Milei: Qué esperar en política exterior

Milei: Qué esperar en política exterior

ARTÍCULO

28 | 11 | 2023

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Durante la campaña, el candidato defendió una visión ideológica de las relaciones internacionales, pero como presidente será pragmático en los lazos comerciales

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Javier Milei celebra su triunfo en la segunda vuelta, con cerca del 56% de los votos

Tras unas elecciones marcadas inicialmente por la inseguridad ciudadana y luego por la difícil situación económica que atraviesa Argentina, Javier Milei llega a la presidencia con una serie de recetas radicales que está por ver en qué grado aplica. En materia de política exterior, Milei no ha sido muy específico, más allá de presentarse como cruzado ‘anticomunista’; si bien reforzará las relaciones con Estados Unidos e Israel, deberá también asumir amplias dosis de pragmatismo, especialmente en las relaciones económicas con Brasil y China. Su elección echa agua al ímpetu de la izquierda latinoamericana en la reactivación de la CELAC y de Unasur.

A pesar de que la política exterior ocupó un papel residual en las elecciones presidenciales de Argentina, en debates, discursos y entrevistas los principales candidatos dejaron entrever sus ambiciones. Temas como la funcionalidad de Mercosur, el papel de China, la soberanía de Malvinas, o incluso las relaciones con la Santa Sede salieron de forma recurrente.

En líneas generales, la candidatura de Javier Milei –a través del propio presidenciable de La Libertad Avanza (LLA) como de su asesora Diana Mondino– mantuvo una visión ideológica de las relaciones internacionales, marcada por el anticomunismo y el rechazo de los gobiernos “que no respetan las ideas de la libertad”. El nuevo presidente expresó en el último debate su intención de alinear a Argentina con Estados Unidos, Israel y todos aquellos países que pertenecen al “mundo libre”, así como el distanciamiento institucional con Brasil y China. Estos dos últimos países son los actuales primeros socios comerciales de Argentina, por lo que existe el riesgo de que la postura del nuevo gobierno perjudique esos intercambios.

Su primer viaje al extranjero como presidente electo ha sido precisamente a Estados Unidos, donde además mantuvo un estrecho contacto con parte de la comunidad judía, marcando ya así sus prioridades. En relación a Brasil, sin embargo, Milei parece estar dando un giro, con la invitación al presidente brasileño Lula da Silva a su toma de posesión; también se cuenta con una actitud pragmática en relación al comercio con China, país con el que puede mantener la distancia política sin que eso dañe las exportaciones argentinas a ese país. En cualquier caso, en línea con su ideología libertaria, ha insistido en limitar la intervención del Estado en las relaciones comerciales con el exterior, donde cree que debe primar el clásico ‘laissez faire’ y la actuación libre de los sujetos privados.

En la campaña electoral, su contrincante directo en la segunda vuelta, el peronista Sergio Massa, asesorado por el embajador Gustavo Martínez Pandiani, defendió una visión pragmática de las relaciones de Argentina con el mundo, recogida en su “Plan de Acción”. Su propuesta se basaba en una línea continuista compaginada con algunos cambios con una fuerte motivación económica. Básicamente, desde su coalición se promovía el desarrollo de alianzas comerciales que permitieran aumentar las exportaciones y atraer inversión y turismo receptivo. En este sentido, el estrechamiento de los vínculos con Brasil y China como principales socios comerciales de Argentina, la entrada en la alianza de los BRICS y una mayor integración en Mercosur eran los principales objetivos. Sobre estos asuntos, Milei discrepó abiertamente de Massa.

Mercosur

La funcionalidad del Mercado Común del Sur fue uno de los principales puntos de colisión entre las ambiciones de ambos candidatos. Massa abogaba por una mayor coordinación e integración regional, entendiendo que Mercosur es un bloque que podría impulsar el papel de la región en el mundo. La postura de Milei, en cambio, es más cercana a la del presidente uruguayo Lacalle Pou, promoviendo cambios desde la flexibilización del bloque hasta su reformulación o incluso la disolución.

A pesar de que el nuevo presidente llegó a afirmar esto último por considerarlo “una unión aduanera defectuosa que perjudica a los argentinos”, la opinión más generalizada es que esta opción no parece factiblea corto plazo. No sólo Argentina no tendría autoridad para disolverlo, sino que la mera salida del bloque requeriría la denuncia del Tratado de Asunción a través del Congreso. Teniendo en cuenta que LLA no cuenta con una mayoría parlamentaria, la actuación del nuevo gobierno se vería, a lo sumo, limitada a la congelación de relaciones a través del bloque, como hizo en su día el expresidente brasileño Jair Bolsonaro.

No obstante, parece que ni siquiera esta será la opción que escoja de inmediato el nuevo gobierno, ya que no se prevé ningún cambio brusco en la postura argentina a corto plazo. Así lo confirmó Diana Mondino, quien afirmó que Mercosur “viene funcionando como una unión aduanera y con un pequeño toque puede dar un gran vuelco. Hay que asociarse, negociar entre nuestros países, en forma conjunta con el resto del mundo. Eso será fantástico para los cuatro [países]”.

