20 de noviembre, 2018
ENSAYO / Manuel Lamela
La habilidad de comunicar, de tejer alianzas, de generar una narrativa… Son características propias de lo que a día de hoy se entiende por diplomacia pública. Pese a que abarca gran variedad de temas y áreas podemos decir que nos estamos refiriendo al poder en su faceta comunicativa, por el cual los Estados compiten en una carrera de ideas con la finalidad de apropiarse del “relato” y generar una mayor influencia a escala global. Esta pugna por el dominio del pensamiento no es novedosa, pero en la última mitad del siglo XX se generaron conceptos para ilustrar este conflicto entre Estados, que quizás antes de la Guerra Fría se encontraba en un segundo plano, y aparecieron estudios para analizar este tipo de estrategias. Pese a esto, basta echar un ojo a los clásicos para ver claras referencias a lo que actualmente entendemos por Diplomacia Pública; así en obras como el “Arte de la guerra”, de Sun Tzu, se da gran importancia y valor a la información, tanto interna como externa, y se presenta su control como sinónimo de triunfo en la mayoría de los casos.
Pese a la novedad del concepto, la Diplomacia Pública ha sufrido diversos cambios y transformaciones con la entrada del nuevo siglo. Junto con la importancia de los actores no-estatales ya presentes en la pasada centuria, ahora nos encontramos con un aumento significativo del peso que tienen los individuos a la hora de moldear o de influenciar en las políticas de sus Estados. El incremento sin duda se debe a la aparición y “democratización” de internet y más recientemente a la dependencia total que existe en las poblaciones del uso de redes sociales. Dejando de lado el debate sobre si las redes sociales aportan beneficios o más bien su uso descontrolado genera déficits, el cual no viene al caso en este análisis, lo que está claro es que las RRSS crean una clara situación de vulnerabilidad propicia para la intervención y control estatal, tanto de carácter nacional como extranjero.
Dada esta metamorfosis en términos de diplomacia, se han empezado a acuñar diversos conceptos como diplomacia en red, diplomacia de la ciberseguridad, etc., que actualmente están presentes en la mayoría de estrategias de los Estados y que engloban los fenómenos tratados en el párrafo anterior. Dentro de estos nuevos planes estratégicos los think tanks adquieren una gran relevancia e importancia como generadores de ideas y moldeadores de la opinión pública dada su naturaleza híbrida de aunar práctica con teoría y su misión de acercar al gran público la política exterior de sus diversos Estados. Los think tanks son, sin ninguna duda, un claro ejemplo de ejercicio de soft power. Se posicionan como pilares ideológicos en la construcción de nuevas narrativas generando una ventaja competitiva frente al resto.
Historia y liderazgo anglosajón
La hegemonía anglosajona a la hora de cimentar los valores e ideas que constituyen el orden internacional liberal está estrechamente relacionada con los orígenes de los primeros think tanks y su función dentro de esas sociedades. Los think tanks modernos surgen durante la Segunda Guerra Mundial como salas seguras donde el Ejército estadounidense podía elaborar y planificar estrategias de carácter bélico. Rand Corporation se funda en 1948 con el objetivo de promover y proteger los intereses de Estados Unidos en el exterior. Financiado y patrocinado por la Administración, RAND inspirará y servirá como ejemplo para la aparición de nuevos think tanks ligados al Gobierno estadounidense. Aunque la mayoría de los think tanks de renombre aparecen en la década de 1950, hay diversos ejemplos previos, tanto en la sociedad americana como en la británica, que nos ilustran de manera más evidente el porqué de su liderazgo en la carrera de la generación de ideas.
A finales del siglo XIX se funda en Reino Unido la Sociedad Fabiana, organización de carácter sindicalista y que pondrá los cimientos para la creación del Partido Laborista. Al otro lado del Atlántico los ejemplos abundan: Carnegie Endowment for International Peace (CEIP) y Hoover Institution on War, Revolution and Peace, creada por el expresidente Herbert Hoover, surgieron previos a la década de 1920 y ejemplifican la importancia de este tipo de asociaciones en la sociedad estadounidense. Pero si hay un caso que merece la pena destacar es el de Brookings Institution, que nace en 1916 bajo el nombre de Institute for Government Research (IGR). Esta corporación filantrópica es una de las primeras organizaciones de carácter privado dedicada al estudio y al análisis de las políticas públicas a nivel nacional; con el paso de los años su importancia y relevancia irá aumentando hasta constituirse como el think tank más prestigioso e influyente del globo.
