Conflicto Marruecos-Argelia: papel de España y escenarios a medio plazo

Conflicto Marruecos-Argelia: papel de España y escenarios a medio plazo

ANÁLISIS

04 | 05 | 2022

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La rivalidad vecinal magrebí se ve afectada por la guerra de Ucrania y las necesidades energéticas de Europa, que a su vez reducen la autonomía estratégica de España

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Encuentro en Rabat el 7 de abril de 2022 entre el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el rey Mohamed VI [Puig de la Bellacasa]

En los últimos años, Marruecos ha emprendido un ambicioso programa armamentístico que puede convertirle en la principal potencia militar del Magreb. Este rearme tiene su origen, en primer lugar, en su compleja y cada vez más tensa relación con Argelia –ambos países han roto sus relaciones diplomáticas–, pero también en sus ambiciones expansionistas y de influencia regional.

Esta compleja situación no deja de salpicar a España, quien ha intentado reorientar su relación con Marruecos y Argelia en un esfuerzo de erigirse como mediador entre ambos países, para acabar recientemente mostrándose receptivo a las tesis de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. En la postura de España es necesario tomar en consideración las implicaciones energéticas del conflicto, dada su dependenciadel gas argelino, y ya que la actual guerra entre Rusia y Urania puede llevar a una reorientación de las políticas energéticas europeas en lo que al gas se refiere.

La relación diplomática entre Marruecos y Argelia nunca ha sido fácil. Partiendo de un estatus quo alcanzado hace tres décadas, poco a poco se ha ido deteriorando hasta llegar al actual momento de ruptura de relaciones diplomáticas.

Las razones que motivan la situación actual tienen su origen en el conflicto del Sáhara Occidental. Marruecos reclama el territorio desde que España lo abandonó en 1975, mientras que Argelia ha venido apoyando al Frente Polisario de Liberación Saharaui; como reacción a ese apoyo, Marruecos ha defendido en la ONU la autodeterminación del pueblo cabileño argelino, enfrentado con Argel. La relación, ya de por sí tensa, empeoró en mayo de 2021 con motivo del asesinato de tres civiles argelinos en la frontera entre el Sáhara Occidental y Mauritania, atribuido por Argelia a “las fuerzas de ocupación marroquíes”. Un incidente parecido, acaecido en 2020, llevó al Frente Polisario a terminar rompiendo el estatus quo de 1990 y reanudar ataques a objetivos marroquíes en la zona, lo que tuvo respuesta por parte de Marruecos.

Durante los últimos años del mandato de Bouteflika (1999-2019), Argelia intentó retomar su control sobre el Sáhara Occidental, como reacción a las aspiraciones regionalistas de Marruecos, materializadas en su reingreso en la Unión Africana en 2017 y en el aumento de sus relaciones diplomáticas con países vecinos.

Desde verano de 2021, cuando Argelia rompió relaciones con Marruecos, ambos países han experimentado una escalada de tensiones. Esta se tradujo en una ruptura definitiva de las relaciones con la decisión de Mohamed VI en enero de 2022 de que el embajador marroquí en Argel cesara en sus funciones, argumentando falta de interés argelina en recomponer la relación.

Dos han sido los hechos principales que han marcado la escalada de tensión entre ambos países. En primer lugar, el cierre del espacio aéreo para Marruecos por parte de Argelia en septiembre de 2021. Por otro lado, el cierre del gaseoducto Magreb-Europa (ramal que pasa de Argelia a Marruecos para llegar a Tarifa) en octubre del mismo año. Este movimiento ha implicado pérdidas de 200 millones de euros para Marruecos, pero ha afectado también a España, puesto que se nutre en su mayoría de gas argelino y ve cerrada una de las dos vías de llegada del suministro. Para suplir tal pérdida, se ha negociado un incremento del volumen de gas que llega directamente a España a través de Medgaz (tubo que enlaza Argelia con Almería y que es de menor capacidad, pues puede transportar 8.000 millones de metros cúbicos anuales frente a los 10.000 millones del otro ramal).

