin (1980). The Third Wave. New York: Bantam Books.

Categorías Global Affairs: Orden mundial, diplomacia y gobernanza Global Ensayos

[Jorge Orlando Melo, Historia mínima de Colombia. El Colegio de México-Turner. Bogotá, 2018. 330 p.]

 

RESEÑAMaría Gabriela Fajardo

Historia mínima de Colombia

Esta historia de Colombia escrita por Jorge Orlando Melo destaca por su evidente esfuerzo de neutralidad política. Se mencionan los procesos, las continuidades y las rupturas históricas de la nación sin traslucir ningún tipo de tendencia partidista. El autor procura mantenerse imparcial al narrar los eventos que han llevado a Colombia a donde hoy se encuentra. Eso convierte la obra de Melo –nacido en Medellín en 1942, historiador de la Universidad Nacional de Colombia y consejero presidencial para los derechos humanos en 1990– en especialmente adecuada para lectores sin un especial conocimiento de la historia colombiana, pues pueden juzgar por ellos mismos el devenir de la creación de una nación donde primero fue el Estado. Ese es justamente el propósito de la colección de “historias mínimas” encargada desde el Colegio de México.

Gran parte de la obra se dedica a la época colonial, remarcando así la importancia de la memoria histórica en el proceso de formación del país y en sus cambios actuales. No se trata, pues, del habitual recorrido lineal a través de acontecimientos políticos, sino que más bien fija la atención en la evolución cultural de aquella memoria forjada tempranamente y que se desarrolla en sucesivas dinámicas sociales.

Por otro lado, el papel de las regiones es un elemento clave en la formación de la sociedad colonial, cuyo legado es un poder central ineficiente, en un país donde hay leyes que parecen ser negociables, la sociedad está dividida en diversos estratos sociales, la tierra pertenece a unos pocos y se da una constante polarización política a manos de gobiernos clientelistas.

Esto sucede en una Colombia en la que el papel de la geografía ha sido determinante para los procesos de desarrollo de la nación. Melo habla de zonas aisladas de difícil acceso, de muy diverso tipo: “islas de prosperidad, seguridad o salubridad en medio de un océano de pobreza, violencia y enfermedad”. Ese océano ha disminuido en la actualidad, pero hay islas que siguen siendo la ruta perfecta para el narcotráfico.

Las luchas ideológicas en Colombia han sido intensas: a la Hegemonía Conservadora, de 32 años, le siguió Hegemonía Liberal, de 13; luego se dio la era del Frente Nacional, durante la cual conservadores y liberales se alternaron en cada periodo, creando un ambiente de equilibrio y relativa tranquilidad por un corto plazo de tiempo. “La pugna entre liberales y conservadores fue, más que un enfrentamiento político por el triunfo electoral, una guerra santa por modelos sociales diferentes”, escribe Melo. Sin embargo, eso generó exclusión política y llevó a la formación de grupos al margen de la ley, levantados contra el Gobierno y financiados por el narcotráfico. El enfrentamiento hizo visibles las debilidades institucionales y apenas dejó espacio para la Justicia. La violencia entonces se volvió rutinaria y acabó siendo el mayor fracaso histórico de Colombia, con responsabilidad especial de aquellos que promovieron la violencia como herramienta eficaz de cambio social. 

Para Melo, es la “agencia humana” –es decir, la manera en que las personas usan sus recursos para adaptarse a las circunstancias­– lo que define la historia; son los hombres y mujeres quienes, en su acción conjunta, generan cambio y son los constructores de su historia. A diferencia la postura más común sobre la historia colombiana, Melo no cae en el determinismo: no hace referencia a una cultura de violencia innata que de forma natural condene a los colombianos a pelearse. Por el contrario, deja claro que eventos como el 6 de abril, el golpe de estado de Rojas Pinilla en 1953 o la sangrienta toma del Palacio de Justicia en 1985, deben verse en perspectiva y ser considerados como momentos de un proceso social. 

