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La cancelación del nuevo aeropuerto de CDMX, construido ya en más del 31%, siembra dudas sobre el éxito económico del nuevo sexenio

Andrés Manuel López Obrador llega a la presidencia de México enfrentado al mundo económico, al que ha planteado batalla con su anuncio de paralizar las obras del nuevo aeropuerto de la capital, a pesar de haberse realizado ya un tercio de las obras. El deseo de dejar claro al poder económico quién manda en el país y de sepultar lo que iba a ser un legado emblemático del PRI –cuya hegemonía histórica espera sustituir con su propio partido, Morena– puede estar detrás de la controvertida decisión.

Imagen del proyectado NAICM creada por Fernando Romero Enterprise, Foster and Partners

▲ Imagen del proyectado NAICM creada por Fernando Romero Enterprise, Foster and Partners

ARTÍCULOAntonio Navalón

El PRI mexicano volvió a la presidencia del país en 2012, de la mano de Enrique Peña Nieto, con la promesa de realizar una gran inversión en infraestructura pública que pusiera a México en el escaparate mundial. La obra estelar elegida fue la construcción de un nuevo aeropuerto, cuyo proyecto se encargó al arquitecto Norman Foster y que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) veía como la herencia que siempre se le atribuiría.

Este gran proyecto iba a eclipsar todo legado negativo del mandato de Peña Nieto, que ha estado especialmente marcado por los casos de corrupción y por el récord histórico en cifras de violencia. Aunque útil para el marketing político, aumentar la capacidad de tráfico aéreo de la Ciudad de México (CDMX), cuya área metropolitana tiene 23 millones de habitantes, es una necesidad para el impulso de la economía nacional.

El proyecto, de 13.300 millones de dólares, suponía una de las mayores inversiones en la historia del país. Bautizado con el nombre de Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (NAICM, luego simplificado como NAIM) y ubicado en el área de Texcoco, poco más lejos que las actuales instalaciones en uso, la nueva infraestructura iba a desarrollarse en dos fases. La primera fase consistía en la construcción de una gran terminal y tres pistas, que inicialmente se preveía que estuviesen listas para 2020, pero cuya entrada en servicio se había aplazado a 2022 debido a retrasos en las obras. La segunda fase contaría con la construcción de tres pistas adicionales, además de una segunda terminal, que estaría lista para funcionar a partir de 2035.

Los planes apuntaban a que NAICM tendría capacidad para transportar entre 70 y 135 millones de pasajeros anualmente, gracias a contar con un volumen de operación de entre 115 y 135 slots por hora. Esas cifras daban a largo plazo un posible beneficio de más de 32.000 millones de dólares, según las estimaciones del Gobierno.

El proyecto buscaba en primer lugar resolver el grave problema de saturación aérea que sufre el actual aeropuerto internacional Benito Juárez de Ciudad de México, provocada por la poca capacidad de desempeño de las dos pistas que funcionan simultáneamente. Además, la construcción de NAICM partía con la esperanza de convertir CDMX en un hub logístico mundial, pudiendo llegar a multiplicar por cuatro la capacidad de transporte de mercancías con la que cuenta el aeropuerto actual.

El nivel de transporte de mercancías en este macro proyecto iba a poder alcanzar los 2 millones de toneladas anuales, convirtiéndose así, como aseguraban sus promotores, en el principal centro de distribución de América Latina. La ambición de NAICM, por tanto, era convertirse en referente no solo en el continente americano sino a nivel mundial, tanto en el traslado de turistas como en el transporte de mercancías.

La construcción de NAICM comenzó en 2015 y hasta la actualidad se ha ejecutado el 31% de las obras. Aunque este grado de realización supone un ligero retraso respecto al calendario original, las labores de fundamentación y canalización ya están acabadas y en la superficie pueden verse altas estructuras destinadas a sujetar la amplia cubierta. Sin embargo, a pesar de ese progreso y de la inversión ya realizada, el nuevo presidente del país ha anunciado que entierra por completo el proyecto.

Elecciones y consulta

Las elecciones presidenciales del pasado 1 de julio las ganó el izquierdista Andrés Manuel López Obrador (con toma de posesión el 1 de diciembre). Antiguo dirigente del PRI, gracias al cual ejerció de alcalde de la capital, con el tiempo fue derivando hacia la izquierda: primero pasó al Partido de la Revolución Democrática (PRD) y, tras perder dos elecciones a la presidencia del país, creó el Movimiento Regeneración Nacional (Morena). En julio, Morena logró la mayoría en las dos cámaras del Congreso y también conquistó el gobierno de CDMX, lo que da a AMLO, como comúnmente se conoce al nuevo presidente, amplios poderes para llevar a cabo sus políticas. Si bien se quedó a 17 votos de una mayoría cualificada en el Senado que pueda cambiar la Constitución, podría obtener aliados para ese propósito.