Es en este contexto en el que se sitúa el programa marroquí de refuerzo militar. Para entender este rearme, que tiene como objetivo asegurar la superioridad militar de Marruecos sobre Argelia, hay que remontarse a 2020, año en que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo un apoyo público explícito a la postura de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cambio de un acercamiento diplomático de Rabat al estado de Israel que ha resultado en un estrechamiento de lazos en temas de seguridad y defensa mutua.

El establecimiento de relaciones con Israel en diciembre de 2020 también han sido una de las razones para entender la posterior ruptura de relaciones por parte de Argelia en agosto de 2021, pues esta esos nuevos vínculos marroquíes como una amenaza a su seguridad nacional; en especial tras el memorándum de cooperación militar firmado en noviembre de 2021 entre el ministro de Defensa israelí Benny Gantz y el ministro de Defensa de Marruecos.

En respuesta a esta situación, Argelia ha aumentado su presencia en Mali a raíz de la retirada de tropas francesas y, por otro lado, se ha convertido en el tercer importador de armamento ruso. Cabe recordar que Francia ha finalizado recientemente la operación ‘Barkhane’ pero que, no por ello, puede concluirse que Europa está abandonando a Mali, sino solo reestructurando su presencia para continuar apoyando a Mali y a la región.

No obstante estos movimientos, diversos analistas resaltan que lo que más beneficia a ambos países es mantener el estatus quo, y que Argelia descarta en principio que la solución a esta situación pase por un conflicto armado.

Marruecos: estrategia política y pretensiones regionales

En primer lugar, cabe tomar en consideración las implicaciones del reconocimiento estadounidense de la “marroquinidad” del Sáhara. Este movimiento ha desplazado por completo el papel de las potencias europeas en su intento de mediación en el norte de África, pues puede permitir a Marruecos ir más allá de las relaciones de cooperación internacional Sur-Sur, siendo el eje central de las relaciones de cooperación entre Sahel-Magreb y Europa.

Por otro lado, los mercados en África cada vez son más atractivos para Occidente, así como de Rusia y China, por lo que ahora mismo Marruecos goza de una oportunidad de oro para perfilarse como líder regional. Asimismo, como propone el informe “Marruecos, el Estrecho de Gibraltar y la amenaza militar sobre España” recientemente publicado por el Instituto de Seguridad y Cultura, “la condición de aliado preferente de Estados Unidos perfila su imagen de Estado mediador y ejemplar para el resto de los países africanos en materia contraterrorista, diplomática y económica”.

A la hora de tratar las pretensiones marroquíes, dicho informe pone el énfasis en un período marcado por los dos hitos temporales de 1999 y 2017; esto es, desde la coronación de Mohamed VI hasta la reentrada de Marruecos en la Unión Africana. Si, en un primer momento, se estaba a la búsqueda de un liderazgo regional, actualmente se trataría de ir más allá mediante la consecución de un liderazgo suprarregional.

Para ello el reconocimiento de la marroquinidad del Sáhara Occidental ha sido de gran importancia. Gracias a las políticas de Mohamed VI desde 1999 hasta la actualidad, quince son ya los países que han reconocido sus pretensiones sobre esta zona.

No obstante, el verdadero punto de inflexión se da en 2019, puesto que, tras el reconocimiento estadounidense, Arabia Saudita fue el primer país en anunciar la apertura de un consulado en la zona, causando un efecto llamada. Esta decisión se encuadra en el contexto de la relación triangular de cooperación saudí-marroquí-estadounidense a través de IMAFT y del “desgaste interno de Argelia, los efectos del terrorismo en Nigeria, la guerra civil en Libia, la caída en desgracia de la diplomacia humanista sudafricana o un Egipto debatido entre la dependencia y la independencia de Oriente Medio”.

Marruecos, lejos de focalizarse en lo militar, busca el desarrollo de una estrategia integral basada en 3 aspectos: el político, el religioso y el económico. Los dos primeros se ven enmarcados en su sistema de gobierno, que le permite empatizar tanto con las repúblicas de fuerte salafismo suní como con las monarquías arábigas, lo cual, aunado al uso del francés, permite al país transmitir sus ideales e influencia de una forma entendible con la que es fácil de empatizar hasta en la República Democrática del Congo.