El Estado colombiano no logró ser nación propiamente hasta finales del siglo XX, cuando se logró el “sueño de los creadores de la nación” de que todo el territorio estuviera cubierto por la ley, un solo mercado y un sistema político. La historia singular de Colombia arrancó con la Patria Boba, como suele llamarse la etapa entre el grito de independencia y la batalla de Boyacá, cuando los criollos lograron efectivamente la independencia. Desde entonces hubo una gran falta de unidad, manifestada en un sinfín de revoluciones, reformas y constituciones. Colombia vivió un agotador, desgastante y a la vez violento proceso orientado a lograr que todo ese país sumamente diverso, con una geografía que lo segmenta en regiones, con grupos humanos variados y dispersos, pudiera cohesionarse política, jurídica, económica y culturalmente.

Pero ese pasado no prejuzga el futuro. El lector llega al final de esta “Historia mínima de Colombia” con la conciencia de un futuro abierto para el gran país sudamericano. Colombia, que ha llegado a ser uno de los países más violentos, ahora tiene un Nobel de Paz, está en un proceso de postconflicto y ha empezado a ser tenido en cuenta en mayor medida por la comunidad internacional por sus grandes avances.

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[Robert Kaplan, The Return of Marco Polo's World. War, Strategy, and American Interests in the Twenty-first Century. Random House. New York, 2017. 280 págs.]

 

RESEÑA / Emili J. Blasco

The Return of Marco Polo's World

Las señales de “fatiga imperial” que está dando Estados Unidos –una menor disposición a proveer orden mundial– contrastan con el destino de proyección sobre el orbe que su naturaleza y tamaño le imprimen. “Estados Unidos está condenado a liderar. Es la sentencia de la geografía”, escribe Robert Kaplan. “No. Estados Unidos no es un país normal (...), sino que tiene obligaciones propias de un imperio”.

Entre la realidad de una gran potencia cuya política exterior ha entrado en una nueva fase –cierto retraimiento en la escena internacional, comenzada por Barack Obama y continuada por Donald Trump– y las exigencias de su interés nacional, que a juicio de Kaplan requiere una asertiva presencia en el mundo, se mueve el nuevo libro de este conocido autor geopolítico estadounidense.

A diferencia de sus anteriores obras –la más reciente es Earning the Rockies. How Geography Shapes America's Role in the World (2017)– esta vez se trata de un tomo que recoge ensayos y artículos suyos publicados en diferentes medios durante los últimos años. El más largo, que da título a la recopilación, fue un encargo del Pentágono; el titular de otro de los textos, también de 2016, encabeza estas líneas.

Eurasia

Cuando Kaplan habla de retorno al mundo de Marco Polo está significando dos cosas. La principal es la nueva vinculación que está surgiendo entre China y Europa gracias al mayor comercio, simbolizado con la nueva Ruta de la Seda, lo que da pie al autor a un largo ensayo sobre la materialización de lo que hasta ahora solo era una idea: Eurasia. El otro significado, que desarrolla más en otras partes del libro, tiene que ver con el nuevo orden internacional al que vamos y que él califica de “anarquía competitiva”: una era de mayor anarquía si la comparamos con el tiempo de la Guerra Fría y el que hemos conocido después (la Edad Media de Marco Polo era también un momento de múltiples potencias).

Kaplan es uno de los autores que más se está refiriendo al surgimiento de Eurasia. La llegada de los migrantes sirios a Europa ha hecho a esta dependiente de las vicisitudes en Oriente Medio, mostrando que las fronteras internas del supercontinente se están desvaneciendo. “A medida que Europa desaparece, Eurasia se cohesiona. El supercontinente ha devenido en una unidad fluida y comprehensiva de comercio y conflicto”, escribe. Y con la cohesión de Eurasia el peso específico del mundo pasa del Asia-Pacífico al Indo-Pacífico o, como también le llama Kaplan, el Gran Índico.

