Breadcrumb
Blogs
Entries with Categorías Global Affairs Seguridad y defensa .
El riesgo de uso militar de la instalación, alimentado por cláusulas de confidencialidad, avivan el debate en Argentina y la suspicacia en Washington
La llegada de China al lado oculto de la Luna ha puesto de relieve los avances espaciales chinos. Para esa nueva carrera, Pekín cuenta con una estación de seguimiento y observación en la Patagonia, la primera fue de su propio territorio. En Argentina ha habido un amplio debate sobre posibles fines no reconocidos de esas instalaciones y presuntas cláusulas secretas negociadas en su día por la Administración Kirchner. El Gobierno de Mauricio Macri garantiza los usos pacíficos de la estación, pero la polémica no ha cesado.
▲ Estación espacial china en la provincia argentina de Neuquén [Casa Rosada]
ARTÍCULO / Naomi Moreno Cosgrove
Tras años de paulatina penetración económica, que le ha llevado a convertirse en el primer socio comercial de varios países de Sudamérica y un importante prestamista e inversor en toda la región, la incursión de China en Latinoamérica ya no es silenciosa. La influencia alcanzada en diversas naciones –por ejemplo, adquiere casi el 90% del petróleo exportado por Ecuador y sus créditos han sido básicos para la subsistencia de Venezuela o de ciertas empresas públicas brasileñas– hace que las actividades de China atraigan una especial atención y que su expansión sea cada vez más nítida.
El creciente poder chino en Latinoamérica es especialmente observado por Estados Unidos, aunque su propia desatención a la región, presentada en ocasiones como una consecuencia de su giro hacia Asia, ha contribuido a que los gobiernos nacionales intenten cubrir sus necesidades buscando otros socios de referencia.
Ya suspicaz ante ese crecimiento de la presencia china en el continente americano, cualquier actividad en campos estratégicos, como el de la seguridad, despierta un especial recelo en Washington. Así ha ocurrido con movimientos realizados también por Moscú, como el emplazamiento de una estación para el Sistema Global de Navegación por Satélite ruso (Globalnaya Navigatsionnaya Sputnikovaya Sistema o GLONASS) en Managua (Nicaragua). El secretismo en torno al funcionamiento de las instalaciones ha causado desconfianza entre la misma población, levantando sospechas sobre si de verdad su uso está dirigido únicamente a ofrecer una calidad más alta del sistema de navegación ruso o si existe la posibilidad de un aprovechamiento estratégico por parte de las fuerzas de defensa aeroespaciales rusas.
Negociación
Las sospechas sobre la llamada Estación del Espacio Lejano, la estación de la Administración Espacial Nacional China (CNSA) en la Patagonia, en la provincia de Neuquén, parten de entrada del hecho de que fue negociada en un momento de especial desventaja para Argentina, por la debilidad financiera del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y su necesidad de créditos urgentes. Cuando Argentina quedó fuera de los mercados crediticios a nivel internacional por haber incumplido el pago de cerca de 100.000 millones de dólares en bonos, el país asiático supuso una bendición para la entonces presidenta.
En el año 2009, en medio de la crisis financiera, China envió representantes al país latinoamericano para discutir un asunto que poco tenía que ver con las fluctuaciones monetarias: los intereses espaciales de Pekín. Esto obedecía al deseo chino de contar con un centro en el otro hemisferio del globo que pudiera servir de apoyo para su actividad espacial, como la expedición al lado más lejano de la Luna.
Después de meses de negociación bajo gran discreción, el Gobierno chino y el de la provincia de Neuquén firmaron un acuerdo en noviembre de 2012, por el que China obtenía el derecho a utilizar el terreno —sin pago de renta— durante cincuenta años. El acuerdo técnico fue firmado por la empresa estatal china Lanzamiento de Seguridad y Control de Satélites (CLTC) y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) argentina.
Enorme en tamaño la mayor de dos antenas circulares –mide doce pisos de altura, 450 toneladas de peso y cuenta con un extenso diámetro– y visible a mucha distancia por estar en medio de una planicie desértica, la estación se convirtió pronto en un blanco idóneo para la polémica y las suspicacias. El temor a que, además del uso civil declarado, tuviera también un uso militar y fuera utilizada para recabar información interceptando las comunicaciones en esa parte de Sudamérica, alimentó la controversia.
Después de llegar a la presidencia argentina en 2015, Mauricio Macri encomendó a la entonces canciller Susana Malcorra y al embajador argentino en Pekín, Diego Guelar, la tarea de negociar que al acuerdo se agregara la especificación de que la estación solo se usaría para fines pacíficos, algo que los chinos aceptaron.
A pesar de todo, el debate sobre los riesgos y beneficios de la base china sigue vivo en la opinión pública argentina. Políticos de la oposición en Neuquén consideran que “es vergonzoso renunciar a la soberanía en tu propio país”, como dijo la diputada Betty Kreitman cuando los legisladores provinciales se enteraron del proyecto.
Más allá de las fronteras argentinas, funcionarios de la Casa Blanca han tildado el proyecto de “Caballo de Troya”, reflejando la preocupación estadounidense por esta iniciativa, según fuentes citadas por The New York Times. Incluso al margen cualquier disputa estratégica con Estados Unidos, algunos líderes latinoamericanos tienen dudas y remordimientos sobre los lazos establecidos con China, pues les preocupa que gobiernos anteriores hayan sometido a sus países a una excesiva dependencia de la potencia asiática.
Confidencialidad
El principal cuestionamiento de la base china, pues, tiene que ver con su eventual uso militar y con la posible existencia de cláusulas secretas. Estas últimas han sido la causa principal de sospecha internacional, pues es el propio Macri llegó a dar validez a la existencia de esas cláusulas, cuando este se convirtió en arma arrojadiza contra el Gobierno Kirchner, y prometió revelarlas al llegar a la presidencia, algo que no ha hecho. No obstante, las propias autoridades espaciales argentinas desmienten cualquier apartado secreto.
Tal vez el equívoco pueda encontrarse en que el contrato firmado entre la CLTC china y la CONAE argentina establece que “ambas partes mantendrán la confidencialidad respecto de la tecnología, actividades y programas de seguimiento, control y adquisición de datos”. Aunque la confidencialidad respecto a terceros en relación a tecnología es una práctica habitual, en este caso contribuye a la desconfianza pública.
Dado que la CLTC depende del Ejército Popular chino, es difícil negar que los datos que obtenga pasen a dominio de la jerarquía de Defensa y que acaben teniendo un uso militar, aunque no necesariamente ordenado a una acción bélica. Los expertos aseguran, además, que las antenas y otros equipos que se utilizan de respaldo en misiones espaciales, similares a las que tienen los chinos en la Patagonia, posiblemente aumenten la capacidad de China para recabar información. “Una antena gigante es como una enorme aspiradora. Succiona señales, información, todo tipo de cosas”, comentó Dean Cheng, experto de la política de seguridad nacional de China, en el citada información del NYT.
[Roberto Valencia, Carta desde Zacatraz. Libros del K.O. Madrid, 2018. 384 págs]
RESEÑA / Jimena Villacorta
La historia de El Directo –un joven salvadoreño al que a sus 17 años se le atribuían 17 asesinatos, que entró y salió de la cárcel y finalmente fue sentenciado por sus compañeros de mara– sirve de lienzo para un cuadro aún mayor: el grave problema social que suponen las pandillas violentas en Centroamérica, singularmente en El Salvador.
Roberto Valencia, un periodista español que lleva casi veinte años residiendo en ese país centroamericano, ha dedicado tiempo y esfuerzo a abordar en profundidad este problema como reportero de “El Faro”, portal informativo salvadoreño galardonado por sus investigaciones. Carta desde Zacatraz (como los medios locales llaman a la prisión de máxima seguridad de Zacateoluca) es un relato periodístico que a través de una historia concreta expone el panorama más amplio de una realidad verdaderamente compleja.
El 11 de septiembre de 2012 fue la primera vez que Valencia se sentó a platicar con Gustavo Adolfo Parada Morales, alias El Directo, alguien que durante años había acaparado la atención de los medios, a pesar de la existencia de otros miles de jóvenes implicados en las maras. Ese contacto personal animó al periodista a buscar otros testimonios, hasta completar un libro que recoge la voz directa de Parada y la de personas que le conocieron, a partir de entrevistas con quienes le querían, como su madre o su esposa, y con quienes se enfrentaron a él, como algunos jueces.
Fruto de un embarazo no deseado, El Directo nació el 25 de enero de 1982 en la ciudad de San Miguel. Apenas dos décadas después era ya el hombre más peligroso y temido de El Salvador, o por lo menos así lo proyectaban los medios. Miembro de la Pana di Locos, clica de la Mara Salvatrucha, se convirtió en el principal enemigo público. Desde los 17 años, acusado de otros tantos asesinatos (de los que solo reconoció seis) y diversos crímenes, El Directo estuvo en tres centros de internamiento de menores y nueve cárceles. Tuvo la oportunidad de empezar una nueva vida en Costa Rica, pero la echó a perder. No logró irse a Estados Unidos. Estuvo libre por varios meses, pero no pasó mucho tiempo antes de que la Policía lo volviera a capturar.
A través de la vida de Parada, el autor proyecta el fenómeno de las maras en El Salvador. Hace un énfasis en cómo este fenómeno afecta sobre todo a las clases más bajas, mientras que el resto de la sociedad no se percata de la completa magnitud del problema y, por tanto, no se interesa en buscar una solución. Cómo es posible, se plantea Valencia, que una sociedad como la salvadoreña, con 6,5 millones de habitantes, tolere un promedio de 10 homicidios diarios, por no mencionar los otros numerosos delitos, en un país en el que el 1% de la población son pandilleros.
Las medidas de represión aplicadas por los gobiernos de la derecha (ARENA) y de la izquierda (FMLN) no han mejorado el problema de las pandillas. Estas han ido creciendo, tanto fuera como dentro de los centros de detención, muchos de los cuales se encuentran en un estado deplorable. Precisamente la condición de las cárceles agrava la situación: la infraestructura está dañada, hay una gran insalubridad y el hacinamiento es extremo. En la mayoría de las prisiones, los dirigentes pandilleros tienen una gran parte del control y desde ellas dominan sus respectivas organizaciones. “El sistema penitenciario de El Salvador es el más hacinado del hemisferio, afirmación certificada por la Organización de los Estados Americanos”, constata Valencia.
