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Ignacio Ferrero: “El propósito de la empresa no es sólo ganar dinero”

El Decano de la Facultad de Económicas de la Universidad de Navarra explica la importancia de la ética en el ejercicio empresarial y afirma que ética y economía necesariamente se han de llevar bien, “porque son inseparables”

CULTURA, LIDERAZGO Y COMUNICACIÓN /  ALBERTO ANDREU


Decano de la Facultad de Económicas y Profesor de Ética... ¿La pregunta está servida: ¿cómo se lleva la economía en general, con la ética? Lo pregunto porque algunos (muchos) piensan que no se puede ganar dinero siendo ético... como si hablar de economía ética fuera un oxímoron

Entiendo que cuando me preguntas sobre economía te refieres a la actividad económica o más bien a la actividad empresarial. Pues necesariamente se han de llevar bien, es decir, son inseparables. Toda actividad, toda decisión libre del ser humano es ética, hay una dimensión moral en la que se puede valorar la responsabilidad personal en la decisión y en las consecuencias posteriores. La clave es que desde una perspectiva ética esas decisiones estén bien tomadas. En principio no hay ninguna incompatibilidad en ganar dinero y ser ético. El problema es saber cómo ganar dinero haciendo las cosas bien, empleando los medios razonables, por eso me gusta matizar el principio de la maximización del beneficio (que según los modelos económicos garantizan la asignación eficiente de los recursos y eso es muy bueno) añadiendo bien un adjetivo el beneficio razonable, o un adverbio maximizar razonablemente el beneficio. La palabra razonable tiene muchas implicaciones, porque quiere decir muchas cosas: respetar los derechos humanos y las leyes, tratar a los empleados y a todos los stakeholders con dignidad, salario justo, condiciones dignas en el trabajo, facilitando la conciliación y el desarrollo integral de todos, proporcionando bienes o servicios buenos, seguros, útiles, que contribuyan al bien común y respeten el medio ambiente, que sean sostenibles, en competencia leal, precios razonables, y un largo etcétera.


Como los conceptos son importantes, y como estamos en la universidad, siempre me ha quedado la duda de saber cuál es la diferencia entre ética e integridad. ¿O son conceptos equivalentes?

La ética es una ciencia que estudia el comportamiento humano para saber tomar decisiones acertadas, buenas, que hagan al mundo mejor, empezando por la persona que toma la decisión. La integridad es una cualidad de la persona que manifiesta que sus decisiones son coherentes con sus valores, que actúa en conciencia y es consecuente, que no se deja llevar por intereses cortoplacistas

"Es bueno maximizar el beneficio; la cuestión es hacerlo de modo razonable, es decir, haciendo las cosas bien”

 

o egoístas, sino que me mantiene coherente a sus valores, en todos los ámbitos posibles de sus decisiones. La ética guarda relación con la integridad, porque esa reflexión intelectual de la humanidad sobre el bien y el mal y cómo se aplican a nuestras acciones, nos facilitan porque nos dan argumentos, para ser íntegros.

Como sabes, a lo largo de mi carrera profesional me ha tocado implantar sistemas de gestión ética en las corporaciones, creando mecanismos y contrapesos para que las decisiones respondieran a una cierta ética corporativo. En tu opinión, qué es más importante para que podamos decir que una compañía es Ética... ¿la ética corporativa o la ética personal?

Me parece muy interesante la pregunta. Si tuviera que elegir entre las dos, como si fueran excluyentes, me decantaría por la ética personal porque es la única que existe en la realidad. Las decisiones que toman las personas son hechos y no palabras. Pero indudablemente para crear una cultura ética en la empresa son necesarias también las palabras, es decir, no son excluyentes, sino complementarias. Incluso se refuerzan una a la otra. Es conveniente, si no necesario, tener una cierta declaración de valores, que van a inspirar las decisiones posteriores, una misión y una visión, un propósito conocido y compartido, unos canales para que los empleados puedan elevar sus dudas, unos programas de formación que proporcionen a los empleados y directivos guías de actuación. Todas esas políticas acompañadas de la coherencia y el ejemplo de los directivos crean una sensibilidad y una conciencia ética que se respira en las organizaciones y que facilita que cale en la ética personal.

Si tuviésemos que hacer una suerte de auditoría ética en una empresa... ¿qué prácticas o comportamientos son las primeros que buscarías para poder decir que estas ante una empresa ética?

En la respuesta anterior he hecho un breve elenco de algunas prácticas éticas. No todas tienen la misma importancia, y responden a un cierto orden cronológico. Diría que lo primero es definir el propósito de la empresa, cual es la razón de ser de la empresa, y que no es sólo ganar dinero. Eso es un objetivo instrumental, necesario, pero no es lo que da sentido a la actividad humana. Si fuera así sería una mentalidad absolutamente empobrecedora del trabajo, perdiendo el significado del trabajo como fuente de sentido, satisfacción y felicidad para la vida personal. El propósito debe definir cuál es el servicio que se presta a la sociedad y cómo lo va a prestar. Este propósito, bien en la forma de la misión o de la visión, o sin más como propósito, debe ser coherente con los valores que la organización establece como referentes. Y de ahí, que es lo más general, a lo más particular: códigos de conducta y de gobierno, pautas en la formación de los trabajadores, cómo se resuelven los conflictos, que soporte y ayuda se da a los empleados para ayudarles con sus problemas, profesionales y personales, cómo se facilita que los empleados encuentren sentido a su trabajo (muy relacionado con el propósito de la empresa).

