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Pugna Polonia-Alemania por ganar influencia en la región europea entre el Báltico, el Adriático y el Mar Negro

La última cumbre de la Iniciativa de los Tres Mares (ITM) contó con la presencia del presidente de la Comisión Europea, lo que muestra un aval de Bruselas que hasta ahora no parecía completo. También contó con la asistencia de representantes alemanes, aunque Alemania no forma parte de ese club de doce naciones del Centro y Este de Europa. Polonia, respaldada por Estados Unidos, desea liderar el esfuerzo en curso para restar dependencia energética de esa región respecto al gas ruso; como reacción, Alemania ha anunciado una apuesta, de momento tímida, por importar de gas licuado de EEUU.  

ARTÍCULOPaula Ulibarrena

Los días 17 y 18 de septiembre de 2018 se desarrolló en Bucarest la tercera cumbre de la Iniciativa de los Tres Mares, cuyo objeto es el desarrollo económico del área de la Unión Europea (UE) entre los mares Báltico, Adriático y Negro. El encuentro tuvo la presencia de nueve jefes de Estado, dos presidentes de Parlamentos nacionales, un primer ministro y un ministro de Exteriores, junto con varios altos responsables europeos, encabezados por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker, y una nutrida representación alemana, así como dirigentes estadounidenses.

La Iniciativa de los Tres Mares (ITM, conocida en inglés como BABS-Initiative: Baltic, Adriatic, Black Sea) fue puesta en marcha en 2015 y está formada por doce países: Austria, Bulgaria, Croacia, República Checa, Estonia, Hungría, Lituania, Letonia, Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Eslovenia.

Según el Instituto Polaco de Asuntos Exteriores, las reticencias iniciales de la Unión Europea sobre la ITM parece que están superadas, ya que la cumbre fue respaldada por la Comisión Europea y por el Comisionado para política regional del Parlamento Europeo. De esta forma se reconoce el papel de la ITM en la cohesión y en el fortalecimiento de la UE.

La importancia del suministro de energía

Uno de las principales aspectos de que se ocupa la ITM es el energético. Su objetivo es tener un acceso ágil a la energía, pero también asegurando el suministro desde diversos puntos, para no depender de un solo proveedor, y además intentando jugar un papel de diversificación en el suministro a otras regiones europeas. En el momento actual sus esfuerzos se focalizan principalmente en el denominado proyecto BRUA que pretende abrir la posibilidad de transportar gas de la zona del mar Caspio a la frontera sur de Rumanía, y de ahí hasta la frontera noroeste de Rumanía con Hungría.

BRUA es acrónimo de Bulgaria, Rumanía, Hungría y Austria, y pretende diversificar el sistema de abastecimiento de gas natural en la región. “Estamos creando una red de distribución”, ha indicado Miguel Arias Cañete, comisario europeo de Energía y Cambio Climático; “no se trata sólo de un gran gasoducto clásico sino de pequeños gasoductos de flujo reversible que permiten enviar el gas en sentido sur, este, oeste, así que la región dispondrá de más fuentes de energía y de una energía más barata”.

El gasoducto BRUA sería, en alguna medida, un sustituto del fracasado proyecto Nabucco. Este proyecto consistía en el desarrollo de una capacidad de transporte de gas natural entre puntos existentes de interconexión con las redes de transporte de gas natural de Bulgaria (en Giurgiu) y Hungría (Csanadpalota), a través de la construcción de un nuevo gasoducto con una longitud total de 550 km, en la ruta Giurgiu-Podisor-Corbu-Hurezani-Hateg-Recas-Horia, y de tres estaciones compresoras ubicadas a lo largo de su recorrido (en Corbu, Hateg y Horia). Preveía alcanzar un flujo de gas de 4,4 millones de metros cúbicos al año en sentido Hungría, y 1,5 millones de metros cúbicos hacia Bulgaria.

El gaseoducto BRUA solo supondrá un tercio del flujo que hubiese aportado Nabucco, de modo que se minimiza el riesgo de pérdida de mercado para Rusia. El trazado que atraviesa Rumanía de este a oeste y de norte a sur, tiene un coste calculado de un total de 560 millones de euros. Rumanía prevé que las actividades de exploración del Mar Negro de la compañía OMV Petrom ExxonMobil podrían conducir al descubrimiento de nuevos yacimientos de gas natural. Para ello se contempla extender el gasoducto BRUA otros 300 kilómetros, de Giurgiu a los perímetros del Mar Negro.

Alemania envió a la cumbre como observador a su ministro de Asuntos Exteriores. El interés de Alemania es fortalecer su presencia económica en la región este de la UE, con el fin de prevenir el creciente peso de China, asegurarse el aporte energético y jugar un papel importante en la red de distribución de gas en el interior de Europa, en un contexto de conflicto por el suministro de gas ruso, y la dependencia que esto conlleva para los países europeos. En el momento actual se está finalizando la construcción del segundo oleoducto europeo del norte, conocido como proyecto NS2 (Nord Stream 2) que llevará gas licuado desde Vyborg (oeste de Rusia) hasta Greifswald, en la costa báltica de Alemania. Este proyecto siempre ha contado con la oposición de Estados Unidos, que ve con disgusto la dependencia energética de la UE respecto de Rusia, motivo por el que EEUU se inclina por potenciar la ITM como área de desarrollo y de entrada de fuentes energéticas no dependientes de Rusia.

 

Oleoducto BRUA, marcado en azul, y oleoductos TANAP (Turquía) y TAP (conexión con Grecia), ambos en negro, sobre imagen tomada de Google Maps

Gaseoducto BRUA, marcado en azul, y gaseoductos TANAP (Turquía) y TAP (conexión con Grecia), ambos en negro, sobre imagen tomada de Google Maps

 

Polonia entra en juego

Polonia se alinea con EEUU e intenta reducir la dependencia económica y energética de los países del este de Europa frente a Rusia. Pero también intenta reducir el peso de Alemania en la región; esto recuerda al Intermarium impulsado por Polonia en los años ente las dos guerras mundiales. La pretensión de Polonia es convertirse en un nuevo núcleo de distribución de gas para la UE, donde sus puertos servirían para el desembarco de gas natural licuado de origen estadounidense. Estos puertos se conectarían con el proyecto BRUA, sustituyendo a Ucrania como entrada de gas a la UE y a su vez sustituyendo el gas ruso por el estadounidense (9).

Precisamente este proyecto de la ITM, junto a la presión del presidente estadounidense, ha provocado la reacción de Berlín. La canciller alemana, Angela Merkel, contraatacó en octubre con el anuncio de que Alemania vuelve a abrir la puerta al gas estadounidense, al decidir cofinanciar la construcción de una terminal para barcos de gas natural licuado en el norte del país, por valor de 500 millones de euros. De esta forma, Alemania reforzaría su alianza con Estados Unidos, pero además podría reducir su dependencia de la energía nuclear y la emisión de gases invernadero.

Los proyectos de la ITM se financian con un fondo económico propiciado por seis de los estados miembros (Croacia, República Checa, Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Letonia), pero abierto a la participación de todos los países que componen el grupo. Su objetivo es proporcionar soporte económico para el desarrollo de las infraestructuras trans-nacionales en las que participen al menos tres estados miembros de la ITM. El aporte institucional sobrepasa los 5.000 millones de euros, y pretende atraer inversión externa, de fondos privados, que fortalezca al propio fondo. Con una perspectiva a treinta años, se pretende sobrepasar los 100.000 millones de euros.

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[Justin Vaïsse, Zbigniew Brzezinski. America's Grand Strategist. Harvard University Press. Cambridge, 2018. 505 p.]

 

RESEÑAEmili J. Blasco

Zbigniew Brzezinski. America's Grand Strategist

Zbignew Brzezinski, consejero de Seguridad Nacional con Jimmy Carter, es uno de los grandes nombres de la política exterior estadounidense de las últimas décadas. En ciertos aspectos comparable con Henry Kissinger, que también pasó directamente de la Universidad –donde ambos fueron colegas– a la Administración, el mayor renombre de este último en ocasiones ha tapado la carrera de Brzezinski. La biografía de Justin Vaïsse, escrita con acceso a la documentación personal de Brzezinski y editada primero en francés hace dos años, viene a resaltar la singular figura y el pensamiento propio de quien tuvo una continuada presencia en el debate sobre la acción de Estados Unidos en el mundo hasta su muerte en 2017.

Nacido en Varsovia en 1928 e hijo de diplomático, Brzezinski recaló con su familia en Canadá durante la Segunda Guerra Mundial. De allí pasó a Harvard y enseguida despuntó en la comunidad académica de Estados Unidos, donde se nacionalizó y vivió el resto de su vida. Si en las décadas de 1940 y 1950, las posiciones principales de la Administración se nutrieron de una generación mayor que había conducido el país en la guerra y establecido el nuevo orden mundial, en las décadas siguientes emergió un nuevo grupo de estadistas en muchos casos salidos de las principales Universidades estadounidenses, que en ese momento habían adquirido una preeminencia sin precedentes en la gestación del pensamiento político.

Fue el caso de Kissinger, nacido en Alemania e igualmente emigrado con la guerra, que fue primero consejero de Seguridad Nacional y luego secretario de Estado con Richard Nixon, y también con Gerald Ford. El siguiente presidente, Jimmy Carter, llevó a la Casa Blanca a Brzezinski, quien le había asesorado en cuestiones internacionales durante la campaña electoral. Los dos profesores mantuvieron una relación respetuosa y en muchos momentos cordial, aunque sus posiciones, adscritos a campos políticos distintos, divergieron con frecuencia.

Por razones biográficas, el foco original de Brzezenski –o Zbig, como le llamaban sus colaboradores para superar la dificultad de pronunciación de su apellido– estuvo en la Unión Soviética y el Este de Europa. Desde relativamente pronto llegó a la conclusión que la URSS sería incapaz de mantener el pulso económico con Occidente, por lo que abogó por un “peaceful engagement” (participación o implicación pacífica) con el bloque del Este como modo de acelerar su descomposición. Esa fue la doctrina de las Administraciones Johnson, Nixon y Ford.