A partir de la década de 1980 el fenómeno del think tank se multiplicó y se expandió a Europa continental, donde se comenzaron a crear asociaciones dedicadas al análisis y la investigación en esos campos. La producción intelectual en el viejo continente había escaseado de manera preocupante tras la guerra. Por lo que la necesidad de volver a poner en funcionamiento la máquina de las ideas era vital para dar sentido a la nueva Europa unida y obtener cierta independencia respecto al mundo anglosajón. Hoy en día el 55% de los think tank que del mundo están repartidos entre EEUU y Europa occidental.
Con la entrada del nuevo siglo hemos visto un incremento importante en el número de think tanks en el continente asiático, con la misión de renombrar y reconducir las ideas occidentales e incluso de generar ideas propias, lo que se conoce popularmente como el “Asian Way”. Sin duda, la irrupción de China como gran potencia mundial es esencial en el incremento de think tanks en Asia. El “dragón dormido” busca consolidar su posición mundial con la creación de una nueva diplomacia que exporte el ideario chino a todos los rincones del mundo, un proceso en el que la nueva ruta de la seda jugará un papel fundamental como canal de distribución. Junto a China la otra amenaza al dominio occidental es Rusia, que gracias a su gran calidad en términos de capital humano en cuestiones de inteligencia y diplomacia siempre se posiciona como una férrea competidora, pese a que sus recursos materiales sean menores. En el caso de Latinoamérica y África su contribución continúa siendo residual y con una influencia limitada al nivel regional; el número de think tanks de estos dos continentes suponen menos del 20% a nivel mundial.
Tipología de think tanks
En este análisis ya se han mencionado dos formas diferentes de think tanks: el caso de RAND como una asociación ligada estrechamente al Gobierno estadounidense y el caso de Brookings como organización independiente. Dentro de la comunidad de think tanks existe una gran diversidad y podemos categorizarlos en función de su financiación, de si presentan o no ideología, de su composición, de su enfoque disciplinar… Hoy en día la clasificación de think tanks más importante es la que nos brinda anualmente la Universidad de Pensilvania con su informe “Think Tanks and Civil Society Program”. Este reporte se dedica a evaluar y clasificar los diferentes think tanks que existen en la actualidad.
El informe aporta las siguientes categorías:
Los think tanks ligados al ámbito universitario o gubernamental continúan suponiendo la mayoría de los casos, mientras que los grupos de investigación con ánimo de lucro constituyen una minoría creciente.
La influencia de las ideas en la política de EEUU
Es interesante analizar cómo el libro de Robert D. Kaplan “Fantasmas Balcánicos” influyó de manera decisiva en la intervención americana en la guerra de los Balcanes, y paradójicamente conducirá años más tarde, en 2003, a la invasión de Irak. El mismo Kaplan en otra de sus grandes obras, “La Venganza de la Geografía”, culpa a las altas esferas de la sociedad estadounidense de contagiarse de un idealismo desenfrenado que dio lugar a menospreciar el trascendental papel que juegan la historia y la geografía física al determinar el futuro de las naciones.
El papel que jugaron las diversas presiones ejercidas por think tanks americanos en la invasión de Irak constituye el perfecto ejemplo para ilustrar la capital importancia que pueden llegar a tener las ideas a la hora de conducir la política exterior de un Estado.
Originalmente los think tanks nacieron como cuerpos consultivos orientados a prestar ayuda y consejo al Gobierno estadounidense. Con el avance de la Guerra Fría y más adelante con la revolución de internet la necesidad de ideas y la formulación independiente de políticas se convirtió en primera necesidad para Estados Unidos, que vio en los think tanks la mejor solución posible para nutrirse del consejo de expertos.