Durante la campaña electoral, López Obrador defendió la cancelación del proyecto de nuevo aeropuerto alegando su alto coste, y planteó la posibilidad de que, como alternativa, se hagan algunas mejoras al aeropuerto actual y se acondicione también el de Santa Lucía, una base militar en el área de la capital mexicana que se podría habilitar para los vuelos internacionales. Pero el candidato de Morena aseguró que haría una consulta para conocer la opinión del pueblo mexicano y que acataría los resultados.

Sin esperar a tomar posesión como presidente, López Obrador hizo que Morena llevara a cabo esa consulta, que por tanto no fue organizada por el Gobierno sino por un partido político, y además no tuvo lugar en todo el país sino en 538 municipios de los 2.463 que hay en México. Las urnas, dispuestas entre el 25 y el 28 de octubre, se pronunciaron por el “no” a NAICM: con una participación de solo el 1% del cuerpo electoral nacional, el 69% votó por la alternativa de Santa Lucía y el 29% lo hizo por seguir las obras en Texcoco. López Obrador anunció que, en aplicación del resultado, paralizará las obras del nuevo aeropuerto, a pesar de la inversión ya realizada.

Algunos movimientos populares y también naturalistas que reclamaban la preservación del medio natural aplaudieron el anuncio, pero igualmente hubo marchas de protesta contra la decisión en las calles del centro de CDMX. El sector privado ha lamentado enormemente el propósito de cancelar el proyecto de NAICM. Destacados empresarios del país y organizaciones como la Confederación de Cámaras Industriales Mexicanas (CONCAMIN), que representa el 35% del PIB mexicano y el 40% de empleo en el país, salieron en defensa del proyecto original y pidieron a López Obrador que reconsiderara su decisión. Su argumento es que cualquier alternativa se quedará corta ante las demandas del creciente tráfico aéreo, lastrando el desarrollo del país. Además aducen que cualquier decisión que no pase por seguir con la construcción de NAICM va a resultar más cara que concluir el proyectado aeropuerto [1].

 

Propuestas Infraestructura Aeroportuaria

 

Impacto económico

Para CONCAMIN, “el aeropuerto actual carece de la infraestructura y cualquier mejora no arreglaría los problemas fundamentales que tiene”, y una apuesta por la base de Santa Lucía “sería una pérdida de tiempo y dinero, que más que solucionar problemas los va crear”, según el presidente de esta asociación empresarial, Francisco Cervantes.

José Navalón, de la Comisión de Comercio Exterior y Asuntos Internacionales de CONCAMIN, de cuya dirección forma parte, advierte que la decisión de López Obrador va a suponer un golpe muy fuerte para el sistema macroeconómico y financiero mexicano. Según sus palabras “aún es pronto para entrar a valorar posibles consecuencias, pero habrá que ver si México cuenta con la infraestructura aeroportuaria apropiada, en cuanto a competitividad y conectividad, para lo que es la segunda economía más grande de América Latina”. En cualquier caso, de momento “se ha dado un problema de falta de confianza en los mercados, que se ha visto reflejado inmediatamente en la caída del peso y de los mercados” [2].

Ciertamente, si bien López Obrador fue recibido en julio con un alza de los mercados, porque su contundente victoria parecía augurar estabilidad para México, su toma de posesión en diciembre está siendo acompañada de una “espantada” de inversores. El peso ha cerca de un 10% respecto al valor en agosto en su relación con el dólar, la bolsa ha bajado un 7,6% y solo en octubre los inversores vendieron 2.400 millones de dólares en bonos mexicanos.

“Las principales preguntas que hoy en día se hacen los inversores”, continúa Navalón,  “es si es seguro invertir en México y cada cuánto se van a tomar este tipo de decisiones que no siguen ningún tipo de legalidad”, pues importantes empresas se verán afectada por la cancelación de un proyecto en marcha. Advierte además que “la elección de Bolsonaro en Brasil, cuyo perfil constituye un imán de inversión extranjera, puede afecta de manera directa en la inversión en México”.

La gran cuestión es por qué López Obrador mantiene su decisión contra el nuevo aeropuerto, a pesar de la penalización económica que va a suponer para el Gobierno y del riesgo de huida de inversores. Hemos de entender que México siempre ha sido un país que ha estado liderado por el poder económico. Con su actitud sobre NAICM aspira marcar nítidamente la línea de separación entre poder político y poder económico, dejando claro que la era del mando del poder económico ha terminado. Un segundo motivo, es que NAICM iba a ser la herencia del PRI y López Obrador probablemente busca destruir cualquier tipo de asociación de este macro proyecto con el partido al cual pretende sepultar.

