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Con su proyecto de megaciudad y zona tecnológica los saudís buscan consolidar una vía económica alternativa al petróleo

NEOM, acrónimo de Nuevo Futuro, es el nombre de la nueva ciudad y área económico-tecnológica, con una superficie tres veces la de Chipre, que Arabia Saudí está promoviendo en el noroeste el país, frente a la Península del Sinaí. Además de buscar alternativas al petróleo, con NEOM los saudís pretenden rivalizar las innovaciones urbanísticas de Dubái, Abu Dhabi y Doha. El proyecto también supone trasladar el interés saudí del Golfo Pérsico al Mar Rojo y estrechar la vecindad con Egipto, Jordania e Israel.

Aspecto de la futura megaciudad de NEOM, de acuerdo con la visión de sus promotores [NEOM Project]

▲ Aspecto de la futura megaciudad de NEOM, de acuerdo con la visión de sus promotores [NEOM Project]

ARTÍCULO Sebastián Bruzzone Martínez

Los Estados de Oriente Medio están tratando de diversificar sus ingresos y evitar posibles colapsos de sus economías, en aras de contrarrestar la crisis del fin del petróleo previsto para mediados del siglo XXI. Los sectores preferidos por los árabes son las energías renovables, el turismo de lujo, las infraestructuras modernas y la tecnología. Los gobiernos de la región han encontrado la manera de unificar estos cuatro sectores, y Arabia Saudí, junto a los Emiratos Árabes Unidos, parece querer colocarse como el primero de la carrera tecnológica árabe.

Mientras el mundo mira hacia Sillicon Valley en California, Shenzhen en China o Bangalore en India, el gobierno saudí ha comenzado a preparar la creación de su primera zona económica y tecnológica independiente: NEOM (abreviatura del término árabe Neo-Mustaqbal, Nuevo Futuro). Al frente del proyecto estuvo hasta hace poco Klaus Kleinfeld, ex presidente de Siemens AG, quien al ser nombrado consejero de la Corona saudí ha sido sustituido por Nadhmi Al Nasr como CEO de NEOM.

El pasado 24 de octubre de 2017, en la conferencia de la Iniciativa Inversión Futura celebrada en Riad, el príncipe heredero saudita Mohammed bin Salman hizo público este proyecto de 500.000 millones de dólares, enmarcado en el programa político Saudi Vision 2030. El territorio en el que se situará NEOM está en la zona fronteriza entre Arabia Saudí, Egipto y Jordania, a orillas del Mar Rojo, por donde fluye casi un diez por ciento del comercio mundial, existe una temperatura 10º C inferior a la media del resto de países del Consejo de Cooperación del Golfo, y se localiza a menos de ocho horas de vuelo del 70% de la población del planeta, por lo que podría convertirse en un gran centro de transporte de pasajeros.

Según ha anunciado el gobierno saudí, NEOM será una ciudad económica especial, con sus propias leyes civiles y tributarias, y costumbres sociales occidentales, de 26.500 kilómetros cuadrados (el tamaño de Chipre multiplicado por tres). Los objetivos principales son atraer la inversión extranjera de empresas multinacionales, diversificar la economía saudita dependiente del petróleo, crear un espacio de libre mercado y hogar de millonarios, “una tierra para gente libre y sin estrés; una start-up del tamaño de un país: una hoja en blanco en la que escribir la nueva era del progreso humano", dice un vídeo promocional del proyecto. Todo ello bajo el eslogan: “The world’s most ambitious project: an entire new land, purpose-built for a new way of living”. Según la página web y cuentas oficiales del proyecto, los 16 sectores de energía, movilidad, agua, biotecnología, comida, manufactura, comunicación, entretenimiento y moda, tecnología, turismo, deporte, servicios, salud y bienestar, educación, y habitabilidad generarán 100.000 millones de dólares al año.

Gracias a un informe publicado por el diario The Wall Street Journal y elaborado por las consultoras Oliver Wyman, Boston Consulting Group y McKinsey & Co., que, según aseguran, tuvieron acceso a más de 2.300 documentos confidenciales de planificación, han salido a la luz algunas de las ambiciones y lujos con los que contará la urbe futurista. Entre ellos se encuentran coches voladores, hologramas, un parque temático de dinosaurios robot y edición genética al estilo Jurassic Park, tecnologías e infraestructuras nunca vistas, hoteles, resorts y restaurantes de lujo, mecanismos que creen nubes para causar precipitaciones en zonas áridas, playas con arena que brilla en la oscuridad, e incluso una luna artificial.

Otro fin que busca el proyecto es hacer de NEOM la ciudad más segura del planeta, mediante sistemas de vigilancia de última generación que incluyen drones, cámaras automatizadas, máquinas de reconocimiento facial y biométrico y una IA capaz de notificar delitos sin necesidad de que los ciudadanos tengan que denunciarlos. Del mismo modo, los propios dirigentes de la iniciativa urbanística auguran que la ciudad será un centro ecológico de gran proyección, basando su sistema de alimentación únicamente en energía solar y eólica obtenida con placas y molinos, pues tienen todo un desierto para instalarlos.

Por el momento, NEOM no es más que un proyecto que está en fase de iniciación. El territorio en el que se situará la gran ciudad es un terreno de desierto, montañas de hasta 2.500 metros de altura y 468 kilómetros de costas vírgenes de agua azul turquesa, con un palacio y un pequeño aeropuerto. NEOM está siendo construida desde la nada, con un desembolso inicial de 9.000 millones de dólares del fondo soberano saudita Saudi Arabia Monetary Authority (SAMA). Aparte de inversión empresarial extranjera, el gobierno saudí está buscando trabajadores de todos los sectores profesionales para que ayuden en sus respectivos campos: juristas que elaboren un código civil, penal y tributario; ingenieros y arquitectos que diseñen un plan de infraestructuras y energías moderno, eficiente y tecnológico; diplomáticos que colaboren en su promoción y convivencia cultural; científicos y médicos que incentiven la investigación clínica y biotecnológica y el bienestar; académicos que potencien la educación; economistas que rentabilicen los ingresos y gastos; personalidades especializadas en turismo, moda y telecomunicaciones… Pero, sobre todo, personas y familias que habiten y den vida a la ciudad.

Según ha informado el periódico árabe Rai Al Youm, Mohammed bin Salman ha aprobado una propuesta elaborada por un comité legal saudí conjunto con Reino Unido que consiste en aportar un documento VIP que ofrecerá visas especiales, derechos de residencia a inversores, altos funcionarios y trabajadores de la futura ciudad. Ya se han adjudicado contratos a la empresa de ingeniería estadounidense Aecom y de construcción a la inglesa Arup Group, a la canadiense WSP, y a la holandesa Fugro NV.

Sin embargo, no todo es tan ideal y sencillo como parece. A pesar del gran interés de 400 empresas extranjeras en el proyecto, según asegura el gobierno local, existe incertidumbre sobre su rentabilidad. Los problemas y escándalos relacionados con la corona saudí, como el encarcelamiento de familiares y disidentes, la corrupción, la desigualdad de derechos, la intervención militar en Yemen, el caso del asesinato del periodista Khashoggi y la posible crisis política tras la futura muerte del rey Salman bin Abdulaziz, padre de Mohammed, han hecho que los inversores anden con pies de plomo. Además, en la región sobre la que se pretende construir la ciudad existen pueblos de lugareños que serían reubicados, y “compensados y apoyados por programas sociales”, según asegura el gobierno saudí, lo que será objeto de reproche por grupos de defensores de derechos humanos.

En conclusión, NEOM es un proyecto único y a la altura de los propios jeques árabes, los cuales han adoptado una visión económica previsora. Se espera que en 2030 ya sea posible vivir en la ciudad, a pesar de que las construcciones sigan su curso y no estén completamente finalizadas. Según los mercados, el proyecto, aún lejos de su culminación, parece estar encauzado. Ya cuenta con un compromiso de financiación de estructura con BlackStone de 20.000 millones de euros, y de tecnología con SoftBank de 45.000 millones de euros. Debido a que nunca se ha visto un proyecto así y por tanto no existen referencias, es difícil determinar si el visionario plan se consolidará con éxito o se quedará en simple humo y pérdidas enormes de dinero.

Categorías Global Affairs: Oriente Medio Economía, Comercio y Tecnología Logística e infraestructuras Artículos Arabia Saudita y el Golfo Pérsico

[Richard Nephew, The Art of Sanctions. A View from the Field. Columbia University Press. Chichester. New York, 2018. 216 p.]

RESEÑAEmili J. Blasco

The Art of Sanctions. A View from the Field

Las sanciones internacionales suelen despertar un vivo debate entre quienes las defienden como un legítimo instrumento de la interacción entre Estados y quienes consideran que su aplicación apenas ha tenido más eficacia que la de aumentar el sufrimiento de enteras poblaciones sin culpa.

A la pregunta de si sirven para algo esas sanciones, que pueden ser de diversa índole pero que sobre todo tienen carácter económico, Richard Nephew responde que depende. Y no es una evasiva, sino en el fondo la defensa que de sus propias herramientas hace un mecánico de la diplomacia estadounidense (Nephew fue director para Irán en el Consejo Nacional de Seguridad y vicecoordinador para sanciones del Departamento de Estado): “Las sanciones no fracasan o tienen éxito. Más bien las sanciones ayudan o no a conseguir el deseado resultado final de un Estado sancionador (...) Las herramientas solo pueden tener un buen desempeño cuando son empleadas con la correcta estrategia; no se puede acusar a la sierra si falla en realizar el trabajo de un destornillador”.

Nephew no es un teórico de las sanciones, sino un “practicante”; el contenido de su libro procede de la experiencia (“Una visión desde el campo” es el subtítulo de la obra). Esa experiencia le hace ser un convencido de la utilidad de esas medidas siempre que se apliquen de modo conveniente. Básicamente pone el ejemplo de dos casos: el de Irak, donde las sanciones no lograron el objetivo buscado debido un mal planteamiento de la presión internacional, que finalmente derivó en guerra en 2003, y el de Irán, donde el régimen de medidas punitivas sobre la República Islámica tuvo su efecto y en 2015 pudo firmarse un acuerdo para frenar el programa nuclear iraní.

Activo participante en la arquitectura sancionadora a Irán, Nephew se extiende especialmente en el caso de las negociaciones con Teherán, tras abordar primero someramente el capítulo de Irak. De todo ello saca conclusiones y presenta sus propios decálogos sobre cómo las sanciones deben abordarse para que puedan resultar eficaces. En las últimas páginas trata de aconsejar cómo conducir un nuevo paquete sancionador sobre Irán, para controlar su programa de misiles y contener su actividad en el exterior a través de proxis, pero sin romper el acuerdo alcanzado (JCPOA) como ha hecho la Administración Trump; cómo gestionar la presión sobre Rusia en relación a Ucrania, y cómo confrontar la actitud de Corea del Norte. No aborda otras situaciones que el debate sobre las sanciones tiene bien presentes, como la dureza de Trump para con Cuba, en el marco de un embargo de décadas que no ha producido cambios en la isla, o el cerco sobre Nicolás Maduro en Venezuela.

Reglas para sancionar con éxito

La principal conclusión de Nephew es que “el conocimiento del oponente de uno, sus tolerancias y sus vulnerabilidades, es el predictor más importante sobre las posibilidades de éxito de una estrategia que se focaliza en sanciones (...) De hecho, para que las sanciones funcionen, uno realmente debe conocer al enemigo mejor que el enemigo se conoce a sí mismo”.

Eso es lo que, en su opinión, falló en Irak. Ciertamente las sanciones fueron efectivas, en tanto que impidieron que Sadam Husein retornara a un programa de armas de destrucción masiva, pero no evitaron una guerra. Y esto porque no se tuvo en cuenta la psicología del mandatario, dispuesto a todo tipo de sufrimiento –que traspasaba a la población, sin miedo a que esta pudiera quitarle el poder–, antes que admitir que no tenía el potente arsenal que supuestamente le encumbraba entre los líderes regionales. La comunidad internacional no entendió qué importante era para él mantener esa simulación, en su pretensión de credibilidad y prestigio, por encima de la presión de cualquier paquete de sanciones.

En el proceso iraquí, además, hubo otras deficiencias, según Nephew: desde el principio se aplicaron sanciones máximas, sin espacio para una política incremental, y a lo largo del tiempo hubo una variación del objetivo, pasando de querer evitar el rearme del régimen a plantear un cambio del régimen mismo (aunque Sadam Husein hubiera aceptado las condiciones que se le planteaban, Washington no hubiera admitido su continuidad en el poder).

Esos errores llevaron a una mayor comprensión de los mecanismos en juego, que se perfeccionaron en el trato con Irán. Nephew indica que a la hora de conocer bien el país objeto de posibles sanciones deben tenerse en cuenta sus instituciones políticas, su sistema macroeconómico y financiero, sus relaciones comerciales, sus valores culturales, su reciente historia, su demografía y el acceso de la población a fuentes externas de información. Eso permitirá identificar las vulnerabilidades y el umbral de dolor que el Gobierno de turno está dispuesto a absorber. Luego tanto las sanciones como las mismas asunciones deben ser continuamente recalibradas, siguiendo una estrategia bien definida. Es importante además que al Estado objeto de las sanciones se le presenten con claridad las condiciones necesarias para que la presión sea levantada, en el marco de una negociación de términos nítidos. Finalmente, hay que tener la disposición a auxiliar al Estado que se presiona a salir de un laberinto cuya salida tal vez no perciba, o incluso a aceptar objetivos más bajos si estos son un resultado también razonable.

El autor afirma que las tres causas más comunes del fracaso de un régimen de sanciones son: quedarse corto, pasarse de largo y objetivos confusos. Estas etiquetas pueden fácilmente aplicarse a procesos pasados, pero no es tan sencillo fijar los pasos de una diplomacia coercitiva de este tipo en conflictos en curso o que puedan ocurrir en el futuro.

Así, el mismo Nephew no tendría plenas garantías de éxito con las sanciones que sugiere para una nueva negociación con Irán con el fin de limitar su programa de misiles y su actuación a través de grupos como Hezbolá. En desacuerdo con la Administración Trump, hubiera preferido mantener el acuerdo sobre el programa nuclear de 2015 (conocido por sus siglas de JCPOA) y el consiguiente levantamiento del régimen de sanciones aplicado previamente, para pasar a otras sanciones distintas que busquen ese otro objetivo. Cierto que está por ver la utilidad del movimiento de Trump, pero es difícil creer que Teherán vaya a renunciar a esas otras actuaciones por una presión que en ningún caso sería tan internacional (China y Rusia solo se prestaron a un frente contra Irán porque en juego estaba que este país se convirtiera en potencia nuclear).

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Vista de Doha, la capital de Catar, desde su Museo Islámico [Pixabay]

▲ Vista de Doha, la capital de Catar, desde su Museo Islámico [Pixabay]

ENSAYOSebastián Bruzzone Martínez

I. Introducción. Catar, emirato del golfo pérsico

En la antigüedad, el territorio era habitado por los cananeos. A partir del siglo VII d.C., el Islam se asentó en la península de Qatar. Como en los Emiratos Árabes Unidos, la piratería y los ataques a los barcos mercantes de potencias que navegaban por las costas del Golfo Pérsico eran frecuentes. Catar estuvo gobernado por la familia Al Khalifa, procedentes de Kuwait, hasta 1868, cuando a petición de los jeques cataríes y con ayuda de los británicos se instauró la dinastía Al Thani. En 1871, el Imperio Otomano ocupó el país, y la dinastía catarí reconoció la autoridad turca. En 1913, Catar consiguió la autonomía; tres años más tarde, el emir Abdullah bin Jassim Al Thani firmó un tratado con Reino Unido para implantar un protectorado militar británico en la región, pero manteniendo la monarquía absoluta del emir.

En 1968, Reino Unido retiró su fuerza militar, y los Estados de la Tregua (Emiratos Árabes Unidos, Catar y Bahréin) organizaron la Federación de Emiratos del Golfo Pérsico. Catar, al igual que Bahréin, se independizó de la Federación en 1971, proclamó una Constitución provisional, firmó un tratado de amistad con Reino Unido e ingresó en la Liga Árabe y en la ONU.