En lo que a la economía se refiere, Marruecos, quinta potencia de África, tiene como objetivo el liderazgoeconómico, aunque busca la diversificación de recursos; los fosfatos del Sáhara Occidental serán clave para este éxito. Además, debido al cierre fronterizo con Argelia, para lograr sus objetivos, el tránsito de mercancías por el Sáhara Occidental es vital, lo que ha implicado una mayor inversión en infraestructuras por parte de Rabat y el desarrollo de un proyecto con Nigeria (país reconocedor de la marroquinidad del Sáhara) para dotar de gas a toda Europa, el conocido como complejo Nador Med Wers, cercano a Melilla y capaz de competir con Algeciras o Barcelona. No obstante, para ello el Reino Alauí debe garantizar un ejército moderno capaz de luchar contra el terrorismo, mantener la inmigración a raya y lograr el éxito del capitalismo de Estado.

Finalmente, en lo militar cabe destacar el “Plan Quinquenal 2017-2022”, que busca modernizar el ejército, reducir la dependencia del extranjero para la adquisición de armamentos, y desbancar a Argelia como potencia regional.

España y Marruecos: relación e intereses europeos

La relación de Marruecos con España se ha caracterizado recientemente por una creciente tensión que parece haber llegado a un valle de relativa calma con el anuncio del presidente del Gobierno de España sobre el Sáhara Occidental.

En lo que respecta a España, desde Rabat se señalaba la labor de la ministra de Asuntos Exteriores Arancha González Laya como la principal causa del empeoramiento de las relaciones entre ambos países. A la entrada en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para recibir asistencia médica en Logroño, se respondió desde Marruecos con una incursión de inmigrantes hacia Ceuta y Melilla. España trató de reconducir la deteriorada situación con el relevo de la titular de Asuntos Exteriores. No obstante, la publicación ‘The North African Post’ echó en cara al Ejecutivo español una actitud contradictoria pues, poco después de ser destituida, la ya exministra fue condecorada con “la más prestigiosa distinción civil”.

Tras la llegada en julio de 2021 de su sustituto, José Manuel Albares, desde España se tendió una mano a la cooperación; si bien es cierto que Marruecos acogió con esperanza el cambio, en enero de 2022 criticó que España mantuviera sus relaciones económicas y de cooperación en la lucha contra la inmigración y el terrorismo sin ceder un ápice en la cuestión del Sáhara Occidental.

Los inicios para Albares no fueron fáciles, destacando el intento fracasado de mediar entre Argelia y Marruecos en el Foro Unión por el Mediterráneo en Barcelona, encuentro al que ambas partes declinaronasistir para, en su lugar, participar en el Foro China-África celebrado en Dakar, en realidad de mayor importancia debido a la creciente inversión del país asiático en el continente. Sin embargo, algunos medios tanto españoles como extranjeros, resaltaron la labor del Rey Felipe VI, quien en la recepción del cuerpo diplomático marroquí en el mes de enero insistió en desarrollar una relación más sólida entre ambos países.

Por su parte, Francia ha acompañado la activa participación de sus empresas en Marruecos con una temprana apuesta por una autonomía del Sáhara Occidental dentro de Marruecos. En cuanto a la reconciliación alemana, cabe recordar que el 28 de febrero de 2021, Berlín suspendió sus relaciones con la embajada de Rabat con motivo de profundas discrepancias sobre el Sáhara Occidental. A pesar de las buenas relaciones económicas habidas entre ambos países (véase las ayudas de 1.390 millones de euros que Alemania dio a Marruecos con motivo de la pandemia Covid-19), Alemania criticó la decisión tomada por Washington de reconocer la autonomía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Sin embargo, Berlín ha reconducido la relación, y en enero de este año se reconoció el importante papel de Marruecos como puente entre el Norte y el Sur, mientras se empezaba a ver con buenos ojos el plan de autonomía elaborado de cara al Sáhara Occidental.