 

REFERENCIAS

[1] Documento CONCAMIN “Propuestas Aeropuertarias” 2018.

[2] Entrevistas personales con Francisco Cervantes y José Navalón

Categorías Global Affairs: Norteamérica Orden mundial, diplomacia y gobernanza Artículos Latinoamérica

TCLAN: Medio año de renegociación sin gran avance

▲Presidents Enrique Peña Nieto and Donald Trump, in the latest G20 Summit; Hamburg, July 2017 [Presidency of México]

ANALYSISDania Del Carmen Hernández [Spanish version]

Canada, the United States and Mexico find themselves immerse in the renegotiation of the North American Free Trade Agreement (NAFTA). The trade treaty between these three countries has been controversial in the past few years, especially in the US, where many have doubted its benefits. During the presidential campaign, Donald Trump defended the complete elimination of the treaty; subsequently, when already in the White House, he agreed to make the renegotiation happen. President Trump argues that the pact has hollowed out US manufacturing and caused a trade deficit of over $60 billion with Mexico ($18 billion with Canada), so unless he can rework it in favor of the United States, he said, he won’t hesitate to withdraw from it.

Overall, the American people have pretty positive views on the treaty, with 56% of the population who say that NAFTA is beneficial to the country, and just a 33% who say it’s bad, according to a poll conducted by Pew Research in November 2017. Out of those who have a negative view, the majority are Republicans with 53% of them claiming Mexico benefits more, compared to Democrats who are generally more supporting of the trade pact and with just 16% who agree with the Republicans on that matter.

 

U.S. Trade in Goods with Mexico

 

Regardless of public acceptance, opinion on the treaty hasn’t always been so dubious. When President Bill Clinton signed it into law, it was actually considered one of the first successes in his presidency. The same way globalization has liberalized trade all over the world, NAFTA effectively expanded trade and presented a great number of opportunities for the US, all while strengthening the country's economy.

Under NAFTA, US trade in goods and services with Canada and Mexico went from $337 billion in 1994 when the treaty came into force, to about $1.4 trillion in 2016. Under NAFTA, cross-border investment among the three member countries has surged as well, from $126.8 billion in 1993 to $731.3 billion in 2016.

The concern in Washington is that, despite of the increasing volume of trade, in relative terms the US isn’t getting fruitful enough results, compared to what its neighbors are getting from it. In any case, Canada and Mexico accept that, almost after 25 years of validity, the agreement must be revised to be able to adapt it to the new productive and commercial conditions, defined by technological innovations that, as is with the case of the development of the internet, weren’t contemplated when the treaty was signed.

Round to round examination

The discussion between the three countries affects numerous aspects, but we can talk about three main blocks that have to do with certain red lines set by the different parts in the negotiation: rules of origin; the desire of the United States to end the independent system of arbitration, through which Canada and Mexico can terminate the measures that might violate the treaty (elimination of Chapter 19), and finally other proposals, perhaps less decisive but equally important, oriented towards the general wish to update the agreement.

When the negotiations started, in August 2017, the countries expressed a concern to reach a final decision in January 2018. The plan was to have six rounds of meetings. That number has been already overcome: a seventh round is happening at the end of February and there will be possibly more. As we have reached the initial deadline an examination on the state of the discussion is relevant. A good way of doing it is following the evolution of the conversations through the rounds of meetings celebrated and this way we can evaluate the results that have been registered so far.

 

Latest North America Summit, with Presidents Peña Nieto and Obama, and Prime Minister Trudeau; Canada, June 2016

Latest North America Summit, with Presidents Peña Nieto and Obama, and Prime Minister Trudeau; Canada, June 2016 [Presidency of México]

 

1st Round (Washington D.C.; August 16-20, 2017)

The first round of negotiations set the priorities for each one of the three countries on the table; it served to fixate the agenda of the principal issues that would be discussed later on, without going into much detail about the measures and the how- to’s.

In the first place, Donald Trump had already set clear during his campaign that he considered NAFTA an unjust agreement for the United States, due to the commercial deficit that the country has mostly with Mexico, and to a lesser extent, with Canada. According to the Office of the United States Trade Representative (USTR), the US went from a surplus of $1.3 billion in 1994 to a deficit of $64 billion in 2016. The major part of this deficit comes from the automotive industry. For the new administration, this puts in doubt that the treaty may have beneficial effects on American economy. Mexico, less predisposed to introduce important changes, insists that NAFTA has been good for all parties involved.

