Brasil comienza la construcción de su submarino de propulsión nuclear

Brasil comienza la construcción de su submarino de propulsión nuclear

ARTÍCULO

20 | 03 | 2024

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El presupuesto de Defensa de 2023, en el primer año de la nueva presidencia de Lula, incluyó más de 100 millones de dólares para el proyecto naval nuclear

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Representación artística del SN10 Álvaro Alberto [Marinha do Brasil]

INFORME SRA 2024 /  [versión en PDF]

° Los primeros planes para un submarino nuclear datan de la década de 1970, pero el fin de carrera atómica secreta con Argentina tras la dictadura le restó interés.

° Entre 2022 y 2025, la Armada brasileña recibirá los cuatro submarinos convencionales acordados con Francia, en un contrato que incluye asistencia para el submarino nuclear.

° Brasil será, con Australia, el primer país no potencia nuclear que tiene ese tipo de submarinos; eso no contraviene el TNP, pero puede inquietar a sus vecinos sudamericanos.

Brasil cuenta con la segunda costa más extensa de toda América Latina, que es protegida por los 112 buques y navíos de la ‘Marinha do Brasil’. Si bien en 2023 el presupuesto de Defensa no registró un especial incremento –alcanzó los 124.000 millones de reales (unos 25.000 millones de dólares), representando el 1,1% del PIB–, sí hubo una apuesta por mejorar los equipos de la Armada, destinando una inversión de 3.400 millones de reales (unos 690 millones de dólares) a la Empresa Gerencial de Proyectos Navales para la construcción de nuevas capacidades, entre ellas la del submarino nuclear cuya apuesta ha recobrado impulso con la nueva presidencia de Lula da Silva. Así, el presupuesto de 2023, el primero con la vuelta de Lula, incluía una partida 291 millones de reales para el desarrollo de la tecnología nuclear de la Armada y otra de 249 millones para avanzar en la construcción del submarino, que comenzó en octubre (un total de 109 millones de dólares).

Esta inversión muestra las “claras ambiciones” de la Armada brasileña “de convertirse en la marina más fuerte de Latinoamérica, con un aumento de inversiones en su flota de superficie y submarina, y una creciente proyección hacia el Atlántico Sur”. Esta proyección se ve reflejada en el cambio de enfoque que hace Brasil para también tener una armada de aguas azules y no solo aguas verdes, a través de su inversión en las fragatas de la clase Tamandaré, los submarinos Riachuelo y el submarino de propulsión nuclear.

Ambición histórica

La ambición brasileña de disponer de un submarino nuclear se remonta al principio de la década de 1970. Fruto de ese inicial impulso, en 1979 se creó el Programa Nuclear do Marinha (PNM) con el que se buscaba entender el funcionamiento de la energía nuclear como combustible, construir un submarino que utilizara esa fuente de propulsión y alcanzar la capacidad para poder operarlo con normalidad. Dentro de este programa se incluyeron tres proyectos —Ciclone, Remo y Costado­—, destinados a diseñar y desarrollar un reactor nuclear, y a diseñar y construir un casco de submarino que pudiese albergar el reactor.

El primer proyecto, Ciclone, fue creado con el objetivo de entender y desarrollar un ciclo de combustible nuclear lo suficientemente potente para que sirviese en un reactor nuclear. Brasil empezó controlando este proceso y en 1982 fue capaz de enriquecer uranio utilizando una centrifugadora de construcción nacional. Sin embargo, con el cambio de época (tras la carrera atómica mantenida secretamente con Argentina durante las respectivas dictaduras militares se produjo un cierto desinterés nuclear al recobrarse la democracia) y la falta de recursos, el programa fue perdiendo inercia. Los centros y laboratorios creados para el desarrollo del submarino se destinaron después a la puesta en marcha de los dos reactores nucleares que tiene Brasil para uso civil y que en 2023 generaron el 3% de su electricidad (el Angra 1 entró en funcionamiento en 1985 y el Angra 2, en 2001; una tercera planta está en construcción y dos más en planificación).

El segundo proyecto, Remo, se creó con la intención de diseñar y desarrollar un reactor nuclear que pudiese ser utilizado en un submarino. Este reactor estaría en el motor de agua a presión que utilizaría la nave. Al reactor se le puso por nombre RENAP-11 (reactor naval con potencia de 11 megavatios).

El tercer proyecto, Costado, fue creado con el objetivo de diseñar y construir un casco de submarino en el que cupiese el reactor y que sirviese para estar un tiempo ilimitado en aguas azules sin necesidad de salir a superficie para reabastecimiento.

