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ANÁLISISNerea Álvarez

Las relaciones entre Japón y Corea no son fáciles. La anexión japonesa de la península en 1910 sigue muy presente en la memoria coreana. Por su parte, Japón posee un sentido de la historia distorsionado, fruto de haber asumido su culpabilidad en la guerra de modo obligado, forzado por el castigo sufrido en la Segunda Guerra Mundial y la ocupación estadounidense, y no como consecuencia de un proceso propio de asunción voluntaria de responsabilidades. Todo ello ha llevado a que Japón se resista a revisar su historia, sobretodo la de su época imperialista.

Uno elemento clave que dificulta una reconciliación sincera entre Japón y los países vecinos que se vieron invadidos por los nipones en la primera mitad del siglo XX son las mujeres de consuelo o “mujeres confort”. Este grupo de mujeres, procedentes de China, Filipinas, Myanmar, Taiwán, Indonesia, Tailandia, Malasia, Vietnam y Corea del Sur (alrededor del 80% provenían de este último país), son una consecuencia de la expansión de Japón comenzada en 1910. Durante este periodo, los soldados japoneses se llevaron aproximadamente entre 70.000 y 200.000 mujeres a estaciones de confort donde estos abusaban sexualmente de ellas. Estas estaciones siguieron en marcha en Japón hasta finales de los años 40. Según los testimonios de las mujeres supervivientes, los soldados japoneses se las llevaban de diversas formas: secuestro, engaño y extorsión son solo algunos ejemplos.

Según el testimonio de Kim Bok-Dong, una de las mujeres supervivientes, los soldados nipones adujeron que debían llevársela para trabajar en una fábrica de uniformes porque no tenían suficiente personal. En aquel entonces ella tenía 14 años. Los soldados prometieron a su madre devolvérsela una vez fuese mayor para casarse, y amenazaron con el exilio a toda la familia si no los padres no permitían la marcha de la joven. Fue transportada en ferri desde Busan hasta Shimonoseki (prefectura de Yamaguchi, en Japón), junto con otras treinta mujeres. Después tomaron otro barco que las transportó a Taiwán y luego a la provincia de Guangdong. Allí fueron recibidas por oficiales, que las acompañaron hasta el interior de un edificio donde les esperaban médicos. Examinaron sus cuerpos y las acompañaron a sus habitaciones. Las mujeres fueron agredidas y violadas repetidamente. Tras varias semanas, muchas pensaban en el suicidio: “Estábamos mucho mejor muertas” (Kim Bok-Dong, 2018). Muchas murieron debido a las condiciones a las que se les sometía, a causa de enfermedades, asesinadas por los soldados japoneses en los últimos años de la guerra o, si tenían oportunidad, suicidándose. Se estima que sobrevivieron alrededor de un cuarto o un tercio de las mujeres.

Largo proceso

Tras la guerra y pese a conocerse los hechos, ese dramático pasado fue quedando relegado en la historia, sin que se le prestara la atención necesaria. Corea del Sur no estaba preparada para ayudar a estas mujeres (y Corea del Norte había entrado en un absoluto aislamiento). Durante los años 60, las relaciones entre la República de Corea y Japón empeoraron debido a las políticas antijaponesas de los líderes políticos surcoreanos. En 1965, Tokio y Seúl firmaron el Tratado de Normalización, pero quedó demostrado que los asuntos económicos eran lo prioritario. Se tendieron puentes de cooperación entre ambos países, pero el conflicto emocional impedía y sigue impidiendo mayor relación en campos alejados del económico. Japón sigue alegando que en el Tratado de Normalización se encuentran los argumentos para descartar que estas mujeres posean el derecho de legitimación ante tribunales internacionales, aunque en el texto no se las mencione.

Las cosas comenzaron a cambiar en los años 70, cuando se formó en Japón la Asociación de las Mujeres Asiáticas, la cual empezó a arrojar luz sobre este aspecto de la historia reciente. Al principio, incluso el Gobierno coreano ignoró el problema. La razón principal fue la falta de pruebas de que los hechos hubieran ocurrido, ya que el Gobierno de Japón había mandado destruir los documentos comprometedores en 1945. Además, Japón impidió que el Gobierno surcoreano reclamara reparaciones adicionales por daños incurridos durante el período colonial basándose en el tratado de 1965.

La cultura del sudeste asiático jugó un papel importante en la ocultación de los hechos acontecidos. El valor de mantener las apariencias en la cultura oriental primaba sobre la denuncia de situaciones como las vividas por estas mujeres, que debieron callar durante décadas para no ser repudiadas por su familia.

Cuando la República de Corea se democratizó en 1987, el Gobierno surcoreano comenzó a darle importancia a esta cuestión. En 1990, el presidente Roh Tae Woo, pidió al Gobierno de Japón una lista con los nombres de las mujeres, pero la respuesta desde Tokio fue que esa información no existía porque los documentos se habían destruido. El dirigente socialista Motooka Shoji, miembro de la Cámara Alta de la Dieta japonesa, reclamó que se investigara lo ocurrido, pero el Parlamento alegó que el problema ya se habría resuelto con el Tratado de Normalización de 1965. En 1991, Kim Hak-Sun, una de las mujeres que sobrevivieron a la explotación sexual, presentó la primera demanda judicial, siendo la primera víctima en hablar de su experiencia. Esto supuso el arranque de la lucha de un grupo de más de cincuenta mujeres coreanas que pedían el  reconocimiento de los hechos y una disculpa oficial del Gobierno japonés. A partir del 8 de enero de 1992, “todos los miércoles a las 12 del mediodía, las víctimas junto a miembros del Consejo Coreano y otros grupos sociales marchan frente a la Embajada de Japón en Seúl. La marcha consiste en levantar carteles exigiendo justicia y perdón y expresar en público sus reclamos”.

El Gobierno de Tokio negó toda implicación en el establecimiento, reclutamiento y  estructuración del sistema de las mujeres de confort desde el principio. No obstante, desde la Secretaría del Gabinete tuvo que emitirse en 1992 una disculpa, aunque fue vaga y demasiado genérica, dirigida a todas las mujeres por los actos cometidos durante la guerra. No fue hasta ese año que el Gobierno japonés reconoció su implicación en la administración y supervisión de estas estaciones. La UNHRC determinó entonces que las acciones del Gobierno nipón representaban un crimen contra la humanidad que violó los derechos humanos de las mujeres asiáticas.

En 1993, Japón admitió haber reclutado bajo coerción a las mujeres coreanas. La coerción era la palabra clave para desmentir las declaraciones previas, que indicaban que estas mujeres se dedicaban a la prostitución voluntariamente. El secretario del Gabinete, Yohei Kono, declaró que “el ejército japonés estuvo, directa o indirectamente, involucrado en el establecimiento y la gestión de las estaciones de confort, y en el traslado de mujeres de confort... que, en muchos casos, fueron reclutados en contra de su propia voluntad”. El Gobierno de Japón ofreció sus disculpas, arrepintiéndose de lo sucedido, pero no hubo compensación a las víctimas. En 1994, la Comisión Internacional de Juristas recomendó a Japón pagar la cantidad de $40.000 a cada superviviente. El Gobierno quiso estructurar un plan para pagar a las mujeres con fondos no gubernamentales, pero el Consejo Coreano para las mujeres raptadas por Japón como exclavas sexuales, fundado en 1990 e integrado por 37 instituciones no se lo permitió.

En 1995, el primer ministro Murayama Tomiichi sentó las bases del Asian Women’s Fund, que serviría para proteger los derechos de las mujeres en Japón y en el mundo.  A ojos internacionales, esta organización se vio como una excusa para escapar de las responsabilidades legales requeridas, ya que se recaudaba dinero público, lo que hacía que la participación del Gobierno fuese casi imperceptible. Además, comenzó a hacerse oír una creciente opinión minoritaria de ciudadanos afines a la derecha japonesa que calificaban a las mujeres confort de ‘prostitutas’, a las que no era necesario compensar de ningún modo.

No obstante, la compensación monetaria es una de las cuestiones que menos ha importado a este grupo de mujeres. Su prioridad ante todo es restaurar su dignidad. Que el Gobierno japonés no se haya implicado directamente y no acalle opiniones como las de la minoría derechista, es probablemente lo que más les afecte. Ante todo, estas mujeres luchan por que Tokio reconozca los hechos públicamente y ofrezca una disculpa oficial por lo ocurrido.

La ONU ha seguido tomando el papel de mediador a lo largo de los años. Encontramos en varios documentos pertenecientes a la UNHRC declaraciones que instan a Japón a resolver el problema. En un documento que revisa la primera demanda de la organización (2 de febrero de 1996) en el Consejo de los Derechos Humanos, figura la respuesta del primer ministro Ryutaro Hashimoto: “la cuestión acerca de las reparaciones se resolvió mediante tratados de paz y el Gobierno nunca pagará una indemnización a las víctimas”.

En el documento en cuestión, se clasifica de esclavitud militar a las estaciones de confort. Japón respondió negando cualquier tipo de responsabilidad legal, dada la incapacidad de aplicarse retroactivamente la ley internacional del momento, la imprecisión de la definición de estaciones de confort, la no vigencia de leyes contra la esclavitud durante la Segunda Guerra Mundial y la no prohibición en las leyes internacionales de cometer violaciones en situaciones de conflicto internacional. Además, adujo que las leyes existentes durante la guerra solo se podían aplicar a la conducta cometida por los militares japoneses contra ciudadanos de un Estado beligerante, pero no contra los ciudadanos de Corea, ya que esta fue anexionada y formaba parte del territorio japonés.

En 1998, la abogada estadounidense Gay J. McDougall presentó ante la UNHRC un documento que concluía que las acciones tomadas por las Fuerzas Armadas de Japón eran crímenes contra la humanidad. Más tarde, ese mismo año, la ONU adoptó el texto y cambió la definición previa a estaciones de violación.