Another topic that was noted was Mexico’s salary gap against the US and Canada. Mexico defends that, despite having one of the lowest minimum wages in South America, and having had their medium wage stuck during the two past decades, this shouldn't be taken into account in the negotiations, for it is estimates that Mexican salaries will eventually reach those of their commercial partners. On the contrary, for the US and Canada, this remains a matter of concern; both countries insist that a wage increase would not damage Mexican economy.

Rules of origin was one of the principal recurring topics of discussion. The United States is looking for augmentation in the percentage of content that is required to consider a product as of origin so that it won’t be necessary to pay tariffs when moving it between the three countries. This proved to be rather controversial in this first round, as it could negatively affect Mexican and Canadian companies. Specialists have made the remark that a minimum of national content does not exist in any free trade treaties in the world.

Lastly, Trump’s administration let their intentions of eliminating Chapter 19 show. A section of the treaty which guarantees equality in the solving of disputes between the countries, making it so that it isn’t national laws what will dictate the outcome. The US understands it as a threat to their sovereignty and believes that conflicts should be resolved in a way in which their own democratic processes wont be ignored or jeopardized. For their part, Canada conditioned their permanence in the treaty with the maintenance of the chapter. Mexico also defends guarantees of independence in the resolution of conflicts even though for the moment it hasn't been categorical in this discussion, since it lingers on the side, and will act accordingly to what results most favorable.

 

Main Agenda

 

2nd Round (Mexico City; September 1-5, 2017)

Although considered successful by many analysts, the second round of the renegotiation followed a very slow pace. Some of the matters that made advances were: salaries, access to markets, investment, rules of origin, commercial facilitation, environmental issues, digital commerce, SME’s, transparency, anti- corruption laws, agronomy and textiles.

The president of Corporate Coordinating Council in Mexico, Juan Pablo Castañon, insisted that for now the salary issue wasn't up for negotiation, and rejected the idea that any of the parties had the intention of pulling out of the treaty, despite the previous threats from the Trump administration. Castañon rallied in favor of Mexico supporting the maintenance of Chapter 19 or the establishment of a similar instrument with the purpose of solving commercial controversies amid the three countries.

3rd Round (Ottawa; September 23-27, 2017)

The delegates made important advances in competition policies, digital commerce, state-owned companies and telecommunications. The principal development had to do with some aspects related to SME’s.

The Canadian chancellor, Chrystia Freeland, criticized that the United States had not made any written formal proposals on the most complex areas, demonstrating a passive attitude of the country in the context of the negotiation.

The US trade official, Robert Lighthizer, said that his country is interested in incrementing the salaries in Mexico to avoid an unfair competence, seeing that Mexico has attracted factories and investments with their low salaries and their weak trade-union regulations.

Canada endured a firm posture on Chapter 19, which they consider one of the greatest achievements of the current agreement. “Our government is absolutely committed to defending it”, said Freeland. Washington requested, though without presenting a formal proposition, the modification of the rules of origin so that they are more strict, avoiding that imports from other nations are considered “made in North America”, just because they were assembled in Mexico.

This round took place while the United States fixated a tariff of almost 220% to the CSeries aircrafts by the Canadian manufacturer Bombardier, after considering that the enterprise had used a governmental subsidy to sell its planes to the United States at artificially low prices.

4th Round (Virginia; October 11-17, 2017)

The United States presented their formal proposal of elevating the rules of origin in the automobile industry and suggested introducing a termination clause in the treaty.

The US proposed elevating the percentage of components of national origin from any of the three countries from 62,5% to 85% so that the production in the automobile industry can benefit from NAFTA. This way 50% of it will be American production.

It was also debated, in the interest of Washington, the debilitation of the system of controversy resolution present in Chapter 19, which was done without registering an approximation of the positions.

To finish, they talked about a termination clause that would give the treaty five years of life and once that time was over, it would automatically disappear, unless, when the time came, the countries decided to renovate it. This proposal received several critiques, many claiming that this could infringe the essence of the agreement and that every five years would generate uncertainty in the region, considering that it would affect the investment plans of companies.

These proposals just sum to the harsh climax of the negotiation that had been present since the last round in which the US had started to defend difficult proposals like the trials for dumping (selling a product for a price below its normal price) in the imports of perishable Mexican products (tomatoes and berries, governmental and textile purchases.

5th Round (Mexico City; November 17-21, 2017)

 
GDP per capita US / Mexico / Canada
 

The fifth round didn't show too many advances. The United States kept their requests and that generated frustration amongst the representatives of Mexico and Canada.