Sin embargo, desde mediados de la década de 1970, la URSS afrontó su evidente declive con una huida hacia adelante para tratar de reasentar su poder internacional, tanto en cuestión de armas estratégicas como en su presencia en el Tercer Mundo. Brzezinski pasó entonces a una postura de mayor dureza frente a Moscú, lo que le valió un frecuente enfrentamiento con otras figuras de la Administración Carter, especialmente el secretario de Estado, Cyrus Vance. Carter había llegado a la Casa Blanca en enero 1977 con cierto discurso de apaciguamiento, aunque sin dejar de ser beligerante en términos de Derechos Humanos. La invasión soviética de Afganistán en 1979 reforzó las tesis de Brzezinski.

La corta presidencia de Carter dio poco espacios para que el consejo de Seguridad Nacional se anotara especiales triunfos. El mayor, aunque obra conjunta del equipo presidencial, fue la firma de los acuerdos de Camp David entre Israel y Egipto. Pero el fiasco del intento de rescate de los rehenes en la Embajada de Teherán, que no fue responsabilidad directa de Brzezinski, lastró una Administración que no puedo tener un segundo mandato.

Situado en la derecha del Partido Demócrata, Brzezinski es descrito por Vaïsse como un “compañero de viaje” de los neoconservadores (los demócratas que se pasaron al bando republicano reclamando una defensa más robusta de los intereses de Estados Unidos en el mundo), pero sin ser él mismo un neoconservador (de hecho, no rompió con el Partido Demócrata). En cualquier caso, siempre remarcó su independencia y fue difícil de encasillar. “No fue ni belicista ni pacifista. Fue halcón y paloma en diferentes momentos”, dice Vaïsse. Por ejemplo, se opuso a la primera Guerra del Golfo, prefiriendo extremar sanciones, pero estuvo a favor de intervenir en la Guerra de los Balcanes.

Tras dejar la Administración, Brzezinski se integró en el Center for Strategic and International Studies (CSIS) de Washington y mantuvo una activa producción de ensayos.

Categorías Global Affairs: Norteamérica Orden mundial, diplomacia y gobernanza Reseñas de libros

ENSAYOManuel Lamela

La habilidad de comunicar, de tejer alianzas, de generar una narrativa… Son características propias de lo que a día de hoy se entiende por diplomacia pública. Pese a que abarca gran variedad de temas y áreas podemos decir que nos estamos refiriendo al poder en su faceta comunicativa, por el cual los Estados compiten en una carrera de ideas con la finalidad de apropiarse del “relato” y generar una mayor influencia a escala global. Esta pugna por el dominio del pensamiento no es novedosa, pero en la última mitad del siglo XX se generaron conceptos para ilustrar este conflicto entre Estados, que quizás antes de la Guerra Fría se encontraba en un segundo plano, y aparecieron estudios para analizar este tipo de estrategias. Pese a esto, basta echar un ojo a los clásicos para ver claras referencias a lo que actualmente entendemos por Diplomacia Pública; así en obras como el “Arte de la guerra”, de Sun Tzu, se da gran importancia y valor a la información, tanto interna como externa, y se presenta su control como sinónimo de triunfo en la mayoría de los casos.

Pese a la novedad del concepto, la Diplomacia Pública ha sufrido diversos cambios y transformaciones con la entrada del nuevo siglo. Junto con la importancia de los actores no-estatales ya presentes en la pasada centuria, ahora nos encontramos con un aumento significativo del peso que tienen los individuos a la hora de moldear o de influenciar en las políticas de sus Estados. El incremento sin duda se debe a la aparición y “democratización” de internet y más recientemente a la dependencia total que existe en las poblaciones del uso de redes sociales. Dejando de lado el debate sobre si las redes sociales aportan beneficios o más bien su uso descontrolado genera déficits, el cual no viene al caso en este análisis, lo que está claro es que las RRSS crean una clara situación de vulnerabilidad propicia para la intervención y control estatal, tanto de carácter nacional como extranjero.

Dada esta metamorfosis en términos de diplomacia, se han empezado a acuñar diversos conceptos como diplomacia en red, diplomacia de la ciberseguridad, etc., que actualmente están presentes en la mayoría de estrategias de los Estados y que engloban los fenómenos tratados en el párrafo anterior. Dentro de estos nuevos planes estratégicos los think tanks adquieren una gran relevancia e importancia como generadores de ideas y moldeadores de la opinión pública dada su naturaleza híbrida de aunar práctica con teoría y su misión de acercar al gran público la política exterior de sus diversos Estados. Los think tanks son, sin ninguna duda, un claro ejemplo de ejercicio de soft power. Se posicionan como pilares ideológicos en la construcción de nuevas narrativas generando una ventaja competitiva frente al resto.

Historia y liderazgo anglosajón

La hegemonía anglosajona a la hora de cimentar los valores e ideas que constituyen el orden internacional liberal está estrechamente relacionada con los orígenes de los primeros think tanks y su función dentro de esas sociedades. Los think tanks modernos surgen durante la Segunda Guerra Mundial como salas seguras donde el Ejército estadounidense podía elaborar y planificar estrategias de carácter bélico. Rand Corporation se funda en 1948 con el objetivo de promover y proteger los intereses de Estados Unidos en el exterior. Financiado y patrocinado por la Administración, RAND inspirará y servirá como ejemplo para la aparición de nuevos think tanks ligados al Gobierno estadounidense. Aunque la mayoría de los think tanks de renombre aparecen en la década de 1950, hay diversos ejemplos previos, tanto en la sociedad americana como en la británica, que nos ilustran de manera más evidente el porqué de su liderazgo en la carrera de la generación de ideas.

A finales del siglo XIX se funda en Reino Unido la Sociedad Fabiana, organización de carácter sindicalista y que pondrá los cimientos para la creación del Partido Laborista. Al otro lado del Atlántico los ejemplos abundan: Carnegie Endowment for International Peace (CEIP) y Hoover Institution on War, Revolution and Peace, creada por el expresidente Herbert Hoover, surgieron previos a la década de 1920 y ejemplifican la importancia de este tipo de asociaciones en la sociedad estadounidense. Pero si hay un caso que merece la pena destacar es el de Brookings Institution, que nace en 1916 bajo el nombre de Institute for Government Research (IGR). Esta corporación filantrópica es una de las primeras organizaciones de carácter privado dedicada al estudio y al análisis de las políticas públicas a nivel nacional; con el paso de los años su importancia y relevancia irá aumentando hasta constituirse como el think tank más prestigioso e influyente del globo.

A partir de la década de 1980 el fenómeno del think tank se multiplicó y se expandió a Europa continental, donde se comenzaron a crear asociaciones dedicadas al análisis y la investigación en esos campos. La producción intelectual en el viejo continente había escaseado de manera preocupante tras la guerra. Por lo que la necesidad de volver a poner en funcionamiento la máquina de las ideas era vital para dar sentido a la nueva Europa unida y obtener cierta independencia respecto al mundo anglosajón. Hoy en día el 55% de los think tank que del mundo están repartidos entre EEUU y Europa occidental.

Con la entrada del nuevo siglo hemos visto un incremento importante en el número de think tanks en el continente asiático, con la misión de renombrar y reconducir las ideas occidentales e incluso de generar ideas propias, lo que se conoce popularmente como el “Asian Way”. Sin duda, la irrupción de China como gran potencia mundial es esencial en el incremento de think tanks en Asia. El “dragón dormido” busca consolidar su posición mundial con la creación de una nueva diplomacia que exporte el ideario chino a todos los rincones del mundo, un proceso en el que la nueva ruta de la seda jugará un papel fundamental como canal de distribución. Junto a China la otra amenaza al dominio occidental es Rusia, que gracias a su gran calidad en términos de capital humano en cuestiones de inteligencia y diplomacia siempre se posiciona como una férrea competidora, pese a que sus recursos materiales sean menores. En el caso de Latinoamérica y África su contribución continúa siendo residual y con una influencia limitada al nivel regional; el número de think tanks de estos dos continentes suponen menos del 20% a nivel mundial.

Tipología de think tanks

En este análisis ya se han mencionado dos formas diferentes de think tanks: el caso de RAND como una asociación ligada estrechamente al Gobierno estadounidense y el caso de Brookings como organización independiente. Dentro de la comunidad de think tanks existe una gran diversidad y podemos categorizarlos en función de su financiación, de si presentan o no ideología, de su composición, de su enfoque disciplinar… Hoy en día la clasificación de think tanks más importante es la que nos brinda anualmente la Universidad de Pensilvania con su informe “Think Tanks and Civil Society Program”. Este reporte se dedica a evaluar y clasificar los diferentes think tanks que existen en la actualidad.

El informe aporta las siguientes categorías:

 

 

Los think tanks ligados al ámbito universitario o gubernamental continúan suponiendo la mayoría de los casos, mientras que los grupos de investigación con ánimo de lucro constituyen una minoría creciente.

La influencia de las ideas en la política de EEUU

Es interesante analizar cómo el libro de Robert D. Kaplan “Fantasmas Balcánicos” influyó de manera decisiva en la intervención americana en la guerra de los Balcanes, y paradójicamente conducirá años más tarde, en 2003, a la invasión de Irak. El mismo Kaplan en otra de sus grandes obras, “La Venganza de la Geografía”, culpa a las altas esferas de la sociedad estadounidense de contagiarse de un idealismo desenfrenado que dio lugar a menospreciar el trascendental papel que juegan la historia y la geografía física al determinar el futuro de las naciones.

El papel que jugaron las diversas presiones ejercidas por think tanks americanos en la invasión de Irak constituye el perfecto ejemplo para ilustrar la capital importancia que pueden llegar a tener las ideas a la hora de conducir la política exterior de un Estado.

Originalmente los think tanks nacieron como cuerpos consultivos orientados a prestar ayuda y consejo al Gobierno estadounidense. Con el avance de la Guerra Fría y más adelante con la revolución de internet la necesidad de ideas y la formulación independiente de políticas se convirtió en primera necesidad para Estados Unidos, que vio en los think tanks la mejor solución posible para nutrirse del consejo de expertos.