La Constitución provisional fue sustituida por la Constitución de 2003 de 150 artículos, sometida a referéndum y apoyada por el 98% de los electores. Entró en vigor como norma fundamental el 9 de abril de 2004. En ella se reconoce el Islam como religión oficial del Estado y la ley Sharia como fuente de Derecho (art. 1); la previsión de adhesión y respeto a los tratados, pactos y acuerdos internacionales firmados por el Emirato de Catar (art. 6); el gobierno hereditario de la familia Al Thani (art. 8); instituciones ejecutivas como el Consejo de Ministros y legislativo-consultivas como el Consejo Al Shoura o Consejo de la Familia Gobernante. Asimismo figuran la posibilidad de la regencia mediante el Concejo fiduciario (arts. 13-16), la institución del primer ministro designado por el emir (art. 72), el emir como jefe de Estado y representante del Estado en Interior, Exterior y Relaciones Internacionales (arts. 64-66), un fondo soberano (Qatar Investment Company; art. 17), instituciones judiciales como los Tribunales locales y el Consejo Judicial Supremo, y su control sobre la inconstitucionalidad de las leyes (137-140)[1], entre otros aspectos.

También se reconocen derechos como la propiedad privada (art. 27), igualdad de derechos y deberes (art. 34), igualdad de las personas ante la ley sin ser discriminadas por razón de sexo, raza, idioma o religión (art. 35), libertad de expresión (art. 47), libertad de prensa (art. 48), imparcialidad de la justicia y tutela judicial efectiva (134-136), entre otros.

Estos derechos reconocidos en la Constitución catarí deben ser consecuentes con la ley islámica, siendo así su aplicación diferente a la que se observa en Europa o Estados Unidos. Por ejemplo, a pesar de que en su artículo 1 está reconocida la democracia como sistema político del Estado, los partidos políticos no existen; y los sindicatos están prohibidos, aunque el derecho de asociación está reconocido por la Constitución. Del mismo modo, el 80% de la población del país es extranjera, siendo estos derechos constitucionales aplicables a los ciudadanos cataríes, que conforman el 20% restante.

Como el resto de los países de la zona, el petróleo ha sido factor transformador de la economía catarí. Hoy en día, Catar tiene un alto nivel de vida y uno de los PIB per cápita más altos del mundo[2], y constituye un destino atractivo para los inversores extranjeros y el turismo de lujo. Sin embargo, en los últimos años Catar está viviendo una crisis diplomática[3] con sus países vecinos del Golfo Pérsico debido a distintos factores que han condenado al país árabe al aislamiento regional.

II. La inestabilidad de la familia al thani

El gobierno del Emirato de Catar ha sufrido una gran inestabilidad a causa de las disputas internas de la familia Al Thani. Peter Salisbury, experto en Oriente Medio de Chatham House, el Real Instituto de Asuntos Internacionales de Londres, habló de los Al Thani en una entrevista para la BBC: “Es una familia que en un inicio (antes del descubrimiento del petróleo) gobernaba un pedazo de tierra, pequeño e insignificante, que a menudo era visto como una pequeña provincia de Arabia Saudita. Pero logró forjarse una posición en esa región de gigantes”. [4]

En 1972, mediante un golpe de Estado, Ahmed Al Thani fue depuesto por su primo Khalifa Al Thani, con el que Catar siguió una política internacional de no intervención y búsqueda de paz interna, y mantuvo una buena relación con Arabia Saudita. Se mantuvo en el poder hasta 1995, cuando su hijo Hamad Al Thani le destronó aprovechando una ausencia del mandatario, de viaje en Suiza. El gobierno saudí vio la actuación como un mal ejemplo para los demás países de la región también gobernados por dinastías familiares. Hamad potenció la exportación de gas natural licuado y petróleo, y desmanteló un supuesto plan de los saudíes de restituir a su padre Khalifa. Los países de la región comenzaron a ver cómo el “pequeño de los hermanos” crecía económica e internacionalmente muy rápido con el nuevo emir y su ministro de Exteriores Hamam Al Thani.

La familia está estructurada en torno a Hamad y su esposa Mozah bint Nasser Al-Missned, quien se ha convertido en un icono de la moda y prestigio femenino de la nobleza internacional, al nivel de Rania de Jordania, Kate Middleton o la reina Letizia (precisamente el matrimonio es cercano a la familia real española).

Hamad abdicó en su hijo Tamim Al Thani en 2013. El ascenso de este fue un soplo de esperanza de corta duración para la comunidad árabe internacional. Tamim adoptó una posición de política internacional muy similar a la de su padre, fortaleciendo el acercamiento y cooperación económica con Irán, y aumentando la tensión con Arabia Saudita, que procedió a cerrar la única frontera terrestre que tiene Catar. Del mismo modo, según una filtración de WikiLeaks en 2009, el jeque Mohammed bin Zayed Al Nahyan acusó a Tamim de pertenecer a los Hermanos Musulmanes. Por otro lado, la rivalidad económica, política, social e incluso personal entre los Al Thani de Catar y los Al Saud de Arabia Saudita se remonta a décadas atrás.

Desde mi punto de vista, la estabilidad y jerarquía familiar en las naciones gobernadas por dinastías es un factor crucial para evitar luchas de poder internas que por consecuencia tienen grandes efectos negativos para la sociedad del país. Cada persona posee ideas políticas, económicas y sociales diferentes que llevan tiempo aplicarlas. Los cambios frecuentes y sin una culminación objetiva terminan siendo un factor terriblemente desestabilizador. En el ámbito internacional, la credibilidad y rigidez política del país puede verse mermada cuando el hijo del emir da un golpe de Estado cuando su padre está de vacaciones. Catar, consciente de ello, en el artículo 148 de su Constitución buscó la seguridad y rigidez legislativa prohibiendo la enmienda de ningún artículo antes de haberse cumplido diez años de su entrada en vigor.

En 1976, Catar reivindicó la soberanía de las islas Hawar, controladas por la familia real de Bahréin, que se convirtieron en un foco de conflicto entre ambas naciones. Sucedió lo mismo con la isla artificial de Fasht Ad Dibal, lo que llevó al ejército de Catar a realizar una incursión en la isla en 1986. Fue abandonada por Catar en un acuerdo de paz con Bahréin.

III. Supuesto apoyo a grupos terroristas

Es la causa principal por la que los Estados vecinos han aislado a Catar. Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Bahréin, Libia y Maldivas, entre otros, cortaron relaciones diplomáticas y comerciales con Catar en junio de 2017 por su supuesta financiación y apoyo a los Hermanos Musulmanes, a quienes consideran una organización terrorista. En 2010, WikiLeaks filtró una nota diplomática en la que Estados Unidos calificaba a Catar como el “peor de la región en materia de cooperación para eliminar la financiación de grupos terroristas.”

La hermandad musulmana, cuyo origen se encuentra en 1928 con Hassan Al Bana, en Egipto, es un movimiento político activista e islámico, con principios basados en el nacionalismo, la justicia social y el anticolonialismo. De todos modos, dentro del movimiento existen varias corrientes, algunas más rigurosas que otras. Los fundadores de los Hermanos Musulmanes ven la educación de la sociedad como la herramienta más efectiva para llegar al poder de los Estados. Por ello, los adoctrinadores o evangelizadores del movimiento son los más perseguidos por las autoridades de los países que condenan la pertenencia al grupo. Está dotada de una estructura interna bien definida, cuya cabeza es el guía supremo Murchid, asistido por un órgano ejecutivo, un consejo y una asamblea.

A partir de 1940, se inicia la actividad paramilitar del grupo de forma clandestina con Nizzam Al Khas, cuya intención inicial era lograr la independencia de Egipto y expulsar a los sionistas de Palestina. Realizaron atentados como el asesinato del primer ministro egipcio Mahmoud An Nukrashi. La creación de esta sección especial sentenció de manera definitiva la reputación y el carácter violento de los Hermanos Musulmanes, que continuaron su expansión por el mundo bajo la forma de Tanzim Al Dawli, su estructura internacional.[5]

En la capital de Catar, Doha, se encuentra exiliado Khaled Mashal,[6] ex líder de la organización militante Hamas, y los talibanes de Afganistán poseen una oficina política. Es importante saber que la mayoría de los ciudadanos cataríes son seguidores del wahabismo, una versión puritana del Islam que busca la interpretación literal del Corán y Sunnah, fundada por Mohammad ibn Abd Al Wahhab.

Durante la crisis política posterior a la Primavera Árabe en 2011, Catar apoyó los esfuerzos electorales de los Hermanos Musulmanes en los países del norte de África. El movimiento islamista vio la revolución como un medio útil para acceder a los gobiernos, aprovechando el vacío de poder. En Egipto, Mohamed Mursi, ligado al movimiento, se convirtió en presidente en 2013, aunque fue derrocado por los militares. Emiratos Árabes Unidos y Bahréin calificaron negativamente el apoyo y lo vieron como un elemento islamista desestabilizador. En aquellos países en los que no tuvieron éxito, sus miembros fueron expulsados y muchos se refugiaron en Catar. Mientras tanto, en los países vecinos de la región saltaban las alarmas y seguían atentamente cada movimiento pro-islamista del gobierno catarí.

Del mismo modo, fuentes holandesas y la abogada de Derechos Humanos Liesbeth Zegveld acusaron a Catar de financiar el Frente Al Nusra[7], la rama siria de Al Qaeda que participa en la guerra contra Al Assad, declarada organización terrorista por Estados Unidos y la ONU. La abogada holandesa afirmó en 2018 poseer las pruebas necesarias para demostrar el flujo de dinero catarí hacia Al Nusra a través de empresas basadas en el país y responsabilizar judicialmente a Catar ante el tribunal de La Haya, por las víctimas de la guerra en Siria. Es importante saber que, en 2015, Doha consiguió la liberación 15 soldados libaneses, pero a cambio de la liberación de 13 terroristas detenidos. Otras fuentes aseguran el pago de veinte millones de euros por parte de Catar para la liberar a 45 cascos azules de Fiyi secuestrados por Al Nusra en los Altos del Golán.

Según la BBC, en diciembre de 2015, Kataeb Hezbolá o Movimiento de Resistencia Islámica de Irak, reconocido como organización terrorista por Emiratos Árabes Unidos y Estados Unidos, entre otros, secuestró a un grupo de cataríes que fueron de cacería a Irak.[8] Entre los cazadores del grupo se encontraban dos miembros de la familia real catarí, el primo y el tío de Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, ministro de Relaciones Exteriores de Catar desde 2016. Tras 16 meses de negociaciones, los secuestradores exigieron al embajador catarí en Irak la escalofriante cifra de mil millones de dólares para liberar a los rehenes. Según funcionarios de Qatar Airways, en abril de 2017 un avión de la compañía voló a Bagdad con el dinero para ser entregado al gobierno iraquí, que actuaría como intermediario entre Hezbolá y Catar. Sin embargo, la empresa nunca ha comentado los hechos. La versión oficial del gobierno catarí es que nunca se pagó a los terroristas y se consiguió la liberación de los rehenes mediante una negociación diplomática conjunta entre Catar e Irak.

La financiación de Catar al grupo armado Hamás de la Franja de Gaza es un hecho real. En noviembre de 2018, según fuentes israelíes, Catar pagó quince millones de dólares en efectivo como parte de un acuerdo con Israel negociado por Egipto y la ONU, que abarcaría un total de noventa millones de dólares fraccionado en varios pagos[9], con intención de buscar la paz y reconciliación entre los partidos políticos Fatah y Hamas, considerado grupo terrorista por Estados Unidos.

IV. La relación catarí con Irán

Catar posee buenas relaciones diplomáticas y comerciales con Irán, mayoritariamente chiita, lo cual no es del agrado del Cuarteto (Egipto, Arabia Saudita, EAU, y Bahréin), mayoritariamente sunita, en especial de Arabia Saudita, con quien mantiene una evidente confrontación –subsidiaria, no directa– por la influencia política y económica predominante en la región pérsica. En 2017, en su última visita a Riad, Donald Trump pidió a los países de la región que aislasen a Irán por la tensión militar y nuclear que vive con Estados Unidos. Catar actúa como intermediario y punto de inflexión entre EEUU e Irán, tratando de abrir la vía del diálogo en relación con las sanciones implantadas por el presidente americano.

Doha y Teherán mantienen una fuerte relación económica en torno a la industria petrolífera y gasística, ya que comparten el yacimiento de gas más grande del mundo, el South Pars-North Dame, mientras que Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos han seguido la corriente estadounidense en sus programas de política exterior en relación con Irán. Una de las condiciones que el Cuarteto exige a Catar para levantar el bloqueo económico y diplomático es el cese de las relaciones bilaterales con Irán, reinstauradas en 2016, y el establecimiento de una conducta comercial con Irán en conformidad con las sanciones impuestas por Estados Unidos.

V. Cadena de televisión Al Jazeera

Fundada en 1996 por Hamad Al Thani, la cadena Al Jazeera se ha convertido en el medio digital más influyente de Oriente Medio. Se colocó como promotora de la Primavera Árabe y estuvo presente en los climas de violencia de los distintos países. Por ello, ha sido criticada por los antagonistas de Catar por sus posiciones cercanas a los movimientos islamistas, por ejercer de portavoz para los mensajes fundamentalistas de los Hermanos Musulmanes y por constituirse en vehículo de la diplomacia catarí. Su clausura ha sido uno de los requisitos que el Cuarteto ha solicitado a Catar para levantar el bloqueo económico, el tránsito de personas y la apertura del espacio aéreo.

Estados Unidos acusa a la cadena de ser el portavoz de grupos islámicos extremistas desde que el anterior jefe de Al Qaeda, Osama bin Laden, comenzara a divulgar sus comunicados a través de ella; de poseer carácter antisemita, y de adoptar una posición favorable al grupo armado Hamas en el conflicto palestino-israelí.

En 2003, Arabia Saudita, tras varios intentos fallidos de provocar el cierre de la cadena de televisión catarí, decidió crear una televisión competidora, Al Arabiya TV, iniciando una guerra de desinformación y rivalizando sobre cuál de las dos posee la información más fiable.

VI. La posición de Washington y Londres

Por un lado, Estados Unidos busca tener una relación buena con Catar, pues allí tiene la gran base militar de Al-Udeid, que cuenta con una excelente posición estratégica en el Golfo Pérsico y más de diez mil efectivos. En abril de 2018, el emir catarí visitó a Donald Trump en la Casa Blanca, quien dijo que la relación entre ambos países “funciona extremadamente bien” y considera a Tamim un “gran amigo” y “un gran caballero”. Tamim Al Thani ha resaltado que Catar no tolerará a personas que financian el terrorismo y ha confirmado que Doha cooperará con Washington para poner fin a la financiación de grupos terroristas.

La contradicción es clara: Catar confirma su compromiso en la lucha contra la financiación de grupos terroristas, pero su historial no le avala. Hasta ahora, ha quedado demostrado que el pequeño país ha ayudado a estos grupos de una manera u otra, mediante asilo político y protección de sus miembros, financiación directa o indirecta a través de controvertidas técnicas de negociación, o promoviendo intereses políticos que no han sido del agrado de su gran rival geopolítico, Arabia Saudita.

Estados Unidos es el gran mediador e impedimento del enfrentamiento directo en la tensión entre Arabia Saudita y Catar. Ambos países son miembros de la Organización de las Naciones Unidas y aliados de EEUU. Europa y los presidentes americanos han sido conscientes de que un enfrentamiento directo entre ambos países puede resultar fatal para la región y sus intereses comerciales relacionados con el petróleo y el estrecho de Ormuz.

Por otro lado, el gobierno de Reino Unido se ha mantenido distante a la hora de adoptar una posición en la crisis diplomática de Catar. El emir Tamim Al Thani es dueño del 95% del edificio The Shard, el 8% de la bolsa de valores de Londres y del banco Barclays, así como de apartamentos, acciones y participaciones de empresas en la capital inglesa. Las inversiones cataríes en la capital de Reino Unido rondan un total de sesenta mil millones de dólares.