Después de que estos tres proyectos se fuesen dejando de lado debido a la falta de interés e de inversión por parte del gobierno, el programa fue abandonado. No se volvió a la idea de un submarino de propulsión nuclear hasta la segunda presidencia de Lula da Silva, cuando la Estrategia Nacional de Defensa de 2008 retomó el propósito. En esa línea el gobierno firmó varios acuerdos armamentísticos con Francia entre los que se incluía el relativo al programa Prosub para la construcción de cuatro submarinos convencionales, de un submarino de propulsión nuclear y de una base naval para albergarlos, que se llevaría a cabo con parcial asistencia francesa. El contrato nunca fue pensado para que fuese un acuerdo de compra y venta, sino un contrato de cooperación tecnológica en el que Francia se comprometía a la capacitación de civiles y militares brasileños para que fuese el propio Brasil el que construyera los cuatro submarinos de propulsión convencional, el casco del submarino nuclear y un astillero y una base naval en la municipalidad de Itaguai, situada entre Río de Janeiro y São Paulo.

El conjunto del programa Prosub prevé un gasto total de alrededor de 8.000 millones de dólares. Cabe destacar que este proyecto ha ayudado, hasta cierto punto, a que Francia se recupere tras la ruptura del acuerdo que tenía firmado con Australia al preferir este país la colaboración tecnológica que aporta la nueva alianza con Estados Unidos y Gran Bretaña (AUKUS).

Características

Los submarinos convencionales fueron parte de un acuerdo tecnológico entre la empresa French Naval Group (anteriormente DCNS) y Brasil, ya que la tecnología y el diseño serían aportados por esa compañía. Los submarinos convencionales han sido denominados clase Riachuelo y están basados en el modelo Scorpène. Han sido adaptadospara el uso de la Armada brasileña, con una eslora mayor, de 71,62 metros, comparado con los 66,3 metros del Scorpène base. Asimismo, la versión brasileña ha sido denominada S-BR al también tener un mayor peso, de 1.870 toneladas, comparado con las 1.717 del modelo base. La Armada también pidió́ que los tubos de lanzamiento vertical tuviesen un diámetro de 21 pulgadas para poder acomodar los nuevos torpedos F21 fabricados por French Naval Group y hechos para reemplazar los Mk-48 estadounidenses que se utilizan en los submarinos brasileños de las clases Tupi y Tikuna.

Los S-BR ya han empezado a ser entregados: el S-40 ‘Riachuelo’ lo fue en septiembre de 2022 y el S-41 ‘Humaitá’en diciembre de 2023; se espera que el S-42 ‘Tonelero’ sea entregado en 2024 y el S-43 ‘Angostura’ en 2025. Con estos submarinos, la Armada brasileña podrá defender con mayor efectividad su zona económica exclusiva, en la que principalmente operarán, ya que al tener un sistema de propulsión diesel-eléctrico carecen de suficiente autonomía para estar sin atracar más de 70 días; permanecerán, pues, en las aguas que Brasil denomina como la Amazonía Azul.

La parte más significativa del acuerdo con Francia tiene que ver con el ‘Álvaro Alberto’, el primer submarino nuclear de la flota brasileña, el cual será propulsado por un reactor nuclear de agua a presión fabricado completamente por Brasil. La ceremonia del corte de la primera placa de acero para la nave tuvo lugar el 4 de octubre de 2023 en el complejo naval de Itaguaí. Se prevé que el SN-BR tenga una eslora de 100 metros y un desplazamiento en torno a las 6.000 toneladas, unas dimensiones que implican una tripulación de 100 marinos. En el contrato firmado con French Naval Group, está acordado que la compañía francesa ayude y transfiera la tecnología pertinente en las partes no nucleares del submarino, como sería el casco de este, y que el resto sea fabricado en su totalidad por Brasil y sus ingenieros. En octubre de 2023, la contraparte brasileña pidió ampliar los términos del contrato para que Francia intervenga más allá del casco, como en el caso de las turbinas y generadores que deben trabajar en un entorno nuclear, ante la incapacidad de la industria propia de proveerlos.

Impacto regional

Francia ya ha vendido otros submarinos en la región. French Naval Group, cuando era DCNS, suministró a Chile el SS-23 ‘O’Higgins’ y el S-22 ‘Carrera’, que se incorporaron a su Armada en 2005 y 2006, respectivamente (los argentinos, en cambio, son de fabricación estadounidense y alemana). Esta es la primera vez, sin embargo, que un país latinoamericano se dispone a contar con un submarino de propulsión nuclear, y cuando el programa se complete tendrá un impacto notorio en el entorno vecinal.

Por un lado, Brasil y Australia serán los únicos países del mundo que, sin ser potencias nucleares, tengan un submarino propulsado nuclearmente (los australianos proyectan cinco). Eso no contraviene el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), pues no son naves que vayan a disparar armas atómicas, pero pueden alimentar una carrera armamentística en su respectiva región. A su vez, el destacado peso de Brasil como principal potencia de Sudamérica puede crear desconfianza en los países conlindante, a los que en ocasiones preocupa las ansias de Brasilia de alcanzar un estatus de gran potencia.

En cualquier caso, las capacidades navales de una Armada deben ir acordes a las ambiciones marítimas de cada país, y están fuertemente influidas por las necesidades estratégicas que tiene cada uno de ellos. De momento, Argentina o Chile no han mostrado intención de moverse en esa misma dirección.