The US didn't receive alternatives to their proposal to change the regional composition from a 62,5% to an 85%, and that at least 50% is American, On the contrary, its commercial partners showed the damage that this proposal could cause to the three economies.

Faced with the US’ intentions to limit the number of concessions that their federal government offers to Mexican and Canadian enterprises, Mexican negotiators responded with a proposal to limit the country’s public contracts to the number of the contracts attained by Mexican companies with other governments inside the NAFTA. Given that the number of those contracts is significantly reduced, US companies will see their contracting being restricted.

Upon completion of this fifth round, the topics that are now more developed are the ones that involve a regulatory enhancement of telecommunications and the chapter on sanitary and phytosanitary measures. With this last thing, Americans are looking to establish new transparent and non discriminatory norms, that will allow each country to establish the degree of protection they find appropriate.

6th Round (Montreal; January 23-29, 2018)

The Sixth Negotiation Round saw some progress. The chapter on corruption was finally closed, and progress was made in other fields. More importantly, we finally saw a discussion that involved some of the core issues that had been pushed back in the previous negotiations. The progression is slow, but steady.

Robert Lightizer rejected the compromise on rules of origin that Canada had previously proposed. The structure was based on the idea that the rules of origin should be  calculated to also include the value of software, engineering and other high-value work, which is currently not counted toward the regional content targets. This would guarantee the safeguarding of high-paying jobs in the area. The US expressed its disapproval to the Canadian proposal. Mexico didn’t find this surprising at all, as it already expected the cold shoulder from their American trade partner on this matter.

In another proposal, Canada made a threat as they claimed that they will keep the right to treat their neighbors worse than other countries if they enter into agreements. One of which could be China. The proposal was obviously not passed, as the US and presumably Mexico considered it ‘unacceptable’.

Although the countries successfully worked towards installing measures against corruption during the round of negotiations, they were far from successful at reaching an agreement on the topic of modifying rules of origin and calculating the regional content of the country in which automobiles are manufactured. All three countries remain motivated to keep making progress and will resume the negotiations for an speculation of two more sessions before the deadline that has been set in March, in order to avoid interference with the presidential election in Mexico and the US midterm elections in November.

Beyond the deadline

After more than seven months of meetings, as we have seen in the round-by-round examination, the negotiations between the three countries still have not reached the pre-agreement threshold that, even waiting to resolve more or less important points, should confirm the shared will to give continuity to NAFTA. The hard positions of the United States and the pressure of Canada and Mexico to save the treaty have so far resulted in a 'tug-of-war' that has allowed some partial, but not decisive, result. Thus, it remains to be determined if the treaty has actually reached its expiration date or may be reissued instead. For the time being, the three countries agree to continue working towards a renewed treaty.

From what has been seen so far in the negotiations, it is difficult to determine which country will be more willing to give in to the pressure exerted by the others. The most controversial issues have barely been addressed until recently, so it is also not possible to point out what achievements each country achieves in this negotiating process.

The two neighbors of the United States, but especially Canada, continue to warn of Trump's risk to end the treaty. An acceleration of the negotiations could help the positive resolution of the process, but the electoral calendar rather threatens delays. On March 30 begins the campaign of the presidential elections in Mexico, which will take place on July 1. In September, the United States will begin to pay more attention to the November Mid-term elections. A substantial progress before the Mexican elections could put the agreement on track, although some issues should have to be agreed later, but if in the next meetings there is not a breakthrough, the three countries could get used to the possibility of ending NAFTA, what would harm the negotiations.

TCLAN: Medio año de renegociación sin gran avance

▲Enrique Peña Nieto y Donald Trump, en la cumbre el G20 de julio de 2017 celebrada en Hamburgo [Presidencia de México]

ANÁLISIS / Dania Del Carmen Hernández [Versión en inglés]

Canadá, Estados Unidos y México se encuentran inmersos en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El acuerdo comercial entre esos tres países ha sido algo controvertido en los últimos años, especialmente en EEUU, donde se ha puesto en duda su conveniencia. Durante la campaña presidencial, Donald Trump defendió la cancelación del tratado; luego, ya en la Casa Blanca, aceptó que hubiera una renegociación. Trump argumentó que el pacto ha reducido empleos en la industria manufacturera de EEUU y generado un déficit comercial de más de 60.000 millones de dólares con México (18.000 millones de dólares con Canadá), así que a menos de que nuevas condiciones redujeran sustancialmente ese déficit, EEUU se retiraría del acuerdo.

