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Lo que permanece

Texto

Cristina Elías Ganadora de la XXI edición www.excelencialiteraria.com

Aunque pasen los años y miles de kilómetros nos separen, hay personas que siguen presentes junto a mí como si nunca se hubieran ido de mi lado. En un mundo donde todo sucede demasiado rápido, donde cambiamos de lugar constantemente, tener un amigo que permanece a pesar de la distancia, es uno de los mayores regalos de la vida. Hay amistades que no conocen fronteras ni relojes. Una amistad que sobrevive al tiempo, a los silencios y a los cambios, demuestra que lo verdadero no se rompe fácilmente. Por eso, reflexionar sobre su valor es más necesario que nunca.

No todos los amigos están hechos para quedarse, pero los que lo logran, incluso desde lejos, son los que valen. Esos amigos duraderos son un refugio, un ancla. Las dificultades de estar juntos muestran qué lugar ocupan en nuestro corazón.

La llegada del verano pone a prueba las amistades que hemos cultivado en el colegio a lo largo del curso, y la vuelta a la rutina es la prueba de los lazos que creamos durante la diversión de las vacaciones. En ocasiones hace falta que surja un bache, un conflicto que ponga en valor la lealtad, que es el fundamento de la amistad. Si superamos ese trance de la mano del amigo, la amistad crea un vínculo prácticamente irrompible.

Algo parecido ocurre con la pérdida: aunque ya no podamos compartir momentos con la persona querida, los recuerdos permanecen. Es curioso cómo la memoria va depurando las emociones: al principio, el dolor se instala en cada rincón del corazón y en cada pensamiento, sin darnos tregua, como si todo fuera a quedar teñido por la negrura de lo perdido. Pero el paso del tiempo convierte ese dolor en algo más suave y ligero. Comenzamos a percibir que quien se fue, nos dejó algo más que vacío, pues nos quedan su memoria, sus enseñanzas, sus ecos… que nos moldean sin darnos cuenta. No permanece la presencia física, es cierto, pero sí otra más sutil y profunda, que se filtra en nuestras decisiones y en la forma en que vemos el mundo.

Cuando gastamos momentos de nuestra vida junto a un amigo, nos vamos pareciendo más a él (o a ella), incluso en sus gestos y expresiones, en su forma de hacer las cosas y de ver la vida. Es importante decidir con quién queremos recorrer el camino de nuestra existencia. Aquellas personas que renuncian a seguir llevándote junto a ellas, forman parte de ti durante un determinado tiempo, breve o extenso. Es decir, su influencia alcanza solo hasta un determinado nivel, seguro que superficial. Sin embargo, aquellas con las que forjamos una relación sólida, se convierten en parte de nosotros hasta el final del final.

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