El Directo pasó por diversos encarcelamientos, donde fue gravemente herido en múltiples ocasiones, unas veces por orden de la Mara Salvatrucha, que le declaró traidor y le amenazó de muerte, y otras por policías y empleados de centros penitenciarios. Después de algunos meses en la cárcel decidió reformarse y renunciar a su actividad en la MS. Esto le trajo diversas oportunidades, pero regresó a la prisión. Finalmente fue asesinado en 2013, a los 31 años, por miembros de su nueva mara, La Mirada Locos, pues había sido acusado de mandar matar a alguien de la organización con cuya esposa había tenido un romance.
Es interesante observar cómo en un país donde se registran una gran cantidad de crímenes, durante al menos diez años el caso de El Directo tuvo una absoluta prioridad en los medios, que muchas veces exageraron el historial delictivo de Parada. “Vivimos en un país donde se ha amnistiado a grandes asesinos. La droga circula con relativa libertad y, a pesar de que funcionarios de la Policía han dicho que hay nombres importantes de la empresa, del aparato estatal y del ejército involucrados en el tráfico de droga, no hemos visto ninguna detención a ese nivel”, declara a Valencia el rector de la Universidad Centroamericana, José María Tojeira. Y añade: “La evasión del impuesto sobre la renta es un vicio bastante extendido entre los sectores más pudientes. La policía se maneja todavía con un grado de corrupción significativa. A los diputados se les perdona o se les investiga actos en los que la vida o el honor de otros ciudadanos han sido severamente amenazados”. Por su parte, Fernando Sáenz Lacalle, arzobispo emérito de San Salvador, lamenta que periodistas, comentaristas, analistas y políticos repitieran una y otra vez, “como coro de iglesia, el falso estribillo de los 17 años, 17 asesinatos”. En su opinión, “quizás se les pasó de la mano en exhibición y prepotencia”, según recoge Valencia.
Roberto Valencia concluye que el problema de los medios de comunicación es que al principio se mostraron benevolentes con las maras, y luego magnificaron el fenómeno, sin hablar de las medidas represivas y las políticas utilizadas para combatirlas.
Carta desde Zacatraz no es un libro condescendiente, pero la crítica no ahoga toda esperanza. Advierte de que los salvadoreños se han acostumbrado a vivir con este problema. Hoy en día es más común evitar ciertos lugares que se sabe que son peligrosos, que tratar de luchar por mejorar al país. Pero alienta la confianza en que vidas destrozadas como la de El Directo sirvan para que las nuevas generaciones quieran para ellas algo mejor.
Washington alerta del incremento de las pandillas violentas trasnacionales y estima que la MS-13 llega a los 10.000 miembros
La Administración Trump ha llamado la atención sobre un incremento de las pandillas violentas trasnacionales en Estados Unidos, singularmente la Mara Salvatrucha o MS-13, que mantiene relación con los pandilleros del Triángulo Norte centroamericano. Aunque Trump ha invocado este asunto de manera demagógica, criminalizando la inmigración y olvidando que las maras centroamericanas nacieron en Los Ángeles, el FBI constata que esas organizaciones están reclutando más jóvenes que nunca y exigiendo a sus miembros una mayor violencia. Las autoridades estadounidenses estiman que esas pandillas son regidas en cierta medida desde El Salvador, pero esa jerarquía no está tan clara.
▲ Pintada de la Mara Salvatrucha [Wikimedia Commons]
ARTÍCULO / Lisa Cubías [Versión en inglés]
Nunca antes probablemente palabra “animal” había causado tanta controversia en Estados Unidos como cuando la pronunció el presidente Donald Trump en alusión a los miembros de la Marasalvatrucha o MS 13, el pasado 16 de mayo. Inicialmente pareció que se refería a todos los inmigrantes indocumentados, lo que provocó un amplio rechazo; luego precisó que la etiqueta la había querido aplicar a los pandilleros que llegan ilegalmente a Estados Unidos para cometer actos de violencia. Trump situó su war on gangs (guerra a las pandillas) en el marco de su política migratoria de tolerancia cero y de refuerzo de agencias nacionales como el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, con el fin de reducir los flujos migratorios que van de Latinoamérica a Estados Unidos.
La descripción del fenómeno de las bandas de jóvenes latinos como un problema migratorio ya había surgido en el discurso del Estado de la Unión que Trump pronunció el 28 de enero. Ante el Congreso estadounidense, Trump contó la historia de dos adolescentes, Kayla Cuevas y Nisa Mickens, que habían sido brutalmente asesinadas por seis miembros de la MS-13 cuando regresaban a casa. Aseguró que los criminales habían aprovechado agujeros en la legislación migratoria para vivir en Estados Unidos y reiteró que el Congreso debía actuar para cerrarlos y prevenir que los miembros de pandillas puedan utilizarlos para entrar en el país.
A pesar de la simplificación demagógica de Trump, la verdad es que las bandas latinas son un producto de Estados Unidos. Son, como ha dicho The Washington Post, “tan hechas en Estados Unidos como Google”. Nacieron en Los Ángeles, primero a partir de hijos de la inmigración mexicana y luego alimentadas por la llegada de emigrantes y refugiados que huían de los conflictos armados de América Central. Así, El Salvador vio el surgimiento de una guerra civil de doce años entre el Gobierno y la guerrilla de izquierdas durante la década de 1980. La duración y brutalidad del conflicto, junto con la inestabilidad política y económica que estaba padeciendo el país, impulsaron el éxodo de salvadoreños hacia Estados Unidos. El flujo de jóvenes de El Salvador, y también de Honduras y Guatemala, propició el surgimiento de las maras Salvatrucha y Barrio 18, ambas relacionadas con la preexistente Mafia Mexicana (La M).
Cuando la paz llegó a Centroamérica en la década de 1990 muchos de esos jóvenes regresaron a sus países, siguiendo a sus familias o expulsados por las autoridades estadounidenses debido a sus actividades delictivas. De esta forma, las maras comenzaron a actuar en el Triángulo Norte, donde constituyen un grave problema social.
Trasnacionalidad
Según el Departamento de Justicia, en Estados Unidos existen unas 33.000 bandas callejeras violentas, con un total de 1,4 millones de miembros. La MS-13, con alrededor de 10.000 jóvenes enrolados, supone solo el 1% de ese total y en 2017 solo fueron procesados 17 de sus miembros, y sin embargo merece toda la atención de la Casa Blanca. Al margen de posibles intereses políticos de la Administración Trump, lo cierto es que las autoridades estadounidenses han venido destacando su incremento y su peligrosidad, además de advertir que ciertas órdenes se imparten desde El Salvador. Esa trasnacionalidad es vista con preocupación.
Estados Unidos no reconoce a la MS-13 como una organización terrorista, y por tanto no la ha incluido en su Estrategia Nacional contra el Terrorismo publicada en octubre de 2018. Es catalogada, en cambio, de organización criminal transnacional, como la describe un documento del Departamento de Justicia de abril de 2017. Según recoge este, varios de los líderes pandilleros están encarcelados en El Salvador y están enviando representantes para cruzar ilegalmente a Estados Unidos con el fin de unificar a las pandillas que operan en territorio estadounidense, mientras obligan a la organización de la MS-13 de Estados Unidos a enviar sus ganancias ilegales a los líderes del grupo en El Salvador y a ejercer más control y violencia sobre sus territorios.
El FBI asegura que la MS-13 y Barrio 18 “continúan extendiendo su influencia en Estados Unidos”. Esas pandillas trasnacionales “están presentes en casi todos los estados y continúan creciendo en número de miembros, apuntando ahora a reclutas más jóvenes que nunca”. Como indica la nota del Departamento de Justicia mencionada, el Fiscal General advirtió que «solo en los últimos cinco años” el número de pandilleros “ha subido significativamente”. “Organizaciones criminales trasnacionales como la MS-13 presentan una de las amenazas más graves a la seguridad de Estados Unidos”, apuntó.
Stephen Richardson, director adjunto de la división de investigación criminal del FBI, declaró al Congreso en enero de 2018 que los arrestos masivos y el encarcelamiento de miembros y líderes de nivel medio de la MS-13 durante el año pasado en Estados Unidos han causado frustración a los líderes de la MS-13 en El Salvador. “Están muy interesados en enviar a delincuentes más jóvenes y más violentos a través de sus canales a este país para ser matones de la pandilla”, dijo al Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes.
El carácter transnacional de la MS-13 es cuestionado por el experto Roberto Valencia, autor de artículos y libros sobre las maras. Trabaja como periodista en El Faro, uno de los principales medios de comunicación de medios digitales de El Salvador; su último libro, titulado Carta desde Zacatraz, se publicó hace unos meses.
“Al principio, las pandillas de Los Ángeles sirvieron como guías morales sobre aquellos que emigraron a El Salvador durante los años 90. Algunos de los líderes veteranos que viven ahora en El Salvador crecieron en Los Ángeles y han mantenido vínculos personales y emocionales con las estructuras de las pandillas a las que pertenecían”, dice Valencia a Global Affairs. “No obstante”, añade, “eso no implica una conexión internacional: todos, sin importar dónde vivan, creen que son la esencia de la pandilla y no están subordinados a la organización de otro país”. “Algunos dirigentes en El Salvador comparten una relación muy personal con la organización en la que se iniciaron en Estados Unidos, y eso no se disuelve tan fácilmente, pero el vínculo como organización única se rompió hace tiempo”, comenta.
Valencia rechaza firmemente cualquier injerencia de la MS-13 de Estados Unidos en la de El Salvador. Admite, en cambio, que puede haber algún tipo de influencia al revés, ya que pandilleros salvadoreños en Estados Unidos “pueden ser deportados a El Salvador y acabar en las cárceles salvadoreñas, donde pueden ser castigos por las mafias carcelarias”.
Migrantes: ¿causa o consecuencia?
Roberto Valencia también se pronuncia sobre las referencias de Donald Trump a las pandillas: “Trump habla de la MS-13 para ganar votos bajo la premisa de una política de migración que termina criminalizando a todos los inmigrantes. Es indignante que Trump los presente como la causa, cuando las pandillas comenzaron en los Estados Unidos. De hecho, la gran mayoría de los emigrantes del Triángulo del Norte llegan a Estados Unidos escapando de las pandillas”.