 

Estatua de bronce de una “mujer de consuelo” frente a la embajada de Japón en Seúl [Wikipedia]

 

Entendimiento que no llega

A lo largo de los años, el problema no ha hecho más que crecer y la política japonesa ha ido alejándose de un posible camino de mejora de las relaciones diplomáticas con sus vecinos. Este problema de revisión de la historia es la base de los movimientos políticos que observamos en Japón desde 1945. Las reformas impuestas por la ocupación estadounidense y los tribunales de Tokio jugaron un papel de gran importancia, así como el Tratado de San Francisco, firmado en 1948. Todo ello ha establecido en la población japonesa una aceptación pasiva de la historia pasada y de sus responsabilidades.

Al haber sido juzgados en los tribunales de 1948, la responsabilidad y culpabilidad que cargaban los nipones se creyó absuelta. Por otro lado, la ocupación de EEUU sobre el archipiélago, tomando el control militar, afectó al orgullo de los ciudadanos. La transformación de la economía, la política, la defensa y, sobretodo, la educación también tuvo sus repercusiones. Desde los comienzos democráticos de Japón, la política se ha centrado en una defensa pasiva, una educación antinacionalista y unas relaciones exteriores alineadas con los intereses de la potencia norteamericana.

Sin embargo, tras las elección como primer ministro en 2012 de Shinzo Abe, líder del Partido Liberal Democrático (LDP), se han introducido numerosos cambios en la política exterior e interior del país, con reformas en campos que van desde la economía hasta la educación y la defensa. Respecto a esta última, Abe se ha enfocado mayormente en reintroducir la fuerza militar en Japón a partir de una enmienda en el artículo 9 de la Constitución de 1945. Este giro se debe a la ideología propia del partido, que quiere dar a Japón un mayor peso en la política internacional. Uno de los puntos clave en su Gobierno es precisamente la postura frente al polémico tema de las mujeres confort.

En 2015, Shinzo Abe y la presidenta de la República de Corea, Park Geun-hye, firmaron un tratado en el que se establecían tres objetivos a cumplir: las disculpas oficiales de Japón, la donación de mil millones de yenes a una fundación surcoreana para el beneficio de estas mujeres y la retirada de la estatua en recuerdo de las mujeres confort levantada frente a la embajada de Japón en Seúl. Este tratado fue el mayor logro en el largo proceso del conflicto, y fue recibido como la solución a tantos años de disputa. Los dos primeros objetivos se cumplieron, pero la controvertida estatua no fue apartada de su emplazamiento. La llegada del presidente Moon Jae-in en 2017 complicó la completa implementación del acuerdo. Ese año, Moon criticó abiertamente el tratado, por considerar que deja de lado a las víctimas y al pueblo coreano en general. Su presidencia ha variado ciertos enfoques estratégicos de Corea del Sur y se desconoce exactamente qué quiere conseguir con Japón.

Acuerdo pendiente

Lo que sí puede concluirse es que retrasar la solución no es beneficioso para ninguna de las partes. Dejar el problema abierto está frustrando a todos los países involucrados, sobre todo a Japón. Un ejemplo de ello es la reciente ruptura de la hermandad entre las ciudades de San Francisco y Osaka en 2018 debido a una estatua en la población estadounidense que representa a las víctimas de este conflicto. En ella se encuentran tres niñas, una niña china, una coreana y una filipina, cogiéndose de las manos. El alcalde de Osaka, Hirofumi Yoshimura, y su predecesor, Toru Hashimoto, habían escrito cartas a su ciudad hermanada desde que se redactó la resolución para construir el memorial. Asimismo, dentro del propio LDP, Yoshitaka Sakurada, calificó de ‘prostitutas’ a este grupo de mujeres en 2016; poco después de haber establecido el tratado de 2015 sobre este tema. Eso ha provocado una respuesta negativa al tratado, ya que se cree que en realidad Japón no busca la reconciliación, sino olvidar el tema sin aceptar la responsabilidad que conlleva. 

El problema radica en cómo afrontan la controversia estos países. La República de Corea, con el presidente Moon, busca cerrar las heridas pasadas con nuevos acuerdos, pero Japón solo aspira a cerrar el asunto lo antes posible. La renegociación de un tratado no es la mejor opción para Japón: incluso buscando la mejor solución para ambas partes, saldría perdiendo. En caso de que el presidente Moon logre llegar a un nuevo acuerdo con el primer ministro Abe para solventar los problemas del anterior tratado, se demostraría que las negociaciones anteriores y las medidas adoptadas por Japón en 2015 han fracasado.

Por muchas disculpas que el Gobierno de Japón haya emitido a lo largo de los años, nunca se ha aceptado la responsabilidad legal sobre las acciones en relación a las mujeres confort. Mientras que esto no suceda, no se pueden proyectar futuros escenarios donde la discusión se solucione. El presidente Moon renegociará el tratado con Japón, pero las probabilidades de que resulte son escasas. Todo indica que Japón no tiene ninguna intención de renegociar el tratado ni de hacerse cargo legalmente. Si no alcanzan una solución, las relaciones entre los dos países se pueden llegar a deteriorar debido a la carga emocional que presenta el problema.

La raíz de las tensiones se sitúa en el pasado histórico y su aceptación. Tanto Moon Jae-in como Shinzo Abe deben reevaluar la situación con ojos críticos en relación a sus propios países. Japón debe comenzar a comprometerse con las acciones pasadas y la República de Corea debe mantenerse una posición constante y decidir cuáles son sus prioridades respecto a las mujeres confort. Solo ello puede permitirles avanzar en la búsqueda del mejor tratado para ambos.

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[Josep Piqué. El mundo que nos viene. Retos, desafíos y expectativas del s. XXI: ¿un mundo post-occidental con valores occidentales? Deusto. Barcelona, 2018. 254 págs.]

RESEÑAIgnacio Yárnoz

El mundo que nos viene. Retos, desafíos y expectativas del s. XXI: ¿un mundo post-occidental con valores occidentales?

Puede que Europa pierda peso económico relativo o, lo que es peor, peso demográfico y competitividad, poniendo en riesgo la sostenibilidad de su estado de bienestar. Puede que sea cada vez menos relevante en el escenario geopolítico global y alejarse del nuevo centro de gravedad del planeta. Sin embargo, sigue siendo un polo indiscutible de atracción para el resto de la humanidad debido a su paz, democracia, libertad, igualdad de género y oportunidades, tolerancia y respeto. Esto es lo que el autor Josep Piqué nos desea transmitir en El mundo que nos viene. Estamos hablando de un economista, empresario y dirigente político –titular de varios ministerios, entre ellos el de Asuntos Exteriores, durante el Gobierno de José María Aznar–, que ha vivido de primera mano la transición de un mundo eurocéntrico hacia un otro que mira más a una pujante Asia.

La obra resulta ser un buen análisis geopolítico del mundo, en el que se destaca una Unión Europea fragmentada, una China muy pujante, una Rusia nostálgica de su pasado imperial, un Oriente Medio dividido en guerras entre bandos irreconciliables y un mundo anglosajón replegado en sí mismo. Divido en diferentes capítulos dependiendo del área geográfica, el libro analiza en profundidad todos y cada uno de los temas.

En primer lugar, el autor recalca la situación que el mundo anglosajón vive, especialmente Estados Unidos y Reino Unido, países que han renunciado a su hegemonía mundial en aras de un repliegue en sí mismos. En el caso de Reino Unido hablamos del divorcio con la Unión Europea y en el caso de los Estados Unidos hablamos de las políticas del presidente Donald Trump, como el abandono del TPP (Trans Pacific Partnership) con Japón, Chile, Canadá, Australia, Brunei, Nueva Zelanda, México, Perú, Malasia, Vietnam y Singapur. Paradójicamente, frente a la actitud de esos dos actores se registra el auge como potencia de una China que ya no disimula en sus acciones, que ya no quiere ser aquella potencia silenciosa que formulaba Deng Xiaoping.

Rusia y sus acciones en el exterior también son objeto de análisis desde distintas perspectivas, pero principalmente teniendo en cuenta la obsesión rusa con su seguridad. Como argumenta el autor, se trata de un Estado muy sensible con sus fronteras que procura tener los polos enemigos lo más alejados posible, lo que implica una política de influencia en los Estados colindantes con su frontera. Esto explica sus reacciones ante el cambio de bando de los países de Europa del este y su gradual incorporación a la Unión Europea o la OTAN. Tampoco podemos olvidar el tema del gas, las implicaciones del deshielo del Ártico, los yacimientos de petróleo en el mar Caspio u otros asuntos que el autor repasa.

Si observamos el panorama en Oriente Medio, la situación no parece llegar a una paz duradera. Ni en el panorama del conflicto palestino-israelí, ni en las diferentes guerras proxy entre Irán y Arabia Saudí, sin olvidar el fracaso de las diferentes primaveras árabes. Esta situación lleva al autor a analizar en perspectiva histórica cómo ha sucedido todo ello. Por otro lado, analiza la complejidad de los diferentes intereses cruzados entre Turquía, Siria, Rusia, Arabia Saudí e Irán que completan el tablero que representa Oriente Medio.

Por último, no debemos olvidar el capítulo que Josep Piqué reserva para su tesis principal formulada al principio de este artículo: el futuro de la Unión Europea. Como él mismo indica, Europa representa la síntesis neo occidental en un mundo post-occidental. Sin embargo, debe darse cuenta de este potencial y beneficiarse de ello. Como argumenta Piqué, el atractivo de la Unión Europea tanto como proyecto integrador como por los valores liberales y democráticos que representa debe de ser una carta que la UE debe jugar más a su favor. Sin embargo, también se enfrenta a retos como el auge del nacionalismo y del antieuropeísmo, la injerencia rusa en asuntos internos o la falta de credibilidad de las instituciones europeas. Todo ello en el marco de la fuerte recesión económica de 2007 que también analiza el autor como buen economista de carrera. Por último, no debemos olvidar unas notas finales dedicadas a las implicaciones de las nuevas tecnologías, a Latinoamérica y a las oportunidades que tiene España.