La capacidad de generar ideas nuevas y originales alejadas del estrato político junto con la capacidad educativa, son dos de los principales factores que han propiciado que en la actualidad se considere a los think tanks como referentes a la hora de dar forma a la política exterior de EEUU. La directa influencia que poseen es una de las características fundamentales que los distingue de los existentes en otras regiones, como en Europa, donde se encuentran más atados al ámbito académico; en EEUU los Think tanks ejercen un verdadero impacto sobre las políticas del Estado. En estas “fábricas de pensamiento” es dónde se construyen los valores e ideas con los que se intentará edulcorar la política exterior y así expandir su ámbito de influencia a todos los rincones del globo. La misión de identificar y dar solución a futuros problemas y conflictos es otra de las tareas principales que cumplen los think tanks. No siempre se consideran aliados gubernamentales y muchas veces lideran la crítica más feroz; en cualquier caso, la autonomía de la que gozan es lo que hace que sean percibidos como un activo de gran valor dentro de la sociedad estadounidense.

 

Think Tanks in the world

 

La exportación del modelo a Europa

En Europa el número de think tanks se ha multiplicado desde la década de 1980, pero su número y relevancia siguen muy distantes respecto al mundo anglosajón. En el listado de think tanks más importantes creado por la Universidad de Pensilvania solamente dos pertenecen a la Unión Europea: el Institut Français des Relations Internationales y el belga Bruegel. El modelo americano de think tank ha sido tanto alabado como criticado, y la opción de imitarlo se ha discutido en muchos países y se ha llevado a cabo en muchos otros. Los críticos a su implantación opinan que la historia y la tradición juegan un papel fundamental que hacen extremadamente difícil la exportación del modelo.

Tradicionalmente en Europa las universidades han sido las encargadas de desarrollar el ideario europeo, y en el pasado tuvieron gran éxito haciendo de Europa la vanguardia de la humanidad. Pero en la actualidad Europa no goza del papel protagonista que tenía en otras épocas históricas; el hecho es que se ha visto superada a nivel ideológico por EEUU y no ha tenido más opción que la de comulgar con este último para hacer frente a amenazas mayores. Esto último, junto a la mayor complejidad que presentan los problemas en el panorama actual y la situación que vive la Unión Europea, hacen que se necesite renovar el contrato social europeo y generar una nueva narrativa que agrupe a los ciudadanos europeos en torno a una nueva causa, con el espíritu de los Tratados de Roma como gran referente y punto de partida.

Para llevar a cabo tan ardua tarea los think tanks se presentan como una de las posibles soluciones y herramientas de ayuda. Dada su naturaleza de aunar el ámbito académico y el político, la creación de nuevas ideas y valores que revitalicen la sociedad europea permitirán aspirar a cualidades más elevadas. Otro de los factores fundamentales es la flexibilidad que presenta el modelo de think tank, que generará mayor accesibilidad dentro de la sociedad civil, haciendo que los ciudadanos se sientan partícipes y que, en última instancia, la participación política aumente, de forma que los lazos de confianza se refuercen en vez de resquebrajarse, como se pronostica que ocurra. Como mencionábamos en el caso estadounidense, el valor educativo es otra de las características principales y servirá como solución para varios de los problemas que asolan a día de hoy Europa, como el caso del ascenso de partidos extremistas de distinto signo.

Europa tiene el deber de generar una narrativa con la que sus ciudadanos se identifiquen y sin duda el poder de las ideas jugará un papel fundamental en el éxito o fracaso de esta tarea.

El fenómeno think tank ya constituye a día de hoy uno de los modelos sobre los que gravita la diplomacia pública de diversos Estados. El eterno conflicto por dominar las esferas de pensamiento mundial seguirá presente, por lo que los think tank seguirán creciendo y desarrollándose, obteniendo cada vez más relevancia a nivel internacional. En la jerarquía de dominio, las ideas ocupan el último escalón, por detrás de los individuos, de la geografía física y la historia; sin embargo, al ser las ideas una pura creación intelectual humana, se constituyen como fuerza de control y de movimiento del primer escalón, los individuos.

 

Bibliografía

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Tras romper sus relaciones con Taipéi, el Gobierno salvadoreño podría dar a Pekín la gestión de un puerto estratégico en la región

Hasta hace muy pocos años, China no tuvo interés por Centroamérica, básicamente por la ausencia de materias primas. La relación diplomática que esa región, casi en bloque, mantenía con Taiwán también desviaba su atención. Pero la dinámica ha cambiado. Animado por promesas chinas, El Salvador se sumó en agosto a otros países vecinos que han ido cerrando sus embajadas en Taipéi. ¿Por qué ahora a China le interesa Centroamérica? El caso salvadoreño apunta a un deseo de ganar peso en una área de histórica influencia de Estados Unidos.

ARTÍCULOJimena Villacorta

"Después de este cuidadoso análisis, anuncio que mi Gobierno ha tomado la decisión de romper las llamadas relaciones diplomáticas mantenidas hasta este día entre la República de El Salvador y Taiwán y establecer relaciones diplomáticas entre la República de El Salvador y la República Popular China". Así comunicó el presidente salvadoreño, Salvador Sánchez Cerén, el establecimiento de lazos diplomáticos con Pekín, el pasado 20 de agosto. La decisión seguía a la adoptada en mayo por la República Dominicana y en 2017 por Panamá, resquebrajando el apoyo de los países de América Central a Taiwán.

Taiwán respondió a ese anuncio asegurando que el Gobierno de El Salvador había reclamado una “suma astronómica” de dinero para financiar el puerto salvadoreño de La Unión y la campaña para las elecciones presidenciales de 2019 del partido gubernamental, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), extremos que el Gobierno salvadoreño negó. El ministro de Asuntos Exteriores taiwanés, Joseph Wu, presentó la ruptura de relaciones como una decisión de Taipéi, por la negativa a ceder a esas presiones, por más que todo indica que la iniciativa fue salvadoreña.

La práctica de pagos ocultos no es, desde luego, nada nuevo en los vínculos entre Taiwán y Centroamérica, pues ha quedada demostrada la entrega de cheques a mandatarios de El Salvador y otros países para mantener un reconocimiento diplomático tan conveniente para la isla asiática. Se trata, en cualquier caso, de un margen de corrupción que, a veces en forma de comisiones, también ha acompañado el desembarco de China en diversos países.

El paso dado por el Gobierno salvadoreño fue criticado por la oposición. El alcalde de San Salvador, Ernesto Muyshondt, de la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), tachó de “pésima” la decisión y lamentó que los dirigentes del FMLN no solo apoyan “a las dictaduras represivas y asesinas de Cuba, Venezuela y Nicaragua”, sino que además “ahora rompen con un país democrático para establecer relaciones con otra dictadura”.

La oposición criticó que el Gobierno se mueva por intereses partidistas y deje en el aire los tratados y convenios firmados con Taiwán, que ha sido un socio estratégico para el país durante 85 años y uno de sus principales cooperantes en áreas de tecnología, salud, agricultura y educación. Así, ha habido la pérdida de proyectos de cooperación, recursos financieros y otras ayudas, como el plan de becas para estudiantes salvadoreños en Taiwán.

Alerta de Estados Unidos

El cambio de socio, previsiblemente, significará la sustitución de programas taiwaneses por proyectos chinos de inversión. En los últimos años, El Salvador ha importado mucho más de China (804 millones de dólares en 2016) que de Taiwán (135 millones), pero ha exportado de modo parecido a ambos países (alrededor de 50 millones a cada uno). Lo normal es que ahora Taiwán deje de favorecer la compra de productos salvadoreños, a los que primaba, y que China compense la nueva relación con inversión en infraestructuras.

Es aquí donde entra la posibilidad de que China pueda quedarse con la concesión del puerto de La Unión Centroamericana, en el extremo suroriental de El Salvador, en el golfo de Fonseca. El Gobierno ha reconocido el interés chino por ese recinto, mientras que la oposición critica la falta de información que está habiendo en las negociaciones. La Embajada de Estados Unidos ha llegado a levantar sospechas sobre el riesgo de que, dada la poca transparencia de las gestiones, China pueda usar las instalaciones como base militar. La embajadora, Jean Manes, afirmó que “es alarmante la estrategia de expansión que China tiene en la región, no solo económicamente, sino también militarmente”. De hecho, Washington lleva un tiempo alertando sobre la mayor presencia de China en Centroamérica, como en el caso del Canal de Panamá, en principio con proyectos civiles pero que en ciertas circunstancias podrían poner en cuestión la seguridad estadounidense.

La Embajada de Estados Unidos también ha señalado el interés chino por comprar la isla Perico, ubicada junto al puerto de La Unión. El pasado mes de octubre, Ezequiel Milla, alcalde de La Unión, declaró que se había reunido con Bo Yang, empresario chino y vicepresidente de la Cámara de Comercio entre China y El salvador, para discutir sobre la venta la isla, para construir hoteles. Por su lado, el empresario admitió haber discutido intenciones de compra con los dueños de la parte privada de la isla, donde residen varias de familias, que tienen que estar dispuestas a desalojar sus hogares. La isla contiene una importante reserva de flora y fauna.

Puerto sin explotar

El puerto de La Unión está estratégicamente localizado en el golfo de Fonseca, donde confluyen El Salvador, Nicaragua y Honduras (es el único acceso de este país al Pacífico). Además, puede conectar en cuestión de pocos kilómetros con el canal seco que Honduras está a punto de terminar, al ampliar la carretera que une sus instalaciones de Puerto Cortés, en el Atlántico, con el golfo de Fonseca. La costa de Honduras en el golfo no reúne las condiciones apropiadas para un puerto de aguas profundas, por lo que la salida natural de sus mercancías al Pacífico sería La Unión.

El proyecto de construcción del puerto arrancó en 1994, bajo la presidencia de Armando Calderón Sol, con el objetivo de convertirse en el futuro “hub de las Américas”, de manera que los buques que superaran las dimensiones del Canal de Panamá, pudiesen atracar ahí. Gracias a un préstamo del Banco de Cooperación del Japón (JBIC) el proyecto echó a andar. El puerto se construyó entre 2005 y 2008 y fue inaugurado en 2010.

Bajo la presidencia de Antonio Saca, hubo dos decretos para su concesión. El primero, en 2008, revistió la fórmula de concesión maestra, es decir, que solo habría un operador administrando el puerto por 25 años; sin embargo, no se logró llegar a un acuerdo en la Asamblea legislativa. En 2009 se presentó el segundo decreto, que proponía una sociedad compuesta por la estatal Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA) y un operador internacional, con una participación accionaria del 10% y del 90%, respectivamente. Pero debido al cambio de gobierno y otras complicaciones internas tampoco se aprobó.