En América Central, el control que las pandillas ejercen sobre una sociedad que es pobre va desde reclamar la “renta” (extorsión) a empresas y gente que tiene pequeños negocios hasta obligar a mujeres mayores a que cuiden de los bebés que han tenido miembros de la banda, y “pedir” a niñas jóvenes sean novias del líder principal de la banda si no quieren ser asesinadas ellas y sus familias. La solicitud de niñas jóvenes es una causa extremadamente común de migración, lo que también denota la cultura misógina en las zonas rurales de los países latinoamericanos.
En la mayoría de sus comentarios, Trump ha descrito a la MS-13 como una amenaza para la seguridad pública y la estabilidad de las comunidades estadounidenses. Sin embargo, el Centro de Estudios de Inmigración, una importante organización de investigación independiente y sin fines de lucro, realizó una investigación sobre el impacto de la MS-13 en Estados Unidos y abordó las medidas migratorias que la Administración debiera tomar para controlar su presencia. Consideró que la MS-13 y otras pandillas son ciertamente una amenaza para la seguridad pública, compartiendo así el punto de vista de Trump, pero discrepó de este al no vincular inmigración con el impacto de las pandillas.
El abogado estadounidense Greg Hunter, que es miembro del panel para la Ley de Justicia Penal en el Tribunal de Distrito de Estados Unidos del Este de Virginia desde 2001 y ha trabajado en asuntos relacionados con pandillas, afirma que los casos de robos de tiendas y de inmigración ilegal son mucho más frecuentes que aquellos que pueden catalogarse como amenazas a la seguridad pública o a la “comunidad estadounidense”, como el narcotráfico y los asesinatos. También alude al hecho de que estas organizaciones no están centralizadas y, aunque operan bajo la misma identidad, no siguen las mismas órdenes. Asegura que las bandas han hecho esfuerzos para centralizar las operaciones, pero han resultado ineficaces.
Es crucial tener en cuenta las estadísticas sobre la afluencia de inmigrantes a la hora de valorar las recientes caravanas de inmigrantes partidas del Triángulo del Norte y que Trump ha querido relacionar con las pandillas. El presidente estadounidense dijo que esos migrantes eran “criminales fríos como la piedra”.
Sin embargo, el registro de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos no sugiere esto. En su Informe de Seguridad de 2017 contabiliza un total de 526.901 inmigrantes ilegales a quienes se les negó la entrada, de los cuales 310.531 fueron detenidos y 31.039 arrestados; de estos últimos solo 228 pertenecían a la MS-13 y otros tantos eran miembros de otras maras (61 de ellos de Barrio-18).
Competencia de las dos potencias para disponer de bases en el Índico y tener actividad en países vecinos estratégicos
Los rumores sobre posible uso militar futuro por parte de China del área de Gwadar (Pakistán), donde Pekín ya gestiona un puerto, han añadido en el último año gran atención a la rivalidad que China e India sostienen para asegurarse el acceso a puntos que, repartidos por la región, les permitan el control del Índico. India estima este océano como propio, mientras que para China es vital para garantizar la seguridad de sus suministros energéticos desde Oriente Medio.
▲ Trabajos de China para transformar en isla el arrecife de Subi, en las islas Spratly, en 2015 [US Navy]
ARTÍCULO / Jimena Puga
Las dos principales potencias de Asia-Pacífico, China e India, están compitiendo por la supremacía regional en el océano Índico mediante el establecimiento de bases militares y acuerdos económicos con países fronterizos como Pakistán. El océano Índico, que bordea África, Oriente Medio, Asia y Australia, es la cuna de uno de los puntos más cruciales y estratégicos para el comercio internacional. Casi un 40% del petróleo extraído del mar se produce en el Índico, el cual tiene también depósitos de ricos minerales y de pesca.
Hace cinco años China inició su gran reclamación de territorio en el Mar Meridional de China, y el país ha establecido un status quo territorial a su favor sin recibir ningún impedimento internacional, con el fin de contrarrestar la presencia militar estadounidense en la región, establecida durante la Guerra Fría, y que controla el Mar Meridional de China y todas las mercancías que provienen de África, Oriente Medio y el estrecho de Malaca. Esta expansión territorial del Imperio del Centro empezó en diciembre de 2013; desde entonces China ha construido más de media docena de islas artificiales más, situadas en un lugar estratégico por donde pasa un tercio del comercio marítimo global, y ha desplegado activos militares en ellas.
Sin embargo, la creación de estas islas ha supuesto grandes daños para el ecosistema marítimo de la región. Los arrecifes de coral que China ha destruido para utilizarlos como base para el establecimiento de sus islas, constituían alimento y refugio para numerosas especies marítimas, así como abastecimiento para las empresas de pesca más importantes de Asia. No obstante, gracias a esta expansión territorial China está en una mejor posición no solo para el control marítimo y aéreo de la zona sino también para continuar con el avance de su estrategia de proyección de poder en el Océano Índico y parte del Pacífico para satisfacer sus planes de poder y supremacía en la región.
La neocolonización
A principios de 2018 algunas informaciones apuntaron a que China planea habilitar una base naval junto al puerto que desarrolla en Gwadar, en Pakistán, si bien autoridades de este país niegan que Pekín haya solicitado dar ese uso a las instalaciones. En cualquier caso, el atraque de buques militares en el área de Gwadar pondría en conexión ese punto con la reciente base militar y naval del país construida en Yibuti –la primera que China tiene en el exterior– como parte de una creciente red propia de bases aéreas y navales a lo largo del Océano Índico.
India, la mayor potencia de entre los países regionales, está respondiendo a la expansión china con una inesperada fuerza. Delhi aspira a controlar los puntos más estratégicos del comercio marítimo en el Índico incluyendo los estrechos de Malaca y de Ormuz y el canal de Mozambique. Además, India está ganando acceso a las bases de sus aliados extranjeros en la región. En 2017 firmó un acuerdo de logística con EEUU que supondría el libre acceso a las instalaciones militares estadounidenses a lo largo de la región (acuerdo que quizá tenga algo que ver con el deseo de EEUU de crear una alternativa a la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda y frenar el rápido crecimiento de la superpotencia asiática).
En enero de 2018, India también anunció el acuerdo logístico de intercambio con Francia que implica el libre acceso a las instalaciones militares franceses en Yibuti, concretamente en el Mar Rojo y en la isla de Reunión, al sur del océano Índico (quizá para contrarrestar los acuerdos chino-europeos). Por último, India también esta construyendo relaciones estratégicas e infraestructuras cerca del Golfo Pérsico. Y tras años de negociaciones, Delhi ha conseguido formalizar un acuerdo con Irán para modernizar y ampliar el puerto de Chabahar, cerca del estrecho de Ormuz. Aunque es cierto que la gran mayoría de acuerdos son de carácter comercial, tienen el suficiente potencial como para aumentar el acceso y la influencia de India en Asia central.
En respuesta a la base militar de Pekín en Yibuti, Nueva Delhi ha comenzado la búsqueda de acceso a nuevas instalaciones en Seychelles, Omán y Singapur. Desde Tanzania a Sri Lanka las dos potencias asiáticas están intentando aumentar su presencia militar y económica en países a lo largo del Índico en su misión por la supremacía regional. Por último, es posible que la petición de drones a EEUU en 2017 por parte de India tuviese como objetivo la monitorización de la actividad china en el océano.
“Mis compañeros chinos me han dicho de manera explícita que si EEUU continúa sobrevolando y navegando en lo que ellos autodenominan ‘sus aguas’, China derribará al correspondiente intruso”, dijo Matthew Kroenig, analista de la CIA y del Pentágono. “Tal vez sea solo un farol, pero si China derribase un avión americano, sería el escenario perfecto para el incremento de la presencia militar estadounidense. Es duro ver al presidente Trump o a cualquier otro dirigente americano darle la espalda a este asunto”.
COLLAR DE PERLAS DE CHINA. 1-Hong Kong; 2-Hainan; 3-Islas Paracel (en disputa); 4-Islas Spratly (en disputa), 5- Sihanoukville y Raum (Camboya), puertos; 6-Itsmo de Kra (Tailandia), infraestructuras; 7-Islas Coco (Myanmar), antenas; 8-Sittwe (Myanmar), puerto; 9-Chittagong (Bangladesh), puerto; 10-Hambantota (Sri Lanka), puerto; 11-Marao (Maldivas), exploración marítima; 12-Gwadar (Pakistán), puerto; 13-Puerto Sudán; 14-Al Ahdab (Irak), explotación petrolífera; 15-Lamu (Kenia), puerto. Gráfico de 2012; falta señalar la primera base militar de China en el exterior, en Yibuti, inaugurada en 2017 [Edgar Fabiano] |
La globalización
Los movimientos de ambas potencias derivan del miedo a que el resto de países se unan en coalición con su oponente en el futuro, pero tampoco quieren abandonar por completo la expansión de las relaciones económicas el uno con el otro alterando el orden regional de forma demasiado drástica.
Este poder de los débiles tiene limitaciones, pero ha funcionado hasta ahora de forma beneficiosa tanto para India como para China. Debido a la globalización, concretamente en el ámbito económico, los Estados más débiles han adoptado estrategias asimétricas para extraer recursos de sus superpotencias vecinas que aspiran a ser líderes en el panorama internacional. A menudo, estos países fronterizos debían elegir una superpotencia para obtener recursos, tal y como ocurrió durante la Guerra Fría. La diferencia en esta era de globalización es que estos Estados pueden extraer concesiones y recursos de ambos, Pekín y Delhi, sin alinearse formalmente con uno de ellos, como es el caso, por ejemplo, de Vietnam. La ausencia de una rivalidad entre dos bloques, como sucedió durante la Guerra Fría, y los altos niveles de interdependencia económica entre India y China facilitan a muchos de los pequeños Estados evitar firmar una alianza son uno de estos líderes.
La sutil estrategia de India implica desarrollar ententes con Japón y los países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), así como con Estados Unidos. Concretamente, las negociaciones cuadrilaterales iniciadas entre India, Japón, EEUU y Australia son otro mecanismo estabilizador frente a China.
Sin embargo, las estrategias de los Estados menores al sur de Asia tienen limitaciones. Aunque China está ofreciendo mayor asistencia económica, es poco probable que esos países, excepto Pakistán, formen alianzas militares con China porque si lo hacen, provocaría una contestación negativa por parte de la India, poder dominante en la región, y de Estados Unidos, la superpotencia internacional que todavía tiene una fuerte presencia naval en el océano Índico. Estamos presenciando una nueva dinámica de relaciones diplomáticas en la región de Asia-Pacífico.
