La financiación china en Latinoamérica

La financiación china en Latinoamérica: De prestar a gobiernos a invertir en la compra de empresas

ANÁLISIS

10 | 05 | 2023

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Tras la pandemia, Pekín ha acentuado su apuesta por financiar la adquisición de compañías locales que le dan acceso directo al mercado latinoamericano

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Operaciones mineras de Antamira, compañía que extrae cobre en Perú y ha recibido créditos de bancos comerciales chinos [Antamina]

El interés de la República Popular de China en Latinoamérica surge en el marco de la estrategia ‘Going-Out’, nacida del informe presentado por el expresidente chino Jiang Zemin en el 14o Congreso del Partido Comunista de China de octubre de 1992. Así, la primera inversión china en la región se remonta al 1 de diciembre del mismo año: China Shougang Group, propiedad de la Comisión Supervisión y Administración de Bienes del Estado adquirió el 98,4% de las participaciones sociales de la compañía minera Hierro Perú, hoy denominada Shougang Hierro Perú S.A.A., por 118 millones de dólares estadounidenses (USD).

En el siglo XXI, China ha encontrado en Latinoamérica una región rica en recursos naturales tan básicos como el trigo o la soja y tan preciados como el petróleo, el gas, el cobre o el oro; un mercado de 650 millones de personas, con un Producto Interior Bruto (PIB) conjunto que alcanza un valor de 5,49 billones USD, y un ambiente geopolítico favorable, con algunos gobernantes socialistas alineados ideológicamente con la política exterior china (el ‘ciclo bolivariano‘) y el relativo abandono de la región por parte de Estados Unidos, más orientaado hacia Oriente Medio, Europa y Asia. Esto ha constituido una gran oportunidad para las principales iniciativas económicas chinas: la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, como es conocida en inglés), presentada en 2013, y la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), que aglutina a Asia-Pacífico y Australia y que entró en vigor el 1 de enero de 2022.

En 1998, el expresidente Jiang Zemin defendió la internacionalización de los préstamos chinos argumentando que África, Oriente Medio, Asia Central y América del Sur son amplias regiones en desarrollo con mercados muy grandes y recursos abundantes y que China debía aprovechar la oportunidad de entrar en ellas. Sin embargo, las préstamos y créditos bancarios chinos no llegaron a Latinoamérica hasta 2005; comenzaron ese año a través del Banco de Desarrollo de China (CDB), el Banco de Exportaciones e Importaciones de China (EIBC) y el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC), orientados hacia los sectores de las infraestructuras, la energía, la minería, el transporte y el inmobiliario.

Rápidamente, las financiaciones chinas resultaron ser más atractivas que aquellas provenientes de organismos internacionales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial (BM) y el Banco de Exportación e Importación de Estados Unidos (EXIM), porque no requerían reformas estructurales, ni políticas ni económicas o sociales. De 2005 a 2011, las instituciones bancarias chinas concedieron a la región líneas de financiación acumuladas de 83.805 millones USD, frente a los 66.933 millones USD del BID, los 53.364 millones del BM o los 1.302 millones del EXIM.

2005-2012: Primeras financiaciones multimillonarias

En 2005 y 2007 se cerraron los primeros acuerdos de financiación chinos en Latinoamérica: 201 millones USD otorgados por ICBC a la empresa brasileña Gerdau Açominas S.A. para la adquisición de equipamiento de acero, y 45 millones USD de EIBC al gobierno jamaicano para la construcción del centro de convenciones de Montego Bay. Pero no fue hasta la crisis financiera de 2008 cuando tuvieron lugar las primeras aportaciones valoradas en miles de millones de dólares. A esos préstamos y créditos multimillonarios chinos atienden las siguientes tablas, cuyo contenido procede de la base de datos sobre inversiones chinas de Boston University (en ellas no se incluyen los millonarios, pues son equiparables a los préstamos bancarios sindicados de entidades de crédito común).