Todo ello en su conjunto representa un completo viaje por el mundo de la geoestrategia –en el repaso de las regiones del planeta únicamente se echa en falta una mención a África–, en el que se detallan todas las claves que una persona con interés en las relaciones internacionales debe de tener en cuenta a la hora de analizar la actualidad.

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Competencia de las dos potencias para disponer de bases en el Índico y tener actividad en países vecinos estratégicos

Los rumores sobre posible uso militar futuro por parte de China del área de Gwadar (Pakistán), donde Pekín ya gestiona un puerto, han añadido en el último año gran atención a la rivalidad que China e India sostienen para asegurarse el acceso a puntos que, repartidos por la región, les permitan el control del Índico. India estima este océano como propio, mientras que para China es vital para garantizar la seguridad de sus suministros energéticos desde Oriente Medio.

Trabajos de China para transformar en isla el arrecife de Subi, en las islas Spratly, en 2015

▲ Trabajos de China para transformar en isla el arrecife de Subi, en las islas Spratly, en 2015 [US Navy]

ARTÍCULOJimena Puga

Las dos principales potencias de Asia-Pacífico, China e India, están compitiendo por la supremacía regional en el océano Índico mediante el establecimiento de bases militares y acuerdos económicos con países fronterizos como Pakistán. El océano Índico, que bordea África, Oriente Medio, Asia y Australia, es la cuna de uno de los puntos más cruciales y estratégicos para el comercio internacional. Casi un 40% del petróleo extraído del mar se produce en el Índico, el cual tiene también depósitos de ricos minerales y de pesca.

Hace cinco años China inició su gran reclamación de territorio en el Mar Meridional de China, y el país ha establecido un status quo territorial a su favor sin recibir ningún impedimento internacional, con el fin de contrarrestar la presencia militar estadounidense en la región, establecida durante la Guerra Fría, y que controla el Mar Meridional de China y todas las mercancías que provienen de África, Oriente Medio y el estrecho de Malaca. Esta expansión territorial del Imperio del Centro empezó en diciembre de 2013; desde entonces China ha construido más de media docena de islas artificiales más, situadas en un lugar estratégico por donde pasa un tercio del comercio marítimo global, y ha desplegado activos militares en ellas.

Sin embargo, la creación de estas islas ha supuesto grandes daños para el ecosistema marítimo de la región. Los arrecifes de coral que China ha destruido para utilizarlos como base para el establecimiento de sus islas, constituían alimento y refugio para numerosas especies marítimas, así como abastecimiento para las empresas de pesca más importantes de Asia. No obstante, gracias a esta expansión territorial China está en una mejor posición no solo para el control marítimo y aéreo de la zona sino también para continuar con el avance de su estrategia de proyección de poder en el Océano Índico y parte del Pacífico para satisfacer sus planes de poder y supremacía en la región.

La neocolonización

A principios de 2018 algunas informaciones apuntaron a que China planea habilitar una base naval junto al puerto que desarrolla en Gwadar, en Pakistán, si bien autoridades de este país niegan que Pekín haya solicitado dar ese uso a las instalaciones. En cualquier caso, el atraque de buques militares en el área de Gwadar pondría en conexión ese punto con la reciente base militar y naval del país construida en Yibuti –la primera que China tiene en el exterior– como parte de una creciente red propia de bases aéreas y navales a lo largo del Océano Índico.

India, la mayor potencia de entre los países regionales, está respondiendo a la expansión china con una inesperada fuerza. Delhi aspira a controlar los puntos más estratégicos del comercio marítimo en el Índico incluyendo los estrechos de Malaca y de Ormuz y el canal de Mozambique. Además, India está ganando acceso a las bases de sus aliados extranjeros en la región. En 2017 firmó un acuerdo de logística con EEUU que supondría el libre acceso a las instalaciones militares estadounidenses a lo largo de la región (acuerdo que quizá tenga algo que ver con el deseo de EEUU de crear una alternativa a la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda y frenar el rápido crecimiento de la superpotencia asiática).

En enero de 2018, India también anunció el acuerdo logístico de intercambio con Francia que implica el libre acceso a las instalaciones militares franceses en Yibuti, concretamente en el Mar Rojo y en la isla de Reunión, al sur del océano Índico (quizá para contrarrestar los acuerdos chino-europeos). Por último, India también esta construyendo relaciones estratégicas e infraestructuras cerca del Golfo Pérsico. Y tras años de negociaciones, Delhi ha conseguido formalizar un acuerdo con Irán para modernizar y ampliar el puerto de Chabahar, cerca del estrecho de Ormuz. Aunque es cierto que la gran mayoría de acuerdos son de carácter comercial, tienen el suficiente potencial como para aumentar el acceso y la influencia de India en Asia central.

En respuesta a la base militar de Pekín en Yibuti, Nueva Delhi ha comenzado la búsqueda de acceso a nuevas instalaciones en Seychelles, Omán y Singapur. Desde Tanzania a Sri Lanka las dos potencias asiáticas están intentando aumentar su presencia militar y económica en países a lo largo del Índico en su misión por la supremacía regional. Por último, es posible que la petición de drones a EEUU en 2017 por parte de India tuviese como objetivo la monitorización de la actividad china en el océano.

“Mis compañeros chinos me han dicho de manera explícita que si EEUU continúa sobrevolando y navegando en lo que ellos autodenominan ‘sus aguas’, China derribará al correspondiente intruso”, dijo Matthew Kroenig, analista de la CIA y del Pentágono. “Tal vez sea solo un farol, pero si China derribase un avión americano, sería el escenario perfecto para el incremento de la presencia militar estadounidense. Es duro ver al presidente Trump o a cualquier otro dirigente americano darle la espalda a este asunto”.

 

COLLAR DE PERLAS DE CHINA. 1-Hong Kong; 2-Hainan; 3-Islas Paracel (en disputa); 4-Islas Spratly (en disputa), 5- Sihanoukville y Raum (Camboya), puertos; 6-Itsmo de Kra (Tailandia), infraestructuras; 7-Islas Coco (Myanmar), antenas; 8-Sittwe (Myanmar), puerto; 9-Chittagong (Bangladesh), puerto; 10-Hambantota (Sri Lanka), puerto; 11-Marao (Maldivas), exploración marítima; 12-Gwadar (Pakistán), puerto; 13-Puerto Sudán; 14-Al Ahdab (Irak), explotación petrolífera; 15-Lamu (Kenia), puerto. Gráfico de 2012; falta señalar la primera base militar de China en el exterior, en Yibuti, inaugurada en 2017 [Edgar Fabiano]

 

La globalización

Los movimientos de ambas potencias derivan del miedo a que el resto de países se unan en coalición con su oponente en el futuro, pero tampoco quieren abandonar por completo la expansión de las relaciones económicas el uno con el otro alterando el orden regional de forma demasiado drástica.

Este poder de los débiles tiene limitaciones, pero ha funcionado hasta ahora de forma beneficiosa tanto para India como para China. Debido a la globalización, concretamente en el ámbito económico, los Estados más débiles han adoptado estrategias asimétricas para extraer recursos de sus superpotencias vecinas que aspiran a ser líderes en el panorama internacional. A menudo, estos países fronterizos debían elegir una superpotencia para obtener recursos, tal y como ocurrió durante la Guerra Fría. La diferencia en esta era de globalización es que estos Estados pueden extraer concesiones y recursos de ambos, Pekín y Delhi, sin alinearse formalmente con uno de ellos, como es el caso, por ejemplo, de Vietnam. La ausencia de una rivalidad entre dos bloques, como sucedió durante la Guerra Fría, y los altos niveles de interdependencia económica entre India y China facilitan a muchos de los pequeños Estados evitar firmar una alianza son uno de estos líderes.

La sutil estrategia de India implica desarrollar ententes con Japón y los países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), así como con Estados Unidos. Concretamente, las negociaciones cuadrilaterales iniciadas entre India, Japón, EEUU y Australia son otro mecanismo estabilizador frente a China.

Sin embargo, las estrategias de los Estados menores al sur de Asia tienen limitaciones. Aunque China está ofreciendo mayor asistencia económica, es poco probable que esos países, excepto Pakistán, formen alianzas militares con China porque si lo hacen, provocaría una contestación negativa por parte de la India, poder dominante en la región, y de Estados Unidos, la superpotencia internacional que todavía tiene una fuerte presencia naval en el océano Índico. Estamos presenciando una nueva dinámica de relaciones diplomáticas en la región de Asia-Pacífico.

Esta nueva tendencia de acercamiento a los países menores se traduce en una inclinación a utilizar el atractivo económico para persuadir a los vecinos antes que utilizar la coerción militar. Está todavía por ver cuánto tiempo continuará esta tendencia. Las nuevas estrategias de India con otras potencias internacionales pueden ser la llave para complicar la libertad de acción y decisión que China está teniendo en el ámbito militar, especialmente en esta época de paz. Lo que está claro es que la aspiración de supremacía de China es visible por todos los países que forman parte de la región de Asia-Pacífico y no será tan fácil de instaurar como el Imperio del Centro pensaba.

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[Robert Kagan, The Jungle Grows Back. America and Our Imperiled World. Alfred A. Knoff. New York, 2018. 179 pag.]

 

RESEÑAEmili J. Blasco

The Jungle Grows Back. America and Our Imperiled World

A estas alturas del siglo queda ya claro que la consagración del sistema liberal en el mundo, tras descomponerse el bloque comunista al acabar la Guerra Fría, no es algo que vaya a ocurrir de manera inexorable, como se pensó. Ni siquiera es algo probable. Los modelos divergentes de China y de Rusia están ganando Estados adeptos. La democracia está en retroceso, también en las propias sociedades occidentales.