La postura de la Unión Europea se puede ver con claridad con motivo del Foro UA-UE de febrero de 2022. Cabe recordar que este implicó un pequeño revés para España en sus relaciones con Marruecos, puesto que Pedro Sánchez fue el único líder allí presente que se dirigió a Brahim Ghali, líder del Frente Polisario. La cumbre era de especial importancia, puesto que España compartiría una mesa de debate con Marruecos. Para la UE, la presente reunión era particularmente relevante en tanto en cuanto se buscaba frenar la influencia económica de China en África, así como acercar posturas. De hecho, entre los temas que se debatieron se cuentan algunos relacionados con agricultura, lucha antiterrorista, cambio climático, la crisis sanitaria y, sobre todo, el acuerdo de ayudas por 150.000 millones de euros para los próximos 7 años. Finalmente, cabe tomar en consideración que en lo relativo a España, tras el incidente con Ghali, desde Marruecos se criticaba, una vez más, la ambigüedad de las actuaciones españolas: Rabat apreciaba los intentos de Albares de estrechar lazos, pero decía que sus actuaciones echaban “por tierra” las buenas intenciones.

En este contexto, previo al anuncio de disposición a reconocer un régimen de autonomía para el Sáhara Occidental en un marco de soberanía marroquí, cabe tomar en consideración las reclamaciones territoriales del país magrebí. Tras el paso dado por España, desde Marruecos se declaró que lo siguiente sería reabrir el tema de Ceuta y Melilla. Dos años después del reconocimiento estadounidense en diciembre de 2021, Rabat acordó con Israel el desarrollo de bases militares cercanas a Ceuta y Melilla (en concreto en Tánger y Nador), estrechando así su relación estratégica. A esto, España respondió en febrero de 2022 en el Congreso que, en caso de haber un conflicto con Marruecos por esas dos plazas españolas “actuaría con firmeza”.  Así mismo, el 23 de marzo, Marruecos publicó en la página web de su embajada en Madrid un mapa actualizado del país incluyendo el Sáhara Occidental junto con la anexión de ambas ciudades.

Más sucintamente, en lo relativo a Canarias, habrá que estar atentos a cómo afecta una posible modificación del mapa marroquí, puesto que, de integrar el Sáhara Occidental, el espacio de 250 millas náuticas reclamadas por Marruecos chocaría con las aguas de soberanía canaria, por no decir que se podría entrar a la disputa de montes volcánicos submarinos ricos en recursos como el plomo.

España y Marruecos: relación e intereses europeos

La relación de Marruecos con España se ha caracterizado recientemente por una creciente tensión que parece haber llegado a un valle de relativa calma con el anuncio del presidente del Gobierno de España sobre el Sáhara Occidental.

En lo que respecta a España, desde Rabat se señalaba la labor de la ministra de Asuntos Exteriores Arancha González Laya como la principal causa del empeoramiento de las relaciones entre ambos países. A la entrada en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para recibir asistencia médica en Logroño, se respondió desde Marruecos con una incursión de inmigrantes hacia Ceuta y Melilla. España trató de reconducir la deteriorada situación con el relevo de la titular de Asuntos Exteriores. No obstante, la publicación ‘The North African Post’ echó en cara al Ejecutivo español una actitud contradictoria pues, poco después de ser destituida, la ya exministra fue condecorada con “la más prestigiosa distinción civil”.

Tras la llegada en julio de 2021 de su sustituto, José Manuel Albares, desde España se tendió una mano a la cooperación; si bien es cierto que Marruecos acogió con esperanza el cambio, en enero de 2022 criticó que España mantuviera sus relaciones económicas y de cooperación en la lucha contra la inmigración y el terrorismo sin ceder un ápice en la cuestión del Sáhara Occidental.