En 2016, el ex primer ministro británico David Cameron mostró su preocupación sobre el futuro cuando la alcaldía de Londres fue ocupada por Sadiq Khan, musulmán, que ha aparecido en más de una ocasión junto a Sulaiman Gani, un imán que apoya al Estado Islámico y a los Hermanos Musulmanes.[10]

VII. Guerra civil en Yemen

Desde que se inició la intervención militar extranjera en la guerra civil de Yemen en 2015, a petición del presidente yemení Rabbu Mansur Al Hadi, Catar se alineó junto a los Estados del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (Bahréin, Kuwait, Omán, Catar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos), respaldados por Estados Unidos, Reino Unido y Francia, para crear una coalición internacional que ayudara a restituir el poder legítimo de Al Hadi, puesto en jaque desde el golpe de Estado promovido por hutíes y fuerzas leales al ex presidente Ali Abdala Saleh. Sin embargo, Catar ha sido acusado de apoyar de forma clandestina a los rebeldes hutíes[11], por lo que el resto de los países del Consejo miran sus actuaciones con gran cautela.

Actualmente, la guerra civil yemení se ha convertido en la mayor crisis humanitaria desde 1945.[12] El 11 de agosto de 2019, los separatistas del Sur de Yemen, respaldados por Emiratos Árabes Unidos, que en un principio apoya el gobierno de Al Hadi, tomaron la ciudad portuaria de Adén, asaltando el palacio presidencial y las bases militares. El presidente, exiliado en Riad, ha calificado el ataque de sus aliados como un golpe a las instituciones del Estado legítimo, y ha recibido el apoyo directo de Arabia Saudita. Tras unos días de tensión, los separatistas del Movimiento del Sur abandonaron la ciudad.

Emiratos y Arabia Saudita, junto a otros Estados vecinos como Bahréin o Kuwait, de creencia sunita, buscan frenar el avance de los hutíes, que dominan la capital, Saná, y una posible expansión del chiísmo promovido por Irán a través del conflicto de Yemen. Del mismo modo, influye el gran interés geopolítico del Estrecho de Bab el Mandeb, que conecta el Mar Rojo con el Mar Arábigo y resulta una gran alternativa al flujo comercial del Estrecho de Ormuz, frente a las costas de Irán. Dicho interés es compartido con Francia y Estados Unidos, que busca eliminar la presencia de ISIS y Al Qaeda de la región.

Al día siguiente de la toma de Adén, y en plenas celebraciones de Eid Al-Adha, el príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohammed bin Zayed, se reunió en La Meca con el rey saudí, Salman bin Abdelaziz, y el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, en un aparente esfuerzo de reducir la importancia del suceso, hacer un llamamiento a las partes en conflicto en la ciudad para salvaguardar los intereses de Yemen, y reafirmar la cooperación regional y unidad de intereses entre EAU y Arabia Saudita.[13] El príncipe heredero de Abu Dhabi ha publicado en sus cuentas oficiales de Twitter comentarios y fotografías de la reunión en las que se puede observar una actitud positiva en los rostros de los dirigentes.

A contrario sensu, si la colaboración y entendimiento en la cuestión de Yemen entre ambos países fuesen totales, como afirmaron, no sería necesario crear una imagen aparentemente “ideal” mediante comunicaciones oficiales del gobierno de Abu Dhabi y la publicación de imágenes en redes sociales.

A pesar de que EAU apoya a los separatistas, los últimos hechos han causado una sensación de desconfianza, abriendo la posibilidad de que las milicias del Sur estén desoyendo las directrices emiratíes y comenzando a ejecutar una agenda propia afín a sus intereses particulares. Asimismo, las fuentes extranjeras comienzan a hablar de una guerra civil dentro de una guerra civil. Mientras tanto, Catar se mantiene próximo a Irán y cauto ante la situación del suroeste de la Península Arábiga.


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[Amil Saikal, Iran Rising: The survival and Future of the Islamic Republic. Princeton University Press. Princeton, 2019. 344 p.]

 

RESEÑAIgnacio Urbasos Arbeloa

Iran Rising: The survival and Future of the Islamic Republic

Desde su constitución en 1979 la República Islámica de Irán ha sido un actor conflictivo, aislado e incomprendido por la comunidad internacional y en mayor medida por sus vecinos regionales. Su origen, de carácter revolucionario y antagonista del modelo pro-occidental del Sha, cambió por completo la geopolítica de Oriente Medio y el papel de EEUU en la región. Tanto la Crisis de los Rehenes como la sangrienta Guerra contra el Irak de Saddam Hussein dejaron heridas muy profundas en las relaciones de Irán con el exterior. Más de 40 años después de la Revolución, el país sigue en una dinámica que imposibilita la normalización de sus relaciones internacionales, siempre bajo la amenaza de un conflicto armado o sanciones económicas. En este libro, Amin Saikal describe en profundidad la naturaleza ideológica y política del régimen de los Ayatolas con la intención de generar una mejor comprensión de las motivaciones y factores que explican su comportamiento.

En los primeros capítulos se desarrolla el concepto de gobernanza ideado por el Ayatola Imam Jomeini, conocido como Velayat-E Faqih o Gobernanza del Guardián del Islam. Un modelo defendido por una facción no mayoritaria de la revolución que logró imponerse por el carisma de su líder y la enorme represión sobre el resto de los grupos políticos. El sistema político resultante de la Revolución de 1978 trata de confluir las enseñanzas chiitas del Islam y un modelo representativo con instituciones como el Majlis (parlamento) o el Presidente que en cierta medida simula la democracia liberal occidental. Este modelo es único y nunca ha sido imitado a pesar de los esfuerzos de la República Islámica por exportarlo al resto del mundo musulmán.

En la práctica, el sistema ha demostrado someter la política iraní a la esquizofrenia, con una lucha constante entre el poder de los clérigos –Líder Supremo y Consejo de Guardianes– frente al poder ejecutivo y legislativo elegido por medio de elecciones. Esta tensión, denominada como Jihadi-Itjihadi (conservadurismo-flexibilidad) por el propio Jomeini, ha resultado ser un rotundo fracaso. La falta de claridad en las funciones que los grupos religiosos juegan en el sistema deriva en un poder ilimitado para reprimir y eliminar adversarios políticos, como el arresto domiciliario de Jatamí o Moussaoui demuestran. Esta lucha genera duplicidades a todos los niveles con la omnipresencia de la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC) en las fuerzas armadas, inteligencia, servicios sociales y empresas públicas. La falta de transparencia política genera corrupción e ineficiencias que lastran el desarrollo de una economía que no carece de capital humano y recursos naturales para prosperar.

En los capítulos 2 y 3 se trata la evolución del sistema tras el fallecimiento del líder Jomeini en 1988 y el fin de la guerra contra Irak. Este nuevo contexto permitió la entrada de nuevas ideas al debate político iraní. El polémico nombramiento del ultraconservador Alí Jamenei en 1989 como nuevo Líder Supremo supuso reforzar el autoritarismo y la rigidez del poder religioso, pero ahora sin el indiscutible liderazgo que ejercía Jomeini. La presidencia de Rafsanjani, un conservador pragmático, supuso el comienzo de una tendencia dentro de Irán que abogaba por normalizar las relaciones internacionales del país.

Sin embargo, fue Jatamí el que desde 1997 apostó por una reconversión del sistema hacia una democracia real que respetara los Derechos Humanos. Su apuesta personal por mejorar las relaciones con EEUU fracasó al encontrarse con una desconfianza desmesurada por parte de la Administración Bush. Ni tan siquiera la respuesta modélica de Irán a los atentados sobre las Torres Gemelas de Nueva York con una condena oficial al atentado y hasta un minuto de silencio respetado por 60.000 personas en Teherán el 13 de septiembre de 2001 fue suficiente para que G.W. Bush reconsiderara a Irán como parte del famoso Axis of Evil que constituía junto a Siria, Corea del Norte y Sudán. A pesar de lograr un crecimiento económico medio del 5% del PIB bajo su presidencia, la falta de reciprocidad por parte de la comunidad internacional generó una ruptura total entre el presidente reformista y la facción conservadora liderada por el Líder Supremo.

El periodo comprendido entre 2005 y 2013 estuvo marcado por la presidencia del ultraconservador Ahmadinejad, que terminó sin la confianza de Jamenei al fracasar en materia económica y llevar a Irán al borde del conflicto armado. Durante esta etapa el IRGC creció hasta dominar buena parte de los ministerios y el 70% del PIB de Irán. Su controvertida reelección en 2009 con acusaciones de fraude por parte de la oposición generó el movimiento verde, las mayores protestas desde 1979, que fueron duramente reprimidas.

La llegada de Rouhani en 2013 podría haber sido una ocasión histórica al alinear por primera vez desde 1988 la visión de un presidente moderado con la del Líder Supremo. Rouhani, un moderado pragmático, asumió el cargo con los objetivos de mejorar las condiciones de vida de los iraníes, reconciliar las relaciones con Occidente, incrementar los derechos de las minorías y relajar el control sobre la sociedad. En materia de política exterior, el Líder Supremo asumió la necesidad de alcanzar un acuerdo sobre el programa nuclear a sabiendas de que, en su ausencia, una mejora económica en Irán sería muy complicada. El JCPOA, aunque imperfecto, permitía acercar posturas entre Occidente e Irán. La llegada de Donald Trump hizo volar por los aires el acuerdo y con ello la sintonía entre el Líder Supremo Jamenei y Rouhani, que ahora afronta una creciente oposición conservadora al considerar su política exterior un fracaso.

Para el autor, es imprescindible comprender la batalla entre las instituciones electas y las instituciones religiosas. La política iraní funciona como un péndulo entre el dominio de las facciones conservadoras protegidas por los religiosos y las facciones reformistas aupadas por las elecciones. Si se ofrecen beneficios a los moderados reformistas cuando están en el poder, las opciones de generar un cambio político en Irán son mayores que si se trata con la misma dureza que a los conservadores, defiende Amin Saikal en el cuarto y quinto capítulo. Además, existe una correlación entre aquellos que conocen Occidente y los que no. Jamenei y Ahmadineyad, principales representantes de la línea dura jamás visitaron Europa o EEUU, mientras que Rouhani, Jatamí o Sharif dominan el inglés y la cultura occidental.

Con una población menor de 30 años que supone el 50% del total y una creciente modernización de la sociedad en Teherán, las demandas de reformas parecen imparables. Según Amin Saikal, una política intransigente con Irán cuando existe voluntad de apertura solo genera desconfianza y refuerza las posiciones más conservadoras. La política de Trump con Irán, concluye, demuestra la falta de conocimiento y comprensión de su sociedad y sistema político.

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Visa aérea de Dubái [Pixabay]

▲ Visa aérea de Dubái [Pixabay]

ENSAYOSebastián Bruzzone Martínez

I. ORIGEN Y FUNDACIÓN DE LOS EMIRATOS ÁRABES UNIDOS

En la antigüedad, el territorio era habitado por tribus árabes, nómadas agricultores, artesanos y comerciantes, acostumbradas a saquear barcos mercantes de potencias europeas que navegaban por sus costas. El Islam se asienta en la cultura local en el siglo VII d.C., y el Islam sunní en el siglo XI d.C. A partir de 1820, Reino Unido firma con los dirigentes o jeques de la zona un tratado de paz para poner fin a la piratería. En 1853, ambas partes firmaron otro acuerdo por el que Reino Unido establecía un protectorado militar en el territorio. Y en 1892, por las pretensiones de Rusia, Francia y Alemania, firmaron un tercer acuerdo que garantizaba el monopolio sobre el comercio y explotación únicamente para los británicos. La zona emiratí pasó de llamarse “Costa de los piratas” a “Estados de la Tregua” o “Trucial States” (los actuales siete Emiratos Árabes Unidos, Catar y Bahréin).

Durante la Primera Guerra Mundial, los aeródromos y puertos del Golfo tomaron un importante papel en el desarrollo del conflicto en favor de Reino Unido. Al término de la Segunda Guerra Mundial en 1945, se creó la Liga de Estados Árabes (Liga Árabe), formada por aquellos que gozaban de cierta independencia colonial. La organización llamó la atención de los Estados de la Tregua.

En 1960, se crea la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), siendo Arabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait y Venezuela sus fundadores y con sede en Viena, Austria. Los siete emiratos, que posteriormente formarían los Emiratos Árabes Unidos, se unieron en 1967.

En 1968, Reino Unido retira su fuerza militar de la región, y los Estados de la Tregua organizaron la Federación de Emiratos del Golfo Pérsico, pero fracasó al independizarse Catar y Bahréin. En los años posteriores, se inicia la explotación de los enormes pozos petrolíferos descubiertos años atrás.

En 1971, seis Emiratos se independizaron del imperio británico: Abu Dhabi, Dubái, Sharjah, Ajmán, Umm al Qaywayn y Fujairah, formando la federación de los Emiratos Árabes Unidos, con un sistema legal basado en la constitución de 1971. Una vez consolidada, el 12 de junio se unieron a la Liga Árabe. El séptimo emirato, Ras Al-Khaimah se adhirió al año siguiente.

A partir de la crisis del petróleo de 1973, los Emiratos comenzaron a acumular una enorme riqueza, debido a que los miembros de la OPEP decidieron no exportar más petróleo a los países que apoyaron a Israel durante la guerra de Yom Kipur. Actualmente, el 80-85% de la población de EAU es inmigrante. Emiratos Árabes Unidos pasó a ser el tercer productor de petróleo de Oriente Medio, tras Arabia Saudita y Libia.

 

II. SISTEMA POLÍTICO Y LEGAL

Por la constitución de 1971, los Emiratos Árabes Unidos se constituyen en una monarquía federal. Cada Estado es regido por su emir (título nobiliario de los jeques, Sheikh). Cada emirato, posee una gran autonomía política, legislativa, económica y judicial, teniendo cada uno sus consejos ejecutivos, siempre en correspondencia con el gobierno federal. No existen los partidos políticos. Las autoridades federales se componen de:

Consejo Supremo de la Federación o de Emires: es la suprema autoridad del Estado. Está compuesta por los gobernadores de los 7 Emiratos, o quienes los sustituyen en su ausencia. Cada Emirato tiene un voto en las deliberaciones. Establece la política general en las cuestiones confiadas a la Federación, y estudia y establece los objetivos e intereses de la misma.

Presidente y Vicepresidente de la Federación: elegidos por el Consejo Supremo entre sus miembros. El Presidente ejerce, en virtud de la Constitución, competencias importantes como la presidencia del Consejo Supremo; firma de leyes, decretos o resoluciones que ratifica y dicta el Consejo; nombramiento del Presidente del Consejo de Ministros y del Vicepresidente y ministros; aceptación de sus dimisiones o su suspensión de funciones a propuesta del Presidente del Consejo de Ministros. El Vicepresidente ejerce todas las atribuciones presidenciales en su ausencia.

Por tradición, no reconocida en la Constitución emiratí, el jeque de Abu Dhabi es el presidente del país, y el jeque de Dubái es el vicepresidente y Primer Ministro.

Así, actualmente, Khalifa bin Zayed Al Nahyan, jeque de Abu Dhabi, es el presidente de los Emiratos Árabes Unidos desde 2004; y Mohammed bin Rashid Al Maktoum, jeque de Dubái, es el Primer Ministro y vicepresidente desde 2006.

Consejo de ministros: compuesto por el Presidente del Consejo de Ministros, el Vicepresidente y los ministros. Es el órgano ejecutivo de la Federación. Supervisado por el Presidente y Consejo Supremo, su misión es gestionar los asuntos de interior y exterior, que sean de competencia de la Federación en virtud de la Constitución y leyes federales. Posee ciertas prerrogativas como hacer un seguimiento de la aplicación de la política general del Estado Federal en el interior y exterior; proponer proyectos de leyes federales y trasladarlos al Consejo Supremo de la Federación; supervisar la ejecución de las leyes y resoluciones federales, y la aplicación de tratados y convenios internacionales firmados por los Emiratos Árabes Unidos.