En general, los estadounidenses tienen opiniones positivas sobre el tratado, con un 56% de la población que dice que el TLCAN es beneficioso para el país, y un 33% que dice que es perjudicial, de acuerdo con una encuesta de Pew Research de noviembre de 2017. De entre esos que tienen una opinión negativa, la mayoría son republicanos, con un 53% de ellos que aseguran que México se beneficia en mayor parte, mientras que los demócratas en su mayoría apoyan el pacto y solo un 16% lo ve de modo negativo.

 

Comercio de bienes de Estados Unidos con México

 

Independientemente de la aceptación pública, la opinión sobre el tratado no siempre ha sido tan dudosa. Cuando el presidente Bill Clinton ratificó el tratado, este fue considerado uno de los mayores logros de su presidencia. De la misma manera que la globalización ha liberalizado el comercio en todo el mundo, el TLCAN también ha expandido el comercio muy eficazmente y ha presentado un gran número de oportunidades para Estados Unidos, al tiempo que reforzaba la economía estadounidense.

Bajo el TLCAN, el comercio de bienes y servicios estadounidenses con Canadá y México pasó de 337.000 millones de dólares en 1994, cuando el tratado entró en vigor, a 1,4 billones en 2016. El impacto ha sido aún mayor si se tienen en cuenta las inversiones transfronterizas entre los tres países, que de 126.800 millones de dólares en 1993 pasaron a 731.300 millones en 2016.

La inquietud de Washington es que, a pesar de ese aumento del volumen comercial, en términos relativos Estados Unidos no está logrando resultados suficientemente fructíferos, comparado con lo que sus vecinos están obteniendo del tratado. En cualquier caso, Canadá y México aceptan que, después de casi 25 años vigencia, el tratado debe revisarse para adaptarlo a las nuevas condiciones productivas y comerciales, marcadas por innovaciones tecnológicas que, como es el caso del desarrollo de internet, no se contemplaban cuando el acuerdo se firmó.

Examen ronda a ronda

La discusión de los tres países afecta a numerosos aspectos, pero puede hablarse de tres bloques, que tienen que ver con ciertas líneas rojas puestas por las distintas partes en la negociación: las reglas de origen; el deseo de Estados Unidos de acabar con el sistema independiente de arbitraje, a través del cual Canadá y México tienen la capacidad de acabar con medidas que violen el acuerdo comercial (eliminación del capítulo 19), y finalmente propuestas, quizás menos decisivas pero igualmente importantes, orientadas a la actualización general del tratado.

Cuando las negociaciones comenzaron, en agosto de 2017, se expresó de poder concluirlas hacia enero de 2018, con la previsión de seis rondas de reuniones. Ese número ya está siendo superado, con una séptima ronda a final de febrero, a la que posiblemente sucedan otras. Alcanzado el inicial deadline, de todos modos, es ocasión de examinar el estado de las discusiones. Una buena forma de hacerlo es seguir la evolución de las conversaciones a través de las rondas de reuniones celebradas y poder valorar así los resultados que se han ido registrando hasta el momento.

 

Última Cumbre de Norteamérica, con Peña Nieto, Trudeau y Obama, celebrada en Canadá en junio de 2016

Última Cumbre de Norteamérica, con Peña Nieto, Trudeau y Obama, celebrada en Canadá en junio de 2016 [Presidencia de México]

 

1ª Ronda (Washington, 16-20 de agosto de 2017)

La primera ronda de negociaciones puso sobre la mesa las prioridades de cada uno de los tres países; sirvió para fijar la agenda de los principales asuntos que en adelante se discutirían, sin entrar a abordar aún medidas concretas.

En primer lugar, Donald Trump ya dejó claro durante su campaña electoral que consideraba el TLCAN como un acuerdo injusto para Estados Unidos debido al déficit comercial que ese país tiene sobre todo con México y, en menor medida, con Canadá.

Según cifras de la Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos, EEUU pasó de un superávit de 1.300 millones de dólares en 1994 a un déficit de 64.000 millones de dólares en 2016. La mayor parte de este déficit proviene de la industria automotriz. Para la nueva Administración estadounidense, esto pone en duda que el acuerdo tenga efectos beneficiosos para la economía nacional. México, menos predispuesto a introducir importantes cambios, insiste en que el TCLAN ha sido bueno para todas las partes.

Otro tema que se apuntó fue el de la brecha salarial de México frente a Estados Unidos y Canadá. México defiende que, a pesar de contar con uno de los salarios mínimos más bajos de América Latina, y haber tenido el salario medio estancado durante las dos últimas décadas, esto no se debería tener en cuenta en las negociaciones, pues estima que los salarios mexicanos irán alcanzando los de sus socios comerciales. Por el contrario, para EEUU y Canadá es un tema de preocupación; ambos países advierten que un incremento salarial no dañaría el crecimiento de la economía mexicana.