Los inicios para Albares no fueron fáciles, destacando el intento fracasado de mediar entre Argelia y Marruecos en el Foro Unión por el Mediterráneo en Barcelona, encuentro al que ambas partes declinaronasistir para, en su lugar, participar en el Foro China-África celebrado en Dakar, en realidad de mayor importancia debido a la creciente inversión del país asiático en el continente. Sin embargo, algunos medios tanto españoles como extranjeros, resaltaron la labor del Rey Felipe VI, quien en la recepción del cuerpo diplomático marroquí en el mes de enero insistió en desarrollar una relación más sólida entre ambos países.

Por su parte, Francia ha acompañado la activa participación de sus empresas en Marruecos con una temprana apuesta por una autonomía del Sáhara Occidental dentro de Marruecos. En cuanto a la reconciliación alemana, cabe recordar que el 28 de febrero de 2021, Berlín suspendió sus relaciones con la embajada de Rabat con motivo de profundas discrepancias sobre el Sáhara Occidental. A pesar de las buenas relaciones económicas habidas entre ambos países (véase las ayudas de 1.390 millones de euros que Alemania dio a Marruecos con motivo de la pandemia Covid-19), Alemania criticó la decisión tomada por Washington de reconocer la autonomía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Sin embargo, Berlín ha reconducido la relación, y en enero de este año se reconoció el importante papel de Marruecos como puente entre el Norte y el Sur, mientras se empezaba a ver con buenos ojos el plan de autonomía elaborado de cara al Sáhara Occidental.

La postura de la Unión Europea se puede ver con claridad con motivo del Foro UA-UE de febrero de 2022. Cabe recordar que este implicó un pequeño revés para España en sus relaciones con Marruecos, puesto que Pedro Sánchez fue el único líder allí presente que se dirigió a Brahim Ghali, líder del Frente Polisario. La cumbre era de especial importancia, puesto que España compartiría una mesa de debate con Marruecos. Para la UE, la presente reunión era particularmente relevante en tanto en cuanto se buscaba frenar la influencia económica de China en África, así como acercar posturas. De hecho, entre los temas que se debatieron se cuentan algunos relacionados con agricultura, lucha antiterrorista, cambio climático, la crisis sanitaria y, sobre todo, el acuerdo de ayudas por 150.000 millones de euros para los próximos 7 años. Finalmente, cabe tomar en consideración que en lo relativo a España, tras el incidente con Ghali, desde Marruecos se criticaba, una vez más, la ambigüedad de las actuaciones españolas: Rabat apreciaba los intentos de Albares de estrechar lazos, pero decía que sus actuaciones echaban “por tierra” las buenas intenciones.

En este contexto, previo al anuncio de disposición a reconocer un régimen de autonomía para el Sáhara Occidental en un marco de soberanía marroquí, cabe tomar en consideración las reclamaciones territoriales del país magrebí. Tras el paso dado por España, desde Marruecos se declaró que lo siguiente sería reabrir el tema de Ceuta y Melilla. Dos años después del reconocimiento estadounidense en diciembre de 2021, Rabat acordó con Israel el desarrollo de bases militares cercanas a Ceuta y Melilla (en concreto en Tánger y Nador), estrechando así su relación estratégica. A esto, España respondió en febrero de 2022 en el Congreso que, en caso de haber un conflicto con Marruecos por esas dos plazas españolas “actuaría con firmeza”.  Así mismo, el 23 de marzo, Marruecos publicó en la página web de su embajada en Madrid un mapa actualizado del país incluyendo el Sáhara Occidental junto con la anexión de ambas ciudades.

Más sucintamente, en lo relativo a Canarias, habrá que estar atentos a cómo afecta una posible modificación del mapa marroquí, puesto que, de integrar el Sáhara Occidental, el espacio de 250 millas náuticas reclamadas por Marruecos chocaría con las aguas de soberanía canaria, por no decir que se podría entrar a la disputa de montes volcánicos submarinos ricos en recursos como el plomo.

Reconocimiento del Sáhara Occidental, energía y cambio de paradigma

A raíz del inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania –y antes del reconocimiento del plan de autonomía marroquí– todo parecía indicar que España podía jugar un papel clave en las nuevas exigencias de seguridad energética de la Unión Europea debido a su posición privilegiada con Argelia. De hecho, se apuntaba a que la relación con Argelia iría viento en popa, puesto que España, de la mano de Europa, intentaría mediar con Marruecos para rebajar sus tensiones con Argelia, mientras que este último país podría devenir en alternativa al gas ruso. Eso se vinculaba también a la necesidad de no tener más conflictos activos o potenciales más allá de la guerra de Ucrania.