Es la jungla que vuelve a crecer allí donde se había conseguido extender un jardín. Esta es la imagen que utiliza Robert Kagan en su nuevo libro para alertar sobre la conveniencia de que Estados Unidos no decline su responsabilidad en capitanear el esfuerzo por preservar el orden mundial liberal. Para Kagan, el sistema liberal “nunca fue un fenómeno natural”, sino una “gran aberración histórica”. “Ha sido una anomalía en la historia de la existencia humana. El orden mundial liberal es frágil y no permanente. Como un jardín, se ve siempre asediado por las fuerzas naturales de la historia, la jungla, cuyas enredaderas y malas hierbas constantemente amenazan con cubrirlo”, afirma. Se trata de una “creación artificial sujeta a las fuerzas de la inercia geopolítica”, de forma que la cuestión “no es qué derrumbará el orden liberal, sino qué puede sostenerlo”.

A Kagan le sobrevive en los medios la etiqueta de neoconservador, por más que sus posiciones se sitúan en la corriente central del republicanismo estadounidense (mayoritaria durante décadas, hasta el surgimiento de Donald Trump; de hecho, en la campaña de 2016 Kagan apoyó a Hillary Clinton) y sus trabajos se desarrollan en la más bien demócrata Brookings Institution. Sí defiende un liderazgo claro de Estados Unidos en el mundo, pero no por autoafirmación, sino como único modo de que el orden liberal internacional sea preservado. No es que, al haberlo patrocinado, Estados Unidos haya actuado de forma desinteresada, pues como decía uno de sus constructores, el secretario de Estado Dean Acheson, para proteger el “experimento de vida americano” hacía falta crear “un entorno de libertad” en el mundo. Pero los demás países occidentales, y otros donde igualmente se extendió el régimen de libertades de las sociedades democráticas, también se han visto beneficiados.

La tesis central de Kagan es que, aunque hubo interés propio de Estados Unidos en crear la arquitectura internacional que ordenó el mundo tras la Segunda Guerra Mundial, esta benefició a muchos otros países y garantizó la victoria de las sociedades libres sobre el comunismo. Crucial para ello, según Kagan, es que si bien Washington en ocasiones actuó contra los valores que predicaba, en general se atuvo a ciertas reglas.

Así, Estados Unidos “no explotó el sistema que dominaba para ganar ventajas económicas duraderas a expensas de las otras potencias del orden. Dicho simplemente: no podía usar su dominio militar para ganar la competición económica contra otros miembros del orden, ni podía tratar la competición como suma cero e insistir en ganar siempre” (esto último es lo que pretende Trump). Es verdad que Estados Unidos se benefició de ser el jugador principal tanto económica como militarmente, “pero un elemento clave para mantener unido el orden internacional fue la percepción de las otras potencias de que tenían razonables oportunidades para tener éxito económicamente e incluso en ocasiones sobrepasar a Estados Unidos, como Japón, Alemania y otras naciones hicieron en varios momentos”.

Kagan admite que la disposición de Washington a grandes dosis de fairplay en el plano económico “no se extendió a todas las áreas, singularmente no se aplicó a los asuntos estratégicos”. En estos, “el orden no se basó siempre en las reglas, pues cuando Estados Unidos lo consideró necesario, correcta o erróneamente, violó las reglas, incluidas las que aseguraba defender, bien llevando a cabo intervenciones militares sin autorización de la ONU, como hizo en numerosas ocasiones durante la Guerra Fría, o implicándose en actividades encubiertas que no tenían respaldo internacional”.

Ha sido un orden que, para funcionar, “tenía que gozar de cierto grado de aceptación voluntaria por parte de sus miembros, no ser no una competición de todos contra todos, sino una comunidad de naciones que piensan parecido actuando juntas para preservar un sistema del cual todos podían beneficiarse”. “El orden se mantuvo en pie porque los otros miembros miraban la hegemonía estadounidense como relativamente benigno y superior a otras alternativas”. Prueba de ello es que los países de Europa Occidental se fiaron de Washington a pesar de su abrumadora superioridad militar. “Al final, incluso si no siempre lo hizo por motivos idealistas, Estados Unidos acabaría creando un mundo inusualmente propiciador de la extensión de la democracia”.

Kagan está en desacuerdo con considerar que tras la disolución de la URSS el planeta entró en un “nuevo orden mundial”. En su opinión, lo que se llamó “momento unipolar” en realidad no cambiaba los supuestos del orden establecido al término de la Segunda Guerra Mundial. Por eso no tenía sentido que, al caer el Muro de Berlín, se pensara que el mundo entraba en una nueva era de paz y prosperidad irrefrenable, y que esto hacía innecesario el papel de jardinero de Estados Unidos. La retirada del mundo llevada a cabo por Trump e iniciada por Obama (Kagan ya en 2012 publicó The World America Made, en defensa de la implicación estadounidense en el mundo), estaría permitiendo el regreso de la caótica vegetación de la jungla.

The Jungle Grows Back tiene formato de libro pequeño, propio de un ensayo comedido que aspira a transmitir algunas ideas fundamentales sin querer llegar a abrumar al lector. A pesar de señalar los peligros del orden liberal, y de constatar que Estados Unidos mantiene una actitud de retirada, el libro ofrece un mensaje optimista: “Esta es una visión pesimista de la existencia humana, pero no es una visión fatalista. Nada está determinado, ni el triunfo del liberalismo ni su derrota”.

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El texto intenta evitar el estancamiento, pero no abre la puerta a una decisiva transformación

Los cubanos votarán en referéndum el próximo 24 de febrero el proyecto de nueva Constitución aprobado por la Asamblea Nacional en diciembre tras un periodo de consulta popular. En el preámbulo del proyecto se introdujo a última hora la referencia a la meta comunista que ya existía en la Constitución de 1976, pero que no había sido incorporada inicialmente en el borrador, de forma que el texto final resulta incluso aún menos novedoso.

Edificio del Comité Central del Partico Comunista de Cuba

▲ Edificio del Comité Central del Partido Comunista de Cuba [Marco Zanferrari]

ARTÍCULO / Alex Puigrefagut

Seis décadas después de la Revolución, Cuba deja atrás el apellido Castro, con la llegada en abril de 2018 de Miguel Díaz-Canel a la jefatura del Estado, y se dispone a aprobar una nueva Constitución, que reemplazará a la promulgada en 1976, para simbolizar ese nuevo tiempo. Esta nueva Carta Magna, cuyo texto inicial fue aprobado por la Asamblea Nacional en julio de 2018, luego sometido a tres meses de consulta popular para la presentación de enmiendas y finalmente aprobado como por los diputados el 22 de diciembre, tiene como objetivo principal procurar la modernización del Estado cubano y el desarrollo sostenible del mismo, sin perder la esencia y los ideales principales de la ideología socialista del Estado.

Llegados al fin de la era Castro al frente de Cuba, el Estado ha visto necesario recoger en la nueva redacción las transformaciones socioeconómicas realizadas en el país desde la entrada en vigor de la Constitución anterior, así como modificar parcialmente la estructura estatal para hacerla más funcional. También cabe destacar la voluntad de reconocer más derechos para los ciudadanos, aunque con limitaciones.

A la hora de examinar el proyecto constitucional, hay cuatro aspectos especialmente reseñables: la especificación de la ideología del Estado, las figuras y estructuras del Estado y del gobierno, la cuestión de la propiedad privada y finalmente la redefinición de los derechos de los ciudadanos.

Mantenimiento del socialismo

El texto aprobado inicialmente por Asamblea Nacional no incluyó la referencia al objetivo de alcanzar una sociedad comunista, un punto fundamental que estaba presente en la anterior Constitución. El artículo 5 de la Carta Magna de 1976 establecía que la sociedad “organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.

La omisión de este punto en realidad solo obedecía a un cambio de lenguaje, pues en ningún momento se abandonaba la idea del socialismo, es más, se ratificaba el carácter socialista del Estado cubano. En palabras de Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional, esta nueva Constitución “no quiere decir que renunciemos a nuestras ideas, sino que en nuestra visión pensamos en un país socialista, soberano, independiente, próspero y sostenible”. Con todo, por si había dudas, tras el periodo de deliberación popular la Asamblea introdujo como enmienda la mención expresa al comunismo en el preámbulo del texto final, dada la presunta presión de los sectores más inmovilistas.

La nueva Constitución reafirma el carácter socialista del régimen cubano, tanto en el ámbito económico como social, dando un papel principal al Partido Comunista de Cuba (PCC) como poder máximo de la sociedad. La índole socialista del Estado cubano queda remarcada por el mantenimiento del sistema de partido único.

Límites presidenciales

La nueva Constitución recoge algunos cambios en la estructura estatal. La característica más destacable es que el país de las Antillas tendrá un presidente de la república como jefe de Estado y un primer ministro como jefe de gobierno, en contraste con la situación actual de un mismo cargo para las dos funciones: presidente del Consejo de Estado y de Ministros. Todo indica que esa distinción se traducirá más en una distribución de trabajo que en una división de poderes entre los dos cargos, por lo que este cambio no será trascendente, dado el control que se seguirá ejerciendo desde el PCC.

Otra transformación en el sistema político es la eliminación de las asambleas provinciales por la creación de gubernaturas provinciales, con el objetivo de dar una mayor descentralización al poder administrativo y una mayor dependencia del mando legislativo al ejecutivo.

En cuanto al período presidencial, la nueva Constitución lo limita a cinco años, con la opción de una reelección única por el mismo tiempo. Este cambio es importante ya que debería llevar a una rotación de miembros, y se supone que con ello habría también una renovación de ideas tanto dentro del Partido y como del Ejecutivo. El propósito aducido es evitar el estancamiento de una generación histórica sin ideas nuevas.

Finalmente el presidente será elegido directamente por los diputados de la Asamblea Nacional; es decir, que Cuba no da entrada a la elección directa de sus mandatarios, sino que mantiene el sistema de elección indirecta.

Propiedad privada

El documento recoge varias formas de propiedad, entre ellas la propiedad socialista, la propiedad mixta y la propiedad privada. La mención a esta última no supone su reconocimiento formal, sino la constatación de una práctica cuya extensión la nueva Constitución avala. Ello supone, pues, el reconocimiento del mercado, una participación más profunda de la propiedad privada y la bienvenida a más inversión extranjera para avivar la economía del país.