Las reglas de origen fue uno de los principales temas de discusión. Estados Unidos busca lograr que se aumente el porcentaje de contenido que se requiere para considerar un producto como de origen para que no sea necesario pagar aranceles al moverlo entre alguno de los tres países. Esto resultó controvertido en esta primera ronda, ya que podría afectar de manera negativa a las empresas mexicanas y canadienses. Los especialistas advierten que el mínimo de contenido nacional no existe en ningún tratado de libre comercio del mundo.

Por último, el gobierno de Trump dejó ver sus intenciones de eliminar el Capítulo 19, que garantiza la igualdad a la hora de resolver disputas entre los países, haciendo que no sean leyes nacionales de cada país las que resuelvan el conflicto. Estados Unidos entiende esto como una amenaza a su soberanía y cree que los conflictos deben resolverse de manera que sus propios procesos democráticos no sean ignorados. Canadá condicionó su permanencia en el tratado al mantenimiento de este capítulo. México también defiende garantías de independencia en la resolución de conflictos, aunque de momento en esta discusión no fue categórico.

 

Agenda principal

 

2ª Ronda (Ciudad de México, 1-5 de septiembre de 2017)

Aunque considerada como exitosa por muchos analistas, la segunda ronda de renegociación siguió un ritmo lento. Algunos temas que avanzaron fueron: salarios, acceso a mercados, inversión, reglas de origen, facilitación comercial, medio ambiente, comercio digital, pymes, transparencia, anticorrupción, agro y textiles.

El presidente del Consejo Coordinador Empresarial de México, Juan Pablo Castañón, insistió en que de momento la cuestión salarial no estaba sujeta a negociación, y negó que alguna de las partes tuviera intención de salir del tratado, a pesar de las amenazas en ese sentido de la Administración Trump. Castañón se manifestó a favor de que México apoye el mantenimiento del capítulo 19 o el establecimiento de un instrumento similar para la solución de controversias comerciales entre los tres países.

3ª Ronda (Ottawa, 23-27 de septiembre de 2017)

Los delegados hicieron avances importantes en políticas de competencia, comercio digital, empresas de propiedad estatal y telecomunicaciones. El principal avance fue sobre algunos aspectos relacionados con las pymes.

La canciller canadiense, Chrystia Freeland, se quejó de que Estados Unidos no hubiera realizado propuestas formales ni por escrito en las áreas más complejas, lo que a su juicio demuestra una actitud pasiva de ese país en el contexto de las negociaciones.

El titular de Comercio de EEUU, Robert Lighthizer, dijo que su país está interesado en que se incrementen los salarios en México, bajo la lógica de que eso supone una competencia desleal, pues México ha atraído fábricas e inversiones con sus bajos salarios y sus débiles reglas sindicales. No obstante, líderes empresariales y sindicales mexicanos resisten esas presiones.

Canadá se mantuvo firme en su postura sobre el capítulo 19, que considera uno de los grandes logros del vigente acuerdo. “Nuestro Gobierno está absolutamente comprometido a defenderlo”, dijo Freeland. Washington planteó, aunque sin presentar una propuesta formal, la modificación de las reglas de origen para que fuesen más estrictas y evitar que importaciones de otras naciones sean consideradas “hechas en América del Norte”, solo porque se ensamblaron en México.

Esta ronda se llevó a cabo mientras Estados Unidos fijaba un arancel de casi 220% a las aeronaves Serie C de la armadora canadiense Bombardier, al considerar que la empresa había utilizado un subsidio gubernamental para vender sus aviones a EEUU a precios artificialmente bajos.

4ª Ronda (Virginia, 11-17 de octubre de 2017)

Estados Unidos presentó su propuesta formal de elevar las reglas de origen de la industria automotriz y su sugerencia de introducir una cláusula de extinción del acuerdo.

Estados Unidos propuso elevar del 62,5% al 85% el porcentaje de componentes de origen nacional de alguno de los tres países para que la producción de la industria automotriz pueda beneficiarse del TLCAN, y que el 50% sea de producción estadounidense. La Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) rechazó la propuesta.

También se debatió el interés de Washington de debilitar el sistema de solución de controversias dentro del tratado (Capítulo 19), sin que se registrara una aproximación de las posiciones.

Por último se habló de la pretensión de incluir una cláusula de extinción, que haría que el tratado dejara de existir a los cinco años, a menos que los tres países decidan renovarlo. Esta propuesta recibió amplias críticas, advirtiendo que esto atentaría contra la esencia del acuerdo y que cada cinco años generaría incertidumbre en la región, pues afectaría los planes de inversión de las empresas.