Asamblea Federal Nacional: lo que se asemejaría a un Congreso, pero es un órgano únicamente consultivo. Está compuesto por 40 miembros: veinte elegidos por los ciudadanos con derecho a voto, por sufragio censitario, de Emiratos Árabes Unidos a través de elección general, y la otra mitad por los gobernantes de cada Emirato. En diciembre de 2018, el presidente, Khalifa bin Zayed Al Nahyan, emitió un decreto que contempla que el cincuenta por ciento de la Asamblea Federal Nacional (o FNC, por sus siglas en inglés) sea ocupado por mujeres, con intención de “empoderar aún más a las mujeres emiratíes y reforzar sus contribuciones al desarrollo del país”. Está distribuido con escaños: Abu Dhabi (8); Dubái (8); Sharjah (6); Ras Al Khaimah (6); Ajmán (4); Umm Al Quwayn (4); y Fujairah (4). A él se elevan los proyectos de ley federales y financieros antes de ser presentados al Presidente de la Federación a fin de que los someta al Consejo Supremo para su ratificación. También, le compete al Gobierno notificar a la Asamblea los pactos y tratados internacionales. La Asamblea estudia y realiza recomendaciones respecto a temas de carácter público.

La Administración de Justicia Federal: el sistema judicial de Emiratos Árabes Unidos está basado en la ley Sharia o ley islámica. El artículo 94 de la Constitución establece que la justicia es la base del Gobierno y reafirma la independencia del poder judicial, estipulando que no existe autoridad ninguna por encima de los jueces, salvo la ley y su propia conciencia en el ejercicio de sus funciones. El sistema de justicia federal se compone de tribunales de primera instancia y tribunales y de apelación (de lo civil, penal, comercial, contencioso-administrativo…)

También, existe un Tribunal Supremo Federal, constituido por un presidente y jueces vocales, con competencias como estudiar la constitucionalidad de las leyes federales y los actos inconstitucionales.

Además, La Administración de Justicia local entenderá de todos aquellos casos judiciales que no competan a la Administración federal. Cuenta con tres niveles: primera instancia, de apelación y casación.

La Constitución prevé la existencia de un Fiscal General, que preside la Fiscalía Pública Federal, encargada de presentar pliegos de cargo en delitos cometidos con arreglo a las disposiciones del Código y Procedimiento penal de la Federación.

Para promover el entendimiento entre administraciones federal y local, desde 2007 se ha constituido un Consejo de Coordinación Judicial, presidido por el Ministro de Justicia y compuesto por presidentes y directores de los órganos judiciales del Estado. [1]

Es importante saber que la Constitución de la Federación posee garantías de refuerzo y protección de los derechos humanos en su capítulo III de las libertades, los derechos y obligaciones públicas, como el principio de igualdad en razón de extracción, lugar de nacimiento, creencia religiosa o posición social, aunque no menciona género, y justicia social (art. 25); la libertad de los ciudadanos (art. 26); la libertad de opinión y garantía de los medios para expresarla (art. 30); libertad de circulación y de residencia (art. 29); libertad religiosa (art.32); derecho a la privacidad (art. 31 y 36); derechos de la familia (art. 15); derecho a previsión social y a la seguridad social (art. 16); derecho a la educación (art. 17); derecho a la atención sanitaria (art. 19); derecho al trabajo (art. 20); derecho de asociación y de constitución de asociaciones (art. 33); derecho a la propiedad (art. 21); y derecho de queja y derecho a litigar ante los tribunales (art. 41).[2]

A simple vista, parece que estos derechos y garantías que recoge la Constitución emiratí de 1971 son semejantes a los que recogería una Constitución europea y occidental normal. Sin embargo, son matizables y no tan efectivos en la práctica. Por un lado, porque la mayoría de ellos incluyen remisiones a la ley concreta y aplicable, diciendo “…en los límites que marca la ley; en conformidad con las disposiciones que marca la ley; o en los casos en que así lo disponga la ley”. De esta forma, el legislador se encargará de que estos derechos sean consecuentes y compatibles con la Ley Sharia o islámica, o con los intereses políticos, en su caso.

Por otro lado, estos derechos y garantías protegen de manera completa a los ciudadanos emiratíes, nacionales. Teniendo en cuenta, que el 80-85% de la población es extranjera, se estaría protegiendo de forma íntegramente constitucional a un 15% de la población total del Estado. Por la Ley Federal Nº28/2005 relativa al estatuto personal, la ley se aplica a todos los ciudadanos del Estado de los Emiratos Árabes Unidos siempre que no existan, para los no musulmanes de entre ellos, disposiciones especiales específicas para su confesión o religión. Igualmente, se aplican sus disposiciones a los no nacionales cuando no estén obligados a cumplir la legislación de su propio país.

Entre salvaguardias jurídicas destacan el Código Penal Federal (Ley Nº3/1987); el Código de Procedimiento Penal (Ley Nº 35/1992); Ley Federal sobre la regulación de las instituciones de reforma penitenciaria (Nº43/1992); Ley Federal sobre regulación de las relaciones laborales (Nº8/1980); Ley Federal relativa a la lucha contra la trata de personas (Nº 51/2006); Ley Federal relativa al estatuto personal (Nº28/2005); Ley Federal relativa a los menores delincuentes y carentes de hogar (Nº9/1976); Ley Federal sobre publicaciones y edición (Nº15/1980); Ley Federal sobre regulación de órganos humanos  (Nº15/1993); Ley Federal relativa a las asociaciones declaradas de interés público (Nº2/2008); Ley Federal sobre previsión social (Nº2/2001); Ley Federal sobre pensiones y seguros sociales (Nº7/1999); Ley Federal de protección y desarrollo del medio ambiente (Nº24/1999); y Ley Federal relativa a los derechos de las personas con necesidades especiales (Nº29/2006).

El servicio militar de 9 meses es obligatorio para los hombres universitarios entre 18 y 30 años, y de dos años para los que no tienen estudios superiores. Para las mujeres es opcional y sometido al acuerdo de su tutor. Aunque el país no es miembro de la OTAN, los Emiratos han decidido unirse a la coalición Iniciativa de Cooperación de Estambul (ICI), y prestar auxilio armamentístico en la Guerra contra el Estado Islámico.

En cuanto a las garantías de los tratados internacionales y la cooperación internacional, los Emiratos Árabes Unidos han realizado un gran esfuerzo por incluir en su Constitución leyes y principios amparados por la Carta de las Naciones Unidas y la Declaración Universal de Derechos Humanos, siendo miembro de la ONU y adhiriéndose a sus tratados: Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (1974), Convención de Derechos del Niño (1997), Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional (2007), Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación de la mujer (2004); Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (2006), entre otros.

También han ratificado el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, la Carta Árabe de Derechos Humanos, y convenios de organización del Trabajo. Es miembro de la OMS, OIT, FAO, UNESCO, UNICEF, OMPI, Banco Mundial y FMI. También, están vinculados por acuerdos de cooperación con más de 28 organizaciones internacionales de las Naciones Unidas llevando a cabo tareas de asesoramiento y de carácter técnico y ministerial.

Son miembros de la Liga Árabe y de la Organización de la Conferencia Islámica, reforzando y promoviendo la labor árabe en sus actividades y programas regionales.

La policía emiratí mantiene el orden público y la seguridad del Estado. El Ministerio del Interior pone los derechos humanos al frente de sus prioridades, centrándose en la justicia, igualdad, imparcialidad y protección. Los integrantes del cuerpo policial deben comprometerse a cumplir 33 normas conducta antes de tomar posesión de su puesto. El Ministerio del Interior ofrece dependencias administrativas al ciudadano para supervisar la actividad policial y adoptar las medidas necesarias. Sin embargo, existe una cierta desconfianza de los extranjeros hacia la policía. La mayor parte de denuncias proviene de ciudadanos emiratíes.

El Ministerio del Interior debe proporcionar a las misiones diplomáticas y consulares listas que incluyan datos sobre sus nacionales internados en instituciones penitenciarias.

 

III. SISTEMA SOCIAL

El gobierno emiratí ha promovido sociedades civiles e instituciones nacionales como la asociación de los Emiratos para los Derechos Humanos (en virtud de la Ley Federal Nº 6/1974), la Federación General de las Mujeres, Asociación de Juristas, Asociación de Sociólogos, Asociación de Periodistas, Dirección General de Protección de los Derechos Humanos adscrita a la Jefatura General de la Policía de Dubái, Fundación Benéfica de Dubái para la Atención a la Mujer y el Niño, Comisión Nacional de Lucha contra la Trata de Personas, centro de Apoyo Social de la Dirección General de la Policía de Abu Dhabi, Institución Zayed de Obras Benéficas, Media Luna Roja de los Emiratos, Institución de Desarrollo Familiar, y la Fundación Mohammed bin Rashid Al Maktoum de Obras Benéficas y Humanitarias, o el Fondo para el Matrimonio, entre muchas otras.

Es importante destacar que el desarrollo de la participación política está siguiendo un proceso progresivo. Hasta la fecha, existen unas elecciones completas y generales para designar a la mitad de los miembros de la Asamblea Federal Nacional, con sufragio censitario, para ciudadanos emiratíes y mediante una publicación de listas.

También, la importancia de la mujer en la sociedad emiratí está creciendo gracias a las medidas legislativas y legales adoptadas por el gobierno para potenciar el papel de la mujer, mediante la membresía del Comité de Desarrollo Social del Consejo Económico y Social, que permitan otorgar oportunidades a la mujer que participe de forma activa en el desarrollo sostenible, y la integración de la mujer en sectores gubernamentales y privado-empresarial (siendo mujeres el 22,5% de la Asamblea, 2006; se espera que a partir de 2019 sea el 50% por decreto)[3], y promoviendo el alfabetismo femenino hasta igualarlo con el masculino. Sin embargo, a pesar de ser signatarios de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, en la práctica sufren discriminaciones en los trámites matrimoniales y de divorcio. Afortunadamente, se abolió la legislación emiratí que preveía el maltrato de las mujeres e hijos menores por parte del marido o padre siempre que la agresión no excediera los límites admitidos por la ley islámica. También, una vez contraído matrimonio, las mujeres deben prestar obediencia a sus maridos y ser autorizadas por ellos para ocupar un puesto laboral. Asimismo, está prohibida, bajo penas de cárcel, la convivencia entre hombres y mujeres no casados, y las relaciones sexuales fuera del matrimonio. La poligamia está presente incluso en la familia real.

Como en el resto de los países árabes, la homosexualidad está considerada un delito grave y castigada con multas, prisión y deportación en el caso de extranjeros, aunque su aplicación es muy escasa.

Los medios de comunicación juegan un rol importante en la sociedad emiratí. Están supervisados por el Consejo Nacional de Medios de Comunicación, que actúa en gran medida como órgano censor. Han alcanzado un alto nivel técnico y profesional en el sector periodístico, acogiendo en la Dubai Media City a más de mil empresas especializadas. Sin embargo, el periodismo está controlado mediante la Ley Federal sobre Prensa y Publicaciones de 1980, y Carta de Honor y la Moral de la Profesión Periodística, que han firmado los jefes de redacción. Por ejemplo, algunas noticias que pueden ser desfavorables para el Islam o el gobierno nunca serían publicadas en los periódicos nacionales, pero sí en los extranjeros (caso de Haya de Jordania). Desde 2007, mediante un decreto del Consejo de Ministros, estaba prohibido el encarcelamiento de periodistas en caso de que cometiesen errores durante el ejercicio de sus funciones profesionales. Sin embargo, dejó de aplicarse con la entrada en vigor de la Ley contra cibercriminalidad adoptada en 2012.

El gobierno se está esforzando en cumplir una mejora en las condiciones de trabajo, pues los Emiratos Árabes Unidos tienen la convicción de que el ser humano tiene derecho a disfrutar de condiciones de vida adecuadas (vivienda, horarios, medios, tribunales laborales, seguro médico, garantías protectoras en conflictos laborales a nivel cooperativo internacional…) Sin embargo, sigue vigente el sistema “Sponsor” o “Kafala”, mediante el cual un empleador ejerce el patrocinio de sus empleados. Así, existen casos en los que el sponsor retiene los pasaportes de sus empleados durante la vigencia del contrato, lo cual es ilegal, pero nunca han sido investigados y castigados por el gobierno (caso del proyecto de construcción de Saadiyat Island), a pesar de ser firmante de convenios sobre Trabajo de la ONU.

El último Informe sobre Desarrollo Humano correspondiente al año 2018, posiciona a los Emiratos Árabes Unidos en el puesto 34º de un total de 189 países. España está en el puesto 26º. El Estado ha asegurado la educación gratuita y de calidad hasta la etapa universitaria de todos los ciudadanos emiratíes, y la integración de las personas discapacitadas. Los centros universitarios y de educación superior han sido positivamente fomentados por el gobierno, como la Universidad de Emiratos Árabes Unidos, la Universidad de Zayed, o la Universidad de Nueva York en Abu Dhabi. La atención sanitaria ha mejorado considerablemente con la construcción de hospitales y clínicas, descendiendo las tasas de mortalidad y aumentando la esperanza de vida, situándose en 77.6 años (2016). El Estado destina dinero de las arcas públicas a la atención social de los sectores de población emiratí más desfavorecidos y a los mayores, viudas, huérfanos o discapacitados. También, ha procurado que los ciudadanos posean una vivienda digna, a través de instancias gubernamentales como el Ministerio de Obras Públicas, el Programa de Vivienda Zayed que ofrece préstamos hipotecarios sin intereses, Organismo de Préstamo Hipotecario de Abu Dhabi, la institución Mohammed bin Rashid para la vivienda que otorga préstamos, u el Organismo de Obras Públicas de Sharjah.

En cuanto a religión, aproximadamente el 75% de la población es de confesión musulmana. El Islam es la confesión oficial de los Emiratos Árabes Unidos. El gobierno sigue una política tolerante hacia otras religiones, y prohíbe que los no musulmanes interfieran en la educación islámica. Está prohibida la evangelización de otras religiones, y la práctica de las mismas debe realizarse en los lugares autorizados para ello.

El 3 de febrero de 2019, como inicio del Año de la Tolerancia, el Papa Francisco fue recibido con los máximos honores en Abu Dhabi por el príncipe heredero Mohammed bin Zayed Al Nahyan, el vicepresidente y emir de Dubái Mohammed bin Rashid al Maktoum, y Ahmed al Tayyeb, Gran Imán de la Universidad de Al-Azhar y principal referente teológico islámico, siendo la primera vez que la cabeza de la Iglesia Católica pisaba la Península Arábiga. Del mismo modo, el Papa ofició una misa multitudinaria en Zayed Sport City ante 150.000 personas, diciendo en su homilía: “seamos un oasis de paz”. El acontecimiento fue calificado por Mike Pompeo, secretario de Estado de los Estados Unidos, como “un momento histórico para la libertad religiosa”.

Existen Proyectos para el desarrollo de regiones remotas, que buscan modernizar las infraestructuras y servicios de aquellas zonas del Estado más alejadas de los núcleos de población. También, en virtud de la Ley Federal Nº47/1992, fue creado el Fondo para el Matrimonio, cuyo objetivo es alentar el matrimonio entre ciudadanos y ciudadanas y promover la familia, que según el gobierno es la unidad básica y pilar fundamental de la sociedad, ofreciendo subsidios financieros a aquellos ciudadanos con recursos limitados a fin de ayudarles a afrontar los gastos de boda y contribuir a lograr la estabilidad familiar de la sociedad.

 

IV. ECONOMÍA

Desde 1973, los Emiratos Árabes Unidos han sufrido una enorme transformación y modernización gracias a la explotación del petróleo, que representó el 80% del PIB en aquella época. En los últimos años, con el conocimiento de que en menos de 40 años el petróleo se acabará, el gobierno ha diversificado su economía hacia los servicios financieros, el turismo, comercio, transporte y la infraestructura, haciendo que el petróleo y el gas constituyan solamente un 20% del PIB nacional.

Abu Dhabi cuenta con el 90% de las reservas de petróleo y gas, seguido de Dubái, y en pequeñas cantidades en Sharjah y Ras Al Khaimah. La política petrolera del país se lleva a cabo a través del Consejo Supremo del Petróleo y la Abu Dhabi National Oil Company (ADNOC). Las principales petroleras extranjeras operantes en el país son BP, Shell, ExxonMobil, Total, Petrofac o Partex, y la española CEPSA, de la cual el fondo soberano emiratí Mubadala es propietaria del 80% de la empresa.