En junio de 2010, ya con Mauricio Funes como presidente, el puerto de La Unión se inauguró bajo administración estatal, con la esperanza de poder acordar una concesión ese mismo año. Finalmente, se decidió aplicar la concesión maestra. En septiembre, la Asamblea aprobó el decreto 834, que contiene la ley de concesión del puerto. Dada la falta de aprobación de las bases de licitación y el contrato, por parte de otras instituciones, la concesión del puerto se aplazó un par de años, tiempo durante el cual las empresas interesadas fueron abandonando las conversaciones.

El proceso de licitación fue puesto finalmente en marcha en 2014, pero el concurso fue declarado desierto en 2015 porque no hubo ofertas para operar en la infraestructura. En 2017 se modificaron algunas leyes para atraer inversionistas, dada la urgencia de la explotación del puerto, cuyo mantenimiento ha costado al país casi 20 millones de dólares en la última década.

 

Puerto de La Unión, en el golfo de Fonseca, en el Pacífico centroamericano

Puerto de La Unión, en el golfo de Fonseca, en el Pacífico centroamericano [CEPA]

 

Zona Económica Especial

Si hasta la fecha las instalaciones han despertado tan poco interés de inversionistas, ¿qué beneficio podría ver China en La Unión? El diputado Mauricio Vargas, de ARENA,  no cree que Pekín tenga ningún interés económico en el puerto, sino que más bien está siguiendo objetivos estratégicos, pues el golfo de Fonseca da acceso a tres países centroamericanos y forma parte del área que los estadounidenses consideran importante para su propia seguridad.

Para hacer más atractiva la opción de La Unión, el gobierno del FMLN presentó en julio de 2018 la Ley de Zona Económica Especial de la Región Sur Oriental de El Salvador, área correspondiente a La Unión y una veintena de municipios colindantes. Gracias a las ventajas fiscales, China podría convertir ese punto del Pacífico en centro de distribución de sus productos en el Triángulo Norte centroamericano y Nicaragua. La conexión a través del canal seco de Honduras facilitaría conexión con el Atlántico.

La oposición estima que la creación de esa zona económica especial, que en caso de estar destinada a la llegada masiva de productos chinos podría afectar negativamente a las manufacturas locales, está acordada de antemano con China. No obstante, el presidente de la CEPA, niega oscurantismo en el proceso. “No tenemos nada que ocultar. El proceso que estamos llevando es transparente; hemos entrado en una etapa de consulta. El interés de nuestra administración es que se opere el puerto de La Unión y debemos verlo como proyecto de país”. Aseguró que hay compañías interesadas en la concesión también de Europa y América, no solo de Asia.

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En un contexto de creciente populismo, el pulso entre Bruselas y Roma es decisivo para el futuro de la UE

En una medida sin parangón dentro de la historia de la Unión, la Comisión Europea ha desestimado los presupuestos nacionales presentados por el Gobierno populista italiano, por no tender a los objetivos de déficit marcados. Ni Bruselas ni Roma parecen tener la intención de abandonar sus posturas, por lo que un enfrentamiento institucional amenaza el horizonte europeo.

'Tragicommedia, made in Italy': choque institucional en la Unión Europea

▲ Giuseppe Conte, presidente del Gobierno italiano, con los vicepresidentes Luigi di Maio (izqda.), líder del Movimiento 5 Estrellas, y Mateo Salvini (dcha.), líder de la Liga Norte [Gob. de Italia]

ARTÍCULOManuel Lamela

Tras siete meses en el Gobierno, la coalición formada por el Movimiento 5 Estrellas y La Liga Norte han cumplido con lo prometido e iniciado, con la presentación del presupuesto de la república italiana, un proceso de enfrentamiento y desafío con la Unión Europea (UE). Las autoridades de Bruselas acusan a Italia de romper, con sus irresponsabilidades, los lazos de confianza que forjan y dan sentido al proyecto europeo.

El pasado día 16 de octubre el ejecutivo de Giuseppe Conte presentó un presupuesto con una previsión de déficit del 2,4%; si bien es cierto que la cifra está por debajo del límite del 3% fijado por la normativa europea, triplica lo pactado anteriormente entre Roma y la UE. Además, si la deuda pública de Italia es del 131% del PIB, lo que la convierte en la segunda más alta de la Unión monetaria, solamente superada por Grecia, el nuevo presupuesto no hará más que aumentarla, ya que pretende incrementar de forma significativa el gasto público.

El aumento del gasto parece obedecer a los intereses populistas del líder de la Liga Norte y ministro del Interior, Mateo Salvini, quien no ha ocultado su intención de buscar apoyo en los sectores más fracturados de la sociedad italiana. Cultivar el victimismo frente a Europa puede dar un cierto rédito político, pero el ejemplo de Grecia nos muestra que actitudes de ese tipo suelen acabar en tragedia, debilitando sobremanera al Estado ante otra posible crisis de deuda.

La Comisión Europea rechazó a finales de octubre el borrador presupuestario italiano –devolver el presupuesto de un Estado miembro era un acto sin precedentes– e instó a Roma a enviar una versión revisada en un plazo máximo de tres semanas. La decisión no cierra las puertas al diálogo y a las negociaciones, como indica en su explicación de lo sucedido el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici; “El dictamen adoptado hoy no debería sorprender a nadie, ya que el proyecto de presupuesto del Gobierno italiano representa una desviación clara e intencional de los compromisos asumidos por Italia el pasado mes de julio. Sin embargo, nuestra puerta no está cerrada. Queremos continuar nuestro diálogo constructivo con las autoridades italianas. Celebro el compromiso del ministro de Finanzas, Giovanni Tria, con este fin y debemos avanzar con este espíritu en las próximas semanas”.

Pero desde el Gobierno de Conte se asegura que no existe un plan B y que no hay ninguna posibilidad de que Italia dé un paso atrás. Tanto Mateo Salvini como el líder del Movimiento 5 Estrellas, Luigi di Maio, ambos vicepresidentes del Gobierno, defendieron la postura Italiana y atacaron a Bruselas alegando que es normal que esta se encuentre descontenta, ya que es la primera vez que Italia se libera de las garras del eurogrupo a la hora de decidir su política económica. También manifestaron que, con su respuesta, el colegio de Comisarios ataca directamente al pueblo Italiano. Y acusaron al presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, de “solo hablar con gente embriagada”, algo que sin duda muestra poco respeto hacia las instituciones.

La táctica de simular fortaleza y determinismo, que ambas formaciones políticas italianas usaron durante la campaña electoral, se está viendo correspondida por el resto de líderes europeos con un ejercicio de poder real. La petición del ministro italiano de Finanzas, Giovanni Tria, para que Italia pueda gozar de la misma oportunidad que contó Portugal en el pasado, cuando Bruselas aceptó que el primer ministro luso, Antonio Costa, no aplicara el volumen de recortes deseado desde la Comisión, se verá ahogada por las imprudentes formas que emplean los líderes políticos de la República Italiana.

Si Italia se niega a seguir las recomendaciones dadas por la UE cabe la posibilidad de que la Comisión se plantee imponer multas, que pueden llegar a suponer un 0.2% del PIB, por el incumpliendo del pacto de Estabilidad y Crecimiento. Pero al margen de las sanciones la UE no posee derecho a veto ni dispone tampoco de ninguna otra competencia para evitar la entrada en vigor del presupuesto italiano. Como indican diversos expertos, será la presión de los mercados la que haga corregir la medida italiana, evitando así un enfrentamiento directo entre Roma y Bruselas que dañaría a ambas partes por igual. Los analistas de Goldman Sachs predicen que “la deuda italiana debe empeorar para ejercer la presión adecuada y obligar a que el Gobierno opte por otra retórica”.

Aunque la Comisión Europea logre evitar una confrontación con Italia, sí podrá verse expuesta a la campaña de victimismo de las agrupaciones populistas italianas, táctica que ya emplearon con éxito en las pasadas elecciones. Se trata de una táctica que no es de creación italiana, pues desde la crisis del año 2008 diversas agrupaciones y partidos surgieron con una postura claramente contraria a Bruselas, acusando a las instituciones comunitarias de todos los males que sufren las sociedades europeas. Ejemplos hay varios; quizás el Brexit sea el más sonado dada su relevancia a nivel europeo e internacional, pero no nos debemos olvidar del ascenso de formaciones como el Frente Nacional en Francia, el Partido de la Libertad en Austria o Podemos en España, partido este último que tuvo su gran lanzamiento público a raíz de las elecciones al Parlamento Europeo de 2015.

Hasta el momento en Europa no se ha conseguido encontrar la manera de evitar o neutralizar las campañas de demagogia que proliferan en la Europa actual. Aunque se están realizando ciertos avances en cuanto al poder comunicativo de la UE, es incomprensible que desde Bruselas no se consiga explicar con eficacia el proyecto europeo a los ciudadanos de la Unión. Se trata de una carencia que el proyecto europeo arrastra desde su nacimiento y que ha sido causa de muchos de los males que han afectado a la unidad regional en las últimas décadas. En este caso Europa tiene que aportar datos que resulten sencillos de comprender para el ciudadano medio italiano y que le hagan ver que las medidas adoptadas por su Gobierno serán dañinas para la sociedad italiana en un futuro próximo, por mucho que se encuentren edulcoradas por mensajes que responden a promesas vacías y políticas mesiánicas.

Otro de los factores que preocupan en el seno de la Comisión es el riesgo de contagio del virus generado dentro de la tercera economía de la UE (descontando ya el Reino Unido). En un principio puede parecer posible que otros Estados miembros se sientan atraídos a seguir los pasos de Italia; sin embargo, las autoridades europeas dicen creer firmemente que su dura respuesta a Roma reforzará la unión monetaria e incluso hará que aumente la integridad en ámbitos como la unidad bancaria. En cuanto al exterior, la decisión mostrará que el rigor presupuestario comunitario se cumple, generando confianza y seguridad en los mercados, y por último demostrando que no se da tregua a las formaciones populistas dentro de Europa.

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ESSAYMaría Granados

Most scholars and newspapers (1) claim that the inequality gap is widening across the globe, but few provide an explanation as to why this apparently growing concern occurs, nor do they look into the past to compare the main ideologies regarding potential solutions to such problems (i.e.: the Austrian School of Thought and Keynesianism). The following paper attempts to do so by contrasting interventionist and libertarian approaches, to ultimately give an answer to the question.