Esta nueva tendencia de acercamiento a los países menores se traduce en una inclinación a utilizar el atractivo económico para persuadir a los vecinos antes que utilizar la coerción militar. Está todavía por ver cuánto tiempo continuará esta tendencia. Las nuevas estrategias de India con otras potencias internacionales pueden ser la llave para complicar la libertad de acción y decisión que China está teniendo en el ámbito militar, especialmente en esta época de paz. Lo que está claro es que la aspiración de supremacía de China es visible por todos los países que forman parte de la región de Asia-Pacífico y no será tan fácil de instaurar como el Imperio del Centro pensaba.
The US will pull out of the treaty if Russia doesn't ‘return to full compliance’. Putin has taken the dispute to the UN
With all the conflicts and issues threatening worldwide security, the last thing the world needs is a new arms race, or what many are calling a new Cold War. European countries in particular are worried that US President Donald Trump pulling out of the INF Treaty might lead to exactly that. United States, supported by NATO, accuses Moscow of cheating on the missile treaty. At the beginning of December, the Trump administration gave 60 days to Russia to “return to full and veritable compliance”. President Vladimir Putin has taken the issue to the United Nations.
▲ Mikhail Gorbachev and Ronald Reagan at the signing of the INF Treaty, in 1987 [Reagan Presidential Library]
ARTICLE / Nicole Davalos
To understand what the Intermediate-Range Nuclear Forces Treaty is about and why the possible US withdrawal concerns most of the international community, we have first to understand why it was created and what its purpose is. The INF Treaty was signed in 1987 following the deployment by the Soviet Union of missile SS-20 in Europe, which was retaliated by American cruise missiles and their Pershing II missiles. The issue with intermediate-range missiles back then was that their flying time was as little as 10 minutes, which was seen as a possible trigger to nuclear war. Soviet leader Mikhail Gorbachev and US President Ronald Reagan signed the deal, prohibiting land-based cruise or ballistic missiles with ranges between 311 and 620 miles (500-1,000 kilometers, short-range) and between 620 and 3,420 miles (1,000-5,500 kilometers, intermediate-range).
It is important to note, however, that the treaty does not cover air or sea-launched weapons even though they can potentially fly the same distances. Russia’s 3M-54 Kalibr, a sea-launched missile, is an example. The following charts retrieved from the official website of the US Department of State outline the affected missiles specified under the elimination protocol of the treaty:
The INF Treaty has helped not only to solve the problems of its time towards the end of the Cold War but also serves still to this day as an umbrella of protection for US’s allies in Europe. The INF provides a measure of strategic stability on the European continent.
According to the Stockholm National Peace Institute, by 1991, 2,692 missiles had been eliminated thanks to the treaty; 846 owned by the US and 1,846 owned by the USSR. The treaty also allows both parties to inspect each other’s progress in eliminating the missiles to maintain transparency. So, if so much progress has been made as a result of the INF, then why is it that President Trump now insists on a US withdrawal?
President Trump has accused Russia of repeatedly violating the treaty. In fact, former President Obama first accused Russia of violations in 2014 during the Ukraine crisis, when Moscow allegedly deployed a prohibited missile. “I don’t know why President Obama didn’t negotiate or pull out” were the words of the current president, “…we’re not going to let them violate a nuclear agreement and go out and do weapons and we’re not allowed to… so we’re going to terminate the agreement. We’re going to pull out.” Recently, the NATO confirmed Russia’s violations. Jens Stoltenberg, NATO’s Secretary General, urged Russia to address these concerns in a “substantial and transparent manner.”
These accusations have truly created tensions between both parties of the treaty. Kremlin spokesman Dimitri Peskov has repeatedly denied the violations. He even went as far as claiming that it was, in fact, the US who first violated the treaty, with “armed US drones” that “fly within the ranges prohibited by the treaty”. As for the president, Vladimir Putin, he has replied with questionable threats such as “revenge is inevitable and they will be destroyed. And we, as victims of aggression, will go straight to heaven as martyrs while they will just croak.” In general, the Kremlin sees a US withdrawal as a confirmation of how “unreliable” a partner the United States is when it comes to other countries’ interests since it would be acting completely unilaterally and pulling out implies security concerns for many other countries, especially European countries.
Europe shows the most concern for the possible dissolution of the INF Treaty since it is believed that Russia’s intermediate range missiles would pose the biggest threat to them. Many analysts agree that this is a particularly bad time for the US to make a decision that would further raise tensions within Europe since security-related tensions such that of immigration exist in the region already. EU spokeswoman for foreign affairs and security policy Maja Kocijancic stated that the United States and Russia should definitely engage in dialogue and try to preserve the treaty, since “the world doesn’t need a new arms race.”
The most unexpected and interesting role in all of this, however, is China’s. It is no secret to anyone that what displeases President Trump the most about the INF Treaty is that China is not a signatory. If Russia is violating the treaty, and China, on the other hand, is not part of such an agreement that restricts its missile force, then the US seems to be at a disadvantage. “If Russia’s doing it and if China’s doing it and we’re adhering to the agreement, that’s unacceptable,” stated President Trump last October. In fact, according to Admiral Harry Harris, head of the US Pacific Command, if China were part of the INF Treaty right now, around 95% of its missile force would be violating it. When it comes to China’s reaction to the White House’s desire to withdraw, to “think twice” is what Beijing wishes Washington would do. Hua Chunying, a foreign ministry spokeswoman, said US withdrawal would lead to a “multitude of negative effects.”
What’s now left to be seen is whether President Trump will, in fact, pull out from the treaty. Presidents Putin and Trump both met in Paris in November, but although many different issues were discussed, a potential meeting to formally discuss the future of the INF Treaty was not part of the conversation. But if the US does withdraw, will that really mean a new Cold War? According to many analysts, an arms race like the one the world was experiencing back when the treaty was originally signed, might definitely become a reality. The Kremlin has also hinted several times at the possibility of a new arms race; the Russians would be “forced to develop weapons” to “restore balance in the sphere” if the US were to pull out.
For now, Secretary of State Mike Pompeo announced on December 4 that the US “will suspend its obligations as a remedy effective in 60 days unless Russia returns to full and veritable compliance”. Ten days later, Russia submitted a draft of resolution to the UN General Assembly in support of the INF Treaty calling on all sides to fulfill their obligations. It seems to be a move towards a bilateral negotiation, but 2019 will begin with uncertainty in a matter so critical as this.
Estados Unidos sigue atento la innovación de métodos que también podrían servir para introducir células terroristas o incluso armas de destrucción masiva
En los últimos diez años, la proliferación de embarcaciones sumergibles y semisumergibles, de difícil detección, ha acaparado un tercio del transporte de droga desde Sudamérica a Estados Unidos. La incorporación de sistemas GPS por parte de los carteles dificulta también la lucha global antinarcóticos. Un posible uso de esos nuevos métodos para fines terroristas mantiene alerta a Estados Unidos.
▲ Narcosubmarino encontrado en la selva de Ecuador en 2010 [DEA]
ARTÍCULO / Marcelina Kropiwnicka [Versión en inglés]
El tráfico de droga hacia los grandes mercados de consumo, sobre todo Estados Unidos y Europa, es especialmente innovador: la magnitud del negocio lleva a intentar superar cualquier barrera que pongan los Estados para impedir su penetración y distribución. En el caso de Estados Unidos, donde la llegada ilícita de narcóticos se remonta al siglo XIX –desde el opio hasta la marihuana y la cocaína–, los continuados esfuerzos de las autoridades han logrado interceptar muchos envíos de droga, pero los traficantes encuentran nuevas vías y métodos para introducir en el país un volumen importante de estupefacientes.
El método más inquietante en los últimos diez años ha sido el uso de embarcaciones sumergibles y semisumergibles, a las que comúnmente se les ha dado el nombre de narcosubmarinos, que permiten transportar varias toneladas de sustancias –cinco veces más de lo que lo hacía un barco pesquero– esquivando la vigilancia de los guardacostas [1]. La tecnología satelital también ha llevado a los traficantes a dejar cargas de droga en el mar, luego recogidas por embarcaciones de recreo sin levantar sospecha. A esos métodos hacen referencia recientes informes de la Drug Enforcement Administration (DEA), la agencia antinarcóticos estadounidense.
Por las aguas de Centroamérica
Durante muchos años, la forma habitual de transportar la droga que sale de Sudamérica hacia Estados Unidos ha sido mediante barcos pesqueros, lanchas rápidas y avionetas. Los avances en las técnicas de detección y rastreo desde el aire han empujado a los narcotraficantes a buscar nuevas maneras de llevar sus cargas hacia el Norte. De ahí el desarrollo de los narcosubmarinos, cuyo número, desde una primera interceptación en 2006 por las autoridades estadounidenses, ha conocido una rápida progresión.
Ese medio de transporte es una de las razones de que desde 2013 haya aumentado en un 10% el tráfico de la ruta de droga que va de Colombia (país que produce el 93% de la cocaína consumida en EEUU) a Centroamérica y México, desde donde los cargamentos son introducidos en EEUU. Según la DEA, este corredor representa hoy un estimado 93% del movimiento de cocaína desde Sudamérica hacia Norteamérica, frente al 7% de la ruta que busca las islas del Caribe (principalmente la República Dominicana) para llegar a Florida u otros lugares del litoral estadounidense.
Durante un tiempo, entre el servicio de guardacostas de EEUU se extendió el rumor de que los carteles de droga estaban usando narcosubmarinos. Sin haber visto de momento ninguno, los agentes le dieron el nombre de 'Bigfoot' (como se conoce un supuesto animal con forma de simio que habitaría en bosques del Pacífico estadounidense).
El primer avistamiento se produjo en noviembre de 2006, cuando un patrullero de la Guardia Costera de EEUU detectó una forma desdibujada en el océano, a unas cien millas del litoral de Costa Rica. Cuando los agentes se acercaron descubrieron tres tubos de plástico que emergían del agua, que provenían de una nave sumergible que se abría paso a dos metros bajo la superficie. Dentro encontraron tres toneladas de cocaína y cuatro hombres armados con un fusil AK-47. Los guardacostas lo bautizaron como 'Bigfoot I'.
Dos años después habría un 'Bigfoot II'. En septiembre de 2008, una fragata de la Armada estadounidenses en labores de guardacostas apresó un aparato semejante a 350 millas de la frontera entre México y Guatemala. La tripulación se componía de cuatro hombres y la carga era de 6,4 toneladas de cocaína.