Realismo, moral y valores

De entre los múltiples aspectos estratégicos que Kaplan considera en relación a Eurasia, quizás puede pasar desapercibida una importante advertencia: gran parte del éxito de China en su trazado del Cinturón y Ruta de la Seda depende de que Pakistán actúe como la clave que, en medio del arco, le da compleción y al mismo tiempo lo sostiene. “Pakistán será el principal registrador de la capacidad de China para unir su Ruta de la Seda [terrestre] a través de Eurasia con su Ruta de la Seda [marítima] a través del Océano Índico”, avanza Kaplan. A su juicio, la inestabilidad paquistaní, aunque no acabe provocando el colapso del país, bien podría limitar la efectividad del gran proyecto chino.

Fuera de ese capítulo euroasiático, el libro es una argumentación, sobria y tranquila, con la prosa siempre elegante de Kaplan, de los principios del realismo, entendido este como “una sensibilidad enraizada en un sentido maduro de lo trágico, de todas las cosas que pueden ir mal en política exterior, de modo que la precaución y el conocimiento de la historia están integrados en la manera de pensar realista”. Para un realista “el orden va antes que la libertad y los intereses antes que los valores”, pues “sin orden no hay libertad para nadie, y sin intereses un Estado no tiene incentivos para proyectar valores”.

Kaplan desgrana estas consideraciones en artículos dedicados al pensamiento de Henry Kissinger, Samuel Huntington y John Mearsheimer, todos ellos realistas de diferente cuño, de los que se encuentra próximo, especialmente del primero: la reputación de Kissinger no hará más que aumentar con los años, asegura. En cambio, rechaza que la política exterior de Trump pueda encuadrarse en la doctrina realista, pues al presidente estadounidense le falta sentido de la historia, y eso es porque no lee.

Kaplan presenta el realismo como una sensibilidad, más que como una guía con recetas para actuar en situaciones de crisis, y ciertamente en diversas páginas entra en el debate sobre si la actuación exterior de un Estado debe guiarse por la moralidad y la defensa de valores. “Estados Unidos, como cualquier nación –pero especialmente porque es una gran potencia–, simplemente tiene intereses que no siempre son coherentes con sus valores. Esto es trágico, pero es una tragedia que tiene que ser abrazada y aceptada”, concluye. “Porque Estados Unidos es una potencia liberal, sus intereses –incluso cuando no están directamente ocupados con los derechos humanos– son generalmente morales. Pero son solo secundariamente morales”.

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Limitar el trato con China y controlar la llegada de refugiados venezolanos, entre las medidas que promueve el vencedor en la primera vuelta

Con un apoyo de más del 46% de los votantes, el derechista Jair Bolsonaro obtuvo una amplia victoria en las elecciones presidenciales del 7 de octubre, que no obstante necesitarán una segunda vuelta a finales de mes. Su directo contrincante, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, apenas llegó al 29% de los votos, lo que complica que en tres semanas la correlación de fuerzas pueda girarse. Una presidencia de Bolsonaro, por tanto, es posible y eso aconseja examinar qué política exterior nos depararía la nueva etapa.

Jair Bolsonaro, en un acto de la campaña electoral

▲ Jair Bolsonaro, en un acto de la campaña electoral [PSL]

ARTÍCULOTúlio Dias de Assis

Uno de los dichos más conocidos que tienen los brasileños acerca de su propio país es que “O Brasil não é um país para principiantes” (Brasil no es un país para principiantes). Desde luego, dicho refrán sería muy acertado a la hora de describir la situación actual del país. El gigante latinoamericano se tambalea ante la inestabilidad provocada por una campaña electoral realmente inédita y por la posibilidad de la victoria de un candidato ciertamente divisivo.

La campaña electoral ha sido todo menos “convencional”, con un candidato intentando promover el voto desde su celda en la prisión federal de Curitiba, en Paraná, y otro siendo apuñalado en pleno acto político en las calles de Juíz de Fora, en Minas Gerais. El primero, el expresidente Luís Inácio “Lula” da Silva, tuvo que ceder finalmente el puesto a otro dirigente de su partido, Fernando Haddad, debido a su situación penal; el segundo, Jair Bolsonaro, se vio favorecido electoralmente por el apuñalamiento y la mayor dispersión del voto por el obligado abandono de Lula.