Alvin Toffler predicted and described what he called ‘The Third Wave’, a phenomenon consisting of the death of industrialism and the rise of a new civilisation. He focuses on the interconnection of events and trends, (2) which has often been ignored by politicians and social scientists alike. Notwithstanding, J.K. Galbraith points out that the economy is shaped by historical context, and attempts to provide an overview of the main ideas that have given birth to current economic policies; (3) while Landes's focus on the past suggests inequality is not a new phenomenon. (4) Hence, its evolution cannot be overlooked: On the one hand, it led Marx to proclaim that private capital flows invariably lead to property concentration in consistently fewer hands; on the other hand, it led Kuznets to believe that modern economic growth would make developed countries to reach out geographically, spreading process to developing countries thanks to major changes in transport and communication. (5) First and foremost, we shall delve into the why question, sustained by the premise that there is, in fact, inequality, which sets up the foundation for economic studies. (6) Piketty asserts that ‘arbitrary and unsustainable inequalities’ are generated ‘when the rate of return on capital exceeds the rate of growth of output and income’. An advocator for open markets and the general interest, he rejects protectionism and nationalism, (7) but is it possible to establish justice through capitalism?, and, more importantly, is capitalism the most suitable system to do so?

Famous liberal philosopher Adam Smith wrote on the matter of state intervention that public policy should only be used insofar as it stimulates economic growth. (8) Freedom of trade made economies specialise through the division of labour, and so it resulted on low prices and an abundant supply of marketable products. The critique on corporations, state-chartered companies, and monopolies, made him conclude that the State should control (9) common defence, the administration of justice, and the provision of necessary public works. Contrary to popular belief, he was also in favour of a proportionate income tax. (10) David Ricardo added that a tax on land rents was necessary to prevent landowners from an increase share of output and income. In the nineteenth century, Marx pursued the destruction of the inevitably accumulated private capital. In the same period, realist theories (11) were embraced by Müller and List, among others, who viewed the state as a protector for the citizens, the equality provider. What all of the aforementioned theories have in common is that the State does play a role to a certain extent on the prevention of ‘unfairness’. (12) Although thinkers may well be a product of their times, John Maynard Keynes and Friedrich August Von Hayek have heavily influenced current policies regarding inequality. Arguably, their thoughts stem from the above-mentioned ideas: the input of Marx’s Capital in the Keynesian welfare state is contrasted with Smith's liberal approach (‘let the invisible hand be’) Hayek embraced. During the Great Depression, the preference for liquidity made Keynes focus on the shortage of the demand, to suggest that the corrective action of the government, borrowing and spending funds, was the best way out of the crisis. Several concepts were born or renewed, such as public work, or the social security system, and, more importantly the ‘deliberate deficit’. His theory regarded the deliberate unbalance of public budget so that more money would flow into the economy, sustaining demand and employment. (13)

Libertarians would argue that Ricardo failed to foresee that technological progress was going to diminish the dependence on agriculture, therefore decreasing and stabilising land price. Marx also rejected the likelihood of a long-lasting technological development. The latter challenged his ideas, since an increase in productivity and efficiency led to higher salaries and better living conditions, providing more opportunities for the workers. Indeed, with industrialisation came an improvement in the essentials of life. Mitchell, Schumpeter and Robbins, who studied the business cycle, theorised that the economy was a tendency whose problems had no prevention or cure. Thus, inequality had to be allowed to run its course, since it would eventually decrease. In the Post-Keynesian Revolution, the interaction of the wage-price spiral caused inflation. Hayek rhetorically asked the interventionists: ‘in our endeavour consciously to shape our future in accordance with high ideals, we should in fact unwittingly produce the very opposite of what we have been striving for?’ (14) The OPEC crisis in 1973 made governments apply the Austrian School to WIN, (15) removing any obvious impediments to market competition (i.e.: government regulation). Milton Friedman, in favour of the classical competitive market system, followed Hayek’s liberalism. He did write about the negative income tax, consisting of securing a minimum income for all by controlling money supply; nonetheless, he agreed with what Hayek stated in 1945: The more the state organises, plans and intervenes, the more difficult it is for the individual to choose freely, to plan for itself. For Hayek, private property was ‘the most important guarantee of freedom’. The division of the means of production amongst independent citizens was his concept of fairness. (16) Professor of Economics Walter E. Williams introduces The Road to Serfdom explaining Hayek’s underlying three premises: If using one individual to serve the purpose of another is morally wrong (slavery), taking money from one individual to serve the purpose of another is just as wrong; collectivists or interventionists cannot ignore that free markets produce wealth; and men cannot know or do everything, thus, when the government plans, it assumes to know all the variables. (17)

In 1945, when Hayek challenged the Keynesian perspective, multilateralism arose, giving birth to institutions at the global and regional levels. (18) Currently, whilst there is a tendency to focus on ‘global’ problems and solutions, Piketty (19) asserts that globalised capitalism can only be regulated through regional measures, stating that ‘unequal wealth within nations is more worrisome than unequal wealth between nations.’ Specifically, he proves that salaries and output do not catch up with past wealth accumulation. He believes that taxing capital income heavily could potentially kill entrepreneurial activity, and decides that the best policy would be a progressive annual tax on capital. Despite Hayek’s premise being the unknown, thereof disgraceful consequences of interventionism; Stiglitz disbelieves that trickle-down economics will address poverty, considering that it is precisely the lack of information what makes the ‘invisible hand’ fail. Neoliberal assumptions are heavily critisised by Stiglitz, who evaluates the role of the IMF and other international economic institutions’ performance, concluding that their programs have often left developing countries with more debt and a more corrupt, richer, ruling government. Moreover, good management ultimately depends on embracing the particular and unique characteristics of each country’s economy. (20) At this point, one could ask itself, is justice a biased concept of the west? Landes claims the rich (in IPE, developed countries) will solve the problem of pollution, for instance, because it is them who have more to lose. (21) This could result in a natural redistribution of wealth. By contrast, he demonstrates that the driving force of progress was seen as ‘Western’ on the realms of education, thinking and technique; until the uneven dissemination made people reject it. (22) The egalitarian society is seemingly in between both of the main economic branches previously discussed: It includes the free will of the rich to tackle current problems the so-called globalization poses; (23) the free-will of developing states to apply national solutions to national problems, and the impulse of international cooperation and regional political integration.

To conclude, history evidences most economists, thinkers and scholars resort to the state to try to distribute wealth evenly. The way they portray the same problem makes them disagree on the way to solve it, but there is an overall agreement on the need to intervene to a certain extent to prevent the inequality gap from broadening. In Galbraith’s words: ‘Economics is not, as often believed, concerned with perfecting a final and unchanging system. It is in a constant and often reluctant accommodation to change.’ (24) On this quest for justice, it may be worth realising that the concept of unfairness cannot be taken for granted.

 

References

1. E.g.: Lucas Chancel in The Guardian in Jan. 2018, Piketty (2014), Ravenhill (2014), David Landes (1999).

2. Toffler, Alvin (1980). The Third Wave. New York: Bantam Books.

3. Galbraith, John Kenneth. (1987). Economics in Perspective. Boston: Houghton-Mifflin Trade and Reference.

4. Landes, David. (1999). The Wealth and Poverty of Nations. London: Abacus.

5. Nobel Lectures, Economics 1969-1980, Editor Assar Lindbeck, World Scientific Publishing Co., Singapore, 1992.

6. The aim of the subject being the allocation of scarce resources (according to e.g.: L. Robbins).

7. Piketty, Thomas. (2014). Capital in the Twenty-First Century. Cambridge, US: Harvard University Press. p. 7

8. Galbraith, John Kenneth. l.c. f.f. 8

9. E.g.: through the imposition of tariffs or taxes following the canon of certainty, convenience, and economical to assess and raise.

10. Read Smith, A. (1776). An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations. 1998 edition. Milano: Cofide. Book V: On the Revenue of the Sovereign or Commonwealth; Chapter II: On the Sources of the General or Public Revenue of the Society; Part II: On Taxes. I.

11. For more on the theories that shaped economic thought, read Paul, Darel, and Amawi, Alba, (Eds.). 2013. The Theoretical Evolution of International Political Economy: A Reader. Oxford: Oxford University Press. See p. 16-19 and p. 153 for Realism, p. 95 and 102 for Friedrich List.

12. Note: Even in socialism, prior to the State’s dissolution, workers had to become the ruling government to ensure the process ensued.

13. Keynes, John Maynard. (1936). The General Theory of Employment Interest and Money. Cambridge: Palgrave MacMillan.

14. Hayek, Friedrich A. (1945). The Road to Serfdom. Reader’s Digest. Combined edition, 2015: The Institute of Economic Affairs. p. 40

15. Whip Inflation Now

16. Ibid. p. 41

17. Ibid. Introduction

18. Read Ravenhill, John. (2014). Global Political Economy. Oxford: Oxford University Press.

19. Pikkety, Thomas. l.c., pp. 303-304, 339 f.f.

20. Stiglitz, Joseph. (2003). Globalization and its Discontents. London: Penguin.

21. Landes, David. l.c. P. 516

22. Ibid. p. 513

23. Hirst develops the following points: In the 1870-1914 period there was as much economic integration as now; most transnational corporations are not truly ‘global’; the Third World is becoming marginalised with regards to the movement of capital, employment and investment; and supranational regionalisation is a more relevant trend than that of Globalization. Hirst, Paul, et al. (2009). Globalization in Question. Oxford: Polity.

24. Galbraith, J.K. l.c. Chapter 22, p. 326.

 

Bibliography

Chancel, Lucas (coordinator). World Inequality Report. Wid.world: Executive report. World Inequality Lab, 2018, pp. 4–16.

Galbraith, John Kenneth. (1987). Economics in Perspective. Boston: Houghton-Mifflin Trade and Reference.

Hayek, Friedrich August (1945). The Road to Serfdom. Reader’s Digest. Combined edition, 2015: The Institute of Economic Affairs.

Hirst, Paul, et al. (2009). Globalization in Question. Oxford: Polity.

Keynes, John Maynard. (1936). The General Theory of Employment Interest and Money. Cambridge: Palgrave MacMillan.