La capacidad prestataria de las sociedades financieras se vio fuertemente afectada de forma negativa durante la crisis económica de 2008. La entrada de grandes capitales privados extranjeros se paralizó, al mismo tiempo que la inversión en los sectores de propiedad y construcción. La caída de los valores de propiedad forzó a restringir la liquidez. En 2009, las empresas locales buscaban acuerdos de moratoria con sus acreedores sobre una deuda de 26 billones de dólares. El gobierno de Abu Dhabi aportó un rescate de 5 billones para tranquilizar a los inversores internacionales.

El turismo y la infraestructura es un éxito para el país, especialmente en Dubái.[4] La construcción de atracciones turísticas de lujo como las Palm Islands y el Burj al-Arab, y el buen clima en la mayor parte del año, ha atraído a occidentales y personas de todo el mundo. Según el gobierno emiratí, la industria turística genera más dinero que el petróleo actualmente. Se están realizando grandes inversiones en energías renovables, sobre todo a través de Masdar, la empresa gubernamental, que tiene el proyecto Masdar City iniciado, la creación de una ciudad alimentada únicamente con energías renovables.

 

V. DINASTÍAS Y FAMILIAS REALES. LA DINASTÍA AL NAHYAN

Los Emiratos Árabes Unidos están formados por siete Emiratos y gobernados por seis familias:

Abu Dhabi: por la familia Al Nahyan (Casa Al Falahi)

Dubái: por la familia Al Maktum (Casa al Falasi)

Sharjah y Ras Al Khaimah: por la familia Al Qassimi

Ajman: por la familia Al Nuaimi

Umm Al Quwain: por la familia Al Mualla

Fujairah: por la familia Al Sharqi

Es importante conocer la terminología utilizada en el árbol genealógico de las familias reales emiratíes: “Sheikh” significa jeque, y un emir es título nobiliario que se les atribuye a los jeques. En la composición de los nombres, en primer lugar, se coloca el nombre propio del descendiente, seguido del infijo “bin” que significa “de”, más el nombre propio de su padre, y el apellido de la familia. El infijo es “bint” para las mujeres.

Por ejemplo: Sheikh Sultan bin Zayed Al Nahyan es el padre de Sheikh Zayed bin Sultan Al Nahyan.

Es frecuente que se celebren matrimonios entre las familias gobernantes de los distintos Emiratos, entrelazando dinastías, pero siempre prevalecerá el apellido del marido sobre el de la mujer en el nombre de los hijos. Al contrario de las grandes monarquías europeas en las que el reinado se transmite de padres a hijos, en las familias emiratíes el poder se transmite primero entre hermanos, por nombramiento, y como segundo recurso, a los hijos. Estos puestos de poder deben ser ratificados por el Consejo Supremo.

La familia Al Nahyan de Abu Dhabi es una rama de la Casa Al Falahi. Ésta, es una casa real que pertenece a Bani Yas y está relacionada con la Casa Al Falasi a la que pertenece la familia Al Maktoum de Dubái. Se sabe que Bani Yas es una confederación tribal muy antigua de la región de Liwa Oasis. Existen pocos datos históricos sobre su origen exacto. La familia real Al Nahyan es increíblemente grande, ya que cada uno de los hermanos ha tenido varios hijos y con distintas mujeres. Los más importantes y recientes gobernadores de Abu Dhabi serían aquellos que han estado en el poder desde 1971, cuando los Emiratos Árabes Unidos se consolidaron como país, dejando de ser un Estado de la Tregua y protectorado británico. Son:

Zayed bin Sultan Al Nahyan (1918-2004): fue gobernador de Abu Dhabi desde 1966 hasta su muerte. Colaboró cercanamente con el imperio británico para mantener la integridad del territorio frente a las pretensiones expansivas de Arabia Saudita. Se le considera el Padre de la Nación y fundador de los Emiratos Árabes Unidos, junto a su homólogo Rashid bin Saeed Al Maktoum de Dubái. Ambos se comprometieron a formar una Federación junto a otros gobernantes una vez se realizase la retirada militar británica. Fue el primer presidente de los Emiratos Árabes Unidos, y fue reelegido cuatro veces: 1976, 1981, 1986 y 1991. Zayed se caracterizó por tener un carácter comprensivo, pacífico y de unión con los emiratos vecinos, caritativo en cuanto a donaciones, relativamente liberal y permisivo con los medios privados. Fue considerado uno de los hombres más ricos del mundo por la revista Forbes, con un patrimonio de veinte mil millones de dólares.

Murió a los 86 años y enterrado en la Gran Mezquita Sheikh Zayed de Abu Dhabi. Le sustituyó en el cargo su hijo primogénito Khalifa como gobernador y ratificado presidente de los Emiratos Árabes Unidos por el Consejo Supremo.

Tuvo seis mujeres: Hassa bint Mohammed bin Khalifa Al Nahyan, Sheikha bint Madhad Al Mashghouni, Fatima bint Mubarak Al Ketbi, Mouza bint Suhail bin Awaidah Al Khaili, Ayesha bint Ali Al Darmaki, Amna bint Salah bin Buduwa Al Darmaki, y Shamsa bint Mohammed bin Khalifa Al Nahyan; y treinta hijos, de los cuales algunos son los siguientes:

Khalifa bin Zayed Al Nahyan (1948-presente): hijo mayor del anterior, cuya madre es Hassa bint Mohammed bin Khalifa Al Nahyan, es el actual gobernador de Abu Dhabi y presidente de los Emiratos Árabes Unidos. Su esposa es Shamsa bint Suhail Al Mazrouei, con la que tiene ocho hijos. También ocupa otros cargos: Supremo Comandante de las Fuerzas Armadas, presidente del Consejo Supremo del Petróleo, y presidente de la autoridad de inversiones de Abu Dhabi. Fue educado en la Real Academia Militar de Sandhurst de Reino Unido. Anteriormente, fue nombrado príncipe heredero de Abu Dhabi; Jefe del Departamento de Defensa de Abu Dhabi, que se convertiría en las Fuerzas Armadas de los Emiratos; Primer ministro, jefe del Gabinete de Abu Dhabi, Ministro de Defensa y Finanzas; segundo Viceprimer Ministro de los Emiratos Árabes Unidos y presidente del Consejo Ejecutivo de Abu Dhabi. El Burj Khalifa de Dubái se llama así por él, ya que ingresó el dinero necesario para concluir su construcción. Intervino militarmente en Libia enviando a la Fuerza Aérea junto con la OTAN, y prometió el apoyo al levantamiento democrático en Bahréin en 2011.

Por una filtración de WikiLeaks, el embajador estadounidense lo califica como “personaje distante y poco carismático”. Ha sido criticado por su carácter derrochador (compra del yate Azzam, escándalo de la construcción del palacio y compra de territorios en las islas Seychelles, los Papeles de Panamá y la revelación de propiedades en Londres y empresas pantalla…)

En 2014, según la versión oficial, Khalifa sufrió un derrame cerebral y fue operado quirúrgicamente. Según el gobierno, se encuentra estable, pero prácticamente ha desaparecido de la imagen pública.

Mohammed bin Zayed Al Nahyan (1961-presente): hermano de Khalifa, pero cuya madre es Fatima bint Mubarak Al Ketbi. Es el príncipe heredero de Abu Dhabi, subcomandante supremo de las Fuerzas Armadas, y encomendado para la ejecución de asuntos presidenciales, recepciones de dignatarios extranjeros y decisiones políticas debido al mal estado de salud del Presidente. También, como Khalifa, fue educado en la Real Academia Militar de Sandhurst. Ha sido Oficial de la Guardia Presidencial y piloto en la Fuerza Aérea. Está casado con Salama bint Hamdan Al Nahyan, y tiene nueve hijos.

Se ha caracterizado por su política exterior activista y en contra del extremismo islamista, y carácter caritativo (colaboración con la Bill and Melinda Gates Foundation para vacunas en Afganistán y Pakistán). Gobiernos internacionales como Francia, Singapur y Estados Unidos han invitado a Mohammed a distintos eventos y diálogos bilaterales. Incluso se ha reunido con el papa Francisco dos veces (Roma, 2016; Abu Dhabi, 2019), promoviendo el Año de la Tolerancia.

En materia económica, es el presidente del fondo soberano Mubadala y Jefe del Consejo de Abu Dhabi para el Desarrollo Económico. Ha aprobado proyectos billonarios de estimulación económica para la modernización del país en el sector energético e infraestructuras.

También, ha promovido el empoderamiento femenino, dando la bienvenida a una delegación de mujeres oficiales del Programa Militar y de Mantenimiento de la Paz para Mujeres Árabes, que se están preparando para las operaciones de Paz de las Naciones Unidas. Ha alentado la presencia de mujeres en los servicios públicos, y se ha comprometido a reunirse regularmente con las representantes femeninas de instituciones del país.

Sultan bin Zayed Al Nahyan (1955-presente): segundo hijo de Zayed. Él tiene seis hijos. Es hijo de Shamsa bint Mohammed bin Khalifa Al Nahyan. Fue educado en la escuela de Millfield y en la academia militar de Sandhurst como sus dos anteriores hermanos. Es el tercer viceprimer ministro de Emiratos Árabes Unidos, miembro del Consejo Supremo del Petróleo y miembro de la Autoridad de Inversiones de Abu Dhabi.

Hamdan bin Zayed Al Nahyan (1963-presente): quinto hijo de Zayed, cuya madre es Fatima bint Mubarak Al Ketbi. Está casado con Shamsa bint Hamdan bin Mohammed Al Nahyan. Fue educado en la Academia militar de Sandhurst. Ocupó el cargo de viceprimer ministro y ministro de Estado para Asuntos Exteriores hasta 2009. Actualmente, es el representante del emir en la región occidental de Abu Dhabi. Es licenciado en Ciencias Políticas y Administración de Empresas por la Universidad de Emiratos Árabes Unidos.

Nahyan bin Mubarak al Nahyan (1951-presente): hijo de Mubarak bin Mohammed Al Nahyan. Es el actual dirigente del Ministerio de la Tolerancia de Emiratos Árabes Unidos desde 2017. De 2016 a 2017, fue ministro de Cultura y Desarrollo del Conocimiento. También, dedicó años de su vida a la creación de centros de educación superior como la Universidad de Emiratos Árabes Unidos (1983-2013), Escuela Superior de Tecnología (1988-2013), y Universidad de Zayed (1998-2013). También, es el presidente de Warid Telecom International, una empresa de Telecomunicaciones, y el presidente del grupo bancario Abu Dhabi, Union National Bank y United Bank Limited, entre otras empresas.

Abdullah bin Zayed Al Nahyan (1972-presente): Noveno hijo de Zayed, cuya madre es Fatima bint Mubarak Al Ketbi. Está casado con Al Yazia bint Saif bin Mohammed Al Nahyan, con la que tiene cinco hijos. Ocupa el cargo de ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional de los Emiratos Árabes Unidos desde 2006. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad de Emiratos Árabes Unidos. Durante su mandato, los Emiratos han vivido una gran expansión en sus relaciones diplomáticas con países de América del Sur, Pacífico Sur, África y Asia, y una consolidación con los países occidentales. Es miembro del Consejo de Seguridad Nacional del país, Vicepresidente del Comité Permanente de Fronteras, Presidente del Consejo Nacional de Medios de Comunicación, Presidente de la Junta de Directores de la Fundación de los Emiratos para el Desarrollo de la Juventud, Vicepresidente de la Junta de Directores del Fondo de Abu Dhabi para el Desarrollo y Miembro de la Junta del Colegio de Defensa Nacional. Fue ministro de Información y Cultura de 1997 a 2006, y presidente de Emirates Media Incorporated.

Mansour bin Zayed Al Nahyan (1970-presente): octavo hijo de Zayed, cuya madre es Fatima bint Mubarak Al Ketbi. Está casado con dos mujeres, Alia bint Mohammed bin Butti Al Hamed, y Manal bint Mohammed Al Maktoum, con las que tiene seis hijos en total. Ocupa los cargos de viceprimer ministro y Ministro de Asuntos Presidenciales de Emiratos Árabes Unidos desde 2009. Es presidente del Consejo Ministerial de Servicios, de la Autoridad de Inversiones de los Emiratos y de la Autoridad de Carreras de los Emiratos. Es miembro del Consejo Supremo del Petróleo y del Consejo de Inversiones de Abu Dhabi. Se educó en Santa Barbara Community College de Estados Unidos, y se licenció en Asuntos Internacionales por la Universidad de los Emiratos Árabes Unidos. Preside el Centro Nacional de Documentación e Investigación y el Fondo de Abu Dhabi para el Desarrollo. Fue presidente del First Gulf Bank hasta 2006.

Tiene una visión empresarial desarrollada. Es el propietario del equipo de fútbol inglés Manchester City, y co-propietario del New York City de la MLS, liga de fútbol profesional estadounidense. Es miembro de la junta directiva de la Autoridad de Inversiones de Abu Dhabi, tiene una participación del 32% en Virgin Galactic, una participación del 9’1% en Daimler, y es propietario de Abu Dhabi Media Investment Corporation, por la cual es propietario del periódico inglés The National.

Saif bin Zayed Al Nahyan (1968-presente): decimosegundo hijo de Zayed, cuya madre es Mouza bint Suhail Al Khaili. ocupa el cargo de viceprimer ministro desde 2009, y Ministro del Interior desde 2004. Su función es velar por la protección interior y seguridad nacional de los Emiratos Árabes Unidos. Es graduado en Ciencias Políticas por la Universidad de Emiratos Árabes Unidos. Fue Director General de la policía de Abu Dhabi en 1995, y subsecretario del Ministerio del Interior en 1997, hasta su nombramiento como ministro.

Hazza bin Zayed Al Nahyan (1965-presente): quinto hijo de Zayed, cuya madre es Fatima bint Mubarak Al Ketbi. Está casado con Mozah bint Mohammed bin Butti Al Hamed, con la que tiene cinco hijos. Ocupa el puesto de Ministro de la Seguridad Nacional de los Emiratos Árabes Unidos, Vicepresidente del Consejo Ejecutivo del Emirato de Abu Dhabi y Presidente de la Autoridad de Identidad de los Emiratos.

Nasser bin Zayed Al Nahyan (1967-2008): hijo de Zayed, cuya madre es Amna bint Salah Al Badi. Fue presidente del Departamento de Planificación y Economía de Abu Dhabi, y fue oficial de la seguridad real. Según la versión oficial, murió a los 41 años cuando el helicóptero en el que viajaba con sus amigos se estrelló en las costas de Abu Dhabi. Fue enterrado en la mezquita Sheikh Sultan bin Zayed, y se declararon tres días de luto en todos los Emiratos Árabes Unidos.

Issa bin Zayed Al Nahyan (1970-presente): hijo de Zayed, cuya madre es Amna bint Salah Al Badi. Es un prestigioso promotor inmobiliario de la ciudad de Dubái, pero no ocupa ningún cargo político en el gobierno de Emiratos. Protagonizó un caso en el que, supuestamente, en un vídeo filtrado, él mismo torturaba a dos palestinos que eran sus socios comerciales. El juzgado emiratí declaró en sentencia firme que Issa era inocente por ser víctima de una conspiración y condenó a los palestinos a cinco años de privación de libertad por consumo de drogas, grabación, publicación y chantaje. Observadores internacionales criticaron duramente el sistema judicial emiratí y pidieron una revisión del código penal del país.

Desde mi punto de vista, y con la experiencia de haber vivido en el país, los Emiratos Árabes Unidos son un país muy desconocido para la juventud española y que tiene unas oportunidades profesionales increíbles por la demanda de trabajo extranjera, una calidad de vida muy alta a un precio asequible, pues los sueldos son bastante altos, y una Administración e instituciones fuertes y modernizadas. El choque cultural no es muy grande, pues el Estado se asegura de evadir situaciones de discriminación, a diferencia de otros países árabes. Puedo decir con total convicción que la tolerancia cultural es real. Sin embargo, los extranjeros deben tener en cuenta que no es un país occidental, y que se recomienda respetar las costumbres de la nación respecto a la vestimenta, lugares sacros y actuaciones en público, y conocer la Ley básica emiratí.