En la primera tabla (2005-2012) destacan los fondos de CDB para el Banco de Desarrollo de Venezuela (Bandes) y Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA). La delicada situación política y la hiperinflación existente en el país pondrían en tela de juicio la viabilidad de su amortización; no obstante, se trata de entregas financieras a cambio de petróleo a futuro. Aunque la producción petrolera venezolana ha ido en descenso, se calcula que el Gobierno de Nicolás Maduro habría podido cancelar ya, a comienzos de 2023, cerca del 80% de la deuda contraída con Pekín en la última década y media.

De 2013 a 2019: La Franja y la Ruta ya es global

En un principio, la iniciativa BRI de Xi Jinping se focalizó en Asia, África y Europa. Sin embargo, los datos económicos reflejan su expansión también hacia Latinoamérica a través de las líneas de financiación tanto de bancos comerciales como de bancos institucionales (‘policy banks’) de China. En diciembre de 2021, 20 países latinoamericanos se adhirieron a la Franja y la Ruta con la firma de un memorando de entendimiento con China, si bien algunas de las infraestructuras contempladas ya se habían comenzado a construir con antelación.

En esos años las financiaciones multimillonarias se concentraron en Ecuador, México, Brasil, Argentina y, en especial, Venezuela, destinadas a la extracción e infraestructuras relacionadas con la minería y los recursos naturales. No obstante, en 2019, la financiación china en la región frenó hasta los 1.900 millones USD.

De 2020 hasta hoy: De la financiación pública a la privada

En 2020, China paralizó las financiaciones a Latinoamérica a través de sus ‘policy banks’, tras haber concedido más de 138.000 millones USD desde 2005. Aunque en 2021 volvió a haber financiación por esa vía, se trató de una cifra pequeña, ampliada en 2022 (201 y 804 millones USD, respectivamente), que no deja de reflejar un giro estratégico.

El motivo principal de tal cambio es la nacionalización de los préstamos chinos destinados al desarrollo y modernización de la industria tecnológica, energética y manufacturera del país, críticas para el bienestar económico de China y gravemente perjudicadas por la crisis del COVID-19. También, la interrupción o ralentización de las cadenas de suministro, así como la bajada del precio de las materias primas a nivel mundial durante la pandemia, pusieron en peligro los cobros íntegros préstamos garantizados con petróleo. No obstante, la ratio de solvencia de los países deudores de Latinoamérica ya comenzó a ser cuestionada antes por Tian Yunhai, actual asesor sénior de CDB, el ‘policy bank’ que más préstamos multimillonarios ha otorgado, pues en la Cumbre Internacional de Inversión en Infraestructuras y Construcción de Macao de 2018 confesó que CDB ha tenido problemas para satisfacer las demandas y expectativas de las empresas chinas y latinoamericanas, asociando dichos problemas al déficit fiscal y alto endeudamiento de los países de la región, cuya capacidad de asunción de nuevos préstamos es insuficiente.

Sin embargo, tal fenómeno no significa que China haya cesado en su interés económico o financiero en Latinoamérica, sino que ha cambiado su estrategia de financiación: en los últimos tres años, China ha detenido la financiación pública directa de sus bancos institucionales a gobiernos y empresas estatales latinoamericanos, pero ha intensificado la financiación, tanto desde bancos institucionales como comerciales, a empresas chinas o locales que ya operan en la región y que desean xpandirse y desarrollar sus proyectos en energía, minería e infraestructuras. También ha habido coordinación con bancos o fondos de capital privado regionales.

Por un lado, los bancos institutionales siguen tímidamente activos en las financiaciones directas a empresas en la región relacionadas con intereses económicos chinos. En 2019, CDB participó en un préstamo sindicado aportando 418 de los 652 millones USD otorgado a Autopistas Urabá, una empresa colombiana participada al 60% por China Harbour Engineering Company, y destinado a financiar un proyecto de autopistas en Colombia; EIBC, a través de CLAI Fund, financió a la china Three Gorges Corp parte de la adquisición del 83.6% de la mayor distribuidora de electricidad de Perú, Luz del Sur S.A.A, a la estadounidense SempraEnergy por 3.600 millones USD. En 2020, CDB otorgó un préstamo de 100 millones USD a Telecom Argentina, socio estratégico de Huawei en Latinoamérica, para adquirir equipamiento de telecomunicaciones.