Landes, David. (1999). The Wealth and Poverty of Nations. London: Abacus.

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Paul, Darel, and Amawi, Alba, (Eds.). 2013. The Theoretical Evolution of International Political Economy: A Reader. Oxford: Oxford University Press.

Piketty, Thomas. (2014). Capital in the Twenty-First Century. Cambridge, US: Harvard University Press.

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Smith, A. (1998). An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations. Scotland.

Stiglitz, Joseph. (2003). Globalization and its Discontents. London: Penguin.

Toffler, Alvin (1980). The Third Wave. New York: Bantam Books.

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[Jorge Orlando Melo, Historia mínima de Colombia. El Colegio de México-Turner. Bogotá, 2018. 330 p.]

 

RESEÑAMaría Gabriela Fajardo

Historia mínima de Colombia

Esta historia de Colombia escrita por Jorge Orlando Melo destaca por su evidente esfuerzo de neutralidad política. Se mencionan los procesos, las continuidades y las rupturas históricas de la nación sin traslucir ningún tipo de tendencia partidista. El autor procura mantenerse imparcial al narrar los eventos que han llevado a Colombia a donde hoy se encuentra. Eso convierte la obra de Melo –nacido en Medellín en 1942, historiador de la Universidad Nacional de Colombia y consejero presidencial para los derechos humanos en 1990– en especialmente adecuada para lectores sin un especial conocimiento de la historia colombiana, pues pueden juzgar por ellos mismos el devenir de la creación de una nación donde primero fue el Estado. Ese es justamente el propósito de la colección de “historias mínimas” encargada desde el Colegio de México.

Gran parte de la obra se dedica a la época colonial, remarcando así la importancia de la memoria histórica en el proceso de formación del país y en sus cambios actuales. No se trata, pues, del habitual recorrido lineal a través de acontecimientos políticos, sino que más bien fija la atención en la evolución cultural de aquella memoria forjada tempranamente y que se desarrolla en sucesivas dinámicas sociales.

Por otro lado, el papel de las regiones es un elemento clave en la formación de la sociedad colonial, cuyo legado es un poder central ineficiente, en un país donde hay leyes que parecen ser negociables, la sociedad está dividida en diversos estratos sociales, la tierra pertenece a unos pocos y se da una constante polarización política a manos de gobiernos clientelistas.

Esto sucede en una Colombia en la que el papel de la geografía ha sido determinante para los procesos de desarrollo de la nación. Melo habla de zonas aisladas de difícil acceso, de muy diverso tipo: “islas de prosperidad, seguridad o salubridad en medio de un océano de pobreza, violencia y enfermedad”. Ese océano ha disminuido en la actualidad, pero hay islas que siguen siendo la ruta perfecta para el narcotráfico.

Las luchas ideológicas en Colombia han sido intensas: a la Hegemonía Conservadora, de 32 años, le siguió Hegemonía Liberal, de 13; luego se dio la era del Frente Nacional, durante la cual conservadores y liberales se alternaron en cada periodo, creando un ambiente de equilibrio y relativa tranquilidad por un corto plazo de tiempo. “La pugna entre liberales y conservadores fue, más que un enfrentamiento político por el triunfo electoral, una guerra santa por modelos sociales diferentes”, escribe Melo. Sin embargo, eso generó exclusión política y llevó a la formación de grupos al margen de la ley, levantados contra el Gobierno y financiados por el narcotráfico. El enfrentamiento hizo visibles las debilidades institucionales y apenas dejó espacio para la Justicia. La violencia entonces se volvió rutinaria y acabó siendo el mayor fracaso histórico de Colombia, con responsabilidad especial de aquellos que promovieron la violencia como herramienta eficaz de cambio social. 

Para Melo, es la “agencia humana” –es decir, la manera en que las personas usan sus recursos para adaptarse a las circunstancias­– lo que define la historia; son los hombres y mujeres quienes, en su acción conjunta, generan cambio y son los constructores de su historia. A diferencia la postura más común sobre la historia colombiana, Melo no cae en el determinismo: no hace referencia a una cultura de violencia innata que de forma natural condene a los colombianos a pelearse. Por el contrario, deja claro que eventos como el 6 de abril, el golpe de estado de Rojas Pinilla en 1953 o la sangrienta toma del Palacio de Justicia en 1985, deben verse en perspectiva y ser considerados como momentos de un proceso social. 

El Estado colombiano no logró ser nación propiamente hasta finales del siglo XX, cuando se logró el “sueño de los creadores de la nación” de que todo el territorio estuviera cubierto por la ley, un solo mercado y un sistema político. La historia singular de Colombia arrancó con la Patria Boba, como suele llamarse la etapa entre el grito de independencia y la batalla de Boyacá, cuando los criollos lograron efectivamente la independencia. Desde entonces hubo una gran falta de unidad, manifestada en un sinfín de revoluciones, reformas y constituciones. Colombia vivió un agotador, desgastante y a la vez violento proceso orientado a lograr que todo ese país sumamente diverso, con una geografía que lo segmenta en regiones, con grupos humanos variados y dispersos, pudiera cohesionarse política, jurídica, económica y culturalmente.

Pero ese pasado no prejuzga el futuro. El lector llega al final de esta “Historia mínima de Colombia” con la conciencia de un futuro abierto para el gran país sudamericano. Colombia, que ha llegado a ser uno de los países más violentos, ahora tiene un Nobel de Paz, está en un proceso de postconflicto y ha empezado a ser tenido en cuenta en mayor medida por la comunidad internacional por sus grandes avances.

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Los 24 países socios buscan desde ambas orillas una mayor colaboración Sur-Sur, pero el avance es lento

Si en el Atlántico Norte está la OTAN, en el Atlántico Sur está la ZOPACAS (Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur). Sin repetir el modelo de club militar de la OTAN, la ZOPACAS tiene como objetivo la cooperación en materia de seguridad y defensa, pero también la colaboración para el desarrollo endógeno de la región. Creada en 1986, la organización es un interesante foro para abordar problemas comunes, pero adolece de mecanismos para un mayor compromiso.

Países que forman parte de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur

▲ Países que forman parte de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur [Wikimedia]

ARTÍCULOAlejandro Palacios

En las últimas décadas, la proliferación de foros de cooperación Sur-Sur ha puesto de manifiesto el deseo de muchos países del mundo de buscar su desarrollo y la colaboración regional sin la tutela o la injerencia históricamente ejercida desde los países más industrializados. El objetivo ha sido la articulación de nuevas formas de asociación regional que garanticen la independencia del Sur en sus relaciones con el Norte y promuevan un verdadero desarrollo, sin incurrir en los viejos desequilibrios.

En tal contexto surgió en 1986, a iniciativa brasileña, la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur (ZOPACAS, también conocida como ZPCAS). Se trata de una organización consultiva de carácter transcontinental, integrada por 24 países situados ambos lados del Atlántico1 y que cuenta con el respaldo de la Asamblea de las Naciones Unidas a través de la resolución 41/11.

La organización se constituyó en el tramo final de la Guerra Fría, época durante la cual algunos países buscaron modos de cooperación al margen del reparto bipolar del poder entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Nació también en un momento en que Angola y Brasil se estaban convirtiendo en actores regionales importantes por la alta presencia de hidrocarburos en sus territorios. De ahí surgió la necesidad de crear mayores condiciones de seguridad en la zona a fin de que las operaciones económicas por vía marítima pudieran llevarse a cabo con la menor incertidumbre posible.

No obstante, el crecimiento y desarrollo de la ZOPACAS fue progresivo, tanto desde en el aspecto institucional como en el de números de miembros. Es de destacar el caso de Sudáfrica, país que no entró en la organización hasta que puso fin a su política del Apartheid. La incorporación de Sudáfrica en la cumbre de Brasilia de 1994 incrementó el prestigio de la organización y supuso el final de su proceso de constitución.

Aun así, a la ZOPACAS todavía le faltaba madurez en el plano institucional. En la reunión en Montevideo de 2013 sus integrantes acordaron reunirse anualmente al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas y crear un Grupo de Contacto que, además de implementar las decisiones adoptadas en los encuentros, también coordina los temas relevantes para la zona relacionados con la paz y la cooperación.

En el corto plazo, la ZOPACAS logró importantes avances en favor de la paz y seguridad en el Atlántico Sur. Uno de los más destacables se refiere a la firma en 1996 del Tratado de Pelindaba (Tratado Africano para formación de una Zona Libre de Armas Nucleares), el cual convirtió a África, tras la adhesión sudafricana2, en la tercera zona desnuclearizada del mundo. La medida seguía a la adoptada en 1967 por el Tratado de Tlatelolco, que convirtió a América Latina y el Caribe en la primera región desnuclearizada.

¿Reemergencia?

A pesar de sus destacables logros en materia de paz y seguridad, la ZOPACAS se encuentra actualmente en una situación de falta de impulso. Si bien es cierto que algunos analistas hablan de reemergencia, otros aseguran que para que la organización pueda resurgir antes tiene que someterse a una reestructuración institucional que permita afrontar mejor las amenazas y los desafíos que suponen las nuevas realidades geopolíticas.

Como se ha comentado, las aspiraciones del resurgimiento de la organización están amparadas en una mayor importancia del comercio marítimo, en la explotación de los nuevos campos petroleros bajo aguas profundas de Brasil (capa pre-sal), y en la necesidad de proteger el transporte marítimo frente a la piratería, entre otros asuntos. Parta el director de la Escuela Sudamericana de Defensa, Antonio Jorge Ramalho, todo esto está incrementando la importancia geopolítica de la región del Atlántico Sur, lo que convertiría a la ZOPACAS en una “herramienta lista para ser utilizada en caso de que exista una percepción de amenaza en la zona” que ponga en riesgo la extracción y comercio de las materias primas de la región.

Sin embargo, también se señalan riesgos asociados a una posible reemergencia de la ZOPACAS. Estos tienen que ver, paradójicamente, con una mayor injerencia de países del Hemisferio Norte, algunos de los cuales han expresado la intención de ampliar su zona de actuación al Atlántico Sur. Francia tiene el propósito de ampliar su influencia desde la Guyana francesa, mientras que Rusia ya ha recibido aprobación de Guinea Ecuatorial para usar el principal puerto del país.