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La gestión dada a una empresa china provoca la amenaza de EEUU de no vender tecnología a Israel

Las protestas de la Administración Trump por haber otorgado la gestión del puerto de Haifa a una empresa china no han llevado de momento al Gobierno de Netanyahu a revisar el contrato, que fue tramitado a nivel ministerial sin pleno conocimiento de sus implicaciones geopolíticas. La penetración china en Israel –en el amplio contexto de Oriente Medio–, así como la reacción de Estados Unidos, pone de manifiesto un complicado triángulo de relaciones: Israel quiere la inversión china, pero teme perder el favor estadounidense.

Gestión de contenedores en el puerto de Haifa, en el norte de Israel [Wikipedia]

▲ Gestión de contenedores en el puerto de Haifa, en el norte de Israel [Wikipedia]

ARTÍCULOMaría Martín Andrade

El puerto de Haifa es uno de los principales puertos de Israel en volumen de mercancías movilizadas. Tiene también un carácter estratégico: el puerto, al norte del país, acoge a la Sexta Flota de Estados Unidos en sus desplazamientos. Esto último podría verse alterado tras conocerse el contrato de Israel con la empresa china Shanghai International Port Group (SIPG) para que opere el puerto durante los próximos 25 años contando a partir de 2021, lo que no ha tenido muy buena acogida por parte de Washington. La compañía, que se ha comprometido a invertir 2.000 millones de dólares para ampliar las instalaciones y convertirlas en el mayor puerto de Israel, describe que entre sus funciones se encuentra la construcción e instalación de equipos y la gestión diaria de las actividades portuarias, clasificando este proyecto como parte de la iniciativa One Belt, One Road.

Esta iniciativa tiene su origen en la Ruta de la Seda, un itinerario comercial que unía China con diversos países del continente asiático hasta llegar a Europa, y que se remonta a los primeros siglos antes de Cristo. La nueva versión está basada en los primeros esquemas y pretende impulsar a China creando una red de infraestructuras, inversiones y comercio, y estableciendo lazos tanto multilaterales como bilaterales con los distintos estados que la incluyen así como empresas internacionales.

Todo lo anterior, añadido a la creciente expansión industrial y de transporte que China está experimentando, justifica también el interés del país asiático por algunos de los recursos naturales que Oriente Medio ofrece, como es el caso del petróleo, cuya importación asciende a un 50%, constituyendo otra de las razones por las que China quiere obtener presencia en distintos puntos de la región y que se manifiesta entre otras formas en la inversión en canales y puertos como los de Haifa y Ashdad en Israel, Cherchell en Argelia, Said y Alexandria en Egipto, y Kumport en Turquía. Concretamente, su apuesta en el puerto de Haifa está contribuyendo además a desarrollar el conocido como Israel-Gulf Economic Corridor (IGEC), cuyo objetivo es crear una vía ferroviaria que realice el trayecto desde el puerto de Haifa a la frontera jordano-israelí, enlazando allí con el sistema ferroviario jordano.

Sin embargo, las ambiciones chinas por obtener más presencia en Oriente Medio colisionan con las pretensiones de otro “robusto rival”, Estados Unidos, que movido también por intereses económicos y de seguridad aterriza mucho antes en la región y sin intención de compartirla. Así, tras conocer los planes en el puerto de Haifa, la respuesta de Estados Unidos se manifiesta en amenazas de que podría dejar de compartir datos de inteligencia con Israel y de reconsiderar la realización de futuros ejercicios a largo plazo de la marina estadounidense en dicho puerto.

Es importante tener en cuenta que no es la primera vez que Estados Unidos interviene para entorpecer las relaciones entre China e Israel. Las condiciones en las este último país se constituyó, añadido al ambiente hostil que lo envuelve y la necesidad de la posesión de armas para mantenerlo y protegerlo, han contribuido al desarrollo de su tecnología, sobretodo en materia de defensa, cuyo amplio alcance se debe en parte a Estados Unidos, que se encarga desde los años sesenta de suministrar al país con lo último en tecnología militar. Todo ello ha contribuido a que las exportaciones israelíes en materia tecnológica, principalmente en materia de defensa, se conviertan en la fuente principal de ingresos de su industria.

Durante los años 70, la economía china comenzó a modernizarse, y el siguiente paso a  seguir fue extender esa modernización al dominio militar, por lo que China comenzó a importar avances de defensa provenientes de Israel. Estas relaciones continuaron su expansión hasta el año 2000, momento en el que el país de Oriente Medio, debido a la presión estadounidense, decidió anular el acuerdo que permitía a China la obtención de cuatro sistemas de radares Phalcon. La razón que en su momento Estados Unidos alegó para oponerse al acuerdo fue la posibilidad de que China se beneficiaria de esa tecnología en un conflicto militar en Taiwán. Sin embargo, China no es el único país con el que Israel ha tenido dificultades para exportar su tecnología. En 2008 Washington negó que pudiera entregar a Rusia drones Heron.

A pesar de todo esto, las relaciones chino-israelíes han logrado sobrevivir, llegando China a convertirse en 2012 en el segundo socio comercial de Israel, además de desarrollar nuevos lazos de colaboración R&D, consistentes en una serie de acuerdos y colaboraciones entre instituciones académicas y compañías de ambos países.

Sin embargo, considerando la reacción de Estados Unidos frente a la involucración china en el puerto de Haifa, no es impensable plantarse un escenario en el que la presión americana reincida logrando en este caso abolir el acuerdo existente con la empresa Shangai International Port. Si esto ocurre, Israel perdería una parte importante de las inversiones que recibe y las relaciones comerciales con China se enfriarían, mientras que Pekín podría ver frustrado uno de sus planes para crear su ambiciosa Ruta de la Seda, si bien eso no significaría su declive en Oriente Medio.

 Lo que es incuestionable es que Estados Unidos ya no goza de la hegemonía de esta parte del mundo y tiene que hacerse a la idea de que va a tener que compartir influencia con otras grandes potencias. Es por ello que puede que sea más lógico lograr nuevas formas de cooperación con China para así establecer condiciones que a ambos le sean favorables.

En conclusión, con esta nueva inversión china se afirma lo que ya era conocido: la presencia china a nivel internacional aumenta y adquiere cada vez más volumen, y es más sensato adaptarse a los nuevos cambios que involucrarse en triángulos amorosos que nunca tienen final feliz para nadie.

Categorías Global Affairs: Oriente Medio Logística e infraestructuras Artículos Israel y Palestina

Iran Strategic Report (July 2019)

This report will provide an in-depth analysis of Iran's role in the Middle East and its impact on the regional power balance. Studying current political and economic developments will assist in the elaboration of multiple scenarios that aim to help understand the context surrounding our subject.

J. Hodek, M. Panadero.

 

Iran Strategic Report (July 2019)Report [pdf. 15,5MB]

INTRODUCTION: IRAN IN THE MIDDLE EAST

This report will examine Iran's geopolitical presence and interests in the region, economic vulnerability and energy security, social and demographic aspects and internal political dynamics. These directly or indirectly affect the evolution of various international strategic issues such as the future of Iran's Nuclear Deal, United States' relations with Iran and its role in Middle East going forward. Possible power equilibrium shifts, which due to the economic and strategic importance of this particular region, possess high relevance and significant degree of impact even outside of the Iranian territory with potential alteration of the regional and international order.

With the aim of presenting a more long-lasting report, several analytical techniques will be used (mainly SWOT analysis and elaboration of simple scenarios), in order to design a strategic analysis of Iran in respect to the regional power balance and the developments of the before mentioned international strategic issues. Key geopolitical data will be collected as of the announcement of the U.S. Secretary of State Michael R. Pompeo on the re-imposition of U.S. sanctions on the Islamic Republic of Iran on November 2, 2018 with a projection for the upcoming years, thus avoiding a simple narration of facts, which transpired so far.

First part of this report will be dedicated to a more general analysis of the geopolitical situation in the Middle East, with a closer attention to Iran's interests and influence. Then, after a closer look on the internal dynamics within Iran, several scenarios will be offered out of which some will be categorized and selected as the most probable according to the authors of this report.

Categorías Global Affairs: Oriente Medio Orden mundial, diplomacia y gobernanza Informes Irán

From Iranian strategic perspective the Sunni-Shi‘a divide is only part of its larger objective of exporting its revolution.

Escena militar de un altorrelieve de la antigua Persia [Pixabay]

▲ Escena militar de un altorrelieve de la antigua Persia [Pixabay]

ESSAY / Helena Pompeya

At a first glance it may seem that the most important factor shaping the dynamics in the region is the Sunni-Shi’a divide materialized in the struggle between Saudi Arabia and Iran over becoming the main hegemonic power in the region. Nonetheless, from the strategic perspective of Iran this divide is only part of its larger objective of exporting its revolution.

This short essay will analyze three paths of action or policies Iran has been relying on in order to exert and expand its influence in the MENA region: i) it’s anti-imperialistic foreign policy; ii) the Sunni-Shi’a divide; and iii) opportunism. Finally, a study case of Syria will be provided to show how Iran made use of these three courses of action to its benefit within the war.

I. ANTI IMPERIALISM

The Sunni-Shi'a division alone would not be enough to rocket Iran into an advantaged position over Saudi Arabia, being the Shi’ites only a 13% of the total of Muslims over the world (found mainly in Iran, Pakistan, India and Iraq).[1] Even though religious affiliation can gain support of a fairly big share of the population, Iran is playing its cards along the lines of its revolutionary ideology, which consists on challenging the current international world order and particularly what Iran calls US’s imperialism.

Iran does not choose its strategic allies by religious affiliation but by ideological affinity: opposition to the US and Israel. Proof of this is the fact that Iran has provided military and financial support to Hamas and the Islamic Jihad in Palestine, both of them Sunni, in their struggle versus Israel.[2] Iran’s competition against Saudi Arabia could be understood as an elongation of its anti-US foreign policy, being the Saudi kingdom the other great ally of the West in the MENA region along with Israel.

II. SUNNI-SHI’A DIVIDE

Despite the religious divide not being the main reason behind the hegemonic competition among both regional powers Saudi Arabia (Sunni) and Iran (Shi’a), both states are exploiting this narrative to transcend territorial barriers and exert their influence in neighbouring countries. This rivalry materializes itself along two main paths of action: i) development of neopatrimonial and clientelistic networks, as it shows in Lebanon and Bahrain[3]; ii) and in violent proxy wars, namely Yemen and Syria.

a. Lebanon

Sectarian difference has been an inherent characteristic of Lebanon all throughout its history, finally erupting into a civil war in 1975. The Taif accords, which put an end to the strife attempted to create a power-sharing agreement that gave each group a political voice. These differences were incorporated into the political dynamics and development of blocs which are not necessarily loyal to the Lebanese state alone.

Regional dynamics of the Middle East are characterised by the blurred limits between internal and external, this reflects in the case of Lebanon, whose blocs provide space for other actors to penetrate the Lebanese political sphere. This is the case of Iran through the Shi‘ite political and paramilitary organization of Hezbollah. This organization was created in 1982 as a response to Israeli intervention and has been trained, organized and provisioned by Iran ever since. Through the empowerment of Iran and its political support for Shi’a groups across Lebanon, Hezbollah has emerged as a regional power.

Once aware of the increasing Iranian influence in the region, Saudi Arabia stepped into it to counterbalance the Shi’a empowerment by supporting a range of Salafi groups across the country.

Both Riyadh and Tehran have thus established clientelistic networks through political and economic support which feed upon sectarian segmentation, furthering factionalism. Economic inflows in order to influence the region have helped developed the area between Ras Beirut and Ain al Mraiseh through investments by Riyadh, whilst Iranian economic aid has been allocated in the Dahiyeh and southern region of the country.[4]

b. Bahrain

Bahrain is also a hot spot in the fight for supremacy over the region, although it seems that Saudi Arabia is the leading power over this island of the Persian Gulf. The state is a constitutional monarchy headed by the King, Shaikh Hamad bin Isa Al Khalifa, of the Sunni branch of Islam, and it is connected to Saudi Arabia by the King Fahd Causeway, a passage designed and built to prevent Iranian expansionism after the revolution. Albeit being ruled by Sunni elite, the majority of the country’s citizens are Shia, and have in many cases complaint about political and economical repression. In 2011 protests erupted in Bahrain led by the Shi’a community, Saudi Arabia and United Arab Emirates stepped in to suppress the revolt. Nonetheless, no links between Iran and the ignition of this manifestation have been found, despite accusations by the previously mentioned Sunni states.

The opposition of both hegemonic powers has ultimately materialized itself in the involvement on proxy wars as are the examples of Syria, Yemen, Iraq and possibly in the future Afghanistan.

c. Yemen

Yemen, in the southeast of the Arabian Peninsula, is a failed state in which a proxy war fueled mainly by the interests of Saudi Arabia and Iran is taking place since the 25th of March 2015. On that date, Saudi Arabia leading an Arab coalition against the Houthis bombarded Yemen.

The ignition of the conflict began in November 2011 when President Ali Abdullah Saleh was forced to hand over his power to his deputy and current president Abdrabbuh Mansour Hadi (both Sunni) due to the uprisings product of the Arab Spring.[5]

The turmoil within the nation, including here al-Qaeda attacks, a separatist rising in the south, divided loyalties in the military, corruption, unemployment and lack of food, led to a coup d’état in January 2015 led by Houthi rebels. The Houthis, Shi‘ite Muslims backed by Iran, seized control of a large territory in Yemen including here the capital Sana’a. A coalition led by Saudi Arabia and other Sunni-majority nations are supporting the government.

Yemen is a clear representation of dispute over regional sovereignty. This particular conflict puts the Wahhabi kingdom in great distress as it is happening right at its front door. Thus, Saudi interests in the region consist on avoiding a Shi’ite state in the Arabian Peninsula as well as facilitating a kindred government to retrieve its function as state. Controlling Yemen guarantees Saudi Arabia’s influence over the Gulf of Aden and the Strait of Baab al Mandeb, thus avoiding Hormuz Strait, which is currently under Iran’s reach.

On the other hand, Iran is soon to be freed from intensive intervention in the Syrian war, and thus it could send in more military and economic support into the region. Establishing a Shi’ite government in Yemen would pose an inflexion point in regional dynamics, reinforcing Iran’s power and becoming a direct threat to Arabia Saudi right at its frontier. Nonetheless, Hadi’s government is internationally recognized and the Sunni struggle is currently gaining support from the UK and the US.

III. OPPORTUNISM

The Golf Cooperation Council (GCC) is a political and economic alliance of six countries in the Arabian Peninsula which fail to have an aligned strategy for the region and could be roughly divided into two main groups in the face of political interests: i) those more aligned to Saudi Arabia, namely Bahrain and UAE; ii) and those who reject the full integration, being these Oman, Kuwait and Qatar.

Fragmentation within the GCC has provided Iran with an opportunity to buffer against calls for its economic and political isolation. Iran’s ties to smaller Gulf countries have provided Tehran with limited economic, political and strategic opportunities for diversification that have simultaneously helped to buffer against sanctions and to weaken Riyadh.[6]

a. Oman

Oman in overall terms has a foreign policy of good relations with all of its neighbours. Furthermore, it has long resisted pressure to align its Iran policies with those of Saudi Arabia. Among its policies, it refused the idea of a GCC union and a single currency for the region introduced by the Saudi kingdom. Furthermore, in 2017 with the Qatar crisis, it opposed the marginalization of Qatar by Saudi Arabia and the UAE and stood as the only State which did not cut relations with Iran.

Furthermore, the war in Yemen is spreading along Oman’s border, and it’s in its best interest to bring Saudi Arabia and the Houthis into talks, believing that engagement with the later is necessary to put an end to the conflict.[7] Oman has denied transport of military equipment to Yemeni Houthis through its territory.[8]

b. Kuwait

A key aspect of Kuwait’s regional policy is its active role in trying to balance and reduce regional sectarian tensions, and has often been a bridge for mediation among countries, leading the mediation effort in January 2017 to promote dialogue and cooperation between Iran and the Gulf states that was well received in Tehran.[9]

c. Qatar

It has always been in both state’s interest to maintain a good relationship due to their proximity and shared ownership of the North/South Pars natural gas field. Despite having opposing interests in some areas as are the case of Syria (Qatar supports the opposition), and Qatar’s attempts to drive Hamas away from Tehran. In 2017 Qatar suffered a blockade by the GCC countries due to its support for Islamist groups such as the Muslim Brotherhood and militant groups linked to al-Qaeda or ISIS. During this crisis, Iran proved a good ally into which to turn.. Iran offered Qatar to use its airspace and supplied food to prevent any shortages resulting from the blockade.[10] However as it can be deduced from previous ambitious foreign policies, Qatar seeks to diversify its allies in order to protect its interests, so it would not rely solely on Iran.