Para entonces, las autoridades de EEUU calcularon que ya se habían fabricado más de cien sumergibles o semisumergibles. En 2009 estimaron que solo estaban pudiendo detener un 14% de los envíos y que este medio de transporte suministraba al menos un tercio de la cocaína que llegaba al mercado estadounidense. Las armadas de Colombia, México y Guatemala también han decomisado algunos de estos narcosubmarinos, que además de haber sido localizados en el Pacífico igualmente han sido detectados en el Caribe y el Atlántico. Fabricados de forma artesanal en la selva, quizás el episodio más llamativo fue el de haber encontrado uno de ellos en el interior de Ecuador, en las aguas de un río.
Su innovación técnica ha sorprendido con frecuencia a los funcionarios antinarcóticos. Muchos de estos autopropulsados narcosubmarinos llegan a medir quince metros, están hechos de materiales sintéticos y fibra de vidrio y han sido diseñados para reducir la detección por radar o infrarrojos. Ha habido modelos también con sistemas de navegación GPS para poder repostar carburante y recibir comida en citas convenidas a lo largo del trayecto.
Localización por GPS
El desarrollo y generalización del GPS también ha servido a los narcotraficantes para introducir mayores innovaciones. Un procedimiento, por ejemplo, ha sido rellenar con droga un recipiente en forma de torpedo –como un sumergible, pero esta vez sin tripulación–, unido a una boya y un emisor de señal. El contenedor puede albergar hasta siete toneladas de cocaína y se sujeta al fondo de un barco mediante un cable. Si el barco es interceptado, simplemente puede dejar caer el contenedor a más profundidad, para luego ser recuperado por otra embarcación gracias al localizador satelital. Esto hace extremadamente difícil a las autoridades capturar la droga y detener a los traficantes.
El sistema de navegación GPS también se usa para depositar cargas de droga en puntos de las aguas territoriales de Estados Unidos, donde pueden ser recogidos por embarcaciones de recreo o por un reducido grupo de personas sin levantar sospechas. El paquete conteniendo la cocaína es recubierto con varias capas de material y luego todo ello es impermeabilizado con un tipo de espuma. El paquete se coloca dentro de una bolsa de lona que se deposita en el fondo del mar para luego ser recuperado por otras personas.
Como indica la DEA en su informe de 2017, “esto demuestra cómo las organizaciones narcotraficantes han evolucionado sus métodos para llevar a cabo las transacciones de cocaína utilizando tecnología”. Y cita el ejemplo de organizaciones que “transportan kilos de cocaína en paquetes impermeables hasta una predeterminada localización y la fijan al lecho del océano para que sea luego retirada por otros miembros de la organización que tienen la localización GPS”, lo que “permite a los miembros de organizaciones de narcotráfico compartimentar su trabajo, separando a quienes hacen el transporte marítimo de los distribuidores en tierra firme”.
Viaje de la cocaína desde Sudamérica a Estados Unidos en 2017 [DEA] |
Riesgo terrorista
La posibilidad de que estos métodos de muy difícil detección sean utilizados para introducir armas o puedan formar parte de operativos terroristas preocupa a las autoridades estadounidenses. El vicealmirante retirado James Stravidis, exjefe del Comando Sur de Estados Unidos, ha alertado del potencial uso especialmente de los sumergibles “para transportar más que solo narcóticos: el movimiento de dinero en metálico, armas, extremistas violentos o, en el peor extremo del espectro, armas de destrucción masiva”.
A este riesgo se refirió también el contralmirante Joseph Nimmich cuando, como comandante del Grupo Sur de Trabajo Conjunto Interagencias, se enfrentó al surgimiento de los sumergibles. “Si puedes transportar diez toneladas de cocaína, puedes transportar diez toneladas de cualquier cosa”, declaró a The New York Times.
Según este periódico, la elaboración furtiva de submarinos caseros se desarrolló primero en Sri Lanka, donde el grupo rebelde de los Tigres Tamiles los utilizó en su enfrentamiento con las fuerzas gubernamentales. “Los tamiles pasarán a la historia como la primera organización terrorista en desarrollar armas submarinas”, aseguró el Ministerio de Defensa de Sri Lanka. En 2006, como afirma el NYT, “un paquistaní y un esrinlanqués facilitaron planos a los colombianos para construir semisumergibles que fueran rápidos, silenciosos y de materiales baratos y comúnmente al alcance”.
A pesar de ese origen, en última instancia relacionado con los rebeldes Tamil, y de la potencialidad terrorista que presentan los sumergibles utilizados por los carteles de droga, lo cierto es que Washington no ha reportado evidencias de que los nuevos métodos de transporte de droga desarrollados por los grupos de crimen organizado estén siendo usados por actores extremistas de otro cariz. No obstante, EEUU mantiene alta la guardia dado el elevado índice de envíos de cargamentos que llegan a su destino sin detección.
[1] REICH, S., & Dombrowski, P (2017). The End of Grand Strategy. US Maritime Pperations in the 21st Century. Cornell Univesity Press. Ithaca, NY. Pág. 143-145
Did the Provisional IRA lose its ‘Long War’? Why are dissident Republicans fighting now?
ESSAY / María Granados Machimbarrena
In 1998, the Belfast Agreement or Good Friday Agreement marked the development of the political relations between Northern Ireland and the United Kingdom. Several writers, politicians and academics claimed the British had won the ‘Long War’.(1)
However, according to other scholars and politicians(2), the armed struggle has not left the region. The following paper delves into the question as to whether the war is over, and attempts to give an explanation to the ultimate quest of dissident Republicans.
On the one hand, Aaron Edwards, a scholar writing on the Operation Banner and counter- insurgency, states that Northern Ireland was a successful peace process, a transformation from terrorism to democratic politics. He remarks that despite the COIN being seen as a success, the disaster was barely evaded in the 1970s.(3) The concept of ‘fighting the last war’, meaning the repetition of the strategy or tactic that was used to win the previous war(4), portrays Edward’s critique on the Operation. The latter was based on trials and tests undertaken in the post-war period, but the IRA also studied past interventions from the British military. The insurgents’ focus on the development of a citizen defence force and the support of the community, added to the elusive Human Intelligence, turned the ‘one-size-fits-all’ British strategy into a failure. The British Army thought that the opponents’ defeat would bring peace, and it disregarded the people-centric approach such a war required. The ‘ability to become fish in a popular sea’, the need to regain, retain and build the loyalty and trust of the Irish population was the main focus since 1976, when the role of the police was upgraded and the Army became in charge of its support. The absence of a political framework to restore peace and stability, the lack of flexibility, and the rise of sectarianism, a grave socio-economic phenomenon that fuelled the overall discontent, could have ended on a huge disaster. Nonetheless, Edwards argues the peace process succeeded because of the contribution of the Army and the political constraints imposed to it.(5)
In 2014, writer and veteran journalist Peter Taylor claimed that the British had won the war in Northern Ireland. He supported his statement through two main arguments: the disappearance of the IRA and the absence of unity between Northern Ireland and the Republic of Ireland. Former Minister Peter Robinson (DUP Party) firmly rejected the idea of such a union ever occurring: ‘It just isn't going to happen’. Ex-hunger striker Gerard Hodgins was utterly unyielding in attitude, crying: ‘We lost. (...) The IRA are too clever to tell the full truth of what was actually negotiated. And unionists are just too stupid to recognise the enormity of what they have achieved in bringing the IRA to a negotiated settlement which accepts the six-county state.’ They were all contested by Sinn Fein President Gerry Adams, a political fighter and defender of a united Ireland, and Hutchinson, who stated that the republicans were fighting a cultural battle to eradicate Britishness. He agreed that the war had changed in how it was being fought, “but it is still a war” he concluded.(6) Former IRA commander McIntyre disagrees, in his book he suggests that the PIRA(7) is on its death bed. So is the army council that plotted its campaign. ‘If the IRA ever re-emerges, it will be a new organisation with new people’.(8)
There is an important point that most of the above-mentioned leaders fail to address: the so- called cultural battle, which is indeed about the conquest of ‘hearts and minds’. Scholars(9) find there is a deep misunderstanding of the core of republicanism among politicians and disbelievers of the anti-GFA groups’ strength. In fact, there has been an increase on the number of attacks, as well as on the Provisional movement’s incompetence. Historical examples show that the inability to control the population, the opponent’s motivation, or the media leads to defeat. E.g.: C.W. Gwynn realised of the importance of intelligence and propaganda, and H. Simson coined the term ‘sub-war’, or the dual use of terror and propaganda to undermine the government.(10) T.E. Lawrence also wrote about psychological warfare. He cited Von der Goltz on one particular occasion, quoting ‘it was necessary not to annihilate the enemy, but to break his courage.’(11)
On the other hand, Radford follows the line of Frenett and Smith, demonstrating that the armed struggle has not left Northern Ireland. There are two main arguments that support their view: (1) Multiple groups decline the agreement and (2) Social networks strengthen a traditional-minded Irish Republican constituency, committed to pursue their goals.
In the aftermath of the GFA, the rejectionist group PIRA fragmented off and the RIRA was born. The contention of what is now called RIRA (Real IRA) is that such a body should always exist to challenge Great Britain militarily. Their aim is to subvert and to put an end to the Peace Process, whilst rejecting any other form of republicanism. Moreover, their dual strategy supported the creation of the political pressure group 32CSM.(12) Nonetheless, after the Omagh bombing in 1998, there was a decline in the military effectiveness of the RIRA. Several events left the successor strategically and politically aimless: A new terrorism law, an FBI penetration, and a series of arrests and arms finds.(13) In spite of what seemed to be a defeat, it was not the end of the group. In 2007, the RIRA rearmed itself, an on-going trend that tries to imitate PIRA’s war and prevents the weaponry from going obsolete. In addition, other factions re-emerged: The Continuity IRA (CIRA), weaker than the RIRA, was paralysed in 2010 after a successful penetration by the security forces. Notwithstanding, it is still one of the richest organisations in the world. Secondly, the Oglaigh na hEireann (ONH) is politically aligned with the RSF and the RNU. They have not been very popular on the political arena, but they actively contest seats in the council.(14)
In 2009, the Independent Monitoring Commission acknowledged an increase in ‘freelance dissidents’, who are perceived as a growing threat, numbers ranging between 400-500. The reason behind it is the highly interconnected network of traditional republican families. Studies also show that 14% of nationalists can sympathetically justify the use of republican violence. Other factors worth mentioning include: A growing presence of older men and women with paramilitary experience; an increase of coordination and cooperation between the groups; an improvement in capability and technical knowledge, evidenced by recent activities.(15)
In 2014, a relatively focused and coherent IRA (‘New IRA’) emerged, with poor political support and a lack of funding, but reaching out to enough irredentists to cause a potential trouble in a not so distant future.