Está claro que la zona de paz y cooperación tiene capacidad para contrarrestar esa influencia, primariamente por medio del aumento de la colaboración entre los Estados del Atlántico Sur. Para que ello suceda, el área cuenta con dos características definitorias: el ser una zona bastante pacífica per se y el hecho de que la mayoría de los países implicados cuentan con economías basadas en recursos naturales y las exportaciones de materias primas. Estos factores pueden alentar una cooperación más que necesaria para ahuyentar las pretendidas injerencias occidentales.

Si bien, por tanto, la capacidad de desarrollo de la ZOPACAS es clara, hay que tener presente que la organización no cuenta a día de hoy con una estructura institucional capaz de promover esas sinergias y prácticas cooperativas de una manera eficaz. De hecho, algunos analistas arguyen que, contrariamente a lo que debería estar sucediendo, los países cada vez ponen menos interés en el proyecto, como se pone de manifiesto en la frecuente ausencia de los presidentes de los países en las reuniones de la organización.

Así, pues, puede concluirse que tanto por la falta de recursos materiales como por la naturaleza consultiva de la organización, la ZOPACAS no ha podido proyectar influencia suficiente como para convertirse en una organización de referencia internacional. Ha tenido mayor éxito en el corto plazo, en materia de paz y seguridad, pero le está costando asentar una cooperación económica a largo plazo. Se requiere, por tanto, de un mayor compromiso por parte de los Estados miembros a fin de solidificar un proyecto necesario no ya sólo para la paz y seguridad en la región, sino también para la independencia política, económica y energética de los Estados del Atlántico Sur.

 

(1) Tales son: Angola, Argentina, Benín, Brasil, Cabo Verde, Camerún, Costa de Marfil, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea-Conakri, Guinea-Bissau, Guinea Ecuatorial, Liberia, Namibia, Nigeria, República del Congo, República Democrática del Congo, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Sierra Leona, Sudáfrica, Togo y Uruguay.

(2) El caso sudafricano resulta interesante, pues es el primer y único país hasta la fecha que, tras haber desarrollado la bomba nuclear, decretó el desmantelamiento íntegro de su programa nuclear tras la firma del  Tratado de No Proliferación Nuclear en 1991.

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Did the Provisional IRA lose its ‘Long War’? Why are dissident Republicans fighting now?

 

ESSAYMaría Granados Machimbarrena

In 1998, the Belfast Agreement or Good Friday Agreement marked the development of the political relations between Northern Ireland and the United Kingdom. Several writers, politicians and academics claimed the British had won the ‘Long War’.(1)

However, according to other scholars and politicians(2), the armed struggle has not left the region. The following paper delves into the question as to whether the war is over, and attempts to give an explanation to the ultimate quest of dissident Republicans.

On the one hand, Aaron Edwards, a scholar writing on the Operation Banner and counter- insurgency, states that Northern Ireland was a successful peace process, a transformation from terrorism to democratic politics. He remarks that despite the COIN being seen as a success, the disaster was barely evaded in the 1970s.(3) The concept of ‘fighting the last war’, meaning the repetition of the strategy or tactic that was used to win the previous war(4), portrays Edward’s critique on the Operation. The latter was based on trials and tests undertaken in the post-war period, but the IRA also studied past interventions from the British military. The insurgents’ focus on the development of a citizen defence force and the support of the community, added to the elusive Human Intelligence, turned the ‘one-size-fits-all’ British strategy into a failure. The British Army thought that the opponents’ defeat would bring peace, and it disregarded the people-centric approach such a war required. The ‘ability to become fish in a popular sea’, the need to regain, retain and build the loyalty and trust of the Irish population was the main focus since 1976, when the role of the police was upgraded and the Army became in charge of its support. The absence of a political framework to restore peace and stability, the lack of flexibility, and the rise of sectarianism, a grave socio-economic phenomenon that fuelled the overall discontent, could have ended on a huge disaster. Nonetheless, Edwards argues the peace process succeeded because of the contribution of the Army and the political constraints imposed to it.(5)

In 2014, writer and veteran journalist Peter Taylor claimed that the British had won the war in Northern Ireland. He supported his statement through two main arguments: the disappearance of the IRA and the absence of unity between Northern Ireland and the Republic of Ireland. Former Minister Peter Robinson (DUP Party) firmly rejected the idea of such a union ever occurring: ‘It just isn't going to happen’. Ex-hunger striker Gerard Hodgins was utterly unyielding in attitude, crying: ‘We lost. (...) The IRA are too clever to tell the full truth of what was actually negotiated. And unionists are just too stupid to recognise the enormity of what they have achieved in bringing the IRA to a negotiated settlement which accepts the six-county state.’ They were all contested by Sinn Fein President Gerry Adams, a political fighter and defender of a united Ireland, and Hutchinson, who stated that the republicans were fighting a cultural battle to eradicate Britishness. He agreed that the war had changed in how it was being fought, “but it is still a war” he concluded.(6) Former IRA commander McIntyre disagrees, in his book he suggests that the PIRA(7) is on its death bed. So is the army council that plotted its campaign. ‘If the IRA ever re-emerges, it will be a new organisation with new people’.(8)

There is an important point that most of the above-mentioned leaders fail to address: the so- called cultural battle, which is indeed about the conquest of ‘hearts and minds’. Scholars(9) find there is a deep misunderstanding of the core of republicanism among politicians and disbelievers of the anti-GFA groups’ strength. In fact, there has been an increase on the number of attacks, as well as on the Provisional movement’s incompetence. Historical examples show that the inability to control the population, the opponent’s motivation, or the media leads to defeat. E.g.: C.W. Gwynn realised of the importance of intelligence and propaganda, and H. Simson coined the term ‘sub-war’, or the dual use of terror and propaganda to undermine the government.(10) T.E. Lawrence also wrote about psychological warfare. He cited Von der Goltz on one particular occasion, quoting ‘it was necessary not to annihilate the enemy, but to break his courage.’(11)

On the other hand, Radford follows the line of Frenett and Smith, demonstrating that the armed struggle has not left Northern Ireland. There are two main arguments that support their view: (1) Multiple groups decline the agreement and (2) Social networks strengthen a traditional-minded Irish Republican constituency, committed to pursue their goals.

In the aftermath of the GFA, the rejectionist group PIRA fragmented off and the RIRA was born. The contention of what is now called RIRA (Real IRA) is that such a body should always exist to challenge Great Britain militarily. Their aim is to subvert and to put an end to the Peace Process, whilst rejecting any other form of republicanism. Moreover, their dual strategy supported the creation of the political pressure group 32CSM.(12) Nonetheless, after the Omagh bombing in 1998, there was a decline in the military effectiveness of the RIRA. Several events left the successor strategically and politically aimless: A new terrorism law, an FBI penetration, and a series of arrests and arms finds.(13) In spite of what seemed to be a defeat, it was not the end of the group. In 2007, the RIRA rearmed itself, an on-going trend that tries to imitate PIRA’s war and prevents the weaponry from going obsolete. In addition, other factions re-emerged: The Continuity IRA (CIRA), weaker than the RIRA, was paralysed in 2010 after a successful penetration by the security forces. Notwithstanding, it is still one of the richest organisations in the world. Secondly, the Oglaigh na hEireann (ONH) is politically aligned with the RSF and the RNU. They have not been very popular on the political arena, but they actively contest seats in the council.(14)

In 2009, the Independent Monitoring Commission acknowledged an increase in ‘freelance dissidents’, who are perceived as a growing threat, numbers ranging between 400-500. The reason behind it is the highly interconnected network of traditional republican families. Studies also show that 14% of nationalists can sympathetically justify the use of republican violence. Other factors worth mentioning include: A growing presence of older men and women with paramilitary experience; an increase of coordination and cooperation between the groups; an improvement in capability and technical knowledge, evidenced by recent activities.(15)

In 2014, a relatively focused and coherent IRA (‘New IRA’) emerged, with poor political support and a lack of funding, but reaching out to enough irredentists to cause a potential trouble in a not so distant future.

Conclusion

Von Bülow predicted: ‘[Our consequence of the foregoing Exposition, is, that] small States, in the future, will no more vanquish great ones, but on the contrary will finally become a Pray to them”.(16) One could argue that it is the case with Northern Ireland.

Although according to him, number and organisation are essential to an army,(17) the nature of the war makes it difficult to fight in a conventional way.(18) Most documents agree that the war against the (P)IRA must be fought with a counterinsurgency strategy, since, as O’Neill thoughtfully asserts, ‘to understand most terrorism, we must first understand insurgency.’ In the 1960s, such strategies began to stress the combination of political, military, social, psychological, and economic
measures.(19) This holistic approach to the conflict would be guided by political action, as many scholars put forward in counterinsurgency manuals (e.g.: Galula citing Mao Zedong’s ‘[R]evolutionary war is 80 per cent political action and only 20 per cent military’.(20) Jackson suggests that the target of the security apparatus may not be the destruction of the insurgency, but the prevention of the organisation from configuring its scenario through violence. Therefore, after the security forces dismantle the PIRA, a larger and more heavy response should be undertaken on the political arena to render it irrelevant.(21)

One of the main dangers such an insurgency poses to the UK in the long term is the re-opening of the revolutionary war, according to the definition given by Shy and Collier.(22) Besides, the risks of progression through repression is its reliance on four fragile branches, i.e.: Intelligence, propaganda, the secret services and the police.(23) The latter’s coordination was one of the causes of the fall of the PIRA, as aforementioned, and continues to be essential: ‘(...) these disparate groups of Republicans must be kept in perspective and they are unlikely, in the short term at least, to wield the same military muscle as PIRA (...), and much of that is due to the efforts of the PSNI, M15 and the British Army’ maintains Radford. Thus, ‘Technical and physical intelligence gathering are vital to fighting terrorists, but it must be complemented by good policing’.

Hence, unless the population is locally united; traditional, violent republican ideas are rejected, and the enemy remains fragmented, the remnants of the ‘Long War’ are likely to persist and cause trouble to those who ignore the current trends. There is an urgent need to understand the strong ideology behind the struggle. As the old Chinese saying goes: ‘It is said that if you know your enemies and know yourself, you will not be imperilled in a hundred battles’.(24)

 

1. Writer and veteran journalist Peter Taylor, Former Minister Peter Robinson (DUP Party), ex-IRA hunger striker Gerard Hodgins, and former IRA commander and Ph.D. Anthony McIntyre.