Iran is well aware of the intra-Arab tensions among the Gulf States and takes advantage of these convenient openings to bolster its regional position, bringing itself out of its isolationism through the establishment of bilateral relations with smaller GCC states, especially since the outbreak of the Qatar crisis in 2017.

IV. SYRIA

Iran is increasingly standing out as a regional winner in the Syrian conflict. This necessarily creates unrest both for Israel and Saudi Arabia, especially after the withdrawal of US troops from Syria. The drawdown of the US has also originated a vacuum of power which is currently being fought over by the supporters of al-Assad: Iran, Turkey and Russia.

Despite the crisis involving the incident with the Israeli F-16 jets, Jerusalem is attempting to convince the Russian Federation not to leave Syria completely under the sphere of Iranian influence.

Israel initially intervened in the war in face of increasing presence of Hezbollah in the region, especially in its positions near the Golan Heights, Kiswah and Hafa. Anti-Zionism is one of Iran’s main objectives in its foreign policy, thus it is likely that tensions between Hezbollah and Israel will escalate leading to open missile conflict. Nonetheless, an open war for territory is unlikely to happen, since this will bring the UyS back in the region in defense for Israel, and Saudi Arabia would make use of this opportunity to wipe off Hezbollah.

On other matters, the axis joining Iran, Russia and Turkey is strengthening, while they gain control over the de-escalation zones.  

Both Iran and Russia have economic interests in the region. Before the outbreak of the war, Syria was one of the top exporting countries of phosphates, and in all likelihood, current reserves (estimated on over 2 billion tons) will be spoils of war for al-Assad’s allies.[11]

The Islamic Revolutionary Guard Corps took control of Palmira in 2015, where the largest production area of phosphates is present. Furthermore, Syria also signed an agreement on phosphates with Russia.

Iran has great plans for Syria as its zone of influence, and is planning to establish a seaport in the Mediterranean through which to export its petroleum by a pipeline crossing through Iraq and Syria, both under its tutelage[12]. This pipeline would secure the Shi’ite bow from Tehran to Beirut, thus debilitating Saudi Arabia’s position in the region. Furthermore, it would allow direct oil exports to Europe.

In relation to Russia and Turkey, despite starting in opposite bands they are now siding together. Turkey is particularly interested in avoiding a Kurdish independent state in the region, this necessarily positions the former ottoman empire against the U.S a key supporter of the Kurdish people due to their success on debilitating the Islamic State. Russia will make use of this distancing to its own benefits. It is in Russia’s interest to have Turkey as an ally in Syria in order to break NATO’s Middle East strategy and have a strong army operating in Syrian territory, thus reducing its own engagement and military cost.[13]

Despite things being in favour of Iran, Saudi Arabia could still take advantage of recent developments of the conflict to damage Iran’s internal stability.

Ethnic and sectarian segmentation are also part of Iran’s fabric, and the Government’s repression against minorities within the territory –namely Kurds, Arabs and Baluchis- have caused insurgencies before. Saudi Arabia and other Gulf States aligned with its foreign policy, such as the UAE are likely to exploit resentment of the minorities in order to destabilized Iran’s internal politics.

The problem does not end there for Iran. Although ISIS being wiped off the Syrian territory, after falling its last citadel in Baguz[14], this is not the end of the terrorist group. Iran’s active role in fighting Sunni jihadists through Hezbollah and Shi’ite militias in Syria and Iraq has given Islamist organization a motivation to defy Tehran.

Returning foreign fighters could scatter over the region creating cells and even cooperating with Sunni separatist movements in Ahwaz, Kurdistan or Baluchistan. Saudi Arabia is well aware of this and could exploit the Wahhabi narrative and exert Sunni influence in the region through a behind-the-scenes financing of these groups.

 


[1] Mapping the Global Muslim Population, Pew Research Center, 2009

[4] Ídem.

[7] Reuters ‘Yemen’s Houthis and Saudi Arabia in secret talks to end war’, 15 March, 2018

[8] Bayoumy, Y. (2016), ‘Iran steps up weapons supply to Yemen’s Houthis via Oman’, Reuters, 30 October.

[9] Coates Ulrichsen, K., ‘Walking the tightrope: Kuwait, Iran relations in the aftermath of the Abdali affair’, Gulf States Analytics, 9 August, 2017

[10] Kamrava, M. ‘Iran-Qatar Relations’, in Bahgat, Ehteshami and Quilliam (2017), Security and Bilateral Issues Between Iran and Its Neighbours.

[11] The current situation in Syria, Giancarlo Elia Valori, Modern Diplomacy, January 2019

[12] Irán en la era de la administración Trump, Beatriz Yubero Parro, IEEE, 2017

[13]  The current situation in Syria, Giancarlo Elia Valori, Modern Diplomacy, January 2019

Categorías Global Affairs: Oriente Medio Orden mundial, diplomacia y gobernanza Ensayos Irán

Iran Country Risk Report (June 2019)

After some months of implementation, the re-imposed US sanctions against Iran are seriously affecting Iranian economy and forcing disputed political and even military reactions. The present report attempts to provide an analysis of Iran by addressing: the consequences of sanctions, the current and future state of its energy sector, the internal situation of the country, and the future prospect of the Iran-US relations.

C. Asiáin, M. Morrás, I. Urbasos

 

Report [pdf. 14,1MB]

 

EXECUTIVE SUMMARY

The US unilateral withdrawal from the JCPOA on May 8, 2018, reshaped the Iranian domestic and international reality. On the one hand, the JCPOA enabled Iran to increase its GDP above 7% in the period of 2016-2018, more than double its oil exports and maintained President Rouhani in office after the 2017 elections. On the other hand, the US reimposition of the previously lifted sanctions demonstrated the deep vulnerabilities of the Iranian economy and its huge diplomatic isolation.

US sanctions will affect the whole of Iran’s foreign relations due to its extraterritorial nature. The EU will try to avoid its effect through legal protection of its companies and citizens with mechanisms such as the SPV, whose scope and effectivity is yet to be proved. China, as it is less exposed to the US financial and political influence, will be able to better circumvent sanctions but still far from being totally unaffected. Other countries such as India, Turkey or Russia will find difficulties to handle secondary sanctions, but will be able to maintain a certain degree of trade with the Islamic Republic. Japan or South Korea will have to follow US demands because of its strategic alliance in the Asia-Pacific region and resume energy imports and investments.

The Iranian economy is expected to enter into recession during 2019, GDP growth is expected to be -4.5% and unemployment rate will increase to the 15.4%. This economic hardship will concentrate the political debate in the 2020 legislative and 2021 presidential elections, whose result will determine if a moderate or hardliner political faction seizes power. Social unrest from ethnic minorities and opposition is expected to rise if the economic conditions do not improve, challenging the current political equilibrium of the country.

The energy sector will be deeply affected by US sanctions as it banned all countries from investing and purchasing Iran’s energy products. Sanctions are expected to reduce Iran oil exports to 1million barrels a day from the 2017 levels of 2.4 mbdp, decreasing governmental revenues drastically and freezing most foreign investments. The lack of FDI and technology will aggravate the problems of the Iranian energy sector with possible irreversible effects depending on the sanctions duration.

US-Iran relations are expected to worsen at least until the US 2020 Presidential elections, when a more dialoguing candidate could substitute the hawkish Trump administration. The United States is expected to maintain its current strategic alliances with Saudi Arabia and Israel, whose common goal of pressuring Iran can have unexpected consequences for the Middle East. Domestic politics in Iran, US, Israel and Saudi Arabia will play a major role in the evolution of the events.

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How Russia, China, India and the Gulf Cooperation Council countries react to the new US sanctions against Iran

Presidents Putin and Rouhani during a meeting in Tehran, in September 2018 [Wikipedia]

▲ Presidents Putin and Rouhani during a meeting in Tehran, in September 2018 [Wikipedia]

ANALYSISAlfonso Carvajal

As US-Iranian relations continue to deteriorate, the balance of power and regional alliances will be prone to shifting and changing. Iranians will likely feel increasingly more marginalised as time passes and will seek to remedy their state of international isolation. Here, the main factors to look out for will be the nations seeking to achieve great power status, and how they will try to attract Iran towards them while pushing the Islamic Republic further away from the United States.

China and Russia’s response

Russia’s relations with Iran have historically been complicated. While at some points, the two countries have faced each other as rivals in war, other times have seen them enjoy peace and cooperation. Russia has been an important actor in Iranian international relations since at least the Sixteenth Century and will most likely retain its importance in the long run. Since the fall of the USSR, Russian-Iranian relations have improved, as many issues that had caused tensions suddenly disappeared. These issues where mainly caused by their ideological incompatibility, as the USSR’s atheism was looked upon with suspicion by Khomeini, and its support given to Iraq in the Iran-Iraq war.

Recently, both countries have found themselves facing international, mainly US, economic sanctions. This is a factor that is important to acknowledge, and that will shape their future relations. As Russia and Iran struggle to defuse the effects of sanctions, they will seek trade elsewhere. This means that they have found in each other a way to make for their isolation, and their ties are likely to only grow. Militarily, cooperation has already been cemented by years of sanctions in Iran.

Whereas once the Iranian Armed Forces boasted of having the most advanced Western-built fighter jets and other military material in the region, Iran now often uses Russian and Chinese aircraft and military gear, coupled with its own native military industry that was independently developed as a result of its isolation. Iran is also said to cooperate with Russia in certain industrial sectors close to the military such as drones. However, due to the latest international sanctions, Russia is less keen to continue to cooperate on military sales and technology transfers. For this reason, Russia has shown reluctance towards helping the Iranian nuclear program, although it is in favour of reaching a deal with Iran along with the international community.

A cornerstone in Russian-Iranian relations has always been their mutual distrust towards Turkey. In the age of the Ottoman Empire, relations between Persians and Russians would often consist in an alignment against the Ottoman Turks. Nowadays, their relationship also has this component, as Turkey and Iran are increasingly competing in the Middle East to decide who will lead the reconstruction of the region, whilst Russia and Turkey find themselves at odds in the Black Sea, where Russia’s ambition of naval dominance is being challenged.

While it may seem that Russia and Iran should be close allies, there are a series of reasons to explain why cooperation is not likely to see a fully fledged alliance. First of all, there are far too many differences between both regimes, as they have different geopolitical imperatives and ambitions in the Caucasus and the Middle east. The second issue is Israel. As Russia moves further into the Levant, it tries to maintain good relations with Israel, Iran’s archenemy, also called little Satan by Iran’s first supreme leader, Ayatollah Khomeini. As the conflict in Syria dies down in the following years, Russia will be forced to choose between who to support. This is likely to mean a withdrawal of support towards Iran’s position in Syria, as it sees its meddling in the region increasingly unproductive, and would favour its retreat. Iran, however, has said it is there to stay.

Russian-Iranian cooperation has recently been developed in one important country of the region: Afghanistan. As the US seems to lose interest in the Middle East and pivots towards East Asia, Russia and Iran have moved into the war-torn country, as they back different factions aiming to end the decades-long conflict. Russia has previously backed the Taliban, because it wants to ensure that they are a part of the peace negotiations. Iran has backed both the government and the Taliban, as it wants to fight the rising influence of ISIS in Afghanistan, as well as keep good relations with the Taliban to maintain a degree of stability and control over Afghanistan’s west, so that the conflict does not spill over. Although Russia and Iran might have different objectives, they are united in wanting to push the US of the region.

The other geopolitical giant that is slowly encroaching on the region is the People’s Republic of China, albeit with a different stance altogether. Like Russia, China has welcomed business with Iran and currently supports the nuclear deal, the JCPOA, which the US recently left. Chinese-Iranian ties are more solid than the Russian’s, as they don’t have as many overlapping hegemonic ambitions. In a certain way, the relations between these two countries arose as a way to contain the USSR’s expansive influence during the 1970’s after the Sino-Soviet split, and predate the current Iranian regime. Both countries see their relation as part of the past, as great empires of antiquity, the present, and see each other as important partners for future and ongoing projects, such as the One Road One Belt initiative. However, as does Russia, China sometimes tries to play down its support towards Iran so as not to antagonize its relations with the West and the US in particular.

The Chinese have cooperated with the Islamic Republic since its conception in the 80’s, as the Iranian isolation led them towards the few markets they could access. The main theme of this cooperation has been undoubtedly based on hydrocarbons. Iran is one of the most important producers of both crude petroleum and natural gas. China is Iran’s largest trade partner, as 31% of Iran’s exports go to China, whose imports represent 37% of Iran’s in 2017. Military cooperation between these two countries has also been very important, a large part of Iran’s non-indigenous military material is of Chinese origin. The Chinese have historically been the main providers of arms to the Iranian regime, as can be seen by much of the equipment currently used by the IRGC.

Both regimes feel a certain closeness as some parts of their ideologies are similar. Both share an anti-imperialist worldview and are sceptical of Western attitudes, an attitude best perceived among their unelected leaders. They are countries that are emerging from the misery left behind by Western imperialism, according to their own narrative. Both see each other as the heirs of some of the world’s oldest cultures—the Chinese often talk of 20 centuries of cooperation between both states—, and thus feel a historical, civilizational and anti-imperialist connection in this sense. Iranians admire the great leaps that the PRC has taken towards development, and the great successes they have brought to the Chinese people and State. They also value the Chinese mindset of not meddling or criticizing the internal affairs of other States, and treating them all in the same way independent of their government.

On the other hand, the Chinese are happy to work with a Muslim country that doesn’t stir the restive North-Western Xinjiang region, where the majority of China’s Uighur Muslims live. In fact, Iran is seen by the Chinese as an important factor on the stability of Central Asia. More recently, they also see in Iran a key part of the pharaonic One Belt One Road infrastructure project, as Iran sits in the crossroads between East and West. It is understood that Beijing has high expectations of cooperation with Teheran.

However, not all of it is positive. Iranians and Chinese have different ideological foundations. China has shown that it will not be able to form an full-fledged alliance with Iran, as it fears Western backlash. In 2010 China voted a UNSC resolution in favour of sanctions towards Iran. Even though these were largely ignored by China later, Tehran understood the message. As a result of these sanctions, the only nations willing to trade with Iran where Russia and China. The latter became an increasingly important trade partner as a consequence of the lack of Western competition and began to flood the Iranian market with low-quality goods, which was unpopular among the Iranians. Resentment toward China only grew as the Chinese firms that became established in Iran brought their own workers from China and unemployment remained at high levels despite the increased economic activity. As discontent rose, Iranians of all backgrounds saw the negotiations with the West with great expectations. If successful, negotiations could provide a diversification of providers and a counterbalance against Chinese influence.

As negotiations have broken down under the Trump administration, China’s role in Iran is likely to only intensify. While the Europeans fight to save the nuclear deal, Iran is set to count on China as its main trade partner. Chinese firms, although now more vulnerable to pressure from the US than in 2010, still have strong interests in Iran, and are unlikely to leave what will be a competition-free market once most foreign firms are deterred by US sanctions. The Chinese will seek to keep the nuclear provisions of the JCPOA agreement and will cooperate in the development of the Arak Heavy Water Reactor, probably displacing the Russians, which have historically led the Iranian nuclear program. Chinese involvement in the Iranian nuclear industry will likely prevent the development of a bomb, as China does not want to encourage nuclear arms proliferation.