Esta necesidad de recoger en la Constitución la mayor participación de la propiedad privada se ha dado porque, en muchos casos, la contribución de la propiedad y las inversiones extranjeras han superado en la práctica lo que estaba establecido en el marco constitucional previo. Pero ese paso también llevará a un mayor control en este ámbito.

Estos cambios en el ámbito económico tienen como objetivo apoyar los ajustes iniciados por Raúl Castro hace una década para impulsar el crecimiento económico y contrarrestar el embargo establecido por los Estados Unidos desde hace más de cincuenta años; además de fijar cierta fuerza laboral del país en el sector privado como cuentapropistas, sobre todo en microempresas y pequeñas empresas.

Derechos ciudadanos

Por último, en cuanto a la redefinición de los derechos de los ciudadanos, el proyecto constitucional establece un nuevo funcionamiento en la interacción del Estado con la población a través de la flexibilización de los derechos económicos, jurídicos y civiles. A partir de la aprobación del nuevo texto, el Estado cubano debe garantizar a los ciudadanos la ampliación de los Derechos Humanos, aunque solamente conforme con los tratados internacionales que hayan sido ratificados por el país caribeño.

Esto, que a pesar de esa limitación podría verse como una oportunidad para los ciudadanos, en realidad tiene poco de apertura, pues si bien Cuba ha firmado acuerdos de las Naciones Unidas sobre derechos políticos, culturales, civiles y económicos, en realidad no los ha ratificado. Así pues, en un principio Cuba no tendría que verse obligada al reconocimiento de estos derechos.

Otro punto destacado de la flexibilización introducido es el artículo 40, el cual penaliza la discriminación “por razones de sexo, género, orientación sexual, identidad de género, origen étnico, color de la piel, creencia religiosa, discapacidad, origen nacional o cualquier otra distinción lesiva a la dignidad humana”. En el texto inicial que pasó a deliberación de las bases se introducía el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo, pero el rechazo ciudadano llevó a que una enmienda finalmente retirara ese amparo expreso al matrimonio homosexual.

Analizadas las principales novedades del proyecto constitucional, se puede determinar que el régimen cubano percibe una cierta necesidad de cambio y de renovación. La nueva Constitución camina algo en esa dirección, pero si bien intenta rehuir el estancamiento tampoco abre la puerta a una decisiva transformación: ni completa continuidad –aunque hay más de esto– ni de revolución dentro del sistema. Está claro que la nueva generación de dirigentes, con Miguel Díaz-Canel al frente, puede verse como una continuidad del régimen castrista, por el simple hecho de que los Castro determinaron directamente al sucesor, además de que muchos de sus ideales son los mismos que los de la generación que hizo la revolución. Pero por el otro lado, Cuba se ve ciertamente obligada a modificar ligeramente el rumbo para estar más presente en el sistema internacional y procurar un Estado y un gobierno más funcional.

(Actualizado el 3 de enero de 2019)

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[Pedro Baños, El dominio mundial. Elementos del poder y claves geopolíticas. Ariel. Barcelona, 2018. 366 pág.]

 

RESEÑAManuel Lamela

  El dominio mundial. Elementos del poder y claves geopolíticas

Si su anterior entrega, Las claves de dominio mundial, nos servía como manual para introducirnos en el vasto mundo de la geopolítica y las relaciones internacionales, en su nueva obra, el coronel Pedro Baños Bajo, nos desvela y nos muestra los elementos e instrumentos claves para el dominio mundial y cómo estos son utilizados por los diversos actores en su pugna constante por el poder a escala global. Nos encontramos a las puertas de un cambio de paradigma en la escena internacional, y este proceso, como explica el autor, será liderado por la demografía y la tecnología.

En su empresa por democratizar la geopolítica, Pedro Baños utiliza un lenguaje claro y preciso para facilitar la comprensión de la obra. Serán numerosas las ilustraciones presentes en el libro que irán acompañados de breves explicaciones para conseguir una visión más amplia del tema a tratar.

Los elementos del poder mundial es el nombre que recibe la primera mitad del libro, esta se encuentra dividida en nueve partes diferentes que según el autor son claves a la hora de comprender el juego de poder mundial. En esta primera mitad se tratarán cuestiones de rigurosa actualidad y tremendamente importantes en la escena internacional. Desde la amenaza híbrida, que supone una nueva forma de hacer la guerra, hasta el rol de los servicios de inteligencia en la actualidad pasando por la trascendental importancia de los recursos naturales y la demografía. Sin duda es un análisis bastante completo para aquellos que busquen una breve explicación acerca de los mayores retos y desafíos que amenazan con desestabilizar nuestro actual orden social. Es cierto que algunas de las explicaciones se pueden definir como sencillas, pero esto no se tiene por qué entender como una característica peyorativa. La capacidad de síntesis del autor en cuestiones sumamente complejas, puede incentivar la curiosidad del lector y que este dé el salto a otras grandes obras donde profundizar en temas más concretos.

En la segunda parte de la obra nos encontramos con un análisis más concreto en el que el autor se centra en únicamente dos factores: la tecnología y la demografía. El desequilibrio poblacional, las grandes corrientes migratorias y los que algunos denominan la cuarta revolución industrial son algunas de las cuestiones que el coronel Baños remarca en su análisis. En opinión del autor las transformaciones a las que se verán expuestos estos dos elementos marcará el transcurso de la humanidad en los próximos años. En este estudio más incisivo el autor nos muestra lo vulnerable que se encuentra la sociedad humana ante los futuros cambios que están por venir y cómo esta presunta debilidad hará que los conflictos sean difícilmente evitables en un futuro cercano. Pedro Baños argumenta que pese a la creencia que tenemos de vivir en una sociedad perfectamente organizada y estructurada, la realidad dista mucho de esto último, ya que es un reducido grupo humano el encargado de dirigir y liderar el destino de toda la humanidad en su conjunto.

Pese a destilar cierto pesimismo a lo largo de la obra, Pedro Baños decide concluir su análisis con un mensaje de esperanza abogando por una humanidad unida, responsable y solidaria con su entorno.

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La cancelación del nuevo aeropuerto de CDMX, construido ya en más del 31%, siembra dudas sobre el éxito económico del nuevo sexenio

Andrés Manuel López Obrador llega a la presidencia de México enfrentado al mundo económico, al que ha planteado batalla con su anuncio de paralizar las obras del nuevo aeropuerto de la capital, a pesar de haberse realizado ya un tercio de las obras. El deseo de dejar claro al poder económico quién manda en el país y de sepultar lo que iba a ser un legado emblemático del PRI –cuya hegemonía histórica espera sustituir con su propio partido, Morena– puede estar detrás de la controvertida decisión.

Imagen del proyectado NAICM creada por Fernando Romero Enterprise, Foster and Partners

▲ Imagen del proyectado NAICM creada por Fernando Romero Enterprise, Foster and Partners

ARTÍCULOAntonio Navalón

El PRI mexicano volvió a la presidencia del país en 2012, de la mano de Enrique Peña Nieto, con la promesa de realizar una gran inversión en infraestructura pública que pusiera a México en el escaparate mundial. La obra estelar elegida fue la construcción de un nuevo aeropuerto, cuyo proyecto se encargó al arquitecto Norman Foster y que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) veía como la herencia que siempre se le atribuiría.

Este gran proyecto iba a eclipsar todo legado negativo del mandato de Peña Nieto, que ha estado especialmente marcado por los casos de corrupción y por el récord histórico en cifras de violencia. Aunque útil para el marketing político, aumentar la capacidad de tráfico aéreo de la Ciudad de México (CDMX), cuya área metropolitana tiene 23 millones de habitantes, es una necesidad para el impulso de la economía nacional.

El proyecto, de 13.300 millones de dólares, suponía una de las mayores inversiones en la historia del país. Bautizado con el nombre de Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (NAICM, luego simplificado como NAIM) y ubicado en el área de Texcoco, poco más lejos que las actuales instalaciones en uso, la nueva infraestructura iba a desarrollarse en dos fases. La primera fase consistía en la construcción de una gran terminal y tres pistas, que inicialmente se preveía que estuviesen listas para 2020, pero cuya entrada en servicio se había aplazado a 2022 debido a retrasos en las obras. La segunda fase contaría con la construcción de tres pistas adicionales, además de una segunda terminal, que estaría lista para funcionar a partir de 2035.

Los planes apuntaban a que NAICM tendría capacidad para transportar entre 70 y 135 millones de pasajeros anualmente, gracias a contar con un volumen de operación de entre 115 y 135 slots por hora. Esas cifras daban a largo plazo un posible beneficio de más de 32.000 millones de dólares, según las estimaciones del Gobierno.

El proyecto buscaba en primer lugar resolver el grave problema de saturación aérea que sufre el actual aeropuerto internacional Benito Juárez de Ciudad de México, provocada por la poca capacidad de desempeño de las dos pistas que funcionan simultáneamente. Además, la construcción de NAICM partía con la esperanza de convertir CDMX en un hub logístico mundial, pudiendo llegar a multiplicar por cuatro la capacidad de transporte de mercancías con la que cuenta el aeropuerto actual.

El nivel de transporte de mercancías en este macro proyecto iba a poder alcanzar los 2 millones de toneladas anuales, convirtiéndose así, como aseguraban sus promotores, en el principal centro de distribución de América Latina. La ambición de NAICM, por tanto, era convertirse en referente no solo en el continente americano sino a nivel mundial, tanto en el traslado de turistas como en el transporte de mercancías.

La construcción de NAICM comenzó en 2015 y hasta la actualidad se ha ejecutado el 31% de las obras. Aunque este grado de realización supone un ligero retraso respecto al calendario original, las labores de fundamentación y canalización ya están acabadas y en la superficie pueden verse altas estructuras destinadas a sujetar la amplia cubierta. Sin embargo, a pesar de ese progreso y de la inversión ya realizada, el nuevo presidente del país ha anunciado que entierra por completo el proyecto.