BRICS

El 24 de agosto, el presidente Alberto Fernández anunció la incorporación oficial de Argentina a la alianza de los BRICS en 2024. Lejos de acogerse en Buenos Aires de forma unánime, el anuncio causó un fuerte revuelo entre las dos principales fuerzas opositoras, que manifestaron su desacuerdo con la medida. La candidata Patricia Bullrich y el propio Milei reiteraron su oposición a la entrada del país en la alianza (de la que hasta ahora han formado parte Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), tanto por las diferencias con algunos miembros actuales como aquellas con Irán, país que también se sumará en enero de 2024.

En cambio, el equipo de Sergio Massa defendió durante toda la campaña la conveniencia de dicho ingreso, avalado por Brasil. “Cuando no te sentás a la mesa para ser comensal, terminás siendo la comida”, dijo el propio Martínez Pandiani refiriéndose a la negativa de la oposición. El peronismo no sólo veía en dicho ingreso una mayor integración sur-sur y la vinculación con un grupo que representa el 25% del PIB mundial, sino que también valoraba la posibilidad de acceder a una fuente de financiación extranjera alternativa al FMI, a través del Nuevo Banco de Desarrollo.

De cara al futuro, todo hace presagiar que la valoración de la incorporación por el nuevo gobierno estará marcada por el pragmatismo económico y la situación del país más que por tintes ideológicos. Sin embargo, la orientación pro-estadounidense de Milei parece incompatible con una continuidad en la alianza a medio-largo plazo.

Relaciones bilaterales

Bajo el futuro gobierno de Javier Milei, se presume que las relaciones institucionales con los demás países de la región estarán condicionadas por el posicionamiento ideológico de sus gobiernos. El ejemplo más evidente lo forman los países del eje bolivariano, a los que Milei califica como ‘off-siders’ con una política exterior contraria al interés nacional argentino. Lejos de la aquiescencia que proponía Massa y permitía Alberto Fernández, Milei sostiene la necesidad de romper las relaciones diplomáticas con países como Venezuela, Cuba o Nicaragua. En ese sentido, su elección echa agua al ímpetu de la izquierda latinoamericana en la reactivación de la CELAC y de Unasur.

Sin embargo, la elección del nuevo presidente podría igualmente estrechar los vínculos diplomáticos entre Argentina y otros países. Prueba de ello es la relación entre Milei y su homólogo Lacalle Pou, que se anticipa mejor que la que tenía este último con Alberto Fernández. Así, podría promoverse la flexibilización del Mercosur y progresar en el acuerdo suscrito con la Unión Europea en 2017 (aún por finalizar en su redacción definitiva), temas en los que el equipo de Massa era más escéptico. También se prevé una mejoría en la relación con Estados Unidos, dada la insistencia de Milei en “alinearse ideológicamente” con el gigante norteamericano. Pero esto no será inmediato. Si bien es cierto que su relación con Donald Trump es muy buena, Joe Biden es aún reticente a acercarse a Milei y espera a ver cuál es el rumbo que toma el nuevo gobierno.

La cuestión de Malvinas

Es en este punto, de capital importancia histórica y cultural para Argentina, en el que la posición de ambos candidatos era más similar. Más allá de una declaración de Diana Mondino para ‘The Telegraph’ en la que decía que se respetarían los derechos de los isleños, la posición de los candidatos respecto a la soberanía sobre Malvinas ha sido la misma. Esto se pudo presenciar en el segundo debate presidencial, en el que ambos reiteraron la importancia de la premisa constitucional que declara la soberanía sobre las islas.

Sin embargo, la resolución de este asunto no parece aún factible. Milei declaró su determinación de recuperar las islas por los canales diplomáticos, pero el primer ministro británico, Rishi Sunak, ya ha cerrado la puerta a cualquier tipo de negociación.

Con todo, debe matizarse cualquier conclusión precipitada de un cambio en las relaciones exteriores de Argentina. A pesar de que hay analistas que consideran que el enfriamiento de las relaciones institucionales con China y Brasil tendría consecuencias devastadoras para el comercio internacional del país, no son pocos los que relativizan los efectos de estas políticas. Ni parece que Argentina arriesgue tanto en su relación con China, ni el enfriamiento de las relaciones con Brasil conllevará inevitablemente la pérdida de todo el comercio bilateral entre los dos países. Si sirve de precedente, conviene recordar que Bolsonaro mantuvo el intenso comercio con China, donde llegó a viajar como presidente para reunirse con Xi Jinping, a pesar de que en su campaña electoral había defendido la ruptura con Pekín.

En cualquier caso, los cambios que Milei repitió durante la campaña no parece que vayan a materializarse a corto plazo. Se prevé que el nuevo gobierno adopte una posición pragmática y mantenga los lazos comerciales con todos sus socios actuales, al menos hasta que sea capaz de estabilizar la situación económica y cuente con los apoyos suficientes para formar nuevas alianzas.