En este cambio de marcha, también CDB y EIBC han realizado grandes inyecciones de capital en fondos de inversión y ’private equity’ con origen chino: China-LAC Industrial Cooperation Investment Fund (CLAI Fund), dirigido por CDB y China State Administration of Foreign Exchange, cuenta con un capital de 30.000 millones USD destinado a la inversión primaria en energía, minería, infraestructuras y cooperación financiera en Latinoamérica; y CLAC Fund, administrado por EIBC, cuenta con un capital de 10.000 millones USD, dirigido a la inversión en energía, agricultura, innovación tecnológica, infraestructuras y telecomunicaciones. Por ejemplo, en 2020, CLAI Fund financió al consorcio chino formado por Tongling Nonferrous Metals Group y China Railway Construction Corporation para el desarrollo de la mina de oro y cobre en Mirador a través de su filial local Ecuacorriente, S.A. con una inversión de 1.400 millones USD. Así, los bancos institucionales de China mantienen su actividad económica en la región utilizando empresas o fondos como vehículos financieros en lugar de financiar de forma directa a las administraciones o empresas públicas de Latinoamérica como hacían en 2005-2019.

Por otro lado, los bancos comerciales chinos (en especial, ICBC y Bank of China) están más activos, pero con financiaciones mucho más pequeñas, en destacadas operaciones. En 2019, ICBC y Agricultural Bank of China participaron en un préstamo sindicado, junto al Industrial Bank of Korea, valorado en 120 millones USD a InfraPartners Management LLP destinado a financiar la adquisición del 37% de la empresa de gas chilena GNL Mejillones. En 2020, ICBC otorgó un préstamo de 70 millones USD a State Grid International Development para financiar parte de su adquisición de la empresa Chilquinta Energía a la estadounidense Sempra Energy por 2.230 millones USD; China Construction Bank concedió otro de 16,6 millones USD a la eléctrica brasileña Eneva para aumentar su liquidez inmediata. En 2021, ICBC y Bank of China participaron en un crédito sindicado de 1.000 millones USD otorgado a la empresa peruana Minera Altamina, S.A. para el desarrollo de sus operaciones de extracción; ICBC participó en otro préstamo sindicado, de 45 millones USD, destinado a la  refinanciación de la empresa argentina Compañía General de Combustibles S.A.; ese mismo banco intervino en otro préstamo bimonetario sindicado, valorado en 100 millones USD, destinado a la refinanciación de Aeropuertos de Argentina 2000, S.A. En 2022, ICBC otorgó un préstamo de 56 millones USD a la mayor empresa cementera argentina, Loma Negra CIASA, a través de su filial en Dubái, tras concederle otro préstamo de 13,1 millones USD en 2020.

El crecimiento de la financiación privada ha provocado, en consecuencia, el aumento de las fusiones y adquisiciones (M&A) capitaneadas por empresas chinas en la región de forma exponencial con la apertura del ‘leveraged finance’ o apalancamiento: en 2020, el valor de los acuerdos chinos de fusiones y adquisiciones en Latinoamérica ascendió a 7.700 millones USD, más que los llevados a cabo por Estados Unidos y la Unión Europea juntos, destacando, en especial, la compra de la mayor empresa de electricidad chilena, Compañía General de Electricidad, S.A., por la china State Grid International Development, usualmente financiada por ICBC, a la española Naturgy, por 3.000 millones USD. En 2021, el valor agregado de dichos acuerdos se acercó a 6.000 millones USD. No obstante, tal fenómeno se debe, también, a que inversores occidentales están abandonando la región, con la venta de sus activos, mientras que el capital chino está dispuesto a asumir riesgos altos a cambio de beneficios económicos a largo plazo.