Conclusion
Von Bülow predicted: ‘[Our consequence of the foregoing Exposition, is, that] small States, in the future, will no more vanquish great ones, but on the contrary will finally become a Pray to them”.(16) One could argue that it is the case with Northern Ireland.
Although according to him, number and organisation are essential to an army,(17) the nature of the war makes it difficult to fight in a conventional way.(18) Most documents agree that the war against the (P)IRA must be fought with a counterinsurgency strategy, since, as O’Neill thoughtfully asserts, ‘to understand most terrorism, we must first understand insurgency.’ In the 1960s, such strategies began to stress the combination of political, military, social, psychological, and economic measures.(19) This holistic approach to the conflict would be guided by political action, as many scholars put forward in counterinsurgency manuals (e.g.: Galula citing Mao Zedong’s ‘[R]evolutionary war is 80 per cent political action and only 20 per cent military’.(20) Jackson suggests that the target of the security apparatus may not be the destruction of the insurgency, but the prevention of the organisation from configuring its scenario through violence. Therefore, after the security forces dismantle the PIRA, a larger and more heavy response should be undertaken on the political arena to render it irrelevant.(21)
One of the main dangers such an insurgency poses to the UK in the long term is the re-opening of the revolutionary war, according to the definition given by Shy and Collier.(22) Besides, the risks of progression through repression is its reliance on four fragile branches, i.e.: Intelligence, propaganda, the secret services and the police.(23) The latter’s coordination was one of the causes of the fall of the PIRA, as aforementioned, and continues to be essential: ‘(...) these disparate groups of Republicans must be kept in perspective and they are unlikely, in the short term at least, to wield the same military muscle as PIRA (...), and much of that is due to the efforts of the PSNI, M15 and the British Army’ maintains Radford. Thus, ‘Technical and physical intelligence gathering are vital to fighting terrorists, but it must be complemented by good policing’.
Hence, unless the population is locally united; traditional, violent republican ideas are rejected, and the enemy remains fragmented, the remnants of the ‘Long War’ are likely to persist and cause trouble to those who ignore the current trends. There is an urgent need to understand the strong ideology behind the struggle. As the old Chinese saying goes: ‘It is said that if you know your enemies and know yourself, you will not be imperilled in a hundred battles’.(24)
1. Writer and veteran journalist Peter Taylor, Former Minister Peter Robinson (DUP Party), ex-IRA hunger striker Gerard Hodgins, and former IRA commander and Ph.D. Anthony McIntyre.
2. M. Radford, Ross Frenett and M.L.R. Smith, as well as PUP leader Billy Hutchinson and Sinn Fein President Gerry Adams.
3. Edwards, Aaron. “Lessons Learned? Operation Banner and British Counter-Insurgency Strategy” International Security and Military History, 116-118.
4. Greene, Robert, The 33 Strategies of War. Penguin Group, 2006.
5. Edwards, Aaron. l.c.
6. Who Won the War? [Documentary]. United Kingdom, BBC. First aired on Sep 2014.
7. Provisional IRA
8. McIntyre, Anthony. Good Friday: The Death of Irish Republicanism, 2008.
9. E.g.: R. Frenett, M. L. R. Smith.
10. Pratten, Garth. “Major General Sir Charles Gwynn: Soldier of the Empire, father of British counter- insurgency?” International Security and Military History, 114-115.
11. Lawrence, T. E. Seven Pillars of Wisdom: A Triumph. New York: Anchor, 1991.
12. ‘The 32 County Sovereignty Movement’
13. For instance, Freddie Scappatticci, the IRA’s head of internal security, was exposed as a British military intelligence agent in 2003.
14. Radford, Mark. ‘The Dissident IRA: Their “War” Continues’ The British Army Review 169: Spring/ Summer 2017, 43-49 f.f.
15. ‘Terrorists continue to plot, attack and build often ingenious and quite deadly devices’ Ibidem.
16. Von Bülow, Dietrich Heinrich. ‘The Spirit of the Modern System of War’. Chapter I, P. 189. Cambridge University Press, Published October 2014.
17. Von Bülow, D.H., l.c. P. 193 Chapter II.
18. Indeed, some authors will define it as an ‘unconventional war’. E.g.: ‘revolutionary war aims at the liquidation of the existing power structure and at a transformation in the structure of society.’ Heymann, Hans H. and Whitson W. W., ‘Can and Should the United States Preserve A Military Capability for Revolutionary Conflict?’ Rand Corporation, Santa Monica, Ca., 1972, p. 5.p. 54.
19. O’Neill, Board E. Insurgency and Terrorism: From Revolution to Apocalypse. Dulles, VA: Potomac Books, 2005. Chapter 1: Insurgency in the Contemporary World.
20. Galula, David. Counterinsurgency Warfare: Theory and Practice. London: Praeger, 1964.
21. Jackson, B. A., 2007, ‘Counterinsurgency Intelligence in a “Long War”: The British Experience in Northern Ireland.’ January-February issue, Military Review, RAND Corporation.
22. ‘Revolutionary War refers to the seizure of political power by the use of armed force’. Shy, John and Thomas W. Collier. “Revolutionary War” in Peter Paret, ed. Makers of Modern Strategy: From Machiavelli to the Nuclear Age. Princeton, NJ: Princeton Univ. Press, 1986.
23. Luttwak, Edward. (2002). Strategy: The Logic of War and Peace. Cambridge, US: Belknap Press.
24. Sun Tzu. The Art of War. Attack By Stratagem 3.18.
Bibliography
Edwards, Aaron. Lessons Learned? Operation Banner and British Counter-Insurgency Strategy International Security and Military History, 116-118.
Galula, David. Counterinsurgency Warfare: Theory and Practice. London: Praeger, 1964.
Greene, Robert. The 33 Strategies of War. Penguin Group, 2006.
Heymann, Hans H. and Whitson W. W.. Can and Should the United States Preserve A Military Capability for Revolutionary Conflict? (Rand Corporation, Santa Monica, Ca., 1972), p. 5.p. 54.
International Monitoring Commission (IMC), Irish and British governments report on the IRA army council’s existence, 2008.
Lawrence, T. E. Seven Pillars of Wisdom: A Triumph. New York: Anchor, 1991.
Luttwak, Edward. Strategy: The Logic of War and Peace. Cambridge, US: Belknap Press, 2002.
McIntyre, Anthony. Good Friday: The Death of Irish Republicanism, 2008.
O’Neill, Board E.. Insurgency and Terrorism: From Revolution to Apocalypse. Dulles, VA: Potomac Books, 2005.
Pratten, Garth. Major General Sir Charles Gwynn: Soldier of the Empire, father of British counter-insurgency? International Security and Military History, 114-115.
Radford, Mark. The Dissident IRA: Their ‘War’ Continues The British Army Review 169: Spring/Summer 2017, 43-49.
Ross Frenett and M.L.R. Smith. IRA 2.0: Continuing the Long War—Analyzing the Factors Behind Anti-GFA Violence, Published online, June 2012.
Sepp, Kalev I.. Best Practices in Counterinsurgency. Military Review 85, 3 (May-Jun 2005), 8-12.
Sun Tzu, S. B. Griffith. The Art of War. Oxford: Clarendon Press, 1964. Print.
Taylor, Peter. Who Won the War? [Documentary]. United Kingdom, BBC. First aired on Sep 2014.
Thompson, Robert. Defeating Communist Insurgency. St. Petersburg, FL: Hailer Publishing, 2005.
Von Bülow, Dietrich Heinrich. The Spirit of the Modern System of War. Cambridge University Press, Published October 2014.
ESSAY / Blake Bierman
The Common Foreign, Security, and Defense Policy (CFSDP) of the European Union today acts a chameleonic hybrid of objectives and policies that attempt to resolve a plethora of threats faced by the EU. In a post 9/11 security framework, any acting policy measure must simultaneously answer to a wide array of political demands from member states and bureaucratic constraints from Brussels. As a result, the urgent need for consolidation and coherency in a common, digestible narrative has evolved into a single EU Global Strategy that boldly attempts to address today’s most pressing security whilst proactively deterring those of tomorrow. In this analysis, I will first present a foundational perspective on the external context of the policy areas. Next, I will interpret the self-perception of the EU within such a context and its role(s) within. Thirdly, I will identify the key interests, goals, and values of the EU and assess their incorporation into policy. I will then weigh potential resources and strategies the EU may utilize in enacting and enforcing said policies. After examining the aforementioned variables, I will end my assessment by weighing the strengths and weaknesses of both the EU’s Strategic Vision and Reflection Paper while identifying preferences within the two narratives.
EU in an External Context: A SWOT Analysis
When it comes to examining the two perspectives presented, the documents must be viewed from their correlative timelines. The first document, “From Shared Vision to Common Action: Implementing the EU Global Strategy Year 1,” (I will refer to this as the Implementation paper) serves as a realist review of ongoing action within the EU’s three policy clusters in detailing the beginning stages of integrated approach and outlook towards the internal-external nexus along with an emphasized role of public diplomacy in the mix. On the other hand, the second document, “Reflection Paper on the Future of European Defense,” (I will refer to this as the Reflection paper) acts more so as a planning guide to define the potential frameworks for policies going forward into 2025. Once these documents are viewed within their respective timelines, a balanced “SWOT” analysis can assess the similarities and divergences of the options they present. Overwhelmingly, the theme of cooperation acts as a fundamental staple in both documents. In my opinion, this acts a force for unification and solidarity amongst member states from not only the point of view of common interest in all three policy areas, but also as a reminder of the benefits in the impact and cost of action as prescribed in the UN and NATO cases. Both documents seem to expand the EU’s context in terms of scope as embracing the means and demands for security in a global lens. The documents reinforce that in a globalized world, threats and their responses require an approach that extends beyond EU borders, and therefore a strong, coherent policy voice is needed to bring together member states and allies alike to defeat them.