Elecciones y consulta

Las elecciones presidenciales del pasado 1 de julio las ganó el izquierdista Andrés Manuel López Obrador (con toma de posesión el 1 de diciembre). Antiguo dirigente del PRI, gracias al cual ejerció de alcalde de la capital, con el tiempo fue derivando hacia la izquierda: primero pasó al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y, tras perder dos elecciones a la presidencia del país, creó el Movimiento Regeneración Nacional (Morena). En julio, Morena logró la mayoría en las dos cámaras del Congreso y también conquistó el gobierno de CDMX, lo que da a AMLO, como comúnmente se conoce al nuevo presidente, amplios poderes para llevar a cabo sus políticas. Si bien se quedó a 17 votos de una mayoría cualificada en el Senado que pueda cambiar la Constitución, podría obtener aliados para ese propósito.

Durante la campaña electoral, López Obrador defendió la cancelación del proyecto de nuevo aeropuerto alegando su alto coste, y planteó la posibilidad de que, como alternativa, se hagan algunas mejoras al aeropuerto actual y se acondicione también el de Santa Lucía, una base militar en el área de la capital mexicana que se podría habilitar para los vuelos internacionales. Pero el candidato de Morena aseguró que haría una consulta para conocer la opinión del pueblo mexicano y que acataría los resultados.

Sin esperar a tomar posesión como presidente, López Obrador hizo que Morena llevara a cabo esa consulta, que por tanto no fue organizada por el Gobierno sino por un partido político, y además no tuvo lugar en todo el país sino en 538 municipios de los 2.463 que hay en México. Las urnas, dispuestas entre el 25 y el 28 de octubre, se pronunciaron por el “no” a NAICM: con una participación de solo el 1% del cuerpo electoral nacional, el 69% votó por la alternativa de Santa Lucía y el 29% lo hizo por seguir las obras en Texcoco. López Obrador anunció que, en aplicación del resultado, paralizará las obras del nuevo aeropuerto, a pesar de la inversión ya realizada.

Algunos movimientos populares y también naturalistas que reclamaban la preservación del medio natural aplaudieron el anuncio, pero igualmente hubo marchas de protesta contra la decisión en las calles del centro de CDMX. El sector privado ha lamentado enormemente el propósito de cancelar el proyecto de NAICM. Destacados empresarios del país y organizaciones como la Confederación de Cámaras Industriales Mexicanas (CONCAMIN), que representa el 35% del PIB mexicano y el 40% de empleo en el país, salieron en defensa del proyecto original y pidieron a López Obrador que reconsiderara su decisión. Su argumento es que cualquier alternativa se quedará corta ante las demandas del creciente tráfico aéreo, lastrando el desarrollo del país. Además aducen que cualquier decisión que no pase por seguir con la construcción de NAICM va a resultar más cara que concluir el proyectado aeropuerto [1].

 

Propuestas Infraestructura Aeroportuaria

 

Impacto económico

Para CONCAMIN, “el aeropuerto actual carece de la infraestructura y cualquier mejora no arreglaría los problemas fundamentales que tiene”, y una apuesta por la base de Santa Lucía “sería una pérdida de tiempo y dinero, que más que solucionar problemas los va crear”, según el presidente de esta asociación empresarial, Francisco Cervantes.

José Navalón, de la Comisión de Comercio Exterior y Asuntos Internacionales de CONCAMIN, de cuya dirección forma parte, advierte que la decisión de López Obrador va a suponer un golpe muy fuerte para el sistema macroeconómico y financiero mexicano. Según sus palabras “aún es pronto para entrar a valorar posibles consecuencias, pero habrá que ver si México cuenta con la infraestructura aeroportuaria apropiada, en cuanto a competitividad y conectividad, para lo que es la segunda economía más grande de América Latina”. En cualquier caso, de momento “se ha dado un problema de falta de confianza en los mercados, que se ha visto reflejado inmediatamente en la caída del peso y de los mercados” [2].

Ciertamente, si bien López Obrador fue recibido en julio con un alza de los mercados, porque su contundente victoria parecía augurar estabilidad para México, su toma de posesión en diciembre está siendo acompañada de una “espantada” de inversores. El peso ha cerca de un 10% respecto al valor en agosto en su relación con el dólar, la bolsa ha bajado un 7,6% y solo en octubre los inversores vendieron 2.400 millones de dólares en bonos mexicanos.

“Las principales preguntas que hoy en día se hacen los inversores”, continúa Navalón,  “es si es seguro invertir en México y cada cuánto se van a tomar este tipo de decisiones que no siguen ningún tipo de legalidad”, pues importantes empresas se verán afectada por la cancelación de un proyecto en marcha. Advierte además que “la elección de Bolsonaro en Brasil, cuyo perfil constituye un imán de inversión extranjera, puede afecta de manera directa en la inversión en México”.

La gran cuestión es por qué López Obrador mantiene su decisión contra el nuevo aeropuerto, a pesar de la penalización económica que va a suponer para el Gobierno y del riesgo de huida de inversores. Hemos de entender que México siempre ha sido un país que ha estado liderado por el poder económico. Con su actitud sobre NAICM aspira marcar nítidamente la línea de separación entre poder político y poder económico, dejando claro que la era del mando del poder económico ha terminado. Un segundo motivo, es que NAICM iba a ser la herencia del PRI y López Obrador probablemente busca destruir cualquier tipo de asociación de este macro proyecto con el partido al cual pretende sepultar.

 

REFERENCIAS

[1] Documento CONCAMIN “Propuestas Aeropuertarias” 2018.

[2] Entrevistas personales con Francisco Cervantes y José Navalón

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[Justin Vaïsse, Zbigniew Brzezinski. America's Grand Strategist. Harvard University Press. Cambridge, 2018. 505 p.]

 

RESEÑAEmili J. Blasco

Zbigniew Brzezinski. America's Grand Strategist

Zbignew Brzezinski, consejero de Seguridad Nacional con Jimmy Carter, es uno de los grandes nombres de la política exterior estadounidense de las últimas décadas. En ciertos aspectos comparable con Henry Kissinger, que también pasó directamente de la Universidad –donde ambos fueron colegas– a la Administración, el mayor renombre de este último en ocasiones ha tapado la carrera de Brzezinski. La biografía de Justin Vaïsse, escrita con acceso a la documentación personal de Brzezinski y editada primero en francés hace dos años, viene a resaltar la singular figura y el pensamiento propio de quien tuvo una continuada presencia en el debate sobre la acción de Estados Unidos en el mundo hasta su muerte en 2017.

Nacido en Varsovia en 1928 e hijo de diplomático, Brzezinski recaló con su familia en Canadá durante la Segunda Guerra Mundial. De allí pasó a Harvard y enseguida despuntó en la comunidad académica de Estados Unidos, donde se nacionalizó y vivió el resto de su vida. Si en las décadas de 1940 y 1950, las posiciones principales de la Administración se nutrieron de una generación mayor que había conducido el país en la guerra y establecido el nuevo orden mundial, en las décadas siguientes emergió un nuevo grupo de estadistas en muchos casos salidos de las principales Universidades estadounidenses, que en ese momento habían adquirido una preeminencia sin precedentes en la gestación del pensamiento político.

Fue el caso de Kissinger, nacido en Alemania e igualmente emigrado con la guerra, que fue primero consejero de Seguridad Nacional y luego secretario de Estado con Richard Nixon, y también con Gerald Ford. El siguiente presidente, Jimmy Carter, llevó a la Casa Blanca a Brzezinski, quien le había asesorado en cuestiones internacionales durante la campaña electoral. Los dos profesores mantuvieron una relación respetuosa y en muchos momentos cordial, aunque sus posiciones, adscritos a campos políticos distintos, divergieron con frecuencia.

Por razones biográficas, el foco original de Brzezenski –o Zbig, como le llamaban sus colaboradores para superar la dificultad de pronunciación de su apellido– estuvo en la Unión Soviética y el Este de Europa. Desde relativamente pronto llegó a la conclusión que la URSS sería incapaz de mantener el pulso económico con Occidente, por lo que abogó por un “peaceful engagement” (participación o implicación pacífica) con el bloque del Este como modo de acelerar su descomposición. Esa fue la doctrina de las Administraciones Johnson, Nixon y Ford.

Sin embargo, desde mediados de la década de 1970, la URSS afrontó su evidente declive con una huida hacia adelante para tratar de reasentar su poder internacional, tanto en cuestión de armas estratégicas como en su presencia en el Tercer Mundo. Brzezinski pasó entonces a una postura de mayor dureza frente a Moscú, lo que le valió un frecuente enfrentamiento con otras figuras de la Administración Carter, especialmente el secretario de Estado, Cyrus Vance. Carter había llegado a la Casa Blanca en enero 1977 con cierto discurso de apaciguamiento, aunque sin dejar de ser beligerante en términos de Derechos Humanos. La invasión soviética de Afganistán en 1979 reforzó las tesis de Brzezinski.

La corta presidencia de Carter dio poco espacios para que el consejo de Seguridad Nacional se anotara especiales triunfos. El mayor, aunque obra conjunta del equipo presidencial, fue la firma de los acuerdos de Camp David entre Israel y Egipto. Pero el fiasco del intento de rescate de los rehenes en la Embajada de Teherán, que no fue responsabilidad directa de Brzezinski, lastró una Administración que no puedo tener un segundo mandato.

Situado en la derecha del Partido Demócrata, Brzezinski es descrito por Vaïsse como un “compañero de viaje” de los neoconservadores (los demócratas que se pasaron al bando republicano reclamando una defensa más robusta de los intereses de Estados Unidos en el mundo), pero sin ser él mismo un neoconservador (de hecho, no rompió con el Partido Demócrata). En cualquier caso, siempre remarcó su independencia y fue difícil de encasillar. “No fue ni belicista ni pacifista. Fue halcón y paloma en diferentes momentos”, dice Vaïsse. Por ejemplo, se opuso a la primera Guerra del Golfo, prefiriendo extremar sanciones, pero estuvo a favor de intervenir en la Guerra de los Balcanes.