Estas propuestas se suman al clima de dureza de la negociación, pues ya en la tercera ronda Estados Unidos había empezado a defender propuestas difíciles, en asuntos como los juicios por dumping (vender un producto por debajo de su precio normal) en la importación de productos mexicanos perecederos (jitomates y bayas), las compras gubernamentales y la compra de textiles.

 
PIB per cápita Estados Unidos / Canadá / México
 

5ª Ronda (Ciudad de México, 17-21 de noviembre de 2017)

La quinta ronda se desarrolló sin grandes avances. EEUU mantuvo sus demandas y eso generó gran frustración entre los representantes de México y Canadá.

Estados Unidos no recibió alternativas a su propuesta de querer aumentar la composición regional desde el 62,5% hasta el 85%, y que al menos el 50% sea estadounidense. Por el contrario, sus compañeros comerciales pusieron sobre la mesa datos que muestran el daño que esta propuesta provocaría en las tres economías.

Ante el deseo de EEUU de limitar el número de concesiones que su gobierno federal ofrece a compañías mexicanas y canadienses, los negociadores mexicanos respondieron con una propuesta para limitar los contratos públicos del país al número de contratos alcanzados por compañías mexicanas con otros gobiernos dentro del TLCAN. Dado que el número de estos contratos es bastante reducido, las compañías de EEUU verían restringida su contratación.

Al terminar esta quinta ronda, los temas que se encuentran más avanzados son los de una mejora regulatoria de las telecomunicaciones y el capítulo de medidas sanitarias y fitosanitarias. Con esto último, los estadounidenses buscan establecer nuevas normas transparentes y no discriminatorias, que permitan que cada país establezca el grado de protección que considere apropiado.

6ª Ronda (Montreal; Enero 23-29, 2018)

La sexta negociación demostró algo de progreso. El capítulo sobre la corrupción fue cerrado finalmente, y hubo avances en otros ámbitos. Se discutieron algunas de las cuestiones importantes que se habían estado dejando de lado en las anteriores negociaciones. El progreso es lento, pero parece abrirse paso.

Robert Lightizer rechazó el compromiso sobre las reglas de origen que Canadá había propuesto previamente. La estructura se basaba en la idea de que las reglas de origen deberían ser calculadas incluyendo el valor del software, la ingeniería y otros trabajos de gran valor, facetas que hoy en día no se tienen en cuenta con vistas al objetivo de contenido regionales.

Como forma de presión, Canadá amenazó con reservaría el derecho de tratar a sus países vecinos peor que a otros países si entran en acuerdos. Uno de ellos podría ser China. La propuesta no fue considerada, puesto que Estados Unidos y México la consideraron inaceptable.

Mas allá de la fecha limite

Después de más de siete meses de reuniones, como queda reflejado en este repaso de las conversaciones ronda  a ronda, las negociaciones entre los tres países siguen sin haber alcanzado el umbral de preacuerdo que, aún a la espera de resolver puntos más o menos importantes, confirmara la voluntad compartida de dar continuidad al TLCAN. Las posturas duras de Estados Unidos y la presión de Canadá y México por salvar el tratado han dado lugar hasta ahora a un 'tira y afloja' que ha permitido algún resultado parcial, pero no decisivo. Así, aún está por determinar si el tratado en realidad ha llegado a su fecha de caducidad o en cambio podrá reeditarse. Por el momento los tres países están de acuerdo en seguir trabajando por conseguir un tratado renovado.

Por lo que se ha visto hasta el momento en las negociaciones es difícil determinar qué país estará más dispuesto a ceder a la presión ejercida por los otros. Las cuestiones más controvertidas apenas han sido abordas hasta recientemente, por lo que tampoco es posible apuntar qué logros consigue cada país en este proceso negociador.

Los dos vecinos de Estados Unidos, pero especialmente Canadá, siguen alertando del riesgo de Trump quiera acabar con el tratado. Una aceleración de las negociaciones podría ayudar a la resolución positiva del proceso, pero el calendario electoral más bien amenaza con aplazamientos. El 30 de marzo comienza la campaña de las presidenciales de México, que tendrán lugar el 1 de julio. En septiembre, Estados Unidos comenzará a estar más pendiente de las elecciones legislativas de noviembre. Un avance sustancial antes de las presidenciales mexicanas podría encarrilar el acuerdo, aunque quedaran para después algunos asuntos por cerrar, pero si en las próximas reuniones no se da ese gran paso, los tres países podrían irse haciendo a la idea acerca del fin del TLCAN, lo que lastraría las negociaciones.

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