En conclusión, la nueva estrategia ‘dual circulation’ financiera de China, que está concentrando la financiación pública de sus bancos institucionales en impulsar la autosuficiencia económica del país mientras promueve la financiación privada de sus bancos comerciales o, más bien, su participación en préstamos sindicados junto a otras entidades de crédito internacionales de reconocida solvencia, posiblemente para atenuar y diversificar el riesgo financiero asumido en los años anteriores. A medida que las empresas occidentales continúen abandonando el frágil mercado de Latinoamérica, las empresas chinas apoyadas por sus bancos comercialesy fondos nacionales seguirán lanzándose a la caza de oportunidades relacionadas, en concreto, con la energía, la minería y las infraestructuras.

Futuro: La ‘trampa de la deuda’ y la crisis inmobiliaria en china

Se espera que la financiación privada en Latinoamérica continúe su curso, lo que pontenciará aún más las relaciones comerciales entre China y la región, cuyo valor creció de 12.000 millones USD a 315.000 millones USD en el periodo 2000-2020, y podría superar los 700.000 millones USD en 2035. Entre las negociaciones má recientes destaca el plan para que ICBC y Bank of China formen parte del préstamo sindicado a conceder en favor de China Electric Power Equipment and Technology Co, que planea invertir 1.100 millones USD para construir y operar el proyecto de mejoramiento de la Red Nacional 500 kV del Área Metropolitana de Buenos Aires, así como del préstamo sindicado a otorgar a la Corporación Nuclear Nacional China, que planea construir la central nuclear Atucha III, en la provincia de Buenos Aires, cuya inversión prevista asciende a 8.000 millones USD. Sin embargo, es muy poco probable que los fondos concedidos por los bancos comerciales chinos lleguen al volumen de aquellos que fueron otorgados por sus pares institucionales, pues no existe la misma disposición a asumir un riesgo crediticio excesivamente elevado.

Por otro lado, vista la actitud acreedora de China durante la pandemia, que otorgó periodos de gracia, suspensiones de deuda y reestructuraciones crediticias a Ecuador, Argentina y Venezuela (que representa el 45% de la deuda total de Latinoamérica para con los bancos institucionales chinos), se descarta que se llegue a una situación conocida como ‘trampa de la deuda’, por la que Pekín pueda hacerse con activos de un país como modo de cobrarse la deuda impagada.

Es más, a causa del alto endeudamiento y continuo valor de las materias primas que garantizan la amortización de los créditos y préstamos, a China no le conviene reclamar pagos inmediatos a primer requerimiento por ‘default’. A día de hoy, el gigante asiático observa a Latinoamérica como una región en desarrollo y gran proyección económica, el último lazo de la BRI y la posible extensión de RCEP, por tanto, no busca drenar sus recursos, asfixiar sus economías o perjudicar su viabilidad crediticia. Una situación peculiar, no obstante, se ha creado en Surinam, cuya deuda pública corresponde en un 17% a China; a diferencia de otros acreedores, Pekín no ha mostrado aún disposición a ninguna restructuración.

En cualquier caso, es crucial, no solo para la economía latinoamericana sino también para la economía mundial, seguir de cerca la evolución de la actual crisis inmobiliaria en China, un sector que ocupa el 30% de su PIB, cuyo colapso causaría un efecto contagio en el mercado financiero global: la agencia de calificación de riesgo Standard & Poor’s estima que los bancos chinos podrían perder 356.000 millones USD por impagos, ya que los créditos inmobiliarios representan cerca del 20% de los préstamos del sistema bancario chino. No obstante, queda lejos una situación similar a la crisis de las hipotecas ‘subprime’ de 2008 que asoló los mercados financieros mundiales, pues, en China, el gobierno tiene ‘vía libre’ para intervenir el sistema bancario u ordenar a los bancos chinos detener financiaciones al exterior para asistir o rescatar el mercado nacional.