Tras dejar la Administración, Brzezinski se integró en el Center for Strategic and International Studies (CSIS) de Washington y mantuvo una activa producción de ensayos.

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ENSAYOManuel Lamela

La habilidad de comunicar, de tejer alianzas, de generar una narrativa… Son características propias de lo que a día de hoy se entiende por diplomacia pública. Pese a que abarca gran variedad de temas y áreas podemos decir que nos estamos refiriendo al poder en su faceta comunicativa, por el cual los Estados compiten en una carrera de ideas con la finalidad de apropiarse del “relato” y generar una mayor influencia a escala global. Esta pugna por el dominio del pensamiento no es novedosa, pero en la última mitad del siglo XX se generaron conceptos para ilustrar este conflicto entre Estados, que quizás antes de la Guerra Fría se encontraba en un segundo plano, y aparecieron estudios para analizar este tipo de estrategias. Pese a esto, basta echar un ojo a los clásicos para ver claras referencias a lo que actualmente entendemos por Diplomacia Pública; así en obras como el “Arte de la guerra”, de Sun Tzu, se da gran importancia y valor a la información, tanto interna como externa, y se presenta su control como sinónimo de triunfo en la mayoría de los casos.

Pese a la novedad del concepto, la Diplomacia Pública ha sufrido diversos cambios y transformaciones con la entrada del nuevo siglo. Junto con la importancia de los actores no-estatales ya presentes en la pasada centuria, ahora nos encontramos con un aumento significativo del peso que tienen los individuos a la hora de moldear o de influenciar en las políticas de sus Estados. El incremento sin duda se debe a la aparición y “democratización” de internet y más recientemente a la dependencia total que existe en las poblaciones del uso de redes sociales. Dejando de lado el debate sobre si las redes sociales aportan beneficios o más bien su uso descontrolado genera déficits, el cual no viene al caso en este análisis, lo que está claro es que las RRSS crean una clara situación de vulnerabilidad propicia para la intervención y control estatal, tanto de carácter nacional como extranjero.

Dada esta metamorfosis en términos de diplomacia, se han empezado a acuñar diversos conceptos como diplomacia en red, diplomacia de la ciberseguridad, etc., que actualmente están presentes en la mayoría de estrategias de los Estados y que engloban los fenómenos tratados en el párrafo anterior. Dentro de estos nuevos planes estratégicos los think tanks adquieren una gran relevancia e importancia como generadores de ideas y moldeadores de la opinión pública dada su naturaleza híbrida de aunar práctica con teoría y su misión de acercar al gran público la política exterior de sus diversos Estados. Los think tanks son, sin ninguna duda, un claro ejemplo de ejercicio de soft power. Se posicionan como pilares ideológicos en la construcción de nuevas narrativas generando una ventaja competitiva frente al resto.

Historia y liderazgo anglosajón

La hegemonía anglosajona a la hora de cimentar los valores e ideas que constituyen el orden internacional liberal está estrechamente relacionada con los orígenes de los primeros think tanks y su función dentro de esas sociedades. Los think tanks modernos surgen durante la Segunda Guerra Mundial como salas seguras donde el Ejército estadounidense podía elaborar y planificar estrategias de carácter bélico. Rand Corporation se funda en 1948 con el objetivo de promover y proteger los intereses de Estados Unidos en el exterior. Financiado y patrocinado por la Administración, RAND inspirará y servirá como ejemplo para la aparición de nuevos think tanks ligados al Gobierno estadounidense. Aunque la mayoría de los think tanks de renombre aparecen en la década de 1950, hay diversos ejemplos previos, tanto en la sociedad americana como en la británica, que nos ilustran de manera más evidente el porqué de su liderazgo en la carrera de la generación de ideas.

A finales del siglo XIX se funda en Reino Unido la Sociedad Fabiana, organización de carácter sindicalista y que pondrá los cimientos para la creación del Partido Laborista. Al otro lado del Atlántico los ejemplos abundan: Carnegie Endowment for International Peace (CEIP) y Hoover Institution on War, Revolution and Peace, creada por el expresidente Herbert Hoover, surgieron previos a la década de 1920 y ejemplifican la importancia de este tipo de asociaciones en la sociedad estadounidense. Pero si hay un caso que merece la pena destacar es el de Brookings Institution, que nace en 1916 bajo el nombre de Institute for Government Research (IGR). Esta corporación filantrópica es una de las primeras organizaciones de carácter privado dedicada al estudio y al análisis de las políticas públicas a nivel nacional; con el paso de los años su importancia y relevancia irá aumentando hasta constituirse como el think tank más prestigioso e influyente del globo.

A partir de la década de 1980 el fenómeno del think tank se multiplicó y se expandió a Europa continental, donde se comenzaron a crear asociaciones dedicadas al análisis y la investigación en esos campos. La producción intelectual en el viejo continente había escaseado de manera preocupante tras la guerra. Por lo que la necesidad de volver a poner en funcionamiento la máquina de las ideas era vital para dar sentido a la nueva Europa unida y obtener cierta independencia respecto al mundo anglosajón. Hoy en día el 55% de los think tank que del mundo están repartidos entre EEUU y Europa occidental.

Con la entrada del nuevo siglo hemos visto un incremento importante en el número de think tanks en el continente asiático, con la misión de renombrar y reconducir las ideas occidentales e incluso de generar ideas propias, lo que se conoce popularmente como el “Asian Way”. Sin duda, la irrupción de China como gran potencia mundial es esencial en el incremento de think tanks en Asia. El “dragón dormido” busca consolidar su posición mundial con la creación de una nueva diplomacia que exporte el ideario chino a todos los rincones del mundo, un proceso en el que la nueva ruta de la seda jugará un papel fundamental como canal de distribución. Junto a China la otra amenaza al dominio occidental es Rusia, que gracias a su gran calidad en términos de capital humano en cuestiones de inteligencia y diplomacia siempre se posiciona como una férrea competidora, pese a que sus recursos materiales sean menores. En el caso de Latinoamérica y África su contribución continúa siendo residual y con una influencia limitada al nivel regional; el número de think tanks de estos dos continentes suponen menos del 20% a nivel mundial.

Tipología de think tanks

En este análisis ya se han mencionado dos formas diferentes de think tanks: el caso de RAND como una asociación ligada estrechamente al Gobierno estadounidense y el caso de Brookings como organización independiente. Dentro de la comunidad de think tanks existe una gran diversidad y podemos categorizarlos en función de su financiación, de si presentan o no ideología, de su composición, de su enfoque disciplinar… Hoy en día la clasificación de think tanks más importante es la que nos brinda anualmente la Universidad de Pensilvania con su informe “Think Tanks and Civil Society Program”. Este reporte se dedica a evaluar y clasificar los diferentes think tanks que existen en la actualidad.

El informe aporta las siguientes categorías:

 

 

Los think tanks ligados al ámbito universitario o gubernamental continúan suponiendo la mayoría de los casos, mientras que los grupos de investigación con ánimo de lucro constituyen una minoría creciente.

La influencia de las ideas en la política de EEUU

Es interesante analizar cómo el libro de Robert D. Kaplan “Fantasmas Balcánicos” influyó de manera decisiva en la intervención americana en la guerra de los Balcanes, y paradójicamente conducirá años más tarde, en 2003, a la invasión de Irak. El mismo Kaplan en otra de sus grandes obras, “La Venganza de la Geografía”, culpa a las altas esferas de la sociedad estadounidense de contagiarse de un idealismo desenfrenado que dio lugar a menospreciar el trascendental papel que juegan la historia y la geografía física al determinar el futuro de las naciones.

El papel que jugaron las diversas presiones ejercidas por think tanks americanos en la invasión de Irak constituye el perfecto ejemplo para ilustrar la capital importancia que pueden llegar a tener las ideas a la hora de conducir la política exterior de un Estado.

Originalmente los think tanks nacieron como cuerpos consultivos orientados a prestar ayuda y consejo al Gobierno estadounidense. Con el avance de la Guerra Fría y más adelante con la revolución de internet la necesidad de ideas y la formulación independiente de políticas se convirtió en primera necesidad para Estados Unidos, que vio en los think tanks la mejor solución posible para nutrirse del consejo de expertos.

La capacidad de generar ideas nuevas y originales alejadas del estrato político junto con la capacidad educativa, son dos de los principales factores que han propiciado que en la actualidad se considere a los think tanks como referentes a la hora de dar forma a la política exterior de EEUU. La directa influencia que poseen es una de las características fundamentales que los distingue de los existentes en otras regiones, como en Europa, donde se encuentran más atados al ámbito académico; en EEUU los Think tanks ejercen un verdadero impacto sobre las políticas del Estado. En estas “fábricas de pensamiento” es dónde se construyen los valores e ideas con los que se intentará edulcorar la política exterior y así expandir su ámbito de influencia a todos los rincones del globo. La misión de identificar y dar solución a futuros problemas y conflictos es otra de las tareas principales que cumplen los think tanks. No siempre se consideran aliados gubernamentales y muchas veces lideran la crítica más feroz; en cualquier caso, la autonomía de la que gozan es lo que hace que sean percibidos como un activo de gran valor dentro de la sociedad estadounidense.

 

Think Tanks in the world

 

La exportación del modelo a Europa

En Europa el número de think tanks se ha multiplicado desde la década de 1980, pero su número y relevancia siguen muy distantes respecto al mundo anglosajón. En el listado de think tanks más importantes creado por la Universidad de Pensilvania solamente dos pertenecen a la Unión Europea: el Institut Français des Relations Internationales y el belga Bruegel. El modelo americano de think tank ha sido tanto alabado como criticado, y la opción de imitarlo se ha discutido en muchos países y se ha llevado a cabo en muchos otros. Los críticos a su implantación opinan que la historia y la tradición juegan un papel fundamental que hacen extremadamente difícil la exportación del modelo.