While China moves into South Asia, alarms go off in New Delhi. India sees itself as the dominant power in the region and its traditional enmity towards China is causing a change in its foreign policy. India’s PM, Narendra Modi, is following a policy of “Neighbourhood first” in the face of a growing Chinese presence. China already has expanded its reach to countries like Sri Lanka, where it has secured the port of Hambantota for a 99-year lease. In the latest years, Pakistan, India’s other arch-enemy, has become one of China’s closest partners. The relation between both countries stems from their rivalry towards India, although cooperation has reached new levels. The Chinese- Pakistan Economic Corridor runs from the Chinese city of Kashgar through the entire length of the country of Pakistan and ends in the developing port of Gwadar. The project has caused a rush of much needed capital in the financially unstable Pakistan, with Chinese and Saudi bonds keeping it afloat. In the face of China’s new projects and its New Silk Road, New Delhi sees itself more and more surrounded, and has accused China of scheming to isolate it.

To face China’s new stance, India has taken a more active role. Its prime minister made many State visits to the neighbouring countries in a bid to weaken Chinese influence. In this effort to impose itself on what it sees as its region, India is developing a deep-sea port in the coast of Iran, past the strait of Hormuz in the Indian ocean. Iran will be an important piece in the designs of the Indian political elite.

The development of the deep-sea port of Chabahar is a joint Indian, Iranian and Afghan project to improve the connectivity of the region and has more than one reason of being. It is effectively a port to connect Central Asia, a growing 65-million people market, through a series of rail and road networks which are also part of the project, to the Indian Ocean. Another reason for this port is the development of war-torn Afghanistan, which also serves the purpose of reducing Pakistan’s influence there. Pakistan holds a firm grip in Afghanistan and sees it as its back yard. Pakistan is said to harbour Taliban guerrillas, who use the country to launch attacks against Afghanistan, as it did against the USSR in the 80’s. The most important feature of all for India is that the port would allow it to bypass what is an effective land blockade from Pakistan, and will permit it to reach and trade with Afghanistan. The Chabahar port will essentially compete with the Chinese-built Gwadar port in nearby Pakistan, in the two superpowers’ race for influence and domination of the ocean’s oil-carrying sea lanes.

India’s usual approach is to keep a neutral stance around world conflicts in order to be able to talk and deal with all parties. This is part of its non-commitment policy. For example, India has relations with both Israel and Palestine, or Iran and Saudi Arabia. This means that India is very unlikely to make any serious statement in favour of Iran against the United States if Iranian-US relations were to badly break down, as it might be seen as picking sides by some countries. It does not mean, however, that it will abandon Iran. India has already invested greatly in infrastructure projects and is unlikely to simply withdraw them. Far more importantly, India is one of Iran’s biggest petroleum purchasers, and losing such an important market and provider is not a choice the Indian government is eager to make.

India calls its relationship with Iran a “strategic partnership”, in terms of cooperation in energy and trade activities. The Indian government is likely to take a cautious stance while acting with principles of Realpolitik. They will try to sort out sanctions if they can and will discourage this sort of activity while trying to maintain their interests in the region. As said before, New Delhi will shy away from committing strongly from any project likely to keep its hands tied.

The Syrian War

In 2011, the Middle East and North Africa region was shaken by what would soon be called the Arab Spring. While the citizens of many Arab countries where chanting pro- democratic slogans and protesting outside dictators’ palaces and in the squares of Middle Eastern capitals, outside observers began to say that the once dictatorship- riddled region was about to adopt Western liberal democracy in what would become an era of freedom never paralleled in such countries. What came later could hardly be further from that reality. The region was struck by great waves civil unrest, as one by one, from West to East, the waves of revolution spread. The most authoritarian regimes attacked their own citizens with brutal repression, and what seemed like democratic transitions rapidly turned out to fall back into authoritarianism. Such was the case in Egypt, among others. However, some countries where struck harder than others. The more serious cases became civil wars. Some of the countries that had enjoyed relative long-term stability, like Libya and Syria burst into civil war. Yemen too, was struck by sectarian conflict.

The longest of these conflicts, the Syrian Civil War, is on its 8th year already. For a long time, it has drawn many international and regional actors, turning its countryside into a patchwork of pro-government militias, rebel guerrillas, Islamist extremism, transnational nationalist movements and others. The ruling class, the Al- Assad alawite family, under an authoritarian and secularist regime, has held on to power through every means possible, using foreign support as a crucial part of its survival strategy. To his side, Bashar Al-Assad has drawn the support of Vladimir Putin’s Russian Federation, as well as the Islamic Republic of Iran and its Lebanese ally, Hezbollah. Each of these players has brought their own forces to the battlefield, as Russia has helped give Syria the necessary aerial capabilities it lacked, while Iran provides it with Shia militias, material, volunteers, and the presence of Hezbollah.

The regime faces many groups, who often fight against each other, and have different international backing, if any. For example, the Free Syrian Army is said to be backed by Turkey and is made from Sunni Arab and Turkmen militias. Other groups such as the Islamic State or Al Qaeda affiliated organizations also fight for survival, or to implement their ideal society. Another important group, perhaps the most important one is the YPG, or People’s Protection Unit, largely a Kurdish force, which holds much of Northern Syria, the Kurdish region called Rojava. The YPG and the Syrian government of Al-Assad seem to have come to an understanding and try not to enter into hostilities amongst each other, focusing on the Islamic State, or ISIL. YPG international backing comes mainly from the US, but with President Donald Trump having said that the US will soon leave Syria, their future is uncertain.

With Bashar Al-Assad’s position having become dominant in the Syrian battlefield, it is expected that the conflict will enter a new stage. Israel has shown its growing discomfort in what it sees as Iranian expansionism, and has launched aerial offensives against Iranian positions, permitted by Russia, who currently controls much of Syria’s aerial defences. This might spell the loosening of Al-Assad’s coalition.

As Iranian-backed forces draw closer to the southwest of Syria, Israel becomes more and more nervous. The implication of Israel in the Syrian conflict would most likely be a disaster for all parties involved. If Israel comes to point of fearing for its territorial integrity, or its existence, it has previously shown, in many occasions, that it will not doubt to take action and use all of its military might in the process if needed.

This is why Hezbollah is unlikely to make a serious move towards the Golan Heights. Hezbollah now boasts of the greatest amount of power it has ever had in its domestic scene. It is an influential actor in the Syrian War and at home it has achieved serious political power, forming a coalition with various other Shia and Christian groups. A war with Israel, in which it was identified as the aggressor, would be disastrous to its image as a protector of the Lebanese, as it has always taken a stance of resistance. It would put all of Hezbollah’s political achievements in jeopardy. Whatever the case, Israel boasts of significantly more modern and powerful armed forces, which would force Hezbollah to be on the defensive, thus making an offensive into Israel extremely unlikely. Hezbollah must then try to restrain Iran, although, amongst the myriad of Iranian-backed militias, it has lost leverage in its relations with Iran and the IRGC.

For Bashar Al-Assad, war with Israel might prove an existential threat, as it bears the potential to cause a great deal of damage in Syria, undermining any effort to consolidate power and end the war in his favour. If war with Israel broke out, even if it was just against Iranian-backed objectives, Al-Assad would never be able to obtain the reconstruction funds it so badly needs to rebuild the country. Israel’s powerful and advanced army would without a doubt pose the patchwork of battle-hardened militias a very big challenge. Thus, it is very unlikely for Al-Assad to permit a war might cause his downfall.

Russia, wishing to end the war and keep its military bases and prestige in the process, would no doubt discourage any sort of posturing against Israel from its allies in Syria. Moscow seeks to maintain good relations with Israel and wouldn’t be very upset about an Iranian exit. It is already trying to prevent Iran and Hezbollah from coming too close to the Israeli and Jordanian borders and has opened the Syrian airspace to Israeli aerial attacks towards Iranian targets located in its vicinity. Russia would welcome a quick and impressive end to the war to consolidate its status as a global power and become a power broker in the region.

Reaching a deal with the US to end hostilities in exchange for the recognition of Al-Assad is not outside the realms of possibility, as chances of regime change get slimmer, the US will be forced to recognize that Al-Assad is there to stay. It is necessary to acknowledge that a Russian-US deal will be incomplete, and quite unfruitful. The US is very likely to demand that Iran leave Syria and stops occupying Iraq with is Quds Force. Russia does not possess the leverage to send Iran back home. It would also be unfavourable for Russia as it has chosen to help Assad to regain its status as a great power in the world and has become a major power broker in the Middle East. This means their position relies on their status, which would be compromised, were Iran to openly confront Russia. The Iranians have already said that they would not leave unless Bashar Al-Assad specifically asked them to. Russia could pressure on Al-Assad, but the Iranians are likely to have more leverage, as they have a larger ground force in the region, and where the first to help the Syrian regime.

If the US wants to achieve any sort of meaningful peace negotiations, it must come into dialogue with the Iranians. Any sort of negotiation that does not include Iran would be pointless, as the amount of influence it has acquired in the region these last years makes it a key player. Iran is determined to stay in Syria and the IRGC is committed to force the government to keep its presence abroad.

In any case, the retreat of US troops in Syria would mark a turning point in the war. Currently the US provides air support, has 2,000 ground troops and provides an vital amount of equipment to the YPG Kurdish forces. Its retreat would be a blow to American credibility as an international ally, as it abandons the Kurds in a decisive moment where all tables could turn against them. Turkey has committed forces towards fighting the Kurds, which it sees as a threat to its national integrity, as large numbers of Kurds live inside Turkey and are hostile to it. The main reason for Turkish entry into the Syrian war was to stop the YPG from uniting a long stretch of land along the Turkish

border towards the Mediterranean Sea and to prevent the establishment of a Kurdish state. It is therefore a possibility that, whether through its Syrian proxies, or with its own army, the Turks will ally with Al-Assad against the Kurds, if these two don’t reach an agreement and begin hostilities. This alliance is more than likely, as Turkish animosity towards Kurdish forces will cause them to jump at the occasion, if Al-Assad asks for help. Al-Assad might seek in this way to balance Iranian influence by integrating another player, which would cause tensions between Iran and Turkey to rise, as both countries aspire to obtain regional hegemony, and would give Syria more margin to manoeuvre.

 

Saudi Arabian soldier from the First Airborne Brigade with a UAE soldier, 2016 [Saudi88hawk-Wikipedia]

Saudi Arabian soldier from the First Airborne Brigade with a UAE soldier, 2016 [Saudi88hawk-Wikipedia]

 

Saudi-Iranian rivalry

The struggle for dominance in the region is expected to continue indeterminately. As long as the ideological argument between the Islamic Republic and the Kingdom of Saudi Arabia (KSA) exists, it will take geopolitical dimensions, as both states seek to ensure their legitimacy in the face of the other. The Iran-Iraq War shaped the Islamic Republic’s sense of geopolitical isolation, giving the more entrenched sectors of its political elite a fierce will to prevent any further isolation as was done in the past. Chemical weapons, often provided by the US were used against it, without any action taken from the international community. Therefore, the Iranian elites believe that Iran will have to stand by itself, and knows it will have few allies.

For the moment, Iran seems to be winning the confrontation. With a the possibility of a consolidated Syria, Iran’s influence would be unparalleled. Iraq, Syria, Lebanon will provide Iran the reach and the potential to expand its influence even in the Mediterranean Sea. The war in Yemen is proving as costly as it is ineffective to Saudi Arabia and its allies, with a minimum cost from Iran. It can be expected that Iran keeps its strong grip over these countries, as its presence has become necessary for the survival of some of these states. It will not be without difficulty, as local forces are likely to reject the imposition of Iranian authority. This has been shown before in the burning of the Iranian consulate in Basra [4], by local Sunni Arabs who resent the degree of influence its neighbour has in their country. The recently struck commercial deals with Iraq during Rouhani’s visit to the country might cause more Iraqis to take a more confrontational stance, as they are seen to benefit Iran more than Iraq. Both counties have pledged to increase their trade up to 20 billion dollars, but it will be hard to determine how they will affect Iraq. With this degree of Iranian involvement, the KSA’s influence diminishes.

The Yemeni war is likely to drag on for years, and if the Saudis are to win, the shall have to keep paying a high toll, which will require strong political will to overcome the adversities. The expense of this war is not only material, it has primarily taken a great diplomatic cost, as it loses credibility to its allies, like the US, which see the ineffectiveness of the Saudi military. At home, their western allies struggle to explain their partnership with a country that has proven too much to handle for certain political groups and the civil society in general, with its lack of human rights considerations and sharia-based laws that seem outdated to Westerners. The cruel Yemeni war further alienates the Saudi Kingdom from them.

The conflict for Middle Eastern hegemony might be about to attract a new player. As Pakistan tries to deal with its ongoing crisis, its new president, Imran Khan, has looked to the Gulf States for funding. The Saudis and the UAE have already pledged many billion dollars. For now, the economic woes make Pakistan an unlikely actor, but there is evidence of a change of direction in Islamabad, as Khan seems to part ways from his predecessor’s foreign policy regarding its western neighbour. Cooperation with Iran has significantly been reduced, especially in terms of security and anti-terrorism, as in March 2019 Baluchi ethno-nationalists once again attacked Iranian positions from the Pakistani border. Tehran seems alarmed by these developments and has explicitly warned Pakistan that an approach towards Saudi Arabia and participation in the so called Middle Eastern Cold War will have severe consequences for Pakistan. It is right in fearing Pakistan, which has shown that it can play the same game as Iran, making use of foreign militias and having an impressive intelligence service, on top of the nuclear bomb. If Iran where to cause conflict in Pakistan, it might find itself in severe disadvantage, as it would be harder to use subversive activities in the predominantly Sunni country. It might also come to odds with China, who will view any menace to its infrastructure projects with great suspicion. Iran would have difficult time finding a serious counterbalance to Pakistan in India, as India would decline to strike a serious alliance due to its many interests in the Gulf States.

Iran, however, still holds many cards it can use if the conflict were to escalate. Bahrain, whose predominantly Shia population contrast to its powerful Sunni ruling family, which will find itself fighting to maintain control in the case of an Iranian- backed coup similar to the one in 1981, or a pro-democracy uprising with significant Shia elements such as the one of 2011. For the latter, had the Gulf states not intervened in Bahrain in support of its ruling family, Bahrain would now likely be part of the Iranian regional system, which would be extremely troublesome for the KSA, given its proximity. It can also be expected for Iran to influence the oppressed Shia Arabs along Saudi Arabia’s Persian Gulf coast. These Shia Arabs lie just above most of KSA’s petrol wells and reserves, and if stirred to open rebellion, and properly armed, would cause immense trouble in the Monarchy.

The other option open to Iran will be to exploit the current Gulf crisis between the KSA and UAE against Qatar, whose blockade has lasted almost two years. Iran will seek to build up stronger ties with Qatar, who has found itself isolated by most Arab nations. Currently, Turkey is the key ally to Qatar in the crisis, and their partnership is seen to have strategic importance by both parties.

Qatar has traditionally had better ties to Iran than most other Gulf states, also due to the fact that they share the South-Pars/North Dome natural gas field, the largest in the world, and rely on cooperation to exploit its resources and wealth. This is largely a product of its independent foreign policy. This means that Iran is likely to use the crisis to drive a wedge between the members of the GCC and take advantage of their disunity in favour of Qatar and in detriment to the KSA. It will be difficult for the Iranians and the Qataris form a significant partnership, since there are still too many obstacles to this. First of all, Qatar is a Sunni Arab state, and it is the main exporter of the Muslim Brotherhood’s ideas, which would not fit Iran’s tendency toward Shia countries. Secondly, a partnership with Iran would make the Gulf Cooperation Council’s crisis permanently irreparable, which is not desired by Qatar. Finally, this would turn Qatar into the main objective of the Saudi-led coalition and would unnecessarily put it in harm’s way.

One key factor could change everything in a highly unlikely scenario, also known as a ‘black swan’. This is the disappearance of ISIS from the Levant, and its relocation to Khorasan, a term used for Central Asia, Northern Iran and Afghanistan. This would change the balance of power in the middle East as it would bring conflict to the very borders of Iran. It would allow for Iran’s enemies to arm this extremely anti-Shia group, following a parallel of the Yemen’s Houthi rebels for Saudi Arabia. These rebels are banking on the opportunity that, following peace in Afghanistan with the Taliban, the Taliban’s followers will become disenchanted by its leadership dealings with the US and would thus join the newly founded group. They would acquire the battle-hardened Taliban troops, which would provide a formidable foe for Iran.

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