Las elecciones contaban con un variopinto grupo de candidatos representando los más dispares tipos de ideologías. En la votación de este último domingo, como ya predecían las encuestas, la pugna ha quedado reducida a dos presidenciáveis (candidatos a la presidencia), situados en las antípodas del espectro político: Bolsonaro y Haddad, candidatos del Partido Social Liberal (PSL) y del Partido de los Trabajadores (PT), respectivamente.

Así, Bolsonaro obtuvo más del 46% de los votos, superando con creces las previones de los sondeos, mientras que Haddad recibió el apoyo del 29% de los votantes. Al no sobrepasar ningún candidato el 50% de los votos este 7 de octubre, los dos presidenciales más votados pasan a una segunda vuelta, que tendrá lugar el 28 de octubre.

Jair Messias Bolsonaro, el “Trump brasileño”

Bolsonaro indudablemente es la mayor sorpresa de estas elecciones, ya que sus posturas, muy reaccionarias en algunos temas, se salen por completo del espectro político mayoritariamente socialista al que Brasil se había acostumbrado desde principios de siglo. Se trata de un militar en la reserva que durante las últimas décadas ejerció de diputado federal por el estado de Río de Janeiro. Durante su labor en la Cámara Baja, muchas de sus declaraciones, a menudo de carácter homófobo, racista y machista, se hicieron virales. Gran parte de la prensa brasileña le ha tachado de extrema derecha y ha realizado una dura campaña en su contra, similar a lo que pasó con Donald Trump en EEUU.

La controversia ha beneficiado a Bolsonaro, ampliando su base electoral. Tras el atentado en Minas Gerais, vio crecida su popularidad (subiendo en las encuestas del 22% al 32%) y mitigando algo el rechazo que provoca entre parte de la población.

En cuestiones de política interna, el candidato del PSL se caracteriza por polémicas declaraciones a favor de la revocación del estatuto de desarme (emitido durante el gobierno de Lula), una disminución del aparato burocrático estatal, la liberalización de la economía, la privatización de empresas y organismos públicos, la reducción de la mayoría de edad penal, el establecimiento de penas mayores y más duras para delitos graves y la militarización de la policía en sus enfrentamientos contra las bandas criminales dominantes en las favelas. Además, rechaza rotundamente, entre otros asuntos, la ideología de género, las cuotas de género y raciales –en todo tipo de organismos públicos– y los movimientos políticos de ideología marxista.

Política exterior. En cuanto a política internacional, Bolsonaro ha mencionado que pretende estrechar las relaciones de Brasil con EEUU –dada su simpatía hacia la política del presidente Trump–, la UE y los países democráticos de Latinoamérica; mientras que se ha posicionado radicalmente en contra del acercamiento a países con regímenes dictatoriales, entre los que ha incluido a China, Venezuela, Bolivia y Cuba. Defiende las políticas de Israel y ha prometido trasladar embajada brasilera a Jerusalén, tal como hizo el presidente Trump hace casi un año. Por último, rechaza el flujo descontrolado de inmigrantes venezolanos que entran en Brasil a través del estado de Roraima, y ha advertido que tomaría medidas drásticas para poder controlarlo, puesto que la cifra de migrantes procedentes de Venezuela ya sobrepasa los 50.000.

Fernando Haddad, el heredero del legado de Lula

Haddad ha sido alcalde de la ciudad de São Paulo y ministro de Educación durante el gobierno de Lula. Inicialmente optaba al puesto de vicepresidente, acompañando a Lula en la candidatura del PT. Pero cuando Lula vio cerradas sus opciones de forma definitiva por el Tribunal Supremo Electoral, al encontrarse encarcelado bajo condena de 12 años por corrupción, designó a Haddad como presidenciable, ya muy avanzada la campaña electoral.