Tradicionalmente en Europa las universidades han sido las encargadas de desarrollar el ideario europeo, y en el pasado tuvieron gran éxito haciendo de Europa la vanguardia de la humanidad. Pero en la actualidad Europa no goza del papel protagonista que tenía en otras épocas históricas; el hecho es que se ha visto superada a nivel ideológico por EEUU y no ha tenido más opción que la de comulgar con este último para hacer frente a amenazas mayores. Esto último, junto a la mayor complejidad que presentan los problemas en el panorama actual y la situación que vive la Unión Europea, hacen que se necesite renovar el contrato social europeo y generar una nueva narrativa que agrupe a los ciudadanos europeos en torno a una nueva causa, con el espíritu de los Tratados de Roma como gran referente y punto de partida.

Para llevar a cabo tan ardua tarea los think tanks se presentan como una de las posibles soluciones y herramientas de ayuda. Dada su naturaleza de aunar el ámbito académico y el político, la creación de nuevas ideas y valores que revitalicen la sociedad europea permitirán aspirar a cualidades más elevadas. Otro de los factores fundamentales es la flexibilidad que presenta el modelo de think tank, que generará mayor accesibilidad dentro de la sociedad civil, haciendo que los ciudadanos se sientan partícipes y que, en última instancia, la participación política aumente, de forma que los lazos de confianza se refuercen en vez de resquebrajarse, como se pronostica que ocurra. Como mencionábamos en el caso estadounidense, el valor educativo es otra de las características principales y servirá como solución para varios de los problemas que asolan a día de hoy Europa, como el caso del ascenso de partidos extremistas de distinto signo.

Europa tiene el deber de generar una narrativa con la que sus ciudadanos se identifiquen y sin duda el poder de las ideas jugará un papel fundamental en el éxito o fracaso de esta tarea.

El fenómeno think tank ya constituye a día de hoy uno de los modelos sobre los que gravita la diplomacia pública de diversos Estados. El eterno conflicto por dominar las esferas de pensamiento mundial seguirá presente, por lo que los think tank seguirán creciendo y desarrollándose, obteniendo cada vez más relevancia a nivel internacional. En la jerarquía de dominio, las ideas ocupan el último escalón, por detrás de los individuos, de la geografía física y la historia; sin embargo, al ser las ideas una pura creación intelectual humana, se constituyen como fuerza de control y de movimiento del primer escalón, los individuos.

 

Bibliografía

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En un contexto de creciente populismo, el pulso entre Bruselas y Roma es decisivo para el futuro de la UE

En una medida sin parangón dentro de la historia de la Unión, la Comisión Europea ha desestimado los presupuestos nacionales presentados por el Gobierno populista italiano, por no tender a los objetivos de déficit marcados. Ni Bruselas ni Roma parecen tener la intención de abandonar sus posturas, por lo que un enfrentamiento institucional amenaza el horizonte europeo.

'Tragicommedia, made in Italy': choque institucional en la Unión Europea

▲ Giuseppe Conte, presidente del Gobierno italiano, con los vicepresidentes Luigi di Maio (izqda.), líder del Movimiento 5 Estrellas, y Mateo Salvini (dcha.), líder de la Liga Norte [Gob. de Italia]

ARTÍCULOManuel Lamela

Tras siete meses en el Gobierno, la coalición formada por el Movimiento 5 Estrellas y La Liga Norte han cumplido con lo prometido e iniciado, con la presentación del presupuesto de la república italiana, un proceso de enfrentamiento y desafío con la Unión Europea (UE). Las autoridades de Bruselas acusan a Italia de romper, con sus irresponsabilidades, los lazos de confianza que forjan y dan sentido al proyecto europeo.

El pasado día 16 de octubre el ejecutivo de Giuseppe Conte presentó un presupuesto con una previsión de déficit del 2,4%; si bien es cierto que la cifra está por debajo del límite del 3% fijado por la normativa europea, triplica lo pactado anteriormente entre Roma y la UE. Además, si la deuda pública de Italia es del 131% del PIB, lo que la convierte en la segunda más alta de la Unión monetaria, solamente superada por Grecia, el nuevo presupuesto no hará más que aumentarla, ya que pretende incrementar de forma significativa el gasto público.

El aumento del gasto parece obedecer a los intereses populistas del líder de la Liga Norte y ministro del Interior, Mateo Salvini, quien no ha ocultado su intención de buscar apoyo en los sectores más fracturados de la sociedad italiana. Cultivar el victimismo frente a Europa puede dar un cierto rédito político, pero el ejemplo de Grecia nos muestra que actitudes de ese tipo suelen acabar en tragedia, debilitando sobremanera al Estado ante otra posible crisis de deuda.

La Comisión Europea rechazó a finales de octubre el borrador presupuestario italiano –devolver el presupuesto de un Estado miembro era un acto sin precedentes– e instó a Roma a enviar una versión revisada en un plazo máximo de tres semanas. La decisión no cierra las puertas al diálogo y a las negociaciones, como indica en su explicación de lo sucedido el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici; “El dictamen adoptado hoy no debería sorprender a nadie, ya que el proyecto de presupuesto del Gobierno italiano representa una desviación clara e intencional de los compromisos asumidos por Italia el pasado mes de julio. Sin embargo, nuestra puerta no está cerrada. Queremos continuar nuestro diálogo constructivo con las autoridades italianas. Celebro el compromiso del ministro de Finanzas, Giovanni Tria, con este fin y debemos avanzar con este espíritu en las próximas semanas”.

Pero desde el Gobierno de Conte se asegura que no existe un plan B y que no hay ninguna posibilidad de que Italia dé un paso atrás. Tanto Mateo Salvini como el líder del Movimiento 5 Estrellas, Luigi di Maio, ambos vicepresidentes del Gobierno, defendieron la postura Italiana y atacaron a Bruselas alegando que es normal que esta se encuentre descontenta, ya que es la primera vez que Italia se libera de las garras del eurogrupo a la hora de decidir su política económica. También manifestaron que, con su respuesta, el colegio de Comisarios ataca directamente al pueblo Italiano. Y acusaron al presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, de “solo hablar con gente embriagada”, algo que sin duda muestra poco respeto hacia las instituciones.

La táctica de simular fortaleza y determinismo, que ambas formaciones políticas italianas usaron durante la campaña electoral, se está viendo correspondida por el resto de líderes europeos con un ejercicio de poder real. La petición del ministro italiano de Finanzas, Giovanni Tria, para que Italia pueda gozar de la misma oportunidad que contó Portugal en el pasado, cuando Bruselas aceptó que el primer ministro luso, Antonio Costa, no aplicara el volumen de recortes deseado desde la Comisión, se verá ahogada por las imprudentes formas que emplean los líderes políticos de la República Italiana.

Si Italia se niega a seguir las recomendaciones dadas por la UE cabe la posibilidad de que la Comisión se plantee imponer multas, que pueden llegar a suponer un 0.2% del PIB, por el incumpliendo del pacto de Estabilidad y Crecimiento. Pero al margen de las sanciones la UE no posee derecho a veto ni dispone tampoco de ninguna otra competencia para evitar la entrada en vigor del presupuesto italiano. Como indican diversos expertos, será la presión de los mercados la que haga corregir la medida italiana, evitando así un enfrentamiento directo entre Roma y Bruselas que dañaría a ambas partes por igual. Los analistas de Goldman Sachs predicen que “la deuda italiana debe empeorar para ejercer la presión adecuada y obligar a que el Gobierno opte por otra retórica”.

Aunque la Comisión Europea logre evitar una confrontación con Italia, sí podrá verse expuesta a la campaña de victimismo de las agrupaciones populistas italianas, táctica que ya emplearon con éxito en las pasadas elecciones. Se trata de una táctica que no es de creación italiana, pues desde la crisis del año 2008 diversas agrupaciones y partidos surgieron con una postura claramente contraria a Bruselas, acusando a las instituciones comunitarias de todos los males que sufren las sociedades europeas. Ejemplos hay varios; quizás el Brexit sea el más sonado dada su relevancia a nivel europeo e internacional, pero no nos debemos olvidar del ascenso de formaciones como el Frente Nacional en Francia, el Partido de la Libertad en Austria o Podemos en España, partido este último que tuvo su gran lanzamiento público a raíz de las elecciones al Parlamento Europeo de 2015.

Hasta el momento en Europa no se ha conseguido encontrar la manera de evitar o neutralizar las campañas de demagogia que proliferan en la Europa actual. Aunque se están realizando ciertos avances en cuanto al poder comunicativo de la UE, es incomprensible que desde Bruselas no se consiga explicar con eficacia el proyecto europeo a los ciudadanos de la Unión. Se trata de una carencia que el proyecto europeo arrastra desde su nacimiento y que ha sido causa de muchos de los males que han afectado a la unidad regional en las últimas décadas. En este caso Europa tiene que aportar datos que resulten sencillos de comprender para el ciudadano medio italiano y que le hagan ver que las medidas adoptadas por su Gobierno serán dañinas para la sociedad italiana en un futuro próximo, por mucho que se encuentren edulcoradas por mensajes que responden a promesas vacías y políticas mesiánicas.

Otro de los factores que preocupan en el seno de la Comisión es el riesgo de contagio del virus generado dentro de la tercera economía de la UE (descontando ya el Reino Unido). En un principio puede parecer posible que otros Estados miembros se sientan atraídos a seguir los pasos de Italia; sin embargo, las autoridades europeas dicen creer firmemente que su dura respuesta a Roma reforzará la unión monetaria e incluso hará que aumente la integridad en ámbitos como la unidad bancaria. En cuanto al exterior, la decisión mostrará que el rigor presupuestario comunitario se cumple, generando confianza y seguridad en los mercados, y por último demostrando que no se da tregua a las formaciones populistas dentro de Europa.

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