La capacidad de generar ideas nuevas y originales alejadas del estrato político junto con la capacidad educativa, son dos de los principales factores que han propiciado que en la actualidad se considere a los think tanks como referentes a la hora de dar forma a la política exterior de EEUU. La directa influencia que poseen es una de las características fundamentales que los distingue de los existentes en otras regiones, como en Europa, donde se encuentran más atados al ámbito académico; en EEUU los Think tanks ejercen un verdadero impacto sobre las políticas del Estado. En estas “fábricas de pensamiento” es dónde se construyen los valores e ideas con los que se intentará edulcorar la política exterior y así expandir su ámbito de influencia a todos los rincones del globo. La misión de identificar y dar solución a futuros problemas y conflictos es otra de las tareas principales que cumplen los think tanks. No siempre se consideran aliados gubernamentales y muchas veces lideran la crítica más feroz; en cualquier caso, la autonomía de la que gozan es lo que hace que sean percibidos como un activo de gran valor dentro de la sociedad estadounidense.
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La exportación del modelo a Europa
En Europa el número de think tanks se ha multiplicado desde la década de 1980, pero su número y relevancia siguen muy distantes respecto al mundo anglosajón. En el listado de think tanks más importantes creado por la Universidad de Pensilvania solamente dos pertenecen a la Unión Europea: el Institut Français des Relations Internationales y el belga Bruegel. El modelo americano de think tank ha sido tanto alabado como criticado, y la opción de imitarlo se ha discutido en muchos países y se ha llevado a cabo en muchos otros. Los críticos a su implantación opinan que la historia y la tradición juegan un papel fundamental que hacen extremadamente difícil la exportación del modelo.
Tradicionalmente en Europa las universidades han sido las encargadas de desarrollar el ideario europeo, y en el pasado tuvieron gran éxito haciendo de Europa la vanguardia de la humanidad. Pero en la actualidad Europa no goza del papel protagonista que tenía en otras épocas históricas; el hecho es que se ha visto superada a nivel ideológico por EEUU y no ha tenido más opción que la de comulgar con este último para hacer frente a amenazas mayores. Esto último, junto a la mayor complejidad que presentan los problemas en el panorama actual y la situación que vive la Unión Europea, hacen que se necesite renovar el contrato social europeo y generar una nueva narrativa que agrupe a los ciudadanos europeos en torno a una nueva causa, con el espíritu de los Tratados de Roma como gran referente y punto de partida.
Para llevar a cabo tan ardua tarea los think tanks se presentan como una de las posibles soluciones y herramientas de ayuda. Dada su naturaleza de aunar el ámbito académico y el político, la creación de nuevas ideas y valores que revitalicen la sociedad europea permitirán aspirar a cualidades más elevadas. Otro de los factores fundamentales es la flexibilidad que presenta el modelo de think tank, que generará mayor accesibilidad dentro de la sociedad civil, haciendo que los ciudadanos se sientan partícipes y que, en última instancia, la participación política aumente, de forma que los lazos de confianza se refuercen en vez de resquebrajarse, como se pronostica que ocurra. Como mencionábamos en el caso estadounidense, el valor educativo es otra de las características principales y servirá como solución para varios de los problemas que asolan a día de hoy Europa, como el caso del ascenso de partidos extremistas de distinto signo.
Europa tiene el deber de generar una narrativa con la que sus ciudadanos se identifiquen y sin duda el poder de las ideas jugará un papel fundamental en el éxito o fracaso de esta tarea.
El fenómeno think tank ya constituye a día de hoy uno de los modelos sobre los que gravita la diplomacia pública de diversos Estados. El eterno conflicto por dominar las esferas de pensamiento mundial seguirá presente, por lo que los think tank seguirán creciendo y desarrollándose, obteniendo cada vez más relevancia a nivel internacional. En la jerarquía de dominio, las ideas ocupan el último escalón, por detrás de los individuos, de la geografía física y la historia; sin embargo, al ser las ideas una pura creación intelectual humana, se constituyen como fuerza de control y de movimiento del primer escalón, los individuos.
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