Antes de la anulación de su candidatura, Lula encabezaba claramente los sondeos, pudiendo incluso a llegar a ganar en la primera votación. Ese apoyo radicaba sobre todo entre la población beneficiada por sus políticas socialistas de gran éxito durante sus dos mandatos (2003-2006 y 2007-2010), entre ellas el programa Fome Zero (Hambre Cero), que pretendía terminar con el hambre en Brasil; Primeiro Emprego (Primer Empleo), un programa enfocado en eliminar el desempleo juvenil, y el más conocido Bolsa Família, una continuación del Fome Zero concretada en ayudas familiares, cuyo éxito sacó a varios millones de brasileños de la pobreza.

Este éxito social, que afectó principalmente a las regiones del Norte y Noreste de Brasil, donde hay una mayor población por debajo de la línea de pobreza, daba al PT una sólida base electoral, aunque ligada al liderazgo de Lula. Al producirse el cambio de candidato, la popularidad del PT decayó y su intención de voto se repartió entre los demás presidenciables. Como candidato, Lula llegó a sobrepasar el 37% en la primeras encuestas; sin embargo, Haddad no llegó al 30% en la primera vuelta.

Política exterior. El PT es un partido de izquierdas que se alinea bastante con la doctrina política latinoamericana del llamado Socialismo del Siglo XXI. Su programa en política internacional es mantener buenas relaciones con los miembros de los BRICS –especialmente la cooperación con China– y de MERCOSUR, y seguir pacticipando activamente en la ONU, específicamente en órganos como el Consejo de Derechos Humanos (HRC) o la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hoy presidida por el exministro de Lula responsable del programa Fome Zero, José Graziano da Silva. Haddad no se ha posicionado concretamente sobre el régimen de Venezuela, al contrario de Bolsonaro; sin embargo, sí ha mencionado la necesidad de ayudar en la mediación para la resolución de los conflictos internos del país vecino, sin llegar a condenar al gobierno chavista en ningún momento.

Segunda vuelta

El panorama brasileño es indudablemente muy peculiar y existe la conciencia de que estas elecciones podrían definir el rumbo del gigante tropical por cierto tiempo. Bolsonaro parte con una determinante ventaja para la segunda vuelta del próximo 28 de octubre. Haddad probablemente podrá contar con el apoyo de varios de los candidatos que han quedado por detrás, como Ciro Gomes, del PDT, o Marina Silva, del REDE (ambos exministros del gobierno de Lula), debido a la radical diferencia de la política de Bolsonaro con los candidatos “convencionales”.

La posibilidad de un triunfo final del militar en la reserva podrá movilizar a parte del electorado, aumentando la participación entre quienes quieren impedir su entrada en Brasilia. El voto del miedo a Bolsonaro que promoverá el PT y la “normalidad” con la que el polémico candidato querrá acentuar su candidatura decidirán esta recta final.

Categorías Global Affairs: Orden mundial, diplomacia y gobernanza Artículos Latinoamérica

WORKING PAPERMarianna McMillan

ABSTRACT

In appearance the internet is open and belongs to no one, yet in reality it is subject to concentrated tech firms that continue to dominate content, platform and hardware. This paper intends to highlight the importance in preventing any one firm from deciding the future, however this is no easy feat considering both: (i) the nature of the industry as ambiguous and uncertain and (ii) the subsequent legal complexities in defining the relevant market to assess and address their dominance without running the risk of hindering it. Thus, the following paper tries to fill the gap by attempting to provide a theoretical and practical examination of: (1) the nature of the internet; (2) the nature of monopolies and their emergence in the Internet industry; and (3) the position of the US in contrast to the EU in dealing with this issue. In doing so, this narrow examination illustrates that differences exist between these two regimes. Why they exist and how they matter in the Internet industry is the central focus.

 

Who Owns the Internet? A Brief Overview of the US Antitrust Law and EU Competition Law in the Internet IndustryDownload the document [pdf. 387K]

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