2. M. Radford, Ross Frenett and M.L.R. Smith, as well as PUP leader Billy Hutchinson and Sinn Fein President Gerry Adams.

3. Edwards, Aaron. “Lessons Learned? Operation Banner and British Counter-Insurgency Strategy” International Security and Military History, 116-118.

4. Greene, Robert, The 33 Strategies of War. Penguin Group, 2006.

5. Edwards, Aaron. l.c.

6. Who Won the War? [Documentary]. United Kingdom, BBC. First aired on Sep 2014.

7. Provisional IRA


8. McIntyre, Anthony. Good Friday: The Death of Irish Republicanism, 2008.

9. E.g.: R. Frenett, M. L. R. Smith.

10. Pratten, Garth. “Major General Sir Charles Gwynn: Soldier of the Empire, father of British counter- insurgency?” International Security and Military History, 114-115.

11. Lawrence, T. E. Seven Pillars of Wisdom: A Triumph. New York: Anchor, 1991.

12. ‘The 32 County Sovereignty Movement’

13. For instance, Freddie Scappatticci, the IRA’s head of internal security, was exposed as a British military intelligence agent in 2003.

14. Radford, Mark. ‘The Dissident IRA: Their “War” Continues’ The British Army Review 169: Spring/ Summer 2017, 43-49 f.f.

15. ‘Terrorists continue to plot, attack and build often ingenious and quite deadly devices’ Ibidem.

16. Von Bülow, Dietrich Heinrich. ‘The Spirit of the Modern System of War’. Chapter I, P. 189. Cambridge University Press, Published October 2014.

17. Von Bülow, D.H., l.c. P. 193 Chapter II.

18. Indeed, some authors will define it as an ‘unconventional war’. E.g.: ‘revolutionary war aims at the liquidation of the existing power structure and at a transformation in the structure of society.’ Heymann, Hans H. and Whitson W. W., ‘Can and Should the United States Preserve A Military Capability for Revolutionary Conflict?’ Rand Corporation, Santa Monica, Ca., 1972, p. 5.p. 54.

19. O’Neill, Board E. Insurgency and Terrorism: From Revolution to Apocalypse. Dulles, VA: Potomac Books, 2005. Chapter 1: Insurgency in the Contemporary World.

20. Galula, David. Counterinsurgency Warfare: Theory and Practice. London: Praeger, 1964.

21. Jackson, B. A., 2007, ‘Counterinsurgency Intelligence in a “Long War”: The British Experience in Northern Ireland.’ January-February issue, Military Review, RAND Corporation.

22. ‘Revolutionary War refers to the seizure of political power by the use of armed force’. Shy, John and Thomas W. Collier. “Revolutionary War” in Peter Paret, ed. Makers of Modern Strategy: From Machiavelli to the Nuclear Age. Princeton, NJ: Princeton Univ. Press, 1986.

23. Luttwak, Edward. (2002). Strategy: The Logic of War and Peace. Cambridge, US: Belknap Press.

24. Sun Tzu. The Art of War. Attack By Stratagem 3.18.

 

Bibliography

Edwards, Aaron. Lessons Learned? Operation Banner and British Counter-Insurgency Strategy International Security and Military History, 116-118.

Galula, David. Counterinsurgency Warfare: Theory and Practice. London: Praeger, 1964.

Greene, Robert. The 33 Strategies of War. Penguin Group, 2006.


Heymann, Hans H. and Whitson W. W.. Can and Should the United States Preserve A Military Capability for Revolutionary Conflict? (Rand Corporation, Santa Monica, Ca., 1972), p. 5.p. 54.

International Monitoring Commission (IMC), Irish and British governments report on the IRA army council’s existence, 2008.


Lawrence, T. E. Seven Pillars of Wisdom: A Triumph. New York: Anchor, 1991.


Luttwak, Edward. Strategy: The Logic of War and Peace. Cambridge, US: Belknap Press, 2002.

McIntyre, Anthony. Good Friday: The Death of Irish Republicanism, 2008.


O’Neill, Board E.. Insurgency and Terrorism: From Revolution to Apocalypse. Dulles, VA: Potomac Books, 2005.


Pratten, Garth. Major General Sir Charles Gwynn: Soldier of the Empire, father of British counter-insurgency? International Security and Military History, 114-115.


Radford, Mark. The Dissident IRA: Their ‘War’ Continues The British Army Review 169: Spring/Summer 2017, 43-49.


Ross Frenett and M.L.R. Smith. IRA 2.0: Continuing the Long War—Analyzing the Factors Behind Anti-GFA Violence, Published online, June 2012.


Sepp, Kalev I.. Best Practices in Counterinsurgency. Military Review 85, 3 (May-Jun 2005), 8-12.


Sun Tzu, S. B. Griffith. The Art of War. Oxford: Clarendon Press, 1964. Print.


Taylor, Peter. Who Won the War? [Documentary]. United Kingdom, BBC. First aired on Sep 2014.


Thompson, Robert. Defeating Communist Insurgency. St. Petersburg, FL: Hailer Publishing, 2005.


Von Bülow, Dietrich Heinrich. The Spirit of the Modern System of War. Cambridge University Press, Published October 2014.

Categorías Global Affairs: Seguridad y defensa Unión Europea Ensayos

[Robert Kaplan, The Return of Marco Polo's World. War, Strategy, and American Interests in the Twenty-first Century. Random House. New York, 2017. 280 págs.]

 

RESEÑA / Emili J. Blasco

The Return of Marco Polo's World

Las señales de “fatiga imperial” que está dando Estados Unidos –una menor disposición a proveer orden mundial– contrastan con el destino de proyección sobre el orbe que su naturaleza y tamaño le imprimen. “Estados Unidos está condenado a liderar. Es la sentencia de la geografía”, escribe Robert Kaplan. “No. Estados Unidos no es un país normal (...), sino que tiene obligaciones propias de un imperio”.

Entre la realidad de una gran potencia cuya política exterior ha entrado en una nueva fase –cierto retraimiento en la escena internacional, comenzada por Barack Obama y continuada por Donald Trump– y las exigencias de su interés nacional, que a juicio de Kaplan requiere una asertiva presencia en el mundo, se mueve el nuevo libro de este conocido autor geopolítico estadounidense.

A diferencia de sus anteriores obras –la más reciente es Earning the Rockies. How Geography Shapes America's Role in the World (2017)– esta vez se trata de un tomo que recoge ensayos y artículos suyos publicados en diferentes medios durante los últimos años. El más largo, que da título a la recopilación, fue un encargo del Pentágono; el titular de otro de los textos, también de 2016, encabeza estas líneas.

Eurasia

Cuando Kaplan habla de retorno al mundo de Marco Polo está significando dos cosas. La principal es la nueva vinculación que está surgiendo entre China y Europa gracias al mayor comercio, simbolizado con la nueva Ruta de la Seda, lo que da pie al autor a un largo ensayo sobre la materialización de lo que hasta ahora solo era una idea: Eurasia. El otro significado, que desarrolla más en otras partes del libro, tiene que ver con el nuevo orden internacional al que vamos y que él califica de “anarquía competitiva”: una era de mayor anarquía si la comparamos con el tiempo de la Guerra Fría y el que hemos conocido después (la Edad Media de Marco Polo era también un momento de múltiples potencias).

Kaplan es uno de los autores que más se está refiriendo al surgimiento de Eurasia. La llegada de los migrantes sirios a Europa ha hecho a esta dependiente de las vicisitudes en Oriente Medio, mostrando que las fronteras internas del supercontinente se están desvaneciendo. “A medida que Europa desaparece, Eurasia se cohesiona. El supercontinente ha devenido en una unidad fluida y comprehensiva de comercio y conflicto”, escribe. Y con la cohesión de Eurasia el peso específico del mundo pasa del Asia-Pacífico al Indo-Pacífico o, como también le llama Kaplan, el Gran Índico.

Realismo, moral y valores

De entre los múltiples aspectos estratégicos que Kaplan considera en relación a Eurasia, quizás puede pasar desapercibida una importante advertencia: gran parte del éxito de China en su trazado del Cinturón y Ruta de la Seda depende de que Pakistán actúe como la clave que, en medio del arco, le da compleción y al mismo tiempo lo sostiene. “Pakistán será el principal registrador de la capacidad de China para unir su Ruta de la Seda [terrestre] a través de Eurasia con su Ruta de la Seda [marítima] a través del Océano Índico”, avanza Kaplan. A su juicio, la inestabilidad paquistaní, aunque no acabe provocando el colapso del país, bien podría limitar la efectividad del gran proyecto chino.

Fuera de ese capítulo euroasiático, el libro es una argumentación, sobria y tranquila, con la prosa siempre elegante de Kaplan, de los principios del realismo, entendido este como “una sensibilidad enraizada en un sentido maduro de lo trágico, de todas las cosas que pueden ir mal en política exterior, de modo que la precaución y el conocimiento de la historia están integrados en la manera de pensar realista”. Para un realista “el orden va antes que la libertad y los intereses antes que los valores”, pues “sin orden no hay libertad para nadie, y sin intereses un Estado no tiene incentivos para proyectar valores”.

Kaplan desgrana estas consideraciones en artículos dedicados al pensamiento de Henry Kissinger, Samuel Huntington y John Mearsheimer, todos ellos realistas de diferente cuño, de los que se encuentra próximo, especialmente del primero: la reputación de Kissinger no hará más que aumentar con los años, asegura. En cambio, rechaza que la política exterior de Trump pueda encuadrarse en la doctrina realista, pues al presidente estadounidense le falta sentido de la historia, y eso es porque no lee.

Kaplan presenta el realismo como una sensibilidad, más que como una guía con recetas para actuar en situaciones de crisis, y ciertamente en diversas páginas entra en el debate sobre si la actuación exterior de un Estado debe guiarse por la moralidad y la defensa de valores. “Estados Unidos, como cualquier nación –pero especialmente porque es una gran potencia–, simplemente tiene intereses que no siempre son coherentes con sus valores. Esto es trágico, pero es una tragedia que tiene que ser abrazada y aceptada”, concluye. “Porque Estados Unidos es una potencia liberal, sus intereses –incluso cuando no están directamente ocupados con los derechos humanos– son generalmente morales. Pero son solo secundariamente morales”.

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