Examining the divergences, much is left to be desired as far as the risks and opportunities are presented. In my perspective, I believe this was constructed purposefully as an attempt to leave the both areas as open as possible to allow for member states to interpret them in the context of their own narratives. In short, member state cohesion at literally every policy inroad proves to be the proverbial double-edged sword as the single largest risk and opportunity tasked by the organization. I think that the incessant rehashing of the need to stress state sovereignty at every turn while glamorizing the benefits of a single market and economies of scale identifies a bipolar divide in both documents that seems yet to be bridged by national sentiments even in the most agreeable of policy areas like diplomacy. The discord remains all but dependent on the tide of political discourse at the national level for years to come as the pace maker to materialize sufficient commitments in everything from budgets to bombs in order to achieve true policy success.
Who is the EU? Self-Perception and Potential Scenarios
After understanding the external context of the EU policy areas, we now turn to the element of self-perception and the roles of the EU as an international actor. Examining the relationship between the two stands as a crucial understanding of policy formulation as central to the core identity to the EU and vice versa. In this case, both documents provide key insight as to the position of the EU in a medium-term perspective. From the Implementation Paper, we see a humbled approach that pushes the EU to evolve from a regional, reactionary actor to a proactive, world power. The paper hones in on the legal roots and past successes of an integrated approach outside EU borders as a calling to solidify the Union’s mark as a vital organ for peace and defense. The paper then broadens such an identity to incorporate the elements of NATO and the UN cooperation as a segmenting role for member states contributions, such as intelligence collection and military technology/cyber warfare. In the Reflection Paper, I think the tone and phrasing speak more to the self-perceptions of individual citizens. The emotive language for the promotion of a just cause attitude stands reinforced by the onslaught of harmonizing buzzwords throughout the paper and the three scenarios such as “joint, collaborative, solidarity, shared, common, etc.”. In my perspective, such attempts draw in the need to reinforce, protect, and preserve a common identity both at home and abroad. This formation speaks to the development of both military and civilian capabilities as a means of securing and maintaining a strong EU position in the global order while supplementing the protection of what is near and dear at home.
Policy Today: Interests, Goals, and Values
When developing a coherent line of key interests, goals, and values across three focal policy structures, the EU makes strategic use of public perception as a litmus test to guide policy narratives. In the Reflection Paper, indications clearly point to a heightened citizen concern over immigration and terrorism from 2014-2016 taking clear priority over economic issues as the continent recovers. Such a reshuffling may pave the way for once-apprehensive politicians to reexamine budgeting priorities. Such a mandate could very well be the calling national governments need to allocate more of their defense spending to the EU while also ramping up domestic civilian and military infrastructure to contribute to common policy goals. Extending this notion of interest-based contributions over to the goals themselves, I think that member states are slowly developing the political will to see that a single market for defense ultimately becomes more attractive to the individual tax payer when all play a part. As the Reflection Paper explains, this can be translated as free/common market values with the development of economies of scale, boosted production, and increased competition. In each of the three scenarios outlined, the values act as matched components to these goals and interests. Therefore, readers retain a guiding set of “principles” as the basis for the plan’s “actions” and “capabilities.” The alignment of interests, goals, and values remains a difficult but necessary target in all policy areas, as the final results have significant influence over the perception of publics that indirectly vote the policies into place. In my perspective, a lack of coherence between the three and the policies could be a potential pitfall for policy objectives as lost faith by the public may sink the voter appetite for future defense spending and action.
Making it Happen: Resources and Strategies
As the balance between the EU’s ways and means become a focal point for any CFSDP discussion, I wanted to enhance the focus between the resources and strategies to examine the distribution between EU and member state competencies. When it comes to resources in all three policy areas, individual member states’ own infrastructures become front and center. Even in the “collaborative” lens of a 21st century EU, foreign affairs, defense, and security mainly revolve as apparatuses of a state. Therefore, in order to achieve a common strategy, policy must make a concerted effort to maximize collective utilization of state assets while respecting state sovereignty. In the Reflection paper, an attempt to consolidate the two by bolstering the EU’s own defense budget acts as a middle ground. In this regard, I think the biggest opportunity for the EU to retain its own resources remains in technology. States are simply more eager to share their military tech than they are their own boots on the ground. Similarly, technology and its benefits are more easily transferrable between member states and the EU. Just as well, selling the idea of technology research to taxpayers that may one day see the fruits of such labor in civilian applications is an easier pill to swallow for politicians than having to justify the use of a state’s limited and precious human military capital for an EU assignment not all may agree with. A type of “technological independence” the third scenario implies would optimally direct funding in a manner that balances state military capacity where it acts best while joining the common strategy for EU technological superiority that all member states can equally benefit from.
Narratives and Norms: A Final Comparison
After reviewing the progress made in the Implementation Paper and balancing it with the goals set forth in the Reflection paper, it remains clear that serious decisions towards the future of EU CFSDP still need to be made. The EU Global Strategy treads lightly on the most important topics for voters like immigration and terrorism that remain works in progress under the program’s steps for “resilience” and the beginnings of an integrated approach. That being said, my perspective in this program lens remains that the role and funding of public diplomacy unfortunately remains undercut by the giant umbrella of security and defense. To delve into the assessment of counterterrorism policy as a solely defensive measure does a disservice to the massive, existing network of EU diplomatic missions serving abroad that effectively act as proactive anti-terrorism measures in themselves. At the same time, supplementing funding to public diplomacy programs would take some of the pressure off member states to release their military capabilities for joint use. In this facet, I empathize with the member state politician and voter in their apprehensiveness to serve as the use of force in even the most justifiable situations. A refocus on funding in the diplomacy side is a cost effective alternative and investment that member states can make to reduce the likelihood that their troops will need to serve abroad on behalf of the EU. The success of diplomacy can be seen in areas like immigration, where the Partnership Framework on Migration has attempted to work with countries of origin to stabilize governments and assist civilians.
Turning the page to the Reflection Paper, I think much is left to be desired in terms of the development of the three scenarios. Once again, the scenario parameters are purposefully vague to effectively sell the plan to a wide variety of narratives. At the same time, I found it reprehensible that despite the massive rhetoric to budgetary concerns, none of the three scenarios incorporated any type of estimate fiscal dimension to compare and contrast the visions. Obviously, the contributions of member states will vary widely but I think that a concerted campaign to incentivize a transparent contribution table in terms financing, military assets, diplomatic assets, or (ideally) a combination of the three would see a more realpolitik approach to what the EU does and does not possess in the capacity to achieve in these policy areas. Ultimately, I believe that Scenario C “Common Defense and Security” retains the most to offer member states while effectively balancing the contributions and competencies equally. I think that the scenario utilizes the commitments to NATO and reinforces the importance of technological independence. As such, the importance of a well-defined plan to develop and maintain cutting-edge technology in all three policy areas cannot be overstated and, in my opinion, will become not only the most common battlefield, but also the critical one as the world enters into a 21st century of cyber warfare.
WORKS CITED
European Union. (2016). From Shared Vision to Common Action: The EU’s Global Strategic Vision: Year 1.
European Union. (2016). Reflection Paper on the Future of European Defense.
La Flota fue restaurada en 2008 debido a las alianzas geopolíticas de Venezuela
De las fuerzas navales de EEUU, la Sexta y la Séptima Flota –con base el Mediterráneo y en el Golfo Pérsico, respectivamente– son las que tradicionalmente más han aparecido en las noticias. Usualmente la Cuarta Flota pasa desapercibida. De hecho, apenas cuenta con personal, y cuando necesita barcos debe tomarlos prestados de otras unidades. Sin embargo, su restauración en 2008, después de haber sido desactivada en 1950, indica que Washington no quiere descuidar la seguridad en el Caribe frente a los movimientos de Rusia y China.
▲El USS Dwight D. Eisenhower llegando en 2010 a Mayport, Florida [US Navy]
ARTÍCULO / Dania del Carmen [Versión en inglés]
La Cuarta Flota es parte del Comando Sur de Estados Unidos. Está ubicada en Mayport, Florida, y su área de operaciones son las aguas que bañan América Central y del Sur. Los barcos que tienen su base en Mayport no pertenecen estrictamente a la base y en la actualidad no existe ninguno desplegado en las aguas de la región. El personal estacionado en la flota es de aproximadamente 160 personas, incluyendo militares, civiles federales y contratistas. Trabajan en el cuartel general del Comando Sur de las Fuerzas Navales de EEUU (USNAVSO). El comandante del Comando Sur es también comandante de la Cuarta Flota, actualmente el contraalmirante Sean S. Buck.
Originalmente se estableció en 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, para proteger a EEUU de acciones navales de Alemania, tanto ataques de superficie, como de operaciones de bloqueo e incursión de submarinos. Tras terminar la guerra en 1945, la FOURTHFLT se mantuvo activa hasta 1950. En ese momento, su área de operaciones fue entregada a la Segunda Flota, que acababa de establecerse para apoyar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).[1]
La Cuarta Flota fue reactivada en 2008, durante la presidencia de George W. Bush, como reacción a posibles amenazas derivadas del sentimiento anti-estadounidense promovido por el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Durante ese tiempo, Venezuela recibía préstamos de Rusia para la compra de armas y para el desarrollo militar venezolano. En 2008 Venezuela realizó un ejercicio naval conjunto con Rusia en el Caribe como forma de apoyo a las intenciones rusas de aumentar su presencia geopolítica, en contrapeso al poder de Estados Unidos.
El hecho de que Nicaragua, Bolivia y Ecuador tuvieran una ideología similar a la de Venezuela reforzó el convencimiento de Washington de reactivar la flota, como recordatorio de que EEUU mantenía su interés en ser el único poder militar en el hemisferio occidental. Aunque el territorio de EEUU difícilmente podía verse amenazado, prevenir cualquier situación de riesgo en el libre acceso al Canal de Panamá ha sido una tarea permanente para el Comando Sur. En los últimos años, Rusia ha buscado expandir su presencia militar en las Américas, a través de relaciones particulares con Cuba y Nicaragua, mientras que China ha incrementado sus inversiones en el área del Canal de Panamá.
Actividad actual
Según indica la página web de USNAVSO/FOURTHFLT en su apartado de “misión”, la Cuarta Flota “emplea fuerzas marítimas en operaciones cooperativas de seguridad marítima para mantener el acceso, mejorar la interoperabilidad y establecer asociaciones duraderas que fomenten la seguridad regional en el área de responsabilidad del USSOUTHCOM”. Como se ha mencionado, cuando se asignan barcos y otros equipos a SOUTHCOM y la Cuarta Flota, estos son provistos por otros comandos de la Armada estadounidense con responsabilidades geográficas más amplias, con base en otras partes del mundo[2].