Sin embargo, a la luz del reconocimiento de España del Sáhara Occidental, muchos son los interrogantes que se abren. Desde España, tanto Pedro Sánchez como Albares afirman haber puesto fin a un conflicto de 46 años con Marruecos, estrechando lazos entre ambos países y cumpliendo con la legalidad internacional vigente (la resolución 2602 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas decide prorrogar el mandato de la MINURSO y encontrar una solución justa, viable y duradera para el Sáhara Occidental). Por otro lado, en la carta enviada por el jefe del Gobierno español al rey Mohamed VI, se hacen alusiones a la importancia que reviste que ambos países estén unidos, a sus conexiones culturales y la necesidad de construir una relación basada en la “transparencia y comunicación permanente”. Entre otras cosas, Sánchez deja ver que le gustaría reunirse con el monarca, respuesta que se esclarecería el día 30 de marzo.

Como se puede observar, los grandes damnificados por este acuerdo no son otros que Argelia y el Frente Polisario. Las relaciones entre España y Argelia han empeorado tras el acercamiento a Rabat por parte de Madrid, como era de esperar, temiéndose incluso un posible corte de suministro de gas a España a través del gaseoducto de Medgaz, recientemente ampliado con motivo del cierre del gaseoducto Magreb Europa. Sin embargo, desde el Gobierno se afirma que, a pesar de que Argelia llamó a consultas a su embajador de Madrid, el suministro está asegurado, ya que económicamente España ofrece precios muy competitivos y es clave para que Argel pueda diversificar su cartera de clientes y llegar a Europa.

Por otro lado, en lo relativo al Frente Polisario, Brahim Ghali condena la postura adoptada por España, e insiste en que la soberanía del Sáhara Occidental es del pueblo saharaui, afirmando que las autoridades españolas han vuelto a cometer una traición como la de 1975, puesto que se ha actuado ilegítimamente. Además, si bien es cierto que el Gobierno afirmó tener asegurado el suministro de gas, desde Argel se han tensado las relaciones, por lo que España corre el riesgo de perder su papel central como suministrador de gas a Europa, en detrimento de Italia.

Finalmente, cabe señalar que España y Marruecos han decidido cooperar en el ámbito energético: Madrid permitirá que gas natural licuado adquirido por Rabat llegue a plantas del sur de España y que luego circule por el tubo Magreb-Europa a Marruecos.

Mirada a un futuro cercano

A la luz de lo analizado en las presentes líneas, cabe desarrollar brevemente qué escenarios pueden plantearse. Tomando a Argelia, España, Marruecos y a la Unión Europea como los actores principales, pueden considerarse los eventos que siguen como los más relevantes:

  • Empeoramiento de la relación entre Argelia y Marruecos (rearme y ruptura de las relaciones diplomáticas).
  • Reconciliación Marruecos-España por el reconocimiento del Sáhara Occidental y empeoramiento de las relaciones con Argelia (y en consecuencia con el Frente Polisario).
  • Cooperación de Alemania y la Unión Europea con Marruecos, haciendo énfasis en la búsqueda de alternativas energéticas.
  • Militarización de Marruecos y búsqueda de un liderazgo regional, como puente entre África y Europa y ampliando sus relaciones a países de Oriente Medio como Israel.