“Las decisiones que toman las personas son hechos y no palabras”


A poco de aprobarse la reforma del Código Penal con la introducción de la figura del compliance, la Fiscalía general del Estado emitió una circular en la que decía que lo verdaderamente importante no era que las empresas instaurasen un procedimiento completo de cumplimiento, sino que se asegurase una cultura de cumplimiento y de ética en la cultura corporativa y en toda la cadena de mando a la hora de tomar sus decisiones. Así que la pregunta es esta... ¿qué hay que hacer para instaurar la ética en la cultura corporativa y en el proceso de toma de decisiones?

Hace meses tuve una reunión con el Instituto de Cumplimiento y Ética para ver posibles colaboraciones conjuntas, y lo primero que les dije era que me gustaba que junto al cumplimiento venga la palabra ética. Claramente son muy importantes los procedimientos de cumplimiento, establecer las normas y pautas, canales y prácticas que aseguren de algún modo que los empleados van a hacer las cosas bien, van a tomar las decisiones adecuadas. Pero es todavía más necesario formar a las personas en la virtud de la prudencia, por la que aprendemos a aplicar los principios y normas generales a las situaciones particulares. Porque las circunstancias que concurren en cada decisión deben ser consideradas, y a veces esas particularidades hacen que la norma se aplique de un modo distinto. Los empleados deben tener la capacidad teórica y real, es decir formarles y permitirles, de aplicar la norma al caso concreto. Esto a veces implica una libertad, que puede parecer arbitrariedad, pero que no lo es, porque es la capacidad del ser humano de pensar y decidir. Si no, el problema de un mundo demasiado normativizado, intentado abarcar todas las posibles situaciones particulares, hace que perdamos humanidad, y que nos parezcamos cada vez más a los robots, que se mueven por protocolos marcados por algoritmos. Y un mundo dirigido por robots, por mucho que se desarrolle la inteligencia artificial, es inhumano. Nos jugamos mucho en la formación de las personas en el ejercicio de la prudencia.

En tu experiencia, y si tiramos de hemeroteca.... ¿cuáles son los casos o ejemplos más reveladores que te has encontrado donde los criterios éticos han prevalecido sobre los criterios económicos? ¿Y al contrario?

Hay un caso paradigmático que es la decisión que tomó Aaron Feuerstein, presidente de la empresa textil Malden Mills, localizada en un pequeño núcleo urbano de Massachussets (Lawrence) cuando una de sus fábricas se incendió y en lugar de cobrar los 300 millones de dólares del seguro y cerrar la empresa y retirarse, razonable con 76 años que tenía, pero decidió luchar, seguir adelante y reconstruir la empresa, manteniendo el sueldo íntegro de sus 3000, aunque algunos no tenían ni donde trabajar. Sus trabajadores triplicaron la productividad de la planta que no se incendió, haciendo horas extras, dándolo todo por la empresa. Eso es crear una comunidad de personas, que es lo que debe ser una empresa, en la que todos se sienten parte, se implican y son importantes.

Yendo a casos más recientes, hay empresas que tienen una cultura ética imponente, como Danone, Michelin, Patagonia, John Deere, Kellogs, Mondelez… pero incluso empresas muy reputadas pueden cometer grandes errores en otro momento. Tomemos el caso de Johnson and Johnson, que ganó una reputación buenísima hace 40 años con el famoso caso del Tylenol, un analgésico eficaz, seguro y muy consumido, pero que aparentemente empezó a provocar algunas muertes, siete, en Estados Unidos a comienzo de los 80. La empresa, aunque no estaba confirmada la conexión, retiró 30 millones de tabletas, provocando unas pérdidas de 100 millones. Luego se comprobó que un loco había contaminado algunas pastillas con cianuro, pero en muy pocas unidades. Su credo en aquella ocasión estuvo por encima de los beneficios. Esta misma empresa, por medio de una subsidiaria De Puy, lanzó al mercado europeo, hace unos 15 años, unas prótesis de cadera que no habían conseguido la autorización de la FDA (Food and Drugs Administration) americana para la comercialización de esas prótesis, pero que las vendió en el resto del mundo porque los requisitos son menos exigentes, además aprovechándose de una laguna legal, sabiendo que podían poner en riesgo la salud de muchas personas. Hace 10 años tuvo que retirar esas prótesis e indemnizar por valor de 4.000 millones de $ a muchos pacientes por haberles provocado daños. En esta ocasión la pérdida de beneficios por ir por el sistema más lento pero más seguro de conseguir la autorización, hizo que violaran el credo, que durante más de un siglo ha iluminado la empresa.

“Un mundo dirigido por robots, por mucho que se desarrolle la inteligencia artificial, es inhumano”

Y ya para terminar... ¿cuál ha sido la sorpresa más favorable que te has llevado dando clase de ética a tus alumnos? (La desfavorable, si te parece, la olvidamos)

Son muchas, la mayoría en forma de correos de alumnos que comentan al terminar la asignatura que le ha cambiado el modo de ver muchos aspectos de la empresa. Pero recibo aún más correos de antiguos alumnos, consultándome dudas que les surgen en el trabajo, porque quieren hacer las cosas bien. Creo que, evidentemente no sólo por mi asignatura, sino por el conjunto del proyecto formativo de la Facultad y de la Universidad de Navarra y del ejemplo del claustro y del personal de la Universidad, los alumnos salen de las aulas muy bien formados técnicamente, pero a la vez con un conjunto de virtudes y con el deseo real y eficaz de ser personas integras que buscan hacer este mundo mejor. Una alumna al terminar sus estudios vino a mi despacho para agradecer que en la universidad le habíamos enseñado a querer a las personas. Esta es la clave para acertar siempre en el ejercicio profesional y, en definitiva, en la vida.

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