La FOURTHFLT tiene tres líneas principales de actuación: operaciones de seguridad marítima, actividades de cooperación de seguridad y operaciones de contingencia.
—En cuanto a sus operaciones de seguridad marítima, actualmente proporciona fuerzas marítimas a la Interagency Task Force South (JIATF South) en apoyo de la Operación MARTILLO. La JIATF South “realiza operaciones de detección y monitoreo (D&M) en toda su área operativa conjunta para facilitar la interdicción del tráfico ilícito en apoyo de la seguridad nacional y de la nación socia”. Utiliza los recursos de la Cuarta Flota o emplea temporalmente otros activos, como el USS George Washington Carrier Strike Group o naves individuales de otras flotas como Norfolk, VA Fleet Forces Command o la Tercera Flota, con sede en San Diego, California. Por su parte, la Operación MARTILLO está dirigida principalmente a combatir el tráfico internacional de drogas, mejorar la seguridad regional y promover la paz, la estabilidad y la prosperidad en América Central y del Sur. Como parte de la Operación MARTILLO, en una operación conjunta con la Guardia Costera de los EEUU, el USS Vandegrift detuvo en 2014 a un buque sospechoso frente a las costas de América Central. El personal de seguridad encontró casi dos mil libras de cocaína. Más recientemente, en enero de 2015, el USS Gary y la Guardia Costera de EEUU decomisaron más de 1,6 toneladas de cocaína de una embarcación rápida. Sin embargo, la ausencia de activos dedicados de la Cuarta Flota demuestra que sus misiones antinarcóticos son una prioridad menor para la Armada de EEUU, aunque son significativamente menos exigentes, desde el punto de vista operativo.
—En lo que respecta a las actividades de cooperación de seguridad, los dos principales eventos de participación con otras naciones son los ejercicios UNITAS y PANAMAX. UNITAS se concibió en 1959 y se realizó por primera vez en 1960. Es un ejercicio anual cuyo propósito es demostrar el compromiso de Estados Unidos con la región y con el mantenimiento de relaciones sólidas con sus socios. PANAMAX se remonta a 2003 y se ha convertido en uno de los ejercicios de entrenamiento multinacionales más grandes del mundo. Se centra principalmente en garantizar la defensa del Canal de Panamá, una de las infraestructura más estratégicas y económicamente importantes del mundo..
—Por último, la Flota siempre está lista para llevar a cabo operaciones de contingencia: básicamente asistencia humanitaria y ayuda en casos de desastre. El buque hospital de la Armada de EEUU viaja regularmente por toda el área del Caribe y América Central para proporcionar apoyo humanitario. En el marco del programa Continuing Promise 2015, el buque Comfort visitó un total de 11 países, desde Guatemala hasta Dominica, llevando a cabo procedimientos como cirugía general, cirugía oftalmológica, servicios veterinarios y capacitación en salud pública. El buque participó previamente en los programas de 2007, 2009 y 2011.
Objetivos cumplidos a coste razonable
Como parte integrada del Comando Sur, la Cuarta Flota ha actuado en operaciones humanitarias importantes, como la respuesta al terremoto en Haití en enero de 2010. La FOURTHFLT tuvo el comando naval en la Operación Respuesta Unificada, que fue la mayor respuesta de contingencia en asistencia humanitaria y ayuda en desastres.
El presupuesto para esas misiones no depende solo de la Marina, como declaró un portavoz del Comando Sur, sino que también hay una contribución de recursos de “otras entidades estadounidenses, como la Guardia Costera y la agencia de Aduanas y Protección Fronteriza, las cuales también aportan plataformas y fuerzas, tanto marítimas como aéreas, que son clave para el apoyo de esas misiones. Por lo tanto, estamos buscando un buen contrapeso de gasto-recompensa”.
Además desarrollar actuaciones humanitarias efectivas, a un coste económico limitado, la Cuarta Flota no deja de cumplir también el propósito de que Estados Unidos tenga una presencia militar significativa en el Hemisferio Occidental ante los ojos de los Estados latinoamericanos y caribeños, y también de superpotencias como Rusia y China.
1. La Segunda Flota se desactivó en 2011 y se restableció en 2018.
2. REICH, Simon and DOMBROWSKI, Peter. The End of Grand Strategy. US Maritime Operations In the 21st Century. Cornell University Press. Ithaca, NY, 2017. p. 144
[Simon Reich and Peter Dombrowski, The End of Grand Strategy. US Maritime Operations In the 21st Century. Cornell University Press. Ithaca, NY, 2017. 238 pages]
RESEÑA / Emili J. Blasco [Versión en inglés]
El concepto de Gran Estrategia no es unívoco. En su sentido más abstracto, utilizado en el campo de la geopolítica, la Grand Strategy se refiere a los imperativos geopolíticos de un país y determina aquello que necesariamente debe hacer un Estado para conseguir su propósito primario y fundamental en su relación con otros, normalmente en términos de poder. En un menor grado de abstracción, la Gran Estrategia se entiende como el principio que debe regir el modo con que un país afronta los conflictos del escenario internacional. Es lo que, en el caso de Estados Unidos, suele denominarse Doctrina de un presidente y aspira a crear una norma para la respuesta, especialmente la militar, que deba darse a los retos y amenazas que se presenten.
Este segundo sentido, más concreto, es el utilizado en The End of Grand Strategy. Sus autores no cuestionan que haya imperativos geopolíticos que deban marcar una determinada actuación de Estados Unidos, constante en el tiempo, sino que se pretenda dar una respuesta estratégica única a la variedad de riesgos de seguridad con los que se enfrenta el país. “Las estrategias deben ser calibradas de acuerdo con las circunstancias operacionales. Existen en plural, no en una singular gran estrategia”, advierten Simon Reich y Peter Dombrowski, profesores de la Universidad de Rutgers y del Naval War College, respectivamente, y ambos expertos en asuntos de defensa.
Para ambos autores, “la noción de una gran estrategia supone la vana búsqueda de orden y coherencia en un mundo cada vez más complejo”, “la misma idea de una sola gran estrategia que sirve para todo tiene poca utilidad en el siglo XXI. De hecho, a menudo es contraproducente”.
A pesar de las doctrinas que en ocasiones se invocan en algunas presidencias, en realidad a menudo coexisten diferentes aproximaciones estratégicas en un mismo mandato o incluso hay específicas estrategias que trascienden presidencias. “Estados Unidos no favorece una estrategia dominante, ni puede hacerlo”, advierten Reich y Dombrowski.
“El concepto de gran estrategia se debate en Washington, en la academia y en los medios en 'singular' en lugar de en 'plural'. La implicación es que hay un camino para asegurar los intereses de Estados Unidos en un mundo complicado. Los que debaten incluso tienden a aceptar una premisa fundamental: que Estados Unidos tiene la capacidad de controlar acontecimientos, y que de esta forma se puede permitir no ser elástico ante un entorno estratégico cambiante y cada vez más desafiante”, escriben los dos autores.
El libro examina las operaciones militares estadounidenses en lo que va de siglo, centrándose en las operaciones navales. Como potencia marítima, es en ese dominio donde la actuación de EEUU tiene mayor expresión estratégica. El resultado de ese examen es una lista de seis estrategias, agrupadas en tres tipos, que EE.UU. ha operado de modo “paralelo” y “por necesidad”.
1. Hegemonía. Se apoya en el dominio global de Estados Unidos: a) las formas primacistas están comúnmente asociadas al unilateralismo estadounidense, que en el siglo XXI ha incluido la variante neoconservadora del nation building (Irak y Afganistán); b) estrategia de liderazgo o “seguridad cooperativa” está basada en la coalición tradicional en la que Estados Unidos asume el papel de primer inter pares; busca asegurar una mayor legitimidad a las políticas estadounidenses (ejercicios militares con socios de Asia).
2. Patrocinio. Implica la provisión de recursos materiales y morales en apoyo de políticas básicamente defendidas e iniciadas por otros actores: a) estrategias formales, que están específicamente autorizadas por la ley y los protocolos internacionales (colaboración contra piratas y terroristas); b) estrategias informales, que responden a la petición de una coalición laxa de estados u otros emprendedores en lugar de estar autorizadas por organizaciones intergubernamentales (capturas en el mar).
3. Atrincheramiento: a) el aislacionismo quiere retirar las fuerzas estadounidense de las bases exteriores, reducir los compromisos de EEUU en alianzas internacionales y reasegurar el control estadounidense mediante un estricto control de la frontera (barrera contra el narcotráfico procedente de Sudamérica); b) contención, que implica participación selectiva o equilibrio desde fuera (Ártico).
La descripción de todas esas distintas actuaciones demuestra que, frente al enfoque teórico que busca un principio unificador, en realidad hay una variedad de situaciones, como saben los militares. «Los planificadores militares, por el contrario, reconocen que una variedad de circunstancias requiere un menú de elecciones estratégicas”, dicen Reich y Dombrowski. “La política estadounidense, en la práctica, no replica ninguna estratégica única. Refleja todas ellas, con la aplicación de aproximaciones estratégicas diferentes, dependiendo de las circunstancias”.
Los autores concluyen que “si los observadores aceptaran que ninguna gran estrategia es capaz de prescribir respuestas a todos las amenazas a la seguridad de Estados Unidos, reconocerían necesariamente que el propósito primario de una gran estrategia es solo retórico –una declaración de valores y principios a los que les falta utilidad operacional”. “Por definición, el diseño arquitectónico de cualquier estrategia única y abstracta es relativamente rígido, si no estático de hecho –intelectual, conceptual, analítica y organizacionalmente. Y sin embargo se espera que esa única gran estrategia funcione en un contexto que reclama una enorme adaptabilidad y que rutinariamente castigo la rigidez (...) El liderazgo militar es mucho más consciente que los académicos o los políticos de este problema inherente».
¿Cuáles son los beneficios de una pluralidad de calibradas estrategias? Según los autores, subraya a los políticos y los ciudadanos los límites del poder de Estados Unidos, muestra que EEUU también está influido por fuerzas globales que no puede dominar del todo y atempera las expectativas sobre lo que puede conseguir el poder militar estadounidense.
Showing 51 to 60 of 74 entries.