En este contexto, el reconocimiento del Sáhara Occidental por parte de España parece más parte de una estrategia orquestada por Europa, desde donde ahora se busca garantizar un suplemento energético alternativo a Rusia, a la par que seguir la línea de Washington con respecto a su actuación en el Norte de África. Así mismo, España, recordemos, juega un papel central en esta ecuación puesto que es un país puente entre Europa y el norte de África. El reconocimiento del Sáhara implica una desescalada de tensiones entre Europa y Marruecos, garantizando una relación poco conflictiva con un líder regional. Por otro lado, todo tipo de conflicto con Argelia parece carente de sentido, puesto que, para su economía, la venta de su energía a Europa es de vital importancia. No obstante, para garantizar un suplemento de gas estable y sin mayores problemas, primero hay que controlar la cuestión marroquí. De esta manera, Argelia se ve forzada a ceder y cooperar por el bien de su economía, mientras que Europa se lleva un socio fuerte y estable y adquiere cierta influencia sobre otro de los líderes regionales como es Argelia.

Un conflicto entre Argelia y Marruecos es improbable. Este, aunque podría ocurrir, acabaría afectando a España y por consiguiente la Unión Europea, lo cual no convendría a ninguna de las partes. Europa ha establecido fuertes lazos garantistas con Marruecos y busca hacer lo propio con Argelia y su gas. Habrá que ver cómo avanza el conflicto de Ucrania y cómo se resuelve, pero, por el momento, ambos países tienen oportunidades de negocio que no pueden dejar escapar. Sin embargo, si bien es cierto que la dotación de recursos que puede dar el Sáhara Occidental a Marruecos perjudicaría a Argelia, a ninguno de los dos países le compensa un conflicto a gran escala.

Seguidamente, aunque más probable, no parece que de aquí a unos meses Marruecos vaya a realizar incursiones en Ceuta y Melilla para reclamar esas plazas. Recordemos que, junto con la cuestión canaria, ahora es el momento en que España debe entrar a negociar y defender sus intereses. Ahora mismo, estamos en un punto de presentación de intenciones y llegar a acuerdos. España ha cedido en un aspecto para comenzar a hablar, pero la soberanía de su territorio es innegociable. Puede ser que, en cuanto a la soberanía de las millas náuticas, Marruecos consiga imponerse. Menos probable sería que, a riesgo de generar un conflicto mayor, Marruecos intente presionar fomentando incursiones migratorias en Ceuta y Melilla.

Todo parece indicar que lo más probable es que en estos meses hayamos llegado a una meseta de relativa calma, pero muchas negociaciones. España ha frenado la escalada y Europa parece haber contenido a Argelia. Si bien es cierto que las tensiones entre Marruecos y Argelia seguirán ahí, y que no parece que en el corto medio plazo, ambas naciones se dispongan a retomar relaciones, cooperar y reabrir el gaseoducto Magreb-Europa, lo más probable parece que a resultas de lo que pueda debatirse en las negociaciones sobre el suelo saharaui, Argelia se posicione en contra de las reclamaciones marroquíes intentando que sus derechos sobre el territorio saharaui se vean mermados, o postergando al máximo su posesión final sobre la zona.

Evidentemente, se apoyará el cambio de postura de Brahim Ghali, quien deberá adaptarse a las nuevas circunstancias para defender los intereses de su pueblo. Por otro lado, en esta fase de negociación le toca a España garantizar su soberanía e intereses respecto de Ceuta y Melilla y las Canarias. Seguramente Marruecos haga por amenazar a ambas ciudades o incluso impulse algún traspase masivo de las vallas fronterizas generando una crisis puntual. Así mismo, España también intentará actuar en línea con los intereses europeos en el marco de las necesidades energéticas derivadas de la guerra en Ucrania.

España debe ser inteligente con respecto a cómo se posiciona y a favor de qué. El movimiento de Argelia de amenazar con convertir a Italia en el centro neurálgico de transmisión de gas hacia Europa parece dejar ver a España como la posible gran perdedora de este conflicto.

En otras palabras, aunque ahora toca ver cómo se desarrollan los acontecimientos, parece que estamos ante una potencial victoria pírrica de España, pues, si bien es cierto que calma tensiones con Marruecos, pierde una gran baza con Argelia, siendo la Unión Europea la gran beneficiada de toda esta situación. Sin llegar a pensar que Europa haya ignorado completamente los intereses españoles en la determinación de su postura, la situación obliga a España a de jugar muy bien sus cartas si